Después de la llamada a Patricia, trato de concentrarme en todo lo que tengo pendiente para hoy, como no tengo secretaria me toca hacer todo solo, llamo a recursos humanos para que me asignen a una secretaria temporal y me voy a una junta.Término todo por hoy, sintiéndome sumamente agotado. Apago mi laptop y dejo todo ordenado para retirarme a casa, quedé con Jennifer en ayudarla con la mudanza qué será hoy en la noche, intenté persuadirla de hacerlo el fin de semana, pero no aceptó, así que no me queda de otra que ayudarla a retornar a casa.Al llegar a casa veo en la sala varias maletas ya listas, mi mamá y mi hermana conversando con las muchachas y Robert agarrando a Anabel por la cintura de forma posesiva.—¿Tú también te vas a poner como Robert y no dejarás que las chicas se vayan hoy? —me pregunta Sara riéndose de Robert y viéndome con sospecha.—Hice un trato con las chicas y estoy dispuesto a cumplirlo, obviamente no me voy a interponer aunque no quiero que se vaya.—Dejen el
Terminó la llamada justo cuando llegó a la funeraria, estaciono en donde me indica el encargado, apago el motor y salgo con sentimientos encontrados. Al cruzar la puerta principal pregunto a una chica que pasa por dónde estoy en dónde está la sala velatoria activa, ella la señala con su mano el lugar, al entrar en la sala solo veo a Patricia frente a la urna viéndola fijamente.Me siento a su lado sin decir una sola palabra, quiero acercarme hasta dónde está mamá, pero algo dentro de mí me dice que no lo haga, qué no tengo derecho ni siquiera de llorarla. Patricia se sorprende al verme, ve hacia la urna frente a ella y luego a mí, se le nota que tiene una lucha interna con la que no puede lidiar en este momento.—Lo sé todo, hace unos minutos atrás un investigador que trabaja en el buffet me lo contó todo, no vengo a reprocharte nada, no tengo derecho de hacerlo, solo me causa curiosidad el porqué, teniéndome tan cerca, no me lo dijiste aunque sea para solo reclamarme por mi ausencia.
Capítulo 1AlejandroMe despierta la discusión de mis padres, otra vez ha llegado papá borracho y sin dinero para la comida. Eso significa que a mi hermano y a mí nos va a tocar salir a pedir comida para mis hermanos pequeños. Antes, esto pasaba pocas veces al mes, pero desde que nació mi hermano, las cosas han empeorado, mi padre llega todos los días borracho y en ocasiones herido.—Alejandro, Marcos, levántense —nos llama mamá entrando a nuestro pequeño cuarto.Me levanto en el primer llamado, porque el segundo será con agua, es algo bastante maluco. Me voy a la parte de atrás de nuestra casa de bajareque, camino por el monte que ya está bastante alto para hacer mis necesidades, luego voy al caño a darme un baño. A esta hora el agua está fría, pero me ayuda a terminar de despertarme.Cuando entro nuevamente en la casa están los más pequeños despiertos, llorando porque tienen hambre, me pone triste verlos así. Mi padre está en su cuarto acostado boca abajo, mi mamá en la cocina busca
Capítulo 2El señor tiene una camioneta muy bonita, huele a nuevo, de seguro debió costarle una fortuna. Ambos nos montamos con miedo de ensuciar su camioneta, le damos la dirección. Cuando llegamos a casa, mis hermanos están llorando, mi padre vomitando y mi mamá muy molesta reclamando su falta de responsabilidad. La rutina de todos los días.—¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí? —le pregunta mi madre al señor que viene con nosotros.Luego nos ve, a mi hermano y a mí, como si buscara algo en nosotros para luego achinar sus ojos juzgandonos.—Mi nombre es Santiago Vásquez, le he ofrecido trabajo a su hijo, como pago le estaré enviando doscientos cincuenta dólares a la semana y me haré cargo de los gastos de su hijo —le dice el señor sacando el poco de billetes de su bolsillo y ofreciéndoselo a mi mamá.—Puede llevarse a Marcos, el mayor, a Alejandro no, está muy pequeño todavía —le responde mi madre sin pensarlo mucho.No puedo creer que mi madre sea capaz de hacer algo así ¿si ese hombre
Capítulo 3—Ya vamos saliendo, ya dejen de quejarse —enciende el motor del autobús y lo pone en marcha.Escucho que golpean el autobús haciéndome sobresaltar, empiezo a temblar de miedo.—Disculpe, estoy buscando a mi hijo, tiene ocho años, es como de esta estatura ¿lo ha visto?Escucho lo que dice mi padre, el pánico se apodera de mí y empiezo a sudar frío y a llorar en silencio, pensando que hasta aquí ha llegado mi fabuloso plan de escapar.—Sí, aquí subió un niño —le dice el señor que cobra.—No, el niño bajo —le dice la señora— lo vi correr hacia la salida.—Muchas gracias —escucho que dice mi padre.Reanudan la marcha, el alivio que siento es grande, sin embargo, aun tengo miedo de que papá me descubra, por lo que permanezco un poco más de tiempo agachado, estuvo a punto de atraparme y no quiero sentirme cerca de ser arrastrado al infierno que tengo por casa.—Ya siéntate, no te va a ver —me dice la señora, pero me niego, aún tengo miedo— ven, vamos, confía en mí —extiende su ma
veinte años después.—¿Hijo qué tanto piensas? —mi madre se encuentra apoyada en el marco de la puerta viéndome fijamente.La veo a través del espejo, ya lista para salir a trabajar con esa sonrisa cálida y genuina que adorna su cara y la que me atrajo a ella desde ese primer momento en que la vi, acobijandome entre sus brazos.—Recordando mamá, fui muy afortunado de encontrarte y que estuvieras dispuesta a aceptarme —me acerco a ella abrazándola, dejo un beso en su frente, aún con la nostalgia haciendo estragos en mi interior.Voy por mi corbata y frente al espejo la empiezo anudar, aun pensativo. Vuelvo a viajar en el tiempo, a esos momentos amargos que viví sin tener otra opción, marcándome en lo más profundo de mí ser.—Para estas fechas siempre te pones así, melancólico—se pone a mi lado rodeando mis hombros con su brazo— deberías ir a visitarlos, ellos siempre serán tus padres. Ya eres un hombre que sabe quién es y dónde está parado, cierra de una vez por todas ese pasado, que l
Capítulo 5Tocan la puerta y entra Natacha avisándonos que ya todo está listo para la reunión. Nos ponemos de pie y nos vamos a la sala de juntas.—Buenos días —saluda mi padre cuando entramos a la sala— lamento interrumpirlos de sus labores, pero tengo una noticia importante que darles.—Esperamos que sean buenas noticias —comenta Carlos, uno de los socios y buen amigo de mi padre.Mi padre y yo nos sentamos en nuestros puestos y después de una breve pausa, le da la noticia a todos.—He pensado en retirarme —los murmullos de sorpresa no se hacen esperar— y para comenzar, he tomado la decisión de nombrar a mi hijo, Alejandro Vilera, como el Director Ejecutivo del Buffet.Todos nos sorprendemos, incluyéndome. Sabía que me nombraría socio más no el Director Ejecutivo del Buffet. Pensé que esperaría a retirarse por completo para darme el cargo.—Abogado, nos ha sorprendido. No esperábamos una acción como ésta tan pronto —Comenta uno de los socios de más experiencia en el Buffet. Me ve co
Hoy es viernes, la casa es un caos, mañana es el aniversario de bodas de mis padres y van a hacer una renovación de votos, es como si volvieran a casarse. Sara nos ha informado que va a llegar al mediodía, he ajustado mi agenda para ir por ella al aeropuerto ya que mi padre ha tenido que tomarse el día libre en la oficina porque estará ocupado ayudando a mamá. —Señor, ya es hora de que vaya por su hermana — Me informa Patricia, mi secretaria. —Gracias Patricia, ya salgo para allá. Apago todo y le dejo algunas instrucciones antes de retirarme. Aun no me acostumbro a ser el jefe de este gran buffet, que todos me traten con tanto respeto o incluso las chicas de recepción que me saludaban con tanta familiaridad, ahora se muestren algo distantes. Estoy bajando al aeropuerto de Maiquetía, cuando recibo una llamada de mi hermana Sara. —¿Cómo está mi abogado favorito? —escucho su voz chillona al otro lado. —Si te escuchara, Papá se pondría celoso —me río recordando una vez que la escuch