Bárbara—-¡Bárbara espera!Los pasos que la seguían se hacían cada ves más lejano. Cuando se dio cuenta que Bastián la tenía entro en pánico. Miro sus manos temblorosas, desprovista de color, pálidas hasta la muerte. Casi fue capaz de sentir como su corazón se detenía, y el ultimo haz de luz desaparecía, al igual que el cuerpo del Cecilia desplomado en el suelo. Corrió. El corazón se le apretó, su respiración era errática, empujo a varias personas en su camino. Solo era capaz de ver todo como un espejismo. Con los segundos alargándose. No sabía donde iba. ¿Dónde podía ir de todas formas? ¿Dónde si quiera había pertenecido? La vida se encargaba de recordarle lo que no podía tener. Lo que jamás podría alcanzar. Había matado a la única persona que de verdad quería salvar. Le quito todo. Las posibilidades que ella nunca tuvo.Recordó los ojos de todas las personas que la esperaban por una explicación fuera de quirófano, los recordó viéndola del otro lado del estrado. Los vio señala
Bastián Arrastrar a Barbara hacia una habitación desocupada fue mucho más sencillo de lo que creyó. Su cuerpo aún se estremecía ante su toque. Por alguna razón fue lo más suave posible, como si ella fuese a deshacerse si presionaba demasiado. Liam entró de nuevo a la guardería. Así que se concentró plenamente en ella, en cada reacción, en la forma que su mejilla se hundía, o como sus ojos miraban alrededor. No parecía estar ahí, pero lo estaba. Sus piernas se movían, su cuerpo se mantenía en pie casi como si fuera automático. Bastián llegó a la realización que, por más perdida que estuviera, estaba tan acostumbrada que su cuerpo simplemente entraba en automático. Su corazón podía estar destrozado y aun así encontraba la forma de levantarse por las mañanas y continuaba. Bastián no estaba seguro de cómo lo lograba. Sus dedos se apretaron suavemente en sus brazos. Su corazón ya latía rápido después de perseguirla. Cuando la vio chocar con un doctor parecía que en cualquier momento
Bastián Los últimos rayos del sol desaparecieron en el horizonte. La brisa nocturna no hizo más que enfriar el ambiente. Bajo la mirada hacía Liam quien estaba en el asiento de atrás jugando con una esfera blanquecina que rodaba en sus piernitas. Barbara se había mantenido en silencio. Diría que estaba dormida pero parecía imposible considerando su nivel de alerta. Sus cejas se crispaban al escuchar un sonido demasiado alto o repentino. Tamborileaba el reposadero de la ventana con sus dedos. El insistió en llevarla a su casa de regreso a lo que Barbara se había negado al principio pero terminó cediendo cuando los ojos de Liam se posaron en ella y se iluminaron esperando su respuesta de pasar más tiempo con Lirios. Ya habían pasado unos veinte minutos cuando un edificio de aspecto viajo se alzo en el horizonte. El se parquea frente al edificio. Justo en ese entonces Barbara abrió los ojos. Estos estaban aún rojos por las lágrimas, la punta de su nariz se había enrojecido. Al meno
BárbaraSu visión se oscureció. Vivió una vida llena de dolor, todo lo que conoció alguna vez fue eso. No tenía idea que otras emociones serían tan abrumadoras, tan insostenibles. Nadie la preparó para esto, el amor de Isabela, el amor de Jean no eran como esto. Incluso sus encuentros casuales o las relaciones esporádicas que tuvo. Nadie jamás la miró como Bastián la miraba en ese momento. Sentía su piel erizarse, su corazón a punto de explotar y el deseo burbujeando en su piel. El la había visto en a punto de matar a Cecilia y Dios sabe qué habría pasado si no hubiese llegado, la escucho hablar de lo de Jean y en todo momento el se quedo, no la miro con lástima, el lloro por ella. Sintió su dolor y todo lo que hizo fue quedarse porque eso no la hacía menos. Sino todo lo contrario. Vargas repitió que era nada toda su infancia. Fue abandonada y traicionada. Por eso cuando Bastián decía esas palabras su mente se volvía un caos. Pasó años aceptando que no recibiría nada. No tenía
¡Gracias por llegar hasta el final de esta historia! Se que aun falta mucho que contar.La fiesta de caridad, Bastián enfrentando a su familia. Hoffman y Cecilia a sus anchas, lo que ocurrio realmente en el pasado de Bastián, el juicio, las consecuencias de las acciones de todos. Creo que extendí demasiado. Pero eran cosas que se tenían que contar. Ha sido un camino largo para que Barbara por fín permita que alguien como Bastián la sostenga. Pero ahi estan en ese pequeño rincon de una casa vácia con un niño durmiendo en la habitación continua... es la parte más hermosa. Quiero agradecerles de corazón que hayan acompañado a esos los tres. Espero que sigan en su viaje hasta el final. NOTA: este libro esta en proceso de reedición.
Las voces de la televisión rompían el silencio de la sala.Las noticias del clima prometían un día soleado, ideal para un paseo por el parque.Bastián ajustaba su corbata cuando sintió el pequeño cuerpo de Liam a su lado. Con sus manos regordetas, el niño agarró la enorme cuchara y la metió en el tazón hondo.Bastián observó con una sonrisa mientras Liam se esforzaba por verter la leche en el cereal, logrando casi no derramar nada antes de comenzar a comer lentamente.Lo que provocó una punzada de dolor en el corazón de Bastián, se aclaró la garganta y le dedicó una leve sonrisa a Liam.— ¿Te apetece algo de fruta, campeón? —preguntó Bastián.Liam negó con la cabeza y siguió comiendo. Bastián intentó no sonar desesperado, pero tal vez lo hizo.—¿Qué quieres almorzar esta tarde? Saldré a reunirme con alguien, puedo comprarte algunos dulces.El niño no respondió de inmediato, pero al menos parecía estar escuchando, o eso quería creer.Liam tomó la servilleta que su padre había colocado j
Balancear su vida privada y su trabajo era algo que Bastián hacía mejor que nadie.Una vez que dejaba a Liam en la guardería, podía ponerse manos a la obra hasta que regresaba a casa y entendía la cantidad de problemas que verdaderamente tenía.Y para empeorar las cosas, tratar con personas problemáticas como lo era la “Reina del trombo” volvía la única parte de su vida que de verdad creía que tenía controlada en un desastre.Cuando empezó a trabajar en el hospital, le pidió un protocolo de compra explicando detalladamente la razón y el uso del equipo. Lo único que recibió fue una hoja diciendo que lo quería.Eso era todo, sin explicaciones ni formato formal. En ese momento debió haber sabido que su relación no iría bien.Después de eso, intentó reunirse con ella, enviándole correos, pero nunca respondió.Fue a buscarla directamente a su oficina varias veces, y encontró letreros en la puerta con mensajes como: "Di la contraseña," "Estoy escondiéndome," "Sí estoy, pero no abriré", "Dame
Los monitores cardíacos pitaban sin cesar, mientras Barbara Montenegro se movía entre los pacientes en la sala de emergencias del Hospital General de Sierra Verde.Con precisión calculada, pero con una chispa de adrenalina en cada paso.Cada pitido, cada rostro pálido, era un recordatorio de que el tiempo era oro.—Necesito más heparina, ¡ahora! —ordenó con voz firme a una enfermera cercana, mientras sus ojos seguían concentrados en la pantalla que mostraba los signos vitales de su paciente más reciente.—Dra. Montenegro, ya hemos superado las dosis indicadas. Si seguimos así, puede que haya una hemorragia —manifestó la enfermera con voz temblorosa.A pesar de la tensión y el caos, Barbara mantenía una calma exterior que enmascaraba el torbellino de emociones dentro de ella.—Si no la aplicamos ahora, igual morirá de un infarto —contestó de inmediato, aunque la enfermera dudó en aplicar la otra ampolla.Barbará tomó la jeringa preparada de las manos de la enfermera y se acercó a la cam