Alessandra Cavani.No soy capaz de moverme. Debería hacerlo, pero sigo donde mismo, mirando sus ojos azules y electrizantes.Su expresión es de pura lujuria. Y mientras detalló cada mínimo rasgo de su rostro, buscando en ellos algo que me diga lo que está pasando por su cabeza, siento sus dedos presionarse en mis caderas.Rudo, pero a la vez, intenso. Esa presión envía corrientes por todo mi cuerpo y eriza mi piel.Todo ello, durante el rato que nos quedamos así, mirándonos.Hasta que sacudo mi cabeza para organizar mis pensamientos, trago en seco y me obligo a reaccionar.—¿Qué estamos haciendo? —pregunto y me incluyo, porque tiene que existir algún motivo por el que yo sigo encima de él.Dylan chasquea la lengua y se acomoda debajo de mí. El bulto en sus pantalones se vuelve evidente y roza directamente en mi entrepierna. Un escalofrío se desliza por mi espalda y me hace gemir, pero lo aguanto a tiempo, antes de avergonzarme con él.—¿Qué crees...que estamos haciendo? —devuelve mi i
Alessandra Cavani.Mi espalda se arquea y suelto un gritito en cuanto Dylan chupa con suavidad uno de mis pechos. Cierro mis ojos con fuerza y llevo mis manos a su cabeza, enredando mis dedos en sus cabellos, para impulsarlo más contra mí.No pienso en nada, solo disfruto de la suavidad de su lengua contra mi piel, de sus dientes arrastrándose de un pecho al otro, de sus manos cubriéndolos y sus dedos pellizcando con fuerza contenida.Siento su erección rozar contra mi entrepierna. Una dureza que me hace jadear y desearla dentro de mí. Una nebulosa de placer nubla mis sentidos y solo tengo pensamientos para una cosa: él.No es algo lento, arrastra sus manos por mi cuerpo con necesidad. Su toque es ardiente y logra encenderme tanto, que me restriego contra él buscando aliviarme.Besa mis pechos y baja por mi abdomen, se recrea en el borde de mis diminutas bragas. Levanto un poco la cabeza para verlo y me encuentro con sus ojos, azules y deseosos, mirándome de una forma tan atrevida, ta
Alessandra Cavani.Dylan recupera su aliento encima de mí. Yo me quedo con los ojos cerrados, no me atrevo a moverme, ni siquiera a respirar.Unas lágrimas pican detrás de mis párpados cerrados. Pensaba que el arrepentimiento llegaría después, pero la verdad es que ya comienzo a sentirlo.Sus manos siguen entrelazadas con las mías y su miembro dentro de mí. Mis piernas siguen rodeando sus caderas y su cabeza, su boca, sigue rozando la piel de mi cuello.Su aliento tibio se siente como un temporizador. A medida que va recuperando su frecuencia normal, mis nervios aumentan. En cualquier momento esto se convertirá en un campo de batalla, lo sé. Uno en el que yo soy su enemiga y no dudo que se llene la boca diciendo que yo vine a seducirlo.No sé qué pensar de lo sucedido, porque no quiero profundizar en lo bien que me sentí. Y no, no es solo que el sexo haya sido bueno, que lo haya disfrutado. Hay algo más. No quiero tampoco meterme en mi cabeza y preguntarme una y otra vez en qué carajo
Dylan O' Conell.Entro al apartamento que comparto con mi hermano y lo primero que veo, es a Ryan bebiendo de una copa de vino tinto. Frente a él, en la mesilla que decora el salón, una botella de las más caras que tenemos en la cava.—Imagino que fue una buena noche —digo, solo por sacarle conversación, mientras me quito la chaqueta y disimulo el desastre que soy.—Sí, lo fue.Su respuesta es seca y cortante. Está pensativo por algún motivo que no quiero preguntar, pero que me gustaría saber.—Mañana será noticia en todos los periódicos, el nuevo lanzamiento.Me dedica un asentimiento, pero es un gesto automático, ni siquiera creo que me haya escuchado.No sé por qué continúo intentando iniciar una conversación, cuando yo no tengo energías para nimiedades y Ryan tampoco está por la labor de responderme.—Hasta mañana —me despido, dispuesto a salir del salón.No es como que yo haya olvidado las palabras de mi hermano en la fiesta, justo antes de ver a Alessandra hablando con ese tal D
Alessandra Cavani.Me levanto del sofá y limpio la humedad de las lágrimas que se me escaparon y rodaron por mis mejillas. No sé cuánto tiempo pasó desde que Dylan se fue, pero no quiero averiguarlo, tampoco. Mi desnudez me hace sentir frío y froto mis brazos para intentar aliviar mi piel de gallina.Suelto un suspiro y miro hacia abajo, a la bata que llevaba puesta y que se ve como un pequeño bulto en el piso, a los pies del sofá. Noto el temblor de mi mano solo cuando extiendo mi brazo para recogerla.—Contrólate, Alessandra —ordeno, hablando conmigo misma.Lo que aquí pasó, fue un error, pero yo estaba consciente de que lo sería. Porque, ¿qué esperaba?, ¿que Dylan se quedara a mi lado, me abrazara y volviéramos a hacer el amor como dos enamorados?Ruedo los ojos, molesta con mis reacciones, con mis jodidos pensamientos.
Dylan O' Conell.Me dejo caer en la cama y trato de ignorar mi celular. Me obligo a no llamar más, porque, qué se supone que le diga. La reacción de mi hermano y el peso de la culpa sobre mis hombros, me hicieron actuar por impulso.Una llamada no va a resolver nada. Y después de la forma tan cobarde en la que me alejé, ella no querrá saber de mí.Me obligo a dormir y me paso más tiempo dando vueltas que durmiendo como tal. Tanto así que, cuando el amanecer se observa por las ventanas, ya yo estoy despierto y un fuerte dolor de cabeza hace acto de presencia.Y el mal humor también.Decido hacer algo que me mantenga ocupado para dejar de pensar en lo mismo. Me levanto y vuelvo a bañarme, para ver si el agua alivia las tensiones constantes en mi espalda y hombros. Me visto para ir a la oficina y verificar todo lo del lanzamiento de mi empresa, luego tendré que pasar por la compañía familiar y disimular que sigo siendo un irresponsable que no le importa trabajar.Cuando salgo de mi habit
Dylan O' Conell.Mis pies no dejan de rebotar contra el piso y aunque no se ven por debajo del escritorio, el ruido constante descubre mis nervios.Con mis codos apoyados sobre la madera y mis dedos cruzados sobre mis labios, espero a que la puerta se abra y dé paso a la mujer que me trae de cabeza. Debería estar haciendo algo, a fin de cuentas, trabajo es lo que sobra; pero desde que le di la dirección a Alessandra, no dejo de pensar en lo que diré en cuanto nos encontremos.El teléfono suena sobre mi escritorio y presiono el botón que me comunica con Cristoff. El pulso se me acelera y un cosquilleo en la nuca hace acto de presencia.—O' Conell —respondo.—Señor O' Conell, su esposa ya llegó. ¿La hago pasar? —pregunta Cristoff y en otro momento me daría risa su forma de dirigirse a mí delante de Alessandra.—Sí, por favor —murmuro y corto la comunicación.Me levanto, arreglo mi chaqueta y camino hasta ponerme delante de mi escritorio. Me recuesto un poco y me cruzo de pies y brazos.
Alessandra Cavani.Su aliento choca con el mío y yo ya no puedo hacer nada. Me mentiría a mí misma si tratara de convencerme de que con esas palabras, no me tocó una fibra importante.Solo presto atención a sus labios, tan cercanos, tan apetecibles. Sus manos a cada lado de mi cabeza, me arrinconan. Y su cuerpo, su pecho casi pega al mío, pero no me toca.—No hay nadie aquí, Dylan —me obligo a decir, con un susurro ahogado. Tengo que hacerlo para entender de qué va.Miro sus ojos, azules, hermosos. Brillan por una fracción de segundo, antes de que en su boca se dibuje una sonrisa ladina.—Lo sé.Y sin más espera, baja sus labios hasta juntarlos con los míos.Algo explota dentro de mí, las dudas, los miedos y las aprensiones pasan a un segundo plano. Solo tengo cabeza para su boca caliente fundiéndose con la mía, con fervor, con ansias, a pesar de que sus labios son suaves y el beso es delicado.Se siente como una extensión de todo lo que pasó en la noche y como una tonta, creo que est