—Esta lujosa propiedad está fabricada con los mejores materiales de todo el mundo, donde hasta los detalles más pequeños están obsesionados, lo que resultó en la creación de un hogar transitorio, atemporal y absolutamente lujoso cómo puede ver. —Es una casa sin lugar a dudas muy hermosa además un precioso recuerdo. No entiendo por qué desea usted salir de ella—Él se detiene y me mira. Entonces de una puerta sale una joven mujer con una bandeja y dos tazas de cerámica. —Señor Mackenna —dice y él toma una taza que me entrega. Luego una para él. —Gracias Olivia si te necesito de nuevo te llamaré—Le dice él. Por el modo en el que ella sonríe parece que el señor Mackenna le resulta muy agradable. —Gracias—Le digo con una sonrisa , la mujer se retira mientras me pregunto cuando entró pues no la vi hacerlo. —Veo que si sabe dar las gracias. Creía que esa palabra no estaba en su vocabulario. —Veo que no me perdonará si no lo hago… Así que… Gracias señor Mackenna por ayudarme el día de a
Mientras tanto en florida. Familia Rhys. —Tu mirada me asusta madre. En la cena no dejabas de mirarme con ojos acusadores. ¿Que hice mal Ahora?—Me acerco a mi madre quien está en la sala del té mirando a los invitados pasarla bien. Estamos conmemorando que hoy papá estuviera de cumpleaños. Ella me mira con gesto agrio. —Thomas siempre fué mi favorito, lo sabes. Nunca te lo he ocultado. —Pero ahora él no está, ¿no puedes tan solo hacerte a la idea que soy él como todos aquí? —Eso jamás, tienes un alma oscura, Thomas era muy amable y me quería de verdad. ¿Por qué no puedes ser como él? —Somos idénticos madre, y si estoy aquí ocupando su lugar fué porque tú y papá me pidieron , es más, me rogaron que tome su lugar—Ella me mira con gesto áspero y yo sonrío forzado a Franklin Fuenmayor que se acerca a saludarnos. La criada entra al salón del té con cigarrillos y bebidas para todos. Yo acerco una silla a mamá. Ella me mira con gesto fastidiado. —Él por lo menos engendró un hijo, ese q
P.o.v. Sarah. Llego a casa por fin y al ver a Amelie jugar con sus muñecas camino hasta ella. Ella sonríe emocionada y grita mami como siempre. Entonces la alzo en mis brazos. Hablo un instante con ella y luego voy a la cocina. Me siento en el sofá sosteniendo un vaso con agua fría mientras Amelie quita mis zapatos. Sonrío enternecida con ella. Mi hija es tan detallista conmigo. Me siento muy orgullosa de ella. Siempre se esmera por darme toda su atención cuando llego a casa. Entonces lleva los zapatos tras la puerta y regresa. Se sienta a mi lado. —¿No me contarás cómo te fue hoy en la escuela? —Bien. Saqué un A en matemáticas mami. —Vaya, que inteligente es mi pequeña. Te felicito —Entonces beso mucho sus mejillas. Pero la noto inquieta, parece querer decirme algo importante. —Mami. ¿Podría quedarme mañana en casa? No deseo ir a la escuela—manifiesta Amelie. Entonces la miro sorprendida. La tía que viene de la habitación con ropa para doblar me mira con gesto preocupado. Le son
El señor Robert volvió y se quedó solo en la sala de juntas con el señor Brown. Por lo que pude oír parece que enfrenta un problema familiar. No sé en realidad de que se trata, pero sea lo que sea lo tiene muy estresado. Evito pensar en eso. Entonces hago unas llamadas para confirmar la asistencia a la junta del viernes de los empresarios Carter Simone y Alan Williams. Ambos confirman. También debo cancelar todas las reuniones de la semana entrante y agendar las nuevas juntas para la semana siguiente. Me pongo con eso de una vez para adelantar el proceso. Entonces una mujer muy elegante de unos cuarenta años y de aspecto cansado sale del ascensor y viene hasta mí. —Buenas tardes señorita, soy Dinora Martínez Ruiz… la asistente del señor Mackenna. He traído estos documentos que él debe firmar—Entonces la miro sorprendida. Nunca antes la había visto por aquí. —Él está reunido con el señor Brown. Si gusta puede esperar en aquel sofá. ¿ Quiere un té o un café?—digo amable por su aspecto
Volteo con lentitud preguntándome si acaso hay fantasmas aquí y estuve entreteniendo a uno, hasta que mi mirada se cruza con los ojos escrutadores de Robert Mackenna. Al darme cuenta que veía toda mi actuación desde el umbral de la ventana me sentí avergonzada. Creerá que en verdad soy estúpida. Abotono con prisa mi blusa y él suelta una carcajada repentinamente como si mi ansiedad le causara diversión. ¿Que iba a saber yo que Robert Mackenna estaba tras la cortina de la ventana sentado en el alfeizar y sosteniendo un habano que seguramente le robó a mi jefe? —¿Que hace usted aquí escondidobcomo.un delincuente? Es de mala educación mirar en secreto a una mujer mientras … —¿ Mientras hace el ridículo señorita? ¿ O es que acaso practicaba la obra de teatro para la escuela de su niña? ¿ En verdad cree que Brown es un tacaño?—hace gesto cínico y vuelve a soltar otra carcajada. Ruborizo de pies a cabeza pues todo mi cuerpo se ha calentado de la pena y empiezo a sudar. —¿Usted nunca a ju
Me despido de mi jefe que llegó a tiempo para pagarme. Cuando pasé a su oficina estaban Robert y él. Evado la mirada de Robert pues no quería que me hiciera algún gesto burlón por mi escena de la tarde. Parece que su especialidad es sacarme de mis casillas. Mi jefe me entrega un sobre con mi paga y cuando voy a pagar en una pastelería para llevar unos encargos de mamá y Amelie y noto que hay más dinero. Entonces estoy por llamar a Brown, tal vez se equivocó. Esto es mucho más de lo que es mi sueldo cuando veo una nota dentro. " Mackenna tiene razón, usted merece un pago mucho mejor. Es su aumento Sarah " suspiro y muerdo mi labio. Entonces sonrío muy sorprendida. No sé porqué Robert Mackenna haría algo así por mi. Entonces celebro feliz. Cierro mis ojos agradecida. Hay muchas cosas que he querido hacer y ahora por fin puedo hacerlas. Llego a casa con galletas y mermelada de naranja para la tía y Amelie. Aunque estoy feliz por mi aumento pensar en la pequeña me llena de preocupac
Más tarde espero en mi puesto con unas zapatillas que me prestó Malena la señora de limpieza mientras traen mis zapatos. Media hora después llega Connor. Me entrega una caja con unas zapatillas nuevas. Lo miro con un gesto curioso. —El señor Mackenna me ordenó que lo hiciera así —Lo miro con desconfianza. —No hacía falta, mis zapatos solo requerían arreglos. Son nuevos—No quiero recibir nada de ese hombre. —Dijo que se lo descontaría del sueldo de esta semana—suspiro. Vaya, tanta amabilidad me parecía rara. ¿Por qué tanta amargura de parte de Robert Mackenna? Es un hombre joven, guapo, pero su genio esconde lo demás. He tratado de ser amable pero él es un déspota. No sé cómo voy a tolerar su presencia tanto tiempo. Un día parece gentil y considerado y otro es todo un tirano. Entonces sintiendo mi orgullo aparecer de nuevo y tras una bocanada de aire me levanto y le devuelvo los zapatos a Connor. —¿ Sabe que? Puede decirle a Robert Mackenna que no necesito sus zapatos. Gracias —di
Cuando salí de ese ascensor, algo había cambiado en mi. Nunca antes había experimentado después de lo de Thomas esa sensación tan especial que recorrió mi cuerpo desde que tomó mi mano. Es que no fué solo su roce, fue ese algo más que sentí. Su mano me sujetó por un instante y de alguna forma entendí que quería dejarla allí junto a la mía. Entonces empiezo a cuestionar mis ideas de ser madre soltera por siempre. ¿ Por qué debería negarme la oportunidad de volver a sentir? Caray, Robert empieza a gustarme de esa forma que jamás creí volver a sentir. Entonces llego a casa sintiendo que soy otra mujer. Dentro de mi parece haberse instalado de nuevo la ilusión. Así que luego de conversar con mi familia sobre mi abrupto día decido llamar a Rita , mi mejor amiga. Debo contarle sobre esto que estoy sintiendo. Debo sacar lo que me está pasando o mi mente va a estallar. Me encierro en mi habitación después de dejar a Amelie preparando galletas con la tía. Pongo el seguro de la puerta y le marc