Capítulo 1AlejandroMe despierta la discusión de mis padres, otra vez ha llegado papá borracho y sin dinero para la comida. Eso significa que a mi hermano y a mí nos va a tocar salir a pedir comida para mis hermanos pequeños. Antes, esto pasaba pocas veces al mes, pero desde que nació mi hermano, las cosas han empeorado, mi padre llega todos los días borracho y en ocasiones herido.—Alejandro, Marcos, levántense —nos llama mamá entrando a nuestro pequeño cuarto.Me levanto en el primer llamado, porque el segundo será con agua, es algo bastante maluco. Me voy a la parte de atrás de nuestra casa de bajareque, camino por el monte que ya está bastante alto para hacer mis necesidades, luego voy al caño a darme un baño. A esta hora el agua está fría, pero me ayuda a terminar de despertarme.Cuando entro nuevamente en la casa están los más pequeños despiertos, llorando porque tienen hambre, me pone triste verlos así. Mi padre está en su cuarto acostado boca abajo, mi mamá en la cocina busca
Capítulo 2El señor tiene una camioneta muy bonita, huele a nuevo, de seguro debió costarle una fortuna. Ambos nos montamos con miedo de ensuciar su camioneta, le damos la dirección. Cuando llegamos a casa, mis hermanos están llorando, mi padre vomitando y mi mamá muy molesta reclamando su falta de responsabilidad. La rutina de todos los días.—¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí? —le pregunta mi madre al señor que viene con nosotros.Luego nos ve, a mi hermano y a mí, como si buscara algo en nosotros para luego achinar sus ojos juzgandonos.—Mi nombre es Santiago Vásquez, le he ofrecido trabajo a su hijo, como pago le estaré enviando doscientos cincuenta dólares a la semana y me haré cargo de los gastos de su hijo —le dice el señor sacando el poco de billetes de su bolsillo y ofreciéndoselo a mi mamá.—Puede llevarse a Marcos, el mayor, a Alejandro no, está muy pequeño todavía —le responde mi madre sin pensarlo mucho.No puedo creer que mi madre sea capaz de hacer algo así ¿si ese hombre
Capítulo 3—Ya vamos saliendo, ya dejen de quejarse —enciende el motor del autobús y lo pone en marcha.Escucho que golpean el autobús haciéndome sobresaltar, empiezo a temblar de miedo.—Disculpe, estoy buscando a mi hijo, tiene ocho años, es como de esta estatura ¿lo ha visto?Escucho lo que dice mi padre, el pánico se apodera de mí y empiezo a sudar frío y a llorar en silencio, pensando que hasta aquí ha llegado mi fabuloso plan de escapar.—Sí, aquí subió un niño —le dice el señor que cobra.—No, el niño bajo —le dice la señora— lo vi correr hacia la salida.—Muchas gracias —escucho que dice mi padre.Reanudan la marcha, el alivio que siento es grande, sin embargo, aun tengo miedo de que papá me descubra, por lo que permanezco un poco más de tiempo agachado, estuvo a punto de atraparme y no quiero sentirme cerca de ser arrastrado al infierno que tengo por casa.—Ya siéntate, no te va a ver —me dice la señora, pero me niego, aún tengo miedo— ven, vamos, confía en mí —extiende su ma
veinte años después.—¿Hijo qué tanto piensas? —mi madre se encuentra apoyada en el marco de la puerta viéndome fijamente.La veo a través del espejo, ya lista para salir a trabajar con esa sonrisa cálida y genuina que adorna su cara y la que me atrajo a ella desde ese primer momento en que la vi, acobijandome entre sus brazos.—Recordando mamá, fui muy afortunado de encontrarte y que estuvieras dispuesta a aceptarme —me acerco a ella abrazándola, dejo un beso en su frente, aún con la nostalgia haciendo estragos en mi interior.Voy por mi corbata y frente al espejo la empiezo anudar, aun pensativo. Vuelvo a viajar en el tiempo, a esos momentos amargos que viví sin tener otra opción, marcándome en lo más profundo de mí ser.—Para estas fechas siempre te pones así, melancólico—se pone a mi lado rodeando mis hombros con su brazo— deberías ir a visitarlos, ellos siempre serán tus padres. Ya eres un hombre que sabe quién es y dónde está parado, cierra de una vez por todas ese pasado, que l
Capítulo 5Tocan la puerta y entra Natacha avisándonos que ya todo está listo para la reunión. Nos ponemos de pie y nos vamos a la sala de juntas.—Buenos días —saluda mi padre cuando entramos a la sala— lamento interrumpirlos de sus labores, pero tengo una noticia importante que darles.—Esperamos que sean buenas noticias —comenta Carlos, uno de los socios y buen amigo de mi padre.Mi padre y yo nos sentamos en nuestros puestos y después de una breve pausa, le da la noticia a todos.—He pensado en retirarme —los murmullos de sorpresa no se hacen esperar— y para comenzar, he tomado la decisión de nombrar a mi hijo, Alejandro Vilera, como el Director Ejecutivo del Buffet.Todos nos sorprendemos, incluyéndome. Sabía que me nombraría socio más no el Director Ejecutivo del Buffet. Pensé que esperaría a retirarse por completo para darme el cargo.—Abogado, nos ha sorprendido. No esperábamos una acción como ésta tan pronto —Comenta uno de los socios de más experiencia en el Buffet. Me ve co
Hoy es viernes, la casa es un caos, mañana es el aniversario de bodas de mis padres y van a hacer una renovación de votos, es como si volvieran a casarse. Sara nos ha informado que va a llegar al mediodía, he ajustado mi agenda para ir por ella al aeropuerto ya que mi padre ha tenido que tomarse el día libre en la oficina porque estará ocupado ayudando a mamá. —Señor, ya es hora de que vaya por su hermana — Me informa Patricia, mi secretaria. —Gracias Patricia, ya salgo para allá. Apago todo y le dejo algunas instrucciones antes de retirarme. Aun no me acostumbro a ser el jefe de este gran buffet, que todos me traten con tanto respeto o incluso las chicas de recepción que me saludaban con tanta familiaridad, ahora se muestren algo distantes. Estoy bajando al aeropuerto de Maiquetía, cuando recibo una llamada de mi hermana Sara. —¿Cómo está mi abogado favorito? —escucho su voz chillona al otro lado. —Si te escuchara, Papá se pondría celoso —me río recordando una vez que la escuch
Después de conversar un rato con mamá y Sara, me voy a la piscina a nadar un rato, pese a estar cansado por el trajín de estos últimos días, ya que ambas son unas perfeccionistas, no logro descansar completamente, quizás hacer un poco de ejercicio en el agua ayude. Entro a mi habitación sin encender la luz, cuelgo mi toalla en una percha en la pared y de pronto la lámpara junto a la cama se prende, me giro rápido asustado, pensando en que un extraño ha entrado a mi cuarto. —Cuidado y te quitas el bañador, no soy el tipo de mujer que le interesa verte desnudo —Sara está acostada en medio de mi cama, comiendo un bocadillo. —Supongo que pasaremos la noche poniéndonos al día —Deduzco al ver unos aperitivos en una mesa improvisada, que habrá agarrado de los pasapalos que se servirán mañana en la fiesta. —Así es, necesito de tus sabios consejos, este año voy a cumplir cuarenta e congelado mis óvulos, pero no consigo al padre ideal para mis hijos —me comenta frustrada. Pensé que ya lo te
Siento que alguien cae sobre mí despertándome de golpe, para luego acostarse a mi lado, me pongo la almohada en mi cara intentando dormir un poco más. Siento los párpados pesados, tengo mucho sueño aun. —¿Así recibes a tu hermano mayor? —Escucho que dice Robert— Ah pero a Sara fuiste hasta al aeropuerto a buscarla —protesta jalando la almohada de mi cara. —Me mantuvo despierto hasta las tres de la mañana ¿qué esperabas? —le quito la almohada volviendo a colocarla sobre mi cara. —Menos mal que no llegué ayer. Mamá y Sara ya salieron a prepararse, papá nos solicita abajo —me informa, al fin tendremos un momento de paz. —Bien, dame un momento, me cambio y me uno a ustedes —me quito la almohada restregando mis ojos, me siento en la cama estirando los brazos por encima de mi cabeza y luego frente a mi. Robert sale de mi habitación dándome privacidad para cambiarme, me voy al baño. Creo que hoy tendré que lidiar con la migraña. Voy al comedor por algo de tomar, quizás un café me ayude