Presente

veinte años después.

—¿Hijo qué tanto piensas? —mi madre se encuentra apoyada en el marco de la puerta viéndome fijamente.

La veo a través del espejo, ya lista para salir a trabajar con esa sonrisa cálida y genuina que adorna su cara y la que me atrajo a ella desde ese primer momento en que la vi, acobijandome entre sus brazos.

—Recordando mamá, fui muy afortunado de encontrarte y que estuvieras dispuesta a aceptarme —me acerco a ella abrazándola, dejo un beso en su frente, aún con la nostalgia haciendo estragos en mi interior.

Voy por mi corbata y frente al espejo la empiezo anudar, aun pensativo. Vuelvo a viajar en el tiempo, a esos momentos amargos que viví sin tener otra opción, marcándome en lo más profundo de mí ser.

—Para estas fechas siempre te pones así, melancólico—se pone a mi lado rodeando mis hombros con su brazo— deberías ir a visitarlos, ellos siempre serán tus padres. Ya eres un hombre que sabe quién es y dónde está parado, cierra de una vez por todas ese pasado, que lo único que hace es lastimarte.

—Lo pensaré, no me resulta sencillo ir para allá y verles la cara a esas personas que nos fallaron en nuestra etapa más vulnerable. Ahora debo bajar a desayunar, ¿vienes conmigo? —cambio el tema, teniendo cuidado de que mamá no lo tome a mal.

—Por supuesto, tu papá ya debe estar por bajar también ¿Cómo te sientes por lo de hoy? —me pregunta emocionada.

—Ansioso, mi padre me va a confiar una gran responsabilidad —salimos de la habitación, mi madre se sujeta de mi brazo —no sé si esté listo para ello, ahora es que me falta experiencia.

—Lo harás muy bien, hijo —mi padre sale de la habitación justo cuando pasamos por el frente— De todos modos, siempre podrás recurrir a mí —me da unas palmadas en la espalda dándome ánimos.

—Gracias papá ¿Saben algo de Sara y Robert? —le pregunto a mamá, esos traidores me han dejado solo.

—Sara llega el viernes, está haciendo un seminario —Nos comenta mamá— Robert prometió estar aquí el sábado a primera hora de la mañana.

—Ten calma, mamá, ya verás que llegará a tiempo —la abrazo y dejo un beso en su frente.

Entramos en la cocina, papá y yo nos sentamos mientras mamá nos sirve mientras se queja por nuestra obsesión por el trabajo.

—Eso espero, desde que abrió el despacho de ayuda social, no tiene vida. Le dije que contratará a más abogados, son muchos los casos que les llegan y como cada vez su reputación va mejorando... no quiero que se me enferme de tanto estrés laboral —resopla molesta.

La verdad es que todos hacemos caso omiso a sus sugerencias y cuando nos enfermamos, nos toca escuchar la retahíla por no prestar atención a sus recomendaciones. Es algo con lo que todos hemos tenido que lidiar desde que éramos niños.

Recuerdo que cuando llegué a casa y me dieron la oportunidad de estudiar, estaba tan feliz y emocionado que esa noche no dormí, luego en la escuela, no dejaba de preguntar, mi sed por conocer y aprender era insaciable y fue algo que no disminuyó en ninguna de mis etapas de estudiante.

—Eso es algo que hemos aprendido de ti mamá, deberías estar muy orgullosa de tener hijos que siempre dan lo mejor de sí y destacan por ello —me gano una mala mirada de su parte.

Desayunamos ante las constantes protestas de mi madre por nuestro exceso de trabajo y lo mucho que puede perjudicar nuestra salud. Papá se mantiene en silencio, no le conviene llevarle la contraria. Hombre inteligente.

Aunque es jefa de pediatría del hospital de Caracas, siempre ha respetado sus horas y delega responsabilidades a sus demás colegas. Ella suele decir que si quieres tener éxito en lo que haces, debes aprender a trabajar en equipo. Todos en el hospital la quieren mucho y la respetan, su palabra es ley.

Salimos los tres a trabajar, mamá se va al hospital y mi padre y yo al Buffet. Hoy me nombrará socio, una gran responsabilidad ya que al retirarse, yo quedaré como CEO o por lo menos eso fue lo que me comentó al revelarme sus planes.

Debo confesar que me ha caído por sorpresa, no esperaba ocupar dicho puesto tan rápido, tomando en cuenta que apenas me estoy iniciando, pero al contar con el apoyo de mi hermano Robert, todo se ha dado más rápido.

Algo que hace que nos busquen como abogados, es que tenemos jurisdicción fuera de nuestras fronteras. Un cliente se puede poner en contacto con nosotros desde Francia y podemos enviar un abogado hasta allá para representarlo. Somos el único despacho en todo el país con esa jurisdicción, de allí mi temor a fallar y que todo lo que papá ha hecho se vaya por la borda por algo que haga mal. Soy muy inseguro, lo sé, pero es algo en lo que trabajo cada día para mejorar.

Mi padre organizó los distintos despachos según las capacidades y desempeño de cada abogado, haciendo más fácil asignar un caso a un abogado con la capacidad de hacerle frente.

El lema es, siempre defender la verdad y al inocente, lo que ha hecho que tengamos tan buena reputación y tan grande alcance, haciéndonos un hueso duro de roer.

Al llegar al Buffet todos nos saludan, mi padre, además de ser el jefe, trata de ser alguien accesible, que lo vean como un amigo, de ese modo se ha ganado la lealtad de sus empleados.

Cuando llegamos a su oficina le pide a Natacha, su secretaria, que reúna a los socios en la sala de juntas.

—¿Crees que los demás tomen bien esta decisión? —Lo que me preocupa es que algunos de los socios se opongan, ya que de un modo u otro siempre han manifestado que Robert sea el sucesor, por ser su hijo biológico.

—Eres mi hijo, es de esperarse que seas tú el que ocupe mi lugar cuando me retiré —me responde como si fuera lo más obvio— Robert tiene sus propios planes y no los voy a derribar para que haga lo que quiero. No soy ese tipo de padre.

—Robert es el mayor y el que tiene más experiencia. Sin embargo, daré lo mejor de mí, no te defraudaré —le aseguro confiando en mis capacidades.

—Lo sé, hijo, sé quién eres y qué podrás con esto, confío en ti ¿Y tú? ¿Confías en tus capacidades? —me pregunta inquisitivo.

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