Capítulo 3
—Ya vamos saliendo, ya dejen de quejarse —enciende el motor del autobús y lo pone en marcha.
Escucho que golpean el autobús haciéndome sobresaltar, empiezo a temblar de miedo.
—Disculpe, estoy buscando a mi hijo, tiene ocho años, es como de esta estatura ¿lo ha visto?
Escucho lo que dice mi padre, el pánico se apodera de mí y empiezo a sudar frío y a llorar en silencio, pensando que hasta aquí ha llegado mi fabuloso plan de escapar.
—Sí, aquí subió un niño —le dice el señor que cobra.
—No, el niño bajo —le dice la señora— lo vi correr hacia la salida.
—Muchas gracias —escucho que dice mi padre.
Reanudan la marcha, el alivio que siento es grande, sin embargo, aun tengo miedo de que papá me descubra, por lo que permanezco un poco más de tiempo agachado, estuvo a punto de atraparme y no quiero sentirme cerca de ser arrastrado al infierno que tengo por casa.
—Ya siéntate, no te va a ver —me dice la señora, pero me niego, aún tengo miedo— ven, vamos, confía en mí —extiende su mano, con una cálida sonrisa en su rostro que me transmite confianza.
Me siento en mi puesto, veo por la ventana, ya estamos en la autopista, me relajo aliviado, si logre escapar. Al poco tiempo me quedo dormido sin poder evitarlo, me siento muy cansado. No sé cuánto tiempo ha pasado cuando siento que el autobús se detiene.
—Los que necesiten ir al baño aprovechen —nos dice el chofer.
Casi todos bajan, también aprovecho, tengo muchas ganas de ir al baño, el señor que cobra el pasaje se me queda viendo cuando bajo del bus y después a la señora que baja detrás de mi, corro hasta el baño para evitar que me diga algo, antes de entrar lo veo conversar con la señora que viaja junto a mí, espero que no le avisen a mi padre. Hago mis necesidades y soy el primero en subir al bus, me da miedo que se vayan y me dejen aquí.
—¿Cuánto falta para llegar? —le pregunto a la señora cuando regresa.
—Unas tres horas, quizás menos ¿comiste algo? —Niego— toma este pan, no es bueno que andes por la calle, tu solo y sin comer.
No pasa mucho cuando el chofer se sienta frente al volante y reanuda la marcha después de preguntar si falta alguien más por subir. Me vuelvo a quedar dormido poco tiempo después.
—Niño despierta, ya llegamos —me mueve de un lado a otro la señora que está sentada junto a mí.
Restriego mis ojos, aún está oscuro. Bajo junto a los demás, este terminal es enorme, es diez veces más grande que el de dónde vengo. Me voy a los baños, después de hacer mis necesidades y lavar mi cara, salgo aun con sueño, mojarme la cara con agua fría no funcionó. Aun esta todo oscuro, decido sentarme en unas sillas que están allí y me recuesto de la mesa.
—Niño despierta, no puede dormir aquí —me despierta el hombre que hace la limpieza en el lugar.
Empiezo a caminar buscando la salida, ya ha amanecido, el sol está brillando. Sigo a un grupo de personas con la esperanza de que ellos también salgan de aquí. Esto parece un laberinto cualquiera se pierde fácilmente, pero logro salir.
Hay muchísima gente fuera del terminal, hombres gritando y las bocinas de los carros hacen que me sienta aturdido. Nunca en mi vida había escuchado tanto ruido como ahora.
Sigo a las personas viendo todo a mí alrededor, nunca había visto tantos carros juntos, edificios tan altos ni tantas personas reunidas en un mismo lugar caminando de un lao a otro a toda prisa, como si algo los estuviera persiguiendo.
Creo que se me va hacer bastante difícil encontrar a Marcos, esta ciudad es muy grande para un niño de ocho años, además, como sabrá Marcos que ya estoy aquí, no hay manera de hacérselo saber.
Cruzo la calle, es grande, de varios carriles. Me consigo varios locales de ventas de comida, arepa y empanadas más que todo, la boca se me hace agua y mi estómago suena con el aroma que hay debido a lo que están cocinando.
—Buenos días señora, puedo limpiar, sacar la basura o cualquier otra cosa por una empanada —le pido a la señora que está vendiendo, con la esperanza de que no se niegue.
—Toma, barre el frente, recoge la basura y la colocas en aquel contenedor —me pasa el cepillo de barrer, la pala para recoger la basura y una bolsa.
Hago lo que me pide y me entrega una empanada con una malta. Después de comer sigo caminando viendo todo a mí alrededor, llego a un lugar que se llama metro, no sé qué es, pero todos van a ese lugar y yo me voy también.
Al bajar por unas escaleras que se mueven solas, veo unos trenes enormes, salto del susto al ver lo rápido que van, veo como todos entran y salen apresurados, me decido entrar en el siguiente para saber qué se siente.
Llega de nuevo el tren y subo sentándome junto a la ventana, cuando el tren avanza, siento una sensación extraña en mi estómago. Me bajo en la siguiente parada, esto no me gusta, salgo de allí siguiendo a las personas.
El clima es más frío en esta zona y no entiendo por qué ¿será que ya no estoy en Caracas? No lo dudo, con lo rápido que iba es muy probable que me encuentre cerca de casa, camino buscando donde refugiarme ya que empiezo a temblar por el frío.
Llego a una zona de casas grandes con hermosas flores, cuando voy a entrar un señor que está en la entrada me detiene, camino por alrededor del lugar y veo que hay un pequeño espacio entre los árboles, entro por allí teniendo cuidado de no lastimarme.
Al pasar al otro lado, tengo frente a mí un lago, pero es muy diferente a los que acostumbro ver en Biruaquita, en donde vivo. Hay muchos juguetes regados por todas partes, en un costado, hay una casita pequeña entro en ella con cuidado de no dañar nada, hay una camita, me acuesto allí quedando dormido inmediatamente.
veinte años después.—¿Hijo qué tanto piensas? —mi madre se encuentra apoyada en el marco de la puerta viéndome fijamente.La veo a través del espejo, ya lista para salir a trabajar con esa sonrisa cálida y genuina que adorna su cara y la que me atrajo a ella desde ese primer momento en que la vi, acobijandome entre sus brazos.—Recordando mamá, fui muy afortunado de encontrarte y que estuvieras dispuesta a aceptarme —me acerco a ella abrazándola, dejo un beso en su frente, aún con la nostalgia haciendo estragos en mi interior.Voy por mi corbata y frente al espejo la empiezo anudar, aun pensativo. Vuelvo a viajar en el tiempo, a esos momentos amargos que viví sin tener otra opción, marcándome en lo más profundo de mí ser.—Para estas fechas siempre te pones así, melancólico—se pone a mi lado rodeando mis hombros con su brazo— deberías ir a visitarlos, ellos siempre serán tus padres. Ya eres un hombre que sabe quién es y dónde está parado, cierra de una vez por todas ese pasado, que l
Capítulo 5Tocan la puerta y entra Natacha avisándonos que ya todo está listo para la reunión. Nos ponemos de pie y nos vamos a la sala de juntas.—Buenos días —saluda mi padre cuando entramos a la sala— lamento interrumpirlos de sus labores, pero tengo una noticia importante que darles.—Esperamos que sean buenas noticias —comenta Carlos, uno de los socios y buen amigo de mi padre.Mi padre y yo nos sentamos en nuestros puestos y después de una breve pausa, le da la noticia a todos.—He pensado en retirarme —los murmullos de sorpresa no se hacen esperar— y para comenzar, he tomado la decisión de nombrar a mi hijo, Alejandro Vilera, como el Director Ejecutivo del Buffet.Todos nos sorprendemos, incluyéndome. Sabía que me nombraría socio más no el Director Ejecutivo del Buffet. Pensé que esperaría a retirarse por completo para darme el cargo.—Abogado, nos ha sorprendido. No esperábamos una acción como ésta tan pronto —Comenta uno de los socios de más experiencia en el Buffet. Me ve co
Hoy es viernes, la casa es un caos, mañana es el aniversario de bodas de mis padres y van a hacer una renovación de votos, es como si volvieran a casarse. Sara nos ha informado que va a llegar al mediodía, he ajustado mi agenda para ir por ella al aeropuerto ya que mi padre ha tenido que tomarse el día libre en la oficina porque estará ocupado ayudando a mamá. —Señor, ya es hora de que vaya por su hermana — Me informa Patricia, mi secretaria. —Gracias Patricia, ya salgo para allá. Apago todo y le dejo algunas instrucciones antes de retirarme. Aun no me acostumbro a ser el jefe de este gran buffet, que todos me traten con tanto respeto o incluso las chicas de recepción que me saludaban con tanta familiaridad, ahora se muestren algo distantes. Estoy bajando al aeropuerto de Maiquetía, cuando recibo una llamada de mi hermana Sara. —¿Cómo está mi abogado favorito? —escucho su voz chillona al otro lado. —Si te escuchara, Papá se pondría celoso —me río recordando una vez que la escuch
Después de conversar un rato con mamá y Sara, me voy a la piscina a nadar un rato, pese a estar cansado por el trajín de estos últimos días, ya que ambas son unas perfeccionistas, no logro descansar completamente, quizás hacer un poco de ejercicio en el agua ayude. Entro a mi habitación sin encender la luz, cuelgo mi toalla en una percha en la pared y de pronto la lámpara junto a la cama se prende, me giro rápido asustado, pensando en que un extraño ha entrado a mi cuarto. —Cuidado y te quitas el bañador, no soy el tipo de mujer que le interesa verte desnudo —Sara está acostada en medio de mi cama, comiendo un bocadillo. —Supongo que pasaremos la noche poniéndonos al día —Deduzco al ver unos aperitivos en una mesa improvisada, que habrá agarrado de los pasapalos que se servirán mañana en la fiesta. —Así es, necesito de tus sabios consejos, este año voy a cumplir cuarenta e congelado mis óvulos, pero no consigo al padre ideal para mis hijos —me comenta frustrada. Pensé que ya lo te
Siento que alguien cae sobre mí despertándome de golpe, para luego acostarse a mi lado, me pongo la almohada en mi cara intentando dormir un poco más. Siento los párpados pesados, tengo mucho sueño aun. —¿Así recibes a tu hermano mayor? —Escucho que dice Robert— Ah pero a Sara fuiste hasta al aeropuerto a buscarla —protesta jalando la almohada de mi cara. —Me mantuvo despierto hasta las tres de la mañana ¿qué esperabas? —le quito la almohada volviendo a colocarla sobre mi cara. —Menos mal que no llegué ayer. Mamá y Sara ya salieron a prepararse, papá nos solicita abajo —me informa, al fin tendremos un momento de paz. —Bien, dame un momento, me cambio y me uno a ustedes —me quito la almohada restregando mis ojos, me siento en la cama estirando los brazos por encima de mi cabeza y luego frente a mi. Robert sale de mi habitación dándome privacidad para cambiarme, me voy al baño. Creo que hoy tendré que lidiar con la migraña. Voy al comedor por algo de tomar, quizás un café me ayude
Estoy desde la mesa familiar viendo a mis padres bailar, parecen una pareja de recién casados, se miran a los ojos sonriendo mientras siguen el ritmo suave de la música, Hasta mi final de Il Divo. Veo venir a Sara junto a un hombre bien parecido, con porte de “soy la última Pepsicola del desierto” a simple vista no me cae bien. Aunque debo confesar que suelo juzgar muy duro a las personas con solo verlas a la distancia. —Alejandro te presento a mi colega Josmar, —nos presenta cuando llega hasta la mesa donde estoy— Josmar él es mi hermano menor Alejandro, es abogado. —Un placer Josmar, bienvenido, espero que disfrutes de la velada —trato de ser cortés, le prometí a mi hermana que la ayudaría. —Gracias, es bastante agradable, sus padres se ven como recién casados, parece que el tiempo no ha pasado para ellos ¿cuántos años de casados? —pregunta mientras los ve a la distancia. —Cuarenta años y contando —Sara se escabulle dejándonos solos, le señalo la silla frente a mí para que se si
Ella voltea a ver a mi hermano, quizás nerviosa por el interrogatorio de mi hermana, el toma su mano dándole confianza y luego voltea a verme, fue algo tan breve, despertando un poco más mi curiosidad. —El dueño de una de las mascotas que llevaron, no quedó satisfecho con el cuidado que le brindamos a su perro y quiso demandarnos, otra clienta que presenció lo sucedido, me habló de él y su excelente trabajo, así que fui a su despacho conversamos del asunto, me ayudó y terminamos saliendo después que se resolvió el problema —nos cuenta con una sonrisa en los labios. —Sólo falta que mi hijo menor se encamine y podré morir en paz —dice mi padre viendo a Sara y a Robert feliz, luego dirige su mirada a mi dando una palmada suave en mi pierna. —¡Papá por Dios! no digas eso ni en broma —lo reprende Sara molesta. —Mejor bailemos o mi padre se pondrá nostálgico otra vez —sugiero viendo a una de mis primas acercarse a nosotros. Me levanto de la mesa acercándome a ella, nos damos un fuerte
Mi semblante, humor y actitud cambiaron por completo después de mi conversación con Anabel. Mi hermana noto el cambio desde el primer momento en que me vio, por no tener un momento a solas conmigo las ganas de saber que me sucedía la carcomía. Después que acabó la fiesta, tanto Sara como Robert intentaron sacarme información, pero prefiero reservarme la información, no quiero que Jennifer se llegue a enterar de mis intenciones, espero que Anabel sea discreta y sepa guardar el secreto. Durante cinco días tendremos la casa para nosotros tres, ya que le regalamos a nuestros padres un viaje con todo pagado a curazao, algo que no se lo esperaban en lo absoluto. Mi madre intento posponer el viaje para reorganizar las guardias, pero Sara ya había conversado con varias colegas que estuvieron dispuestas a suplir a mi madre. En cuanto a papá, no hay mucho que hacer, yo me puedo encargar perfectamente, además de que Robert se encuentra aquí. El domingo nos los pasamos durmiendo, por obvias razo