—No. Claro que no lloro cariño. ¿Que haces despierta a esta hora Amelie?
—Tenia sed, te llamé y no fuiste como siempre —La abrazo. Entonces sonrío y me levanto.—Vamos por el agua mi pequeña.—Mami. Tus ojos están enrojecidos, estabas llorando. Llorar no es malo. La maestra Alicia dice que sana—Me detengo y me inclino a su altura.—No debes preocuparte por cosas de los adultos cariño. Mamá está bien y siempre soluciona todo. Ya sabes.—Llora mamá, todo lo que necesites, ¿Ese hombre en la laptop era papá verdad?—Enseguida frunzo mi entrecejo sorprendida. Nunca Amelie menciona a su padre tanto como este día. —Amelie yo…—Tiene que ser él, estuve un rato detrás de ti observándolo. Es guapo, entiendo porque lloras mamá, pero fue muy tonto al dejarnos mamita. ¿Sabes que pienso ?—pregunta mientras yo estoy pasmada oyéndola.—¿ Qué ?—Que un día papá va a buscarnos y te pedirá perdón—Abro mi boca y la abrazo llorosa. Pensar que un día casi asesino a mi único consuelo. ¿Que sería de mi sin ti Amelie?—pregunto abrazada a ella. Amelie siempre ha Sido una niña muy madura para su edad. Los temas profundos sobre la vida y la muerte siempre le han atraído. Eso a veces me asusta. Me asusta no estar a la altura de sus demandas , sobre todo cuando quiere explicaciones de temas que a veces ni yo misma entiendo.Esa noche Amelie me pide dormir conmigo. Así que dormimos abrazadas. Parece triste y yo odio ser tan débil y transmitirle mis problemas.Al día siguiente me levanto muy temprano y preparo desayuno. Panqueques con miel , trozos de banana y un rico vaso con avena fría. Claro que no puede faltar mi café. Entonces subo a la habitación a despertar a la bella durmiente. La sacudo varias veces y finalmente luego de su peculiar protesta se levanta.—Hoy es día de acompañar a mami a ver a un cliente y luego…—¡Al centro comercial!—grita ella alzando sus manos emocionada.—Vamos, hay que darte un baño y ponerte muy bonita Amelie—Me levanto y la acompaño al baño. Quito su ropa y entra a la tina. El agua está fría y grita haciéndome reír. Luego de su baño busco en el armario. Consigo un bonito vestido rosa en blonda con un lazo blanco. La tía que ya está despierta me ayuda a vestir y a peinar a Amelie mientras yo también me alisto.Más tarde desayunamos y luego salimos en el viejo Mustang de la tía. Llego al barrio Lawrence Park. Entonces estaciono frente a la casa que según la información de mi jefe están por vendernos. Enseguida noto porque mi jefe estaba tan interesado en no dejar esperando a este cliente. Esta casa se ha construido sobre una arquitectura del lujo, no es solo un hogar, es una expresión de perfección en estado puro. Suspiro abismada observando que fascinante es esta construcción mientras tomada de la mano de mi hija observo distraída los jardines, ideales para reuniones familiares memorables o eventos corporativos y caritativos. Todas esas excentricidades de los ricos. Amelie se suelta de mi mano y camina por los jardines atraída con tanta belleza.—Ven cariño, es una propiedad privada.—Cuando sea grande te compraré una así mami—dice. Sonrío pensando en cuanto dinero pedirá este cliente por su lujosa mansión. Nada que mi jefe no pueda pagarle pero exigirá rebaja. Estoy segura que podré negociar un precio justo. Solo espero si la consigo me den un aumento. Sonrío ilusionada cuando me acerco a la puerta. Observé que no había auto estacionado afuera además del mío. Así que es poco probable que esté adentro. Toco de todas maneras pero nadie contesta. Entonces llamo a mi jefe."lo llamaré Sarah , no te muevas de allí , debe haberse presentado algo pero tú solo espera” suspiro resignada. A estos ricos les complace dejarnos esperando como si fueran una clase de dioses o algo así. Espero no sea el caso. Mi jefe me llama y me dice que el señor Mackenna viene en camino. Me vuelve a advertir que no me retire del lugar. Amelie se sienta en la escalinata y poco después yo hago lo mismo. Entonces miro más tarde mi reloj. Ha pasado una hora. Empiezo a enojarme por la falta de consideración. Entonces tomo mi celular y le digo a mi jefe que no puedo esperar más. Que es una falta de consideración de parte de ese señor. Él se excusa.“ oh por Dios, que estúpido soy Sarah, el señor Mckenna llamó hace poco y pospuso la reunión para otro día, estoy firmando unos documentos y olvidé decirte” pienso miles de groserías al oírlo. Entonces agarro aire para no soltarlas.“ ok, gracias por avisarme jefe ”“ que tengas buenos días Sarah ah y saludos a Amelie” dice. Cuelgo y Amelie me mira con ojos curiosos.—¿Estás molesta mamita?—Hago una negación aún respirando hondo para que no me dé un ataque.—Es que tienes cara de enojada —La miro y sonrío con malicia.—Si… muy enojada y …—Ella se levanta divertida y corre al auto. Yo la sigo juguetona y la alzo al alcanzarla. Beso sus cachetes colorados y ella rompe a reír .—Ahora ¿a dónde vamos?—pregunto divertida.—¡Al centro comercial!—dice emocionada y sube al auto. Entonces le coloco el cinturón y subo a mi lugar.Llegamos al centro comercial y comemos dos enormes helados. Amelie luce muy contenta. Luego vamos a ver las tiendas y miro el anuncio de una subasta de cosas antiguas. Me encanta entrar a subastas aunque sea solo por curiosidad.—Ven Amelie, entremos aquí.Estamos sentadas y observo cómo la gente está dispuesta a dar miles de dólares por un cuadro que no es que sea muy bonito. Pero seguro lo pintó uno de esos artistas famosos. Luego ofertan una escultura muy bonita y estoy sumergida en el momento y al voltear al asiento de al lado no está Amelie. Abro mi boca asustada mientras mi corazón se agita con fuerza pensando miles de posibilidades catastróficas cuando mirando a la izquierda entrando por una cortina estaba mi hija. Me levanto de prisa dispuesta a darle una reprimenda por apartarse de mi lado y camino con prisa hasta la cortina y levantándola me introduzco a una sala donde tienen innumerables objetos lujosos, entonces veo a Amelie persiguiendo a un pequeño gato. Camino de prisa susurrando ¡Amelie! ¡Ven aquí! Pero ella sigue corriendo tras el gato. Creo que ese enorme helado la puso más hiperactiva. La tía me insiste en no darle mucho dulce. Levanto la voz enojada. ¡ Amelie detente ya! Cuando ella se detiene y al girar tira al piso un jarrón que estaba sobre una mesa y ambas miramos con la boca abierta como esta al caer se rompe en varios pedazos. Corro hasta el jarrón a tratar de pegarlo solo con mis buenas intenciones cuando leo la nota sobre él. “Jarrón que reposó dos décadas en la sala del castillo del principe Oswaldo quinto de España”. “Tratar con especial cuidadoEnseguida unos hombres entran horrorizados y llevan sus manos a su cabeza y palideciendo me miran , yo muerdo mi labio y miro a Amelie , ella baja la mirada muy asustada. —¿Se da cuenta de la barbaridad que acaban de hacer?—El hombre me levanta con fuerza por mi brazo apretándolo con brusquedad y Amelie comienza a llorar. —Suélteme, suélteme, fue un accidente pero lo pagaré, lo pagaré lo juro, suélteme —digo y el hombre ríe con sarcasmo. —Ni que vendiera su hígado lo podría pagar, John, llama a la policía—Entonces Amelie se cuelga del brazo del hombre suplicante. —¡ Nooo! Suelta a mi mami, yo lo hice, suelta a mi mami—grita llorosa. Entonces una voz ronca se oye al fondo de la sala, un hombre que salió de una de las habitaciones que están al fondo nos mira serio. —¡ Suéltala de inmediato Jacob! Retirense —dice a los hombres. —Si señor —Los hombres se retiran y el hombre camina hasta mí. Es un hombre muy elegante y de aspecto terriblemente atractivo. Pese a la ansiedad del moment
—Esta lujosa propiedad está fabricada con los mejores materiales de todo el mundo, donde hasta los detalles más pequeños están obsesionados, lo que resultó en la creación de un hogar transitorio, atemporal y absolutamente lujoso cómo puede ver. —Es una casa sin lugar a dudas muy hermosa además un precioso recuerdo. No entiendo por qué desea usted salir de ella—Él se detiene y me mira. Entonces de una puerta sale una joven mujer con una bandeja y dos tazas de cerámica. —Señor Mackenna —dice y él toma una taza que me entrega. Luego una para él. —Gracias Olivia si te necesito de nuevo te llamaré—Le dice él. Por el modo en el que ella sonríe parece que el señor Mackenna le resulta muy agradable. —Gracias—Le digo con una sonrisa , la mujer se retira mientras me pregunto cuando entró pues no la vi hacerlo. —Veo que si sabe dar las gracias. Creía que esa palabra no estaba en su vocabulario. —Veo que no me perdonará si no lo hago… Así que… Gracias señor Mackenna por ayudarme el día de a
Mientras tanto en florida. Familia Rhys. —Tu mirada me asusta madre. En la cena no dejabas de mirarme con ojos acusadores. ¿Que hice mal Ahora?—Me acerco a mi madre quien está en la sala del té mirando a los invitados pasarla bien. Estamos conmemorando que hoy papá estuviera de cumpleaños. Ella me mira con gesto agrio. —Thomas siempre fué mi favorito, lo sabes. Nunca te lo he ocultado. —Pero ahora él no está, ¿no puedes tan solo hacerte a la idea que soy él como todos aquí? —Eso jamás, tienes un alma oscura, Thomas era muy amable y me quería de verdad. ¿Por qué no puedes ser como él? —Somos idénticos madre, y si estoy aquí ocupando su lugar fué porque tú y papá me pidieron , es más, me rogaron que tome su lugar—Ella me mira con gesto áspero y yo sonrío forzado a Franklin Fuenmayor que se acerca a saludarnos. La criada entra al salón del té con cigarrillos y bebidas para todos. Yo acerco una silla a mamá. Ella me mira con gesto fastidiado. —Él por lo menos engendró un hijo, ese q
P.o.v. Sarah. Llego a casa por fin y al ver a Amelie jugar con sus muñecas camino hasta ella. Ella sonríe emocionada y grita mami como siempre. Entonces la alzo en mis brazos. Hablo un instante con ella y luego voy a la cocina. Me siento en el sofá sosteniendo un vaso con agua fría mientras Amelie quita mis zapatos. Sonrío enternecida con ella. Mi hija es tan detallista conmigo. Me siento muy orgullosa de ella. Siempre se esmera por darme toda su atención cuando llego a casa. Entonces lleva los zapatos tras la puerta y regresa. Se sienta a mi lado. —¿No me contarás cómo te fue hoy en la escuela? —Bien. Saqué un A en matemáticas mami. —Vaya, que inteligente es mi pequeña. Te felicito —Entonces beso mucho sus mejillas. Pero la noto inquieta, parece querer decirme algo importante. —Mami. ¿Podría quedarme mañana en casa? No deseo ir a la escuela—manifiesta Amelie. Entonces la miro sorprendida. La tía que viene de la habitación con ropa para doblar me mira con gesto preocupado. Le son
El señor Robert volvió y se quedó solo en la sala de juntas con el señor Brown. Por lo que pude oír parece que enfrenta un problema familiar. No sé en realidad de que se trata, pero sea lo que sea lo tiene muy estresado. Evito pensar en eso. Entonces hago unas llamadas para confirmar la asistencia a la junta del viernes de los empresarios Carter Simone y Alan Williams. Ambos confirman. También debo cancelar todas las reuniones de la semana entrante y agendar las nuevas juntas para la semana siguiente. Me pongo con eso de una vez para adelantar el proceso. Entonces una mujer muy elegante de unos cuarenta años y de aspecto cansado sale del ascensor y viene hasta mí. —Buenas tardes señorita, soy Dinora Martínez Ruiz… la asistente del señor Mackenna. He traído estos documentos que él debe firmar—Entonces la miro sorprendida. Nunca antes la había visto por aquí. —Él está reunido con el señor Brown. Si gusta puede esperar en aquel sofá. ¿ Quiere un té o un café?—digo amable por su aspecto
Volteo con lentitud preguntándome si acaso hay fantasmas aquí y estuve entreteniendo a uno, hasta que mi mirada se cruza con los ojos escrutadores de Robert Mackenna. Al darme cuenta que veía toda mi actuación desde el umbral de la ventana me sentí avergonzada. Creerá que en verdad soy estúpida. Abotono con prisa mi blusa y él suelta una carcajada repentinamente como si mi ansiedad le causara diversión. ¿Que iba a saber yo que Robert Mackenna estaba tras la cortina de la ventana sentado en el alfeizar y sosteniendo un habano que seguramente le robó a mi jefe? —¿Que hace usted aquí escondidobcomo.un delincuente? Es de mala educación mirar en secreto a una mujer mientras … —¿ Mientras hace el ridículo señorita? ¿ O es que acaso practicaba la obra de teatro para la escuela de su niña? ¿ En verdad cree que Brown es un tacaño?—hace gesto cínico y vuelve a soltar otra carcajada. Ruborizo de pies a cabeza pues todo mi cuerpo se ha calentado de la pena y empiezo a sudar. —¿Usted nunca a ju
Me despido de mi jefe que llegó a tiempo para pagarme. Cuando pasé a su oficina estaban Robert y él. Evado la mirada de Robert pues no quería que me hiciera algún gesto burlón por mi escena de la tarde. Parece que su especialidad es sacarme de mis casillas. Mi jefe me entrega un sobre con mi paga y cuando voy a pagar en una pastelería para llevar unos encargos de mamá y Amelie y noto que hay más dinero. Entonces estoy por llamar a Brown, tal vez se equivocó. Esto es mucho más de lo que es mi sueldo cuando veo una nota dentro. " Mackenna tiene razón, usted merece un pago mucho mejor. Es su aumento Sarah " suspiro y muerdo mi labio. Entonces sonrío muy sorprendida. No sé porqué Robert Mackenna haría algo así por mi. Entonces celebro feliz. Cierro mis ojos agradecida. Hay muchas cosas que he querido hacer y ahora por fin puedo hacerlas. Llego a casa con galletas y mermelada de naranja para la tía y Amelie. Aunque estoy feliz por mi aumento pensar en la pequeña me llena de preocupac
Más tarde espero en mi puesto con unas zapatillas que me prestó Malena la señora de limpieza mientras traen mis zapatos. Media hora después llega Connor. Me entrega una caja con unas zapatillas nuevas. Lo miro con un gesto curioso. —El señor Mackenna me ordenó que lo hiciera así —Lo miro con desconfianza. —No hacía falta, mis zapatos solo requerían arreglos. Son nuevos—No quiero recibir nada de ese hombre. —Dijo que se lo descontaría del sueldo de esta semana—suspiro. Vaya, tanta amabilidad me parecía rara. ¿Por qué tanta amargura de parte de Robert Mackenna? Es un hombre joven, guapo, pero su genio esconde lo demás. He tratado de ser amable pero él es un déspota. No sé cómo voy a tolerar su presencia tanto tiempo. Un día parece gentil y considerado y otro es todo un tirano. Entonces sintiendo mi orgullo aparecer de nuevo y tras una bocanada de aire me levanto y le devuelvo los zapatos a Connor. —¿ Sabe que? Puede decirle a Robert Mackenna que no necesito sus zapatos. Gracias —di