Dylan O’ Conell.Aprieto mi mandíbula en cuanto abuelo Fran me ordena que salga del comedor. Quiero replicar, pero sé que no puedo hacerlo, tengo que respetar su autoridad a pesar de todo.Me pregunto qué querrá hablar con Alessandra, si ni siquiera se conocen. No realmente. Lejos de una presentación formal y la última visita el día de la fiesta, no creo que hayan coincidido. Mi abuelo es un hombre de principios, que no tolera la irresponsabilidad ni la ineptitud. No dudo que haya buscado información sobre ella, cuando supo que sería mi esposa, así que no alcanzo a entender del todo cómo es que se posiciona a su favor cuando la atacan. Tampoco comprendo qué tienen ellos que hablar y por un momento, me quedo pensando en lo que Alessandra podría decirle.No tengo ni posibilidad de decirle que no mencione nada del divorcio antes de salir y dejarlos solos. Atravieso el marco una vez más y a pocos metros, escucho las quejas de mi madre y mis tías, que tampoco entienden la postura de mi abu
Alessandra Cavani.Me levanto sin importarme que Dylan intente detenerme. No puede pretender que yo acepte con tranquilidad todas las insinuaciones que está haciendo sobre mí.«Insinuaciones, no sería la palabra». Corrijo, porque el muy imbécil no me está dando vueltas, está yendo directo a lo que él cree que está sucediendo. Sin importarle ofenderme en el camino.Y me parece que se dará un tremendo golpe a su ego cuando descubra quién está realmente detrás de todo esto. Porque no me quedan dudas de que es alguien cercano a él.—¿A dónde crees que vas? —demanda, tomándome del brazo por tercera vez en lo que va de encuentro.Pero ya se me acabó la paciencia y me zafo de malas formas.—¡Suéltame! —ordeno, doy un paso atrás y lo fulmino con la mirada. Lo señalo con un dedo—. No te atrevas a tocarme otra vez. O no respondo de mí.Dylan no se esperaba mi reacción, así que se queda momentáneamente congelado en el lugar. Hasta que sus ojos brillan con algo que no alcanzo a reconocer y apriet
Alessandra Cavani.Con solo ver a Annabelle Simpson delante de mí, mi cuerpo se tensa por completo. Aparte de que no entiendo realmente qué carajos está haciendo aquí, me molesta cómo se siente en confiaza en esta casa. Me consta que es de Dylan, pero se suponía que debíamos vivir aquí juntos y mientras estemos fingiendo que seguimos casados, seguiré estando aquí.—Annabelle, no esperaba encontrarte aquí, en mi casa. —Pongo énfasis en el pronombre personal, para ver si se lleva la indirecta.—Tuya y de Dylan, querrás decir —aclara, con una sonrisa supuestamente inocente que no se la cree ni ella—. Y por él es que estoy aquí.Su mirada se vuelve decidida y yo enarco una ceja. Me importa una mierda si él le dijo que podía venir aquí, pero yo no lo consiento, así que no voy a permitirle que haga lo que quiera en un lugar en el que no es bienvenida.—¿En serio? No veo razón para eso, aquí vivo yo, su esposa. —Me cruzo de brazos y veo cómo ella se enfurece, pero un segundo después, logra c
Dylan O' Conell.¿Cómo se atreve Ryan a meterse en donde no lo llaman? Y, ¿cómo es posible que pueda confiar en Alessandra de esa forma tan ciega?Si cuando yo lo digo, ya él está bajo el embrujo de esa mujer.Siento rabia de solo profundizar en todas las teorías que vinieron a mi cabeza mientras asimilaba todo lo sucedido. Y aunque la reacción de ella, indignada, por un momento me hizo tambalear, la verdad es que no encuentro otra razón para tal embuste. La cobertura de prensa fue demasiada en cuestión de horas, como si eso hubiera sido planificado al pie de la letra. Y es ella la que siempre ha estado rodeada de espectáculo, ¿qué se supone que vaya a pensar?Salgo de la casa huyendo de mi madre y de mis tías. Hasta de mi abuelo. No estoy de humor para aguantar sermones y tengo mucho trabajo por hacer. Mi empresa no se mantiene sola y como de todas maneras, todos creen que yo soy un vago, entonces aprovecho para ir a la oficina.En el auto, de camino a la ciudad, por un momento sient
Dylan O’ Conell.«Alessandra».Su nombre no deja de repetirse una y otra vez en mi cabeza. Verlo en la pantalla de mi celular debía resultarme indignante, pero, fue todo lo contrario. No dudé. Ni un jodido segundo. Y solo cuando estuve frente al volante de mi auto, fui consciente de ello.Escuchar su voz y su tono urgente, a través de la línea, me hizo sentir algo extraño. Una imperiosa necesidad me recorrió y ahora, mientras lo asimilo, me obligo a pensar que me siento culpable por no medir el peligro al que ella está expuesta ahora. Porque no es otra cosa. No puedo ser. Es imposible. Alessandra no tiene nada que aportar a mi vida, más que lo que estamos viviendo y que al final, es beneficioso para ambos en algún sentido.Sorteo el tráfico pesado de la hora pico y me demoro más de lo que me gustaría en este trayecto. Una agitación inusual me recorre y me veo apretando el volante entre mis manos más de una vez en todo el camino. Y estoy en un tremendo embotellamiento, cuando mi teléfo
Alessandra Cavani.Miro mi armario y no acabo de decidirme. Muerdo mi labio inferior, nerviosa, de solo imaginar que ya ha pasado una hora y yo todavía no sé qué voy a ponerme.No es que me importe la opinión de Dylan, pero su frase "espero que estés a la altura", me cayó demasiado mal. Hasta ahora yo le he demostrado que siempre cumplo mi palabra, pero él continúa predispuesto y escéptico con todo lo que respecta a mí. No cree absolutamente nada de lo que yo digo o hago, a todo le encuentra un maldito problema.Y yo sé que en parte tuve culpa por haber aceptado esa propuesta suya que no era para mí, pero ha pasado todo un año desde entonces y nosotros no hemos logrado encajar en nada. Sobre todo, Dylan, que no me soporta y no pierde oportunidad para dejarlo claro.Sé que hoy, el banquete, es un evento importante para su familia y yo, no sería capaz de estropearlo. Primero, porque respeto el trabajo de todos y el de su familia, no es la excepción. Segundo, porque mi intención no es ar
Alessandra Cavani.No me ha soltado ni un segundo. Y no encuentro una razón para entenderlo.¿Qué estará pasando por su cabeza ahora?El ambiente dentro del auto es, tenso y tranquilo a la vez. No sé cómo reaccionar a su extraño actuar. Debería soltar su mano y alejarme lo más que puedo, pero no lo hago.«¿Por qué?».No tengo idea y como no pretendo comerme la cabeza con sus desajustes emocionales y su bipolaridad, mejor lo dejo por la paz. Tal vez solo quiere aparentar desde ahora que somos un feliz matrimonio, aunque no le encuentro el sentido, de ser así.El viaje hasta el lugar del evento lo hacemos en completo silencio. Por momentos, siento su mirada de reojo. Me da ganas de reír y en ocasiones, casi que suelto la carcajada, pero la aguanto a tiempo. Solo un atisbo de risa muestro en mis labios y ruego para que él no sea testigo. Porque la verdad es que lo prefiero así, al idiota que se la pasa buscando cómo reclamarme algo.Quiero pensar que se tragó sus palabras de antes y que
Dylan O’ Conell.Si me preguntan, por qué hago esto, ahora mismo no sabría qué responder. Me limitaría a gruñir, con disgusto, porque se atreven a molestarme.No sé qué pasó por mi cabeza en el momento que decidí besarla. No lo recuerdo, sinceramente. Podría decir, justificarme, con que todas las miradas sobre ella tuvieron algo que ver. Pero sería una vil mentira.La besé porque tenía ganas. Y no tengo idea de dónde surgió ese impulso. Porque yo la odio.«¿Verdad?».Y justo ahora, que mi cabeza es un caos, continúo con mi frente apoyada sobre la suya y con mis ojos cerrados, esperando que mi jodida respiración se controle. Sé que somos el centro de atención, pero nadie podría culpar a un hombre enamorado y recién casado de querer besar a su esposa, así que poco me importa lo que puedan pensar de mí. Y nadie en este amplio círculo, conoce nuestra verdad. Esa que solo sabemos ella y yo.Lo único que me preocupa es ver una reacción en su mirada. Todas las preguntas que sé, querrá hacerm