Frente a ella se encontraba una gran pizza de peperoni recién salida del horno que realmente no estuviera cenando si Julio no la hubiera invitado. Estaba realmente sorprendida porque sentía que al lado de Julio se sentía bastante cómoda y que gracias a ello podria entablar una buena amistad. Ambos vivían en el mismo edificio, eran jóvenes y por eso podrían comenzar a llevarse bastante bien. Obviamente por lo que habia sucedido, ella no estaba buscando ninguna clase de relación romántica. No estaba buscando ninguna relación que estuviera fuera de la amistad así que realmente agradecía que él no pareciera estar buscando algo más.Realmente lo único que Camila estaba buscando en esos momentos era tener un amigo que pudiera estar para ella y que ella también pudiera estar para él. Nunca había imaginado que hubiera una posibilidad de qué ella pudiera conseguir un amigo hombre después de lo que había sucedido con Santiago. Creía que posiblemente lo único que iba a terminar conociendo después
Harry suspiró con fuerza cuando escuchó a sus enfermeras hablar nuevamente del hombre que lo había estado buscando para poder venderle unos cuantos edificios en construcción. Llevaba días sintiéndose realmente presionado por culpa de los vendedores. Tanto que ya había llegado a la conclusión de que tendría que comprar uno para poder quitárselo de encima. Desde que había llegado de Rusia, sus días habían estado realmente ocupados con el hospital y con su vida personal. Había comenzado a preparar sus cosas para finalmente ir a buscar a Camila y que ese hombre estuviera presionando no lo ayudaba mucho a poder preparar sus cosas.Entendía totalmente que ese hombre necesitaba vender para poder ganar una cierta comisión de ese edificio y de esa manera poder ganar algo de dinero. Lo entendía totalmente, pero al mismo tiempo le molestaba el hecho de que estuviera haciendo presionado por comprar algo que realmente no estaba seguro de tener que comprar. No estaba realmente seguro de qué benefi
Camila se había puesto de acuerdo con Julio para poder visitar los edificios que él se encontraba vendiendo en esos momentos. Desde que habían platicado sobre la ilusión que tenía ella para poder construir su restaurante desde cero; él le había dicho que la ayudaría.Estaba totalmente segura de que poder construir su restaurante iba a hacer realmente difícil, pero si tenía la ayuda de Julio para poder conseguir el edificio pues entonces podría hacer que las cosas fueran más sencillas porque realmente conseguir un lugar para iniciar un negocio en esa ciudad era realmente complicado y gracias a él las cosas serían mucho más sencillas.Estaba totalmente consiente que el edificio seguía en construcción, pero era mucho mejor tener su lugar ya establecido mucho antes de que ese lugar se terminara de construir porque una vez que estuviera construido con seguridad los lugares se llenarían rápidamente, además de que Julio le había dicho que él únicamente estaría vendiendo esos lugares mientras
Camila se llevó ambas manos al rostro tras suspirar con fuerza. Toda esa mañana estaba siendo de locos, estaba preocupada porque tenía que ir al médico y lo pero era que ni siquiera sabía porque se estaba sintiendo mal últimamente. Hace unos meses la habían tenido que operar de emergencia por culpa de una costilla rota que había recibido gracias a Harry y todo había sido porque había decidido tratar de imitarlo en un brinco mortal aunque en realidad había sido una apuesta que claramente había perdido. Pero en esos momentos era el estómago lo que le dolía y temía que por culpa de la comida chatarra tuviera que ser operada nuevamente
Por un momento todo lo que estaba a su alrededor se detuvo y lo único en lo que pudo pensar fue en los golpes que Santiago le acababa de dar a la mesa. Habían sido dos fuertes golpes que habían sonado por todo el lugar. Las miradas que había a su alrededor la incomodaban mientras ella solo trataba de mantener la calma. Lo que estaba sucediendo, no debería de haberle estado sucediendo, no en ese día, no cuando se supone que debía de ser una noche perfecta.—Siéntate—fue lo único que pudo susurrar al ver que todas las personas presentes en el restaurante los veían con sorpresa. Permitir que las personas se dieran cuenta de sus problemas era lo que ella más podía odiar en el mundo. Específicamente cuando eso tenía que ver con personas desconocidas.—No pienso sentarme hasta que me des una respuesta— dijo él con un tono lleno de molestia en la voz.—¿Qué clase de respuesta quieres que te dé? —le preguntó antes de simplemente levantarse del asiento en el cual se había encontrado sentada p
Aquella noche el bar del centro de la ciudad se encontraba totalmente repleto por turistas que probablemente acababan de llegar a la ciudad hace unas cuantas horas, en cada esquina del bar se podía escuchar el sonido de los diferentes idiomas, el sonido de los diferentes tonos de voz y sobre todo las claras diferencias en las actitudes de los clientes. Harry que se encontraba en el segundo piso, sentado en uno de los asientos de cuero que había en la sala privada del bar, no podía alejar la mirada de una de las mesas que se encontraban en el primer piso del bar. Estaba aburrido de esperar por sus socios, llevaba más de una hora esperando y lo único que había conseguido había sido una botella de vino que detestaba. Beber costosas bebidas no le apetecía cuando se encontraba en un bar donde podía conseguir bebidas mucho más fuertes como un buen tequila que le hiciera olvidar todo el estrés de la semana.—¿No han llegado? —preguntó al ver a uno de los meseros, trayéndole una bandeja de
La voz de Santiago se podía escuchar desde la cocina hasta el jardín de la casa, pero ella no las escuchaba a pesar de encontrarse en la sala de estar, a unos cuantos pasos de la cocina. Estaba tratando a toda costa de ignorar los comentarios que estaba recibiendo por parte de su “Prometido”. Para todos seguía siendo su prometido, porque no había tenido el valor de contarles a todos que había decidido casarse con otra.—¿Te puedes callar? —preguntó en un pequeño susurro lleno de odio—. Estoy tratando de pensar.—¿Qué es lo que quieres pensar? —preguntó él. llevándose ambas manos hacia la cabeza, asustado por el resultado que había lanzado aquella prueba de embarazo barata que había estado en el baño por unos cuantos meses sin usar—. ¡Probablemente esta descompuesta! —soltó con emoción, creyendo que finalmente había encontrado la respuesta y la solución para su pequeño problema explosivo.Camila suspiró con frustración. Sabía que era imposible que la prueba estuviera descompuesta, pues
Había un gran silencio incomodo en aquel consultorio médico, especialmente porque ambos se miraban fijamente en espera de que el otro soltara al menos una palabra que pudiera iniciar aquella conversación incomoda. Camila mientras lo observaba se percataba que cada vez se sentía mucho más nerviosa y es que el hecho de que una persona que literalmente era una completa desconocida le acabara de hablar con preocupación, le terminaba por preocupar. Quería saber que era lo que le preocupaba y por qué la veía de esa forma. —¿No piensas hablar?—¿No me recuerdas? — preguntó de repente él, con un extraño nudo en el estomago que lo hacia sentir incapaz de hablar.—¿De dónde debería de recordarte? — susurró ella, tratando de buscar aquel apuesto hombre entre sus recuerdos.—Del bar— soltó él.Ella se paralizó por completo, recordaba perfectamente lo que había hecho aquella noche en que había celebrado su cumpleaños sola, con el corazón roto. Lo que no podía recordar lo absoluto era con quien h