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2. CORAZÓN ROTO

—¿Qué has dicho? —Sophie no salía de su asombro. 

—Que te cases conmigo — esta vez no se lo dijo en forma de pregunta, estaba decidido a casarse con ella. 

—Es broma ¿no? — Alexis frunció el ceño, colocó sus brazos en el escritorio y se inclinó hacia ella. 

—¿Me ves riendo? Lo dije muy en serio Sophie, pero si no quieres, no hay problema, ahora sal de mi oficina y no me hagas perder el tiempo. 

—¿Por qué haces esto?, no puede ser de otra manera. 

—Yo no soy el que le ha robado a tu padre, así que yo no he hecho nada, y no, no puede ser de otra manera, porque solo siendo mi esposa podría invertir e intervenir, porque como mi esposa tendré todo el derecho de echar a ese montón de parásitos. — no sabía el porqué, pero Sophie se sintió decepcionada al ver que para él era sólo negocios. 

—Alexis, no sé si lo sabes pero estoy comprometida con Yael, me voy a casar con él — dijo levantando su mano y enseñando el hermoso anillo que Yael le había regalo. 

Alexis tenía una pelea con sus sentimientos, el escuchar su nombre de la boca de la mujer que amaba y odiaba a la vez le hizo sentir una gran emoción, pero el ver en su preciosa mano un anillo que él no había puesto lo llenaba de rabia. 

—Ya, bueno, entonces Sophie puedes irte de una vez, porque yo no tengo nada más que hablar, y le voy a pedir que cuando se dirija a mi lo haga como el señor Black. — Sophie lo miró con la boca abierta, ¿dónde había quedado aquel niño dulce y cariñoso, aquel chico de hermosos ojos color miel que con sólo sonreír iluminaba el día o la noche? 

Sophie sabía que todo era su culpa, ella lo había rechazado tantas veces, al principio había aceptado sus regalos, le gustaba lo romántico y sencillo que era, pero después tuvo que alejarlo, era lo correcto sino quería ver a su hermana triste toda su vida. 

—¿Por qué has cambiado tanto? — Alexis no esperaba esa pregunta de parte de ella por lo que se sorprendió. 

—¿Qué? — la miraba directamente a los ojos. 

—Alex… disculpa, señor Black — Sophie no pudo evitar poner los ojos en blanco — Eras dulce, cariñoso, romántico, atento, te gustaba ayudar a las personas sin importar nada más — Alexis furioso se levantó de su asiento y llegó hasta ella, quién del susto también se había levantado. 

—Ese hace mucho tiempo creció y maduró, no existe y tú menos que nadie tiene derecho a mencionarlo. — Sophie lo miró a los ojos. 

—Prefería mil veces al antiguo hombre que a ti — Alexis la agarró por sus brazos y la sacudió 

—¿Preferías? Nunca, me hiciste caso Sophie, ¿a qué juegas?, siempre me ignoraste, me hiciste a un lado, y me dices que preferías, eres despreciable y una mentirosa. 

—Eso no es cierto, siempre fui tu amiga, estuve para ti todo el tiempo, yo te quería mucho Alex — ese quería hizo que el corazón de Alexis se rompiera un poco más. 

—Estuviste, hasta que esté estúpido te dijo que estaba enamorado de ti, al principio aceptabas mis regalos, incluso… — se quedó callado y acercó a Sophie más hacia él — te di tu primer beso, pero luego de eso me mandaste por un tubo, me usaste Sophie, ahora no pretendas venir a juzgarme, por que no tienes ningún derecho — la soltó como si le tuviera asco, como si lo quemara. 

—No te usé Alex… 

—¡Señor Black!, ¡maldita sea!, para ti soy el señor Black. — gritó interrumpiendo. 

—¿De verdad ya ni siquiera podemos ser amigos? — dijo con dolor al ver el rechazo que él sentía por ella. 

—No. 

—¿Entonces para qué diablos quieres casarte conmigo? 

—Simple, negocios, Russo —Sophie no podía creer lo que oía. 

—Eres un maldito. 

—No eres la primera que me lo dice, de hecho, cada mujer diferente que sale de mi cama por la mañana me lo dice — Sophie dio un paso atrás dolida por sus palabras, ¿pero que podía reclamar? ella misma había lo había arrojado a brazos de otra, tanto que lo rechazó para que Keyla no sufriera y al final, estuvo con muchas mujeres. 

—Keyla está enamorada de ti— Alexis la observó sin comprender, y tampoco quería que la mencionara. 

—Lo sé, me lo decía, siempre que salía de mi cama desnuda, pero la verdad me llegó a aburrir y tuve que decirle que no me interesaba seguir follandola — el jadeo que salió de la boca de Sophie fue doloroso qué Alexis lo sintió y eso hizo que se sintiera mal, un miserable pero no lo demostró.

—Creo que debería irse señorita Russo, la verdad esta conversación no está llegando a ningún lado, además mi vida privada no es de su incumbencia, ni tampoco veo de qué sirve mi experiencia sexual para ayudar a tu padre. — Sophie se limpió rápidamente una solitaria lágrima que resbalaba por su mejilla, ella quería al otro Alexis de vuelta, quería verse reflejada en esos hermosos ojos miel. 

Sophie no dejaba de verlo a los ojos, no sabía si era un impulso o una corriente que la orillo acercarse a Alex, él se sorprendió verla tan cerca, ambos respiración el aliento del otro, Sophie llevó una de sus manos a la mejilla de Alexis y la acarició suavemente, él cerró sus ojos ante el contacto y los abrió de golpe al sentir los suaves labios de ella sobre los suyos. 

—¿Qué… qué haces? —dijo separándose un poco de ella. Sophie lo observó con una dulce sonrisa. 

—Besarte — Sophie colocó sus brazos alrededor de su cuello, Alexis sin perder más tiempo la tomó de su cintura y la besó, con ardor, con pasión, con dolor y con amor, mucho amor, él la amaba, y sentir sus labios eran la gloria, pero no podía confiar, no en ella, que tantas veces le rompió el corazón, que tantas veces lo despreció. Con todo el dolor del mundo se separó de ella y sin dejar de mirarla volvió a ponerse su máscara. 

—Eres igual que todas, recuerda que vas a casarte, a menos que su novio no sirva para complacerla, en ese caso yo no puedo hacer nada, ahora señorita Russo, le suplicó que se retire, tengo mucho trabajo y usted me está haciendo perder mi tiempo. — Sophie sintió morirse en ese momento, deseaba golpearlo, pero no valía la pena, levantó su cabeza en alto y le sonrió. 

—No, no soy igual a todas y de hecho Yael sabe complacerme y muy bien, solo quería demostrar lo resentido que eres por eso no ayudas a mi padre, ahora me voy señor Black. — agarró su bolso que había dejado en el suelo y salió de ahí. Quedando los dos con el corazón cada vez más roto. 

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