El señor Robert volvió y se quedó solo en la sala de juntas con el señor Brown. Por lo que pude oír parece que enfrenta un problema familiar. No sé en realidad de que se trata, pero sea lo que sea lo tiene muy estresado. Evito pensar en eso. Entonces hago unas llamadas para confirmar la asistencia a la junta del viernes de los empresarios Carter Simone y Alan Williams. Ambos confirman. También debo cancelar todas las reuniones de la semana entrante y agendar las nuevas juntas para la semana siguiente. Me pongo con eso de una vez para adelantar el proceso. Entonces una mujer muy elegante de unos cuarenta años y de aspecto cansado sale del ascensor y viene hasta mí. —Buenas tardes señorita, soy Dinora Martínez Ruiz… la asistente del señor Mackenna. He traído estos documentos que él debe firmar—Entonces la miro sorprendida. Nunca antes la había visto por aquí. —Él está reunido con el señor Brown. Si gusta puede esperar en aquel sofá. ¿ Quiere un té o un café?—digo amable por su aspecto
Volteo con lentitud preguntándome si acaso hay fantasmas aquí y estuve entreteniendo a uno, hasta que mi mirada se cruza con los ojos escrutadores de Robert Mackenna. Al darme cuenta que veía toda mi actuación desde el umbral de la ventana me sentí avergonzada. Creerá que en verdad soy estúpida. Abotono con prisa mi blusa y él suelta una carcajada repentinamente como si mi ansiedad le causara diversión. ¿Que iba a saber yo que Robert Mackenna estaba tras la cortina de la ventana sentado en el alfeizar y sosteniendo un habano que seguramente le robó a mi jefe? —¿Que hace usted aquí escondidobcomo.un delincuente? Es de mala educación mirar en secreto a una mujer mientras … —¿ Mientras hace el ridículo señorita? ¿ O es que acaso practicaba la obra de teatro para la escuela de su niña? ¿ En verdad cree que Brown es un tacaño?—hace gesto cínico y vuelve a soltar otra carcajada. Ruborizo de pies a cabeza pues todo mi cuerpo se ha calentado de la pena y empiezo a sudar. —¿Usted nunca a ju
Me despido de mi jefe que llegó a tiempo para pagarme. Cuando pasé a su oficina estaban Robert y él. Evado la mirada de Robert pues no quería que me hiciera algún gesto burlón por mi escena de la tarde. Parece que su especialidad es sacarme de mis casillas. Mi jefe me entrega un sobre con mi paga y cuando voy a pagar en una pastelería para llevar unos encargos de mamá y Amelie y noto que hay más dinero. Entonces estoy por llamar a Brown, tal vez se equivocó. Esto es mucho más de lo que es mi sueldo cuando veo una nota dentro. " Mackenna tiene razón, usted merece un pago mucho mejor. Es su aumento Sarah " suspiro y muerdo mi labio. Entonces sonrío muy sorprendida. No sé porqué Robert Mackenna haría algo así por mi. Entonces celebro feliz. Cierro mis ojos agradecida. Hay muchas cosas que he querido hacer y ahora por fin puedo hacerlas. Llego a casa con galletas y mermelada de naranja para la tía y Amelie. Aunque estoy feliz por mi aumento pensar en la pequeña me llena de preocupac
Más tarde espero en mi puesto con unas zapatillas que me prestó Malena la señora de limpieza mientras traen mis zapatos. Media hora después llega Connor. Me entrega una caja con unas zapatillas nuevas. Lo miro con un gesto curioso. —El señor Mackenna me ordenó que lo hiciera así —Lo miro con desconfianza. —No hacía falta, mis zapatos solo requerían arreglos. Son nuevos—No quiero recibir nada de ese hombre. —Dijo que se lo descontaría del sueldo de esta semana—suspiro. Vaya, tanta amabilidad me parecía rara. ¿Por qué tanta amargura de parte de Robert Mackenna? Es un hombre joven, guapo, pero su genio esconde lo demás. He tratado de ser amable pero él es un déspota. No sé cómo voy a tolerar su presencia tanto tiempo. Un día parece gentil y considerado y otro es todo un tirano. Entonces sintiendo mi orgullo aparecer de nuevo y tras una bocanada de aire me levanto y le devuelvo los zapatos a Connor. —¿ Sabe que? Puede decirle a Robert Mackenna que no necesito sus zapatos. Gracias —di
Cuando salí de ese ascensor, algo había cambiado en mi. Nunca antes había experimentado después de lo de Thomas esa sensación tan especial que recorrió mi cuerpo desde que tomó mi mano. Es que no fué solo su roce, fue ese algo más que sentí. Su mano me sujetó por un instante y de alguna forma entendí que quería dejarla allí junto a la mía. Entonces empiezo a cuestionar mis ideas de ser madre soltera por siempre. ¿ Por qué debería negarme la oportunidad de volver a sentir? Caray, Robert empieza a gustarme de esa forma que jamás creí volver a sentir. Entonces llego a casa sintiendo que soy otra mujer. Dentro de mi parece haberse instalado de nuevo la ilusión. Así que luego de conversar con mi familia sobre mi abrupto día decido llamar a Rita , mi mejor amiga. Debo contarle sobre esto que estoy sintiendo. Debo sacar lo que me está pasando o mi mente va a estallar. Me encierro en mi habitación después de dejar a Amelie preparando galletas con la tía. Pongo el seguro de la puerta y le marc
—Y hablando de asistente, la de Mackenna no puede trabajar este día, anda con algo de su hija, sabes que la desafortunada está en cama, y bueno le dije a Mckenna que podrías ayudarlo con algunas cosas. Así que anda a su oficina y ponte al corriente con él. Tienes mi permiso. Hoy me basto con mi secretaria—Enseguida siento mis piernas temblar. Sabía que mi jefe haría de las suyas para arruinar mi idea de ser invisible ante su socio —Pero señor, estoy terminando unos balances y… —Eso puede esperar, pero Mackenna no. Anda mija que él no muerde. Apúrese Sarah. Para luego es tarde—dice y me levanto con semblante asustadizo. —¿ Nunca ha pensado en ser modelo de revista?—pregunta mi jefe cuando me levanto mirándome con un gesto que me hace incomodar. —¿ cómo?—pregunto ya sintiendo calor en mis mejillas. —No nada, nada, vaya con Mackenna —dice. Maldición. Justo hoy tengo que ir a ver a Robert. Justo a Robert y vestida así. “ ¿ No era eso lo que querías Sarah Hamilton?” me habla mi voz interior
Florida . —Es aquí—dice Luciano a su esposa, el gemelo de Thomas que usurpa su lugar desde hace mucho. Mira con ojos altaneros a su esposa, una mujer tan ambiciosa cómo él que conoce a la perfección toda la verdad sobre su esposo. No es Thomas, el heredero moral de toda la fortuna Rhys, es Luciano, igual de rico pero un despilfarrador innato que se aprovecha de la tragedia de su familia para sacar muchas más ventajas de las que tiene por ser un Rhys. Están frente a una humilde casa. La casa del padre de Sarah. Investigaron por los registros de la empresa la dirección. Con él podrían obtener información de dónde encontrar a Sarah y ese hijo que algún día engendró Thomas. Luciano baja del auto acompañado de uno de sus guardaespaldas, su mujer se queda en el vehículo, él va vestido con un traje elegante de diseñador y joyas costosas, de modo que concluye que no puede exponerse en los suburbios a ser atracado por esa gente de mal vivir, según su apreciación. Toca a la puerta. Entonces un h
Entonces decido dejar de comportarme como una chiquilla inexperta, pasé por mucho y es irrazonable que vuelva a caer en lo mismo por comportarme como una niña ardida de deseo. Me dolió en mi corazón, pero dejé ir al señor Robert. Debía pensar primero en Amelie y en mi misma . Debía aclarar lo que siento por Thomas . No era justo para Robert pero tampoco para mi. Él podía aún sentir algo por su ex, y yo a veces me descubría pensando en Thomas . Me gusta Robert pero al decir verdad, creo que no es el momento de salir con nadie. El dejó salir su orgullo e intentó fingir que no le importaba. Aunque luego me dijo que me iba a demostrar que no todos los hombres eran iguales. Él se fue y yo lloré un poco mientras oía los reproches de mi tía , pero estaba dispuesta a seguir como estaba, el señor Mackenna es prácticamente mi jefe y así tendría que seguir . casi no dormí durante la noche, el mensaje de papá me tenía perturbada. ¿ que era eso tan urgente que debía decirme? además, pensé mucho en