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Que pequeño es el mundo.

Enseguida unos hombres entran horrorizados y llevan sus manos a su cabeza y palideciendo me miran , yo muerdo mi labio y miro a Amelie , ella baja la mirada muy asustada.

—¿Se da cuenta de la barbaridad que acaban de hacer?—El hombre me levanta con fuerza por mi brazo apretándolo con brusquedad y Amelie comienza a llorar.

—Suélteme, suélteme, fue un accidente pero lo pagaré, lo pagaré lo juro, suélteme —digo y el hombre ríe con sarcasmo.

—Ni que vendiera su hígado lo podría pagar, John, llama a la policía—Entonces Amelie se cuelga del brazo del hombre suplicante.

—¡ Nooo! Suelta a mi mami, yo lo hice, suelta a mi mami—grita llorosa. Entonces una voz ronca se oye al fondo de la sala, un hombre que salió de una de las habitaciones que están al fondo nos mira serio.

—¡ Suéltala de inmediato Jacob! Retirense —dice a los hombres.

—Si señor —Los hombres se retiran y el hombre camina hasta mí. Es un hombre muy elegante y de aspecto terriblemente atractivo. Pese a la ansiedad del momento y el miedo que me embarga no puedo dejar de cohibirme ante semejante señor. Es muy guapo al decir verdad, solo espero que lo que tiene de guapo lo tenga de piadoso y compasivo y perdonador. Sobre todo eso último. El hombre se detiene frente a mi y Amelie aprieta mi mano.

—¿ Que se supone que hace usted junto a esta niña en este lugar ? ¿Se da cuenta que estropeó un objeto muy valioso?—Pregunta con gesto hostil.

—Yo solo entré a buscar a mi niña, es solo una niña señor y perseguía a un gatito, y… pero fue un accidente.

—¿ Un accidente?—Entonces ríe con sarcasmo. —Un accidente, usted tal vez fue un accidente no se, pero esto es imperdonable señorita—Abro mi boca sorprendida. ¿Acaso dijo que yo fui un accidente?

—Con todo respeto señor, mis padres deseaban tenerme, me lo decían muchas veces, y en cuanto a su jarrón se lo pagaré. No faltaba más —digo con ínfulas.

—¿ Acaso sabe cuánto cuesta? ¿Lo imagina tan siquiera?

—No. No lo sé… Bueno dígame cuánto debo y deme un plazo. Lo pagaré, ahora déjeme ir mi hija debe estar muy asustada y …

—¿Un plazo? ¿Que cree que es una licuadora o un florero barato? Ni en muchos años pagará esta deuda.

—¿por qué? ¿ Porque soy pobre? Ustedes los ricos se creen los dueños del mundo, seguro ese bolígrafo suyo cuesta más que mi casa ¿verdad? Pues tal vez tenga razón y no pueda pagarle su jarrón de oro que déjeme decirle es bien feo…—Enseguida me arrepentí de decir eso. Hago una negación ante su cara de soberbia y me agacho a tomar los pedazos.

—¿Que hace?

—Me lo llevaré y lo compondré y quedará perfecto y así no tendré que deberle nada a un soberbio rico como usted—digo con los trozos en mis manos.

—Mami pero se le notarán las marcas —dice Amelie en su inocencia—La miro con reproche.

—La pequeña es más astuta que usted. Deje eso ahí y váyase. No me debe nada, olvidemos el asunto. Me duele la cabeza y no deseo seguir discutiendo.

—Ah no señor, si hacemos eso igual le estaré debiendo. Me llevo esto y en unos días se lo devuelvo. Vamos Amelie. Vamos Amelie—digo de nuevo pues ella está embelesada mirando al sujeto.

—Tu madre es tan altanera cómo bonita, pues… haz como quieras, ahora váyanse antes de que partan otra cosa—dice y me mira con gesto burlón. Hago un respingo y le pido a Amelie me siga antes de que mi boca suelte improperios contra este hombre tan engreído.

Salgo del salón y entonces soy detenida ahora en la puerta, me acusan de querer robar los restos de jarrón. Cómo si fuera tan bonito. Pido llamen al señor ese que no pregunté su nombre, pero está vez no me hacen caso. Llaman a la policía y me llevan presa. Si, detenida.

Media hora después estoy en una celda mientras una oficial cuida a Amelie. Mi tía viene en camino y yo lucho contra una honda angustia mental. La tía viene y habla con cada oficial que se atraviesa. Al igual que yo no puede creer que un pedazo de cerámica cueste tanto dinero.

—Tia no te preocupes, pago la fianza , solo debo vender algunas cosas, por favor vete y llévate a Amelie.

—Pero Sarah, llama a ese señor, pídele perdón y estoy segura que no te cobrará nada. Solo debes disculparte no seas orgullosa.

—No tía, tenías que verlo, es un completo arrogante y creído, no soportaría su risa maléfica de nuevo cuando escupa en mi cara que su jarroncito de barro cuesta más que la luna. No tía, mira puedo vender mi cadena de oro para pagar la fianza. Llévate a …—Oigo un carraspeo. Ese hombre está allí. Parece que finalmente alguien lo llamó y nos estuvo oyendo.

—Usted puede irse señorita, el oficial Bermúdez fue por las llaves, disculpe está grosería, dije claramente que perdonaba su deuda—Lo miro sería. No se porque su presencia me ofende. Él suspira y se acerca.

—Vaya que es usted imposible. Le hago el gran favor de venir hasta acá teniendo cosas más importantes que hacer y … no da las gracias. Vaya, claro , ¿ Que podría esperar de…?

—¿ De qué? ¿De una mujer como yo?¿ Sin dinero ni educación ¿ Es eso lo que quiere usted decir señor…? Pues déjeme decirle que …

—Sarah… —mi tia me mira con reproche. Respiro hondo y me cruzo de brazos.

—Señor muchísimas gracias, mire yo misma mandaré a restaurar ese jarrón tan bonito. Por favor perdone a mi sobrina, es una buena chica que ha sufrido mucho y…

—Tia…—la miro con un gesto suplicante para que no diga más.

—No fue nada señora. Bueno, cumplí mi misión social de hoy. Adiós… ah, y asegúrese de no volver a visitar un evento de subasta en su vida señorita… Sarah —Se marcha y yo agarro aire para no gritarle “¿infeliz que se cree?” pero mi tía me mira con reproche.

Finalmente esa noche sobre mi cama y después de haber Sido severamente regañada por mi tía por ser tan grosera medito en todo lo sucedido. Si, tal vez fui grosera. Pero él no se portó precisamente como un caballero. Bueno… si, tal vez un poco. Fui yo quien no fue amable. Ay no. Ahí viene la culpa. Fue una noche larga. Tuve que reprender a Amelie aunque me doliera. Debe aprender una lección y tuve que castigarla. Todo esto se hubiera evitado si ella hubiera Sido obediente y no se separara de mi.

Al otro día debo ir de nuevo a Lawrence Park. Supuestamente hoy si se dignara a aparecer el cliente importante de mi jefe. Estoy vestida de modo elegante, con una falda tubo y un bléiser en color ciruela, un top blanco y unos zapatos nude en punta. Recogí mi cabello en una cebolla y me puse maquillaje suave. De nuevo espero frente a su casa. Estoy a punto de subir de nuevo a mi auto cuando un auto muy lujoso estaciona. Por fin. Debe ser el cliente. Mostraré mi mejor sonrisa, el objetivo es comprarle a un precio razonable. Entonces mi sonrisa se congela cuando miro al sexi y guapo cliente. Nada más y nada menos que el arrogante de la subasta. El dueño del jarrón con quién tuve algunas diferencias anoche. Él me mira con cara de sorpresa. Entonces con un gesto fastidiado hace una negación.

—¿Usted? ¿Que hace en mi propiedad señorita Sarah? ¿ Acaso su tía la convenció de venir y pedirme disculpas?

¿ Por qué tanta belleza tiene que ser compartida con tanta arrogancia y prepotencia? Me pregunto y suelto aire para calmar mis emociones y no arruinar este negocio. ¿ Cómo hago para ser servicial, objetiva y amable con una persona a la que no le di mi mejor impresión? Y siendo honesta. Él tampoco a mi. Suelto aire y sonrío amplio.

—Soy Sarah Hamilton la asistente personal del señor Brown. Estoy aquí para concretar la compra de su casa—Entonces ríe con ironía.

—Vaya, así que eres la asistente de Peter. ¿ Sabrá tu jefe que eres una ex convicta?—hago gesto incómodo.

— No soy una ex convicta , y si me disculpa no vinimos a hablar de si tengo o no antecedentes señor… ¿Su nombre es ? tengo otras cosas que hacer—

Me extiende su mano mirándome con actitud egocéntrica. Respiro hondo. Vaya que es guapísimo. Pero no puedo con tanta arrogancia.

—Soy Alexander Mackenna. Propietario de esta hermosa casa, en realidad es una herencia de mis abuelos y no tengo tiempo para cuidarla—Me dice mientras camino tras él deslumbrada cada vez más por el lujo tan notorio en este precioso lugar.

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