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UN ACUERDO
UN ACUERDO
Por: Mary Álvarez
1. UNA PROPUESTA

—Señor Black, lo busca el señor Russo — dijo Elsa en cuanto entró a la oficina. Alexis levantó una ceja sorprendido. 

—Él no tiene cita conmigo Elsa — dijo en tono fuerte. 

—Lo sé señor, pero dice que es urgente.

—De acuerdo dile que pase, pero que sea la última vez que vienes a interrumpirme cuando alguien no tiene cita — Elsa asintió y salió de inmediato, Alexis Black era un hombre serio, amargado, era hombre de una mujer diferente por las noches. Cuando tocaron la puerta él se puso de pie para revivir a Oliver Russo. 

—Señor Black, gracias por recibirme — Alex asintió. 

— Siéntese y dígame qué es eso tan urgente que tiene que decirme. — dijo serio, Oliver estaba sumamente nervioso. 

—Mi empresa se está yendo a la quiebra, necesito su ayuda. — Alexis lo observó sorprendido. 

—Pero si las editoriales Russo son de las mejores que hay aquí en España. 

—Me han estado robando y no me había dado, al parecer cuando había reunión de las finanzas, los reportes estaban alterados. 

—¿Cómo se a dado cuenta? 

—Sophie — al escuchar ese nombre Alexis sintió su corazón latir apresuradamente, esa mujer se le había metido en el alma, la amaba y la odiaba al mismo tiempo, se conocían desde niños, él siempre trato de conquistarla, pero ella siempre lo despreciaba. — ella decidió revisar los registros, todos, fue cuando encontró que estaban alterados, maquillados. 

—¿Sabes quién te robó? 

—Desconfío de Yael — Alexis al oír ese nombre hizo sus manos en forma de puño, ese maldito, que decía ser su amigo, le quitó la mujer que amaba. 

—¿Y no has hecho nada al respecto? 

—Nada, Sophie no cree que él tenga que ver, y ahora que piensan casarse menos quiere desconfiar. — Alex sintió que su corazón dejó de latir. 

—¿Se va a casar? ¿Y lo vas a permitir? 

—Alexis, Sophie lo quiere, yo no puedo meterme en su vida. 

— Se que tienes razón, pero por algo sospechas de él, no debe de ser digno de tu hija. 

—Aunque tengas razón, nunca me ha gustado meterme en de vida de mis hijas, pero ellas tienen que abrir sus ojos y darse cuenta de las cosas. — Alexis se levantó enojado de su asiento, Sophie no podía casarse con Yael, no podía permitirlo, así tuviera que secuestrarla. 

—Bien y ¿a qué has venido? 

—A qué me prestes una gran cantidad de dinero, para poder levantar las editoriales.

—Oliver, sabes que lo haría con gusto, pero sería perder ese dinero. — Oliver se quedó sorprendido. 

—¿Porque dices eso? 

—Oliver, porque si sospechas de Yael y él sigue trabajando para ti, seguirá robando, ¿cómo harás para pagarme? Saldría perdiendo yo, y así no hago negocios. —Oliver sabía que Alexis tenía razón. 

—Si, tienes razón, saldré hablar con Sophie, tal vez llegue a un acuerdo con ella. — Alex quién estaba viendo por la ventana, se giró bruscamente. 

—¿Sophie está afuera? — Oliver frunció el ceño. 

—Si, ella a venido acompañarme, es la única que sabe lo que está pasando. 

—¿Y porqué se quedó afuera en lugar de entrar contigo? 

—Porque el que tiene que hacer negocios contigo soy yo, no ella. 

—Si, pero por ella no estamos haciendo negocios porque está defendiendo a un ladrón. Lo siento Oliver, pero sabes que así no puedo hacer negocios, no mientras Yael esté ahí. 

—De acuerdo, haré que Yael se vaya, para que podamos hacer negocios. — Alexis asintió, mientras Oliver se ponía de pie y extendía su mano para despedirse de Alex. — Gracias por atenderme. 

Cuando Oliver salió, Sophie se levantó de inmediato de su asiento. 

—¿Qué te ha dicho? 

—No va hacer negocios con nosotros. 

—¿Por qué? 

—Sophie, soy sincero, sospecho de Yael y mientras él esté ahí Alexis no piensa ayudarnos, porque seguirá pasando lo mismo y luego no tendré cómo pagarle, así que será mejor irnos y descubrir quién me está robando realmente. — Sophie no dijo nada, ella tenía que hacer algo. — Vamos, que tu madre nos espera para almorzar. 

—Papá, no me iré contigo, como sabes Lady trabaja aquí, y saldremos almorzar juntas, por lo que pienso esperarla. 

—Bien cariño, te espero en la casa, para saber que vamos hacer. — Sophie asintió. 

—De acuerdo. — Oliver se despidió de su hija y se fue de ahí. Ella inmediatamente se giró hacia Elsa. 

—¿Podría preguntarle al señor Black sí puede atenderme? — Elsa la observó en silencio. 

—Lo siento señorita, pero no creo que el señor Black la atienda, a menos que sea con cita. 

—Por favor, ¿podría preguntarle?, y si tiene que ser con cita que él mismo me la dé. — la voz tan amable de Sophie convenció a Elsa. 

—De acuerdo, iré a preguntarle. — Sophie asintió agradecida. 

Alexis, daba vueltas en su oficina, ella estaba afuera y se moría por verla, pero no saldría, luego de diez minutos respiró profundo y decidió sentarse, Elsa tocó antes de entrar, con cara nerviosa. 

—¿Qué pasa? — dijo irritado. 

—Señor, sé que me dijo que no volviera a dejar que nadie entrara a menos que tuviera cita, pero la señorita Russo desea verlo, y si no puede atenderla en este momento, desea una cita con usted. — Alexis no podía creer lo que Elsa le estaba diciendo. 

—¿Y Oliver? 

—Ya se marchó, señor. — torció los labios algo dudoso. 

—Bien, hazla pasar. — Elsa salió de la oficina y Alexis suspiró profundo antes de que Sophie entrara. —unos suaves toques a la puerta lo pusieron más nervioso, pero tenía que ser frío, tenía que ser despreciable. 

—Adelante — Sophie entró nerviosa y Alexis no pudo evitar mirarla de pies a cabeza, ese cuerpo y esos ojos lo volvían loco. — ¿Qué desea señorita Russo? — su voz sonó fría. 

—Deseo hablar con usted — su voz era tan dulce y melodiosa, que eso le encantaba. 

—Siéntese y dígame, y por favor sea rápida y directa, que tengo mucho que hacer. 

—Vengo a pedirle que por favor ayude a mi padre, las editoriales son todos para él. 

—Y si sabe que son todo para él, ¿por qué no denuncia al ladrón de su novio? — su voz era muy fría Sophie suspiró. 

—No me importaría que mi padre lo denuncie o que lo eché, pero me da miedo que haga algo en contra de nosotros. — por primera vez desde hacía mucho tiempo, Alexis dejó ver sus sentimientos a Sophie, y ella vio lo sorprendido que se quedó. 

—¿Por qué lo dices? 

—Yo me entiendo, ¿podrías ayudarle? — Alexis la observó en silencio por unos minutos lo que hizo que Sophie se pusiera nerviosa 

—Sólo podría ayudarle de una forma. — Sophie sintió un escalofrío en su cuerpo. 

—¿Cuál sería esa forma? — Alexis sonrió, pero era una sonrisa, cínica y malvada. 

—¿Qué te cases conmigo? 

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