La búsqueda.

Me propuse solo una semana, una semana y volvería a estar en pie para ir a Florida y buscar a Sarah. Así que me dediqué con total responsabilidad a hacer las terapias de forma intensiva. Así que una semana después estoy listo para irme, aunque mi médico dice que mínimo debo esperar un mes para salir de casa, ya puedo caminar, con eso me basta.

Voy bajando las escaleras a media tarde, Teresa duerme y Daniel está en su casa, Sebastián que estaba mirando la televisión abajo apenas me mira corre hasta mí.

—¿A dónde vas?

—Debo viajar.

—Pero el doctor dijo que…

—No me importa lo que haya dicho, debo ir a buscar a Sarah.

—¿Por ella te pones en peligro? Vaya, con razón dicen que cuando uno se enamora se pone tonto eh—dice caminando detrás de mí.

—Ya me entenderás cuando tú te enamores Sebastián.

—Nunca lo haré, las mujeres solo te dan dolores de cabeza, o te engañan… ah, por cierto, espera, tengo que darte algo. No te vayas—dice. Me detengo y miro mi reloj. Debo estar en el aeropuerto e
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