Mateo estaba en la suite más grande que poseía el hotel de Stefano, hacia poco que aquel edificio había abierto sus puertas, y aunque el lugar era de lo más moderno, cómodo y amplio, el de ojos celestes no pudo evitar sentir pena por su hermano.— ¿Y bien? ¿Qué te parece? — indago Stefano con ojos brillantes y Mateo una vez más sintió el peso de decidir si mentir o decir la verdad.— Es una buena suite… pero no es un hogar. — se maldijo al ver como poco a poco la sonrisa de Stefano se desvanecía.— Pero coloque la foto familiar y… mira. — dijo apuntando unos trozos de papel enmarcado en la pared, que formaban un corazón. — Mande a hacer un cuadro con los dibujos de Horus, Estefanía, Alejandra y Lukyan. — necesitaba la aprobación de una de sus mitades, y Mateo era el que más cerca estaba, o eso creía, claro que trataría de convencerlo.— Eso lo único que provoca es que mis ojos duelan, no se puede considerar ni siquiera como arte abstracto… lo siento, pero sabes como soy. — Stefano sus
Hades había pasado los últimos 3 años agonizando, viviendo por inercia, encerrado en la mansión Zabet y a pesar de que convivía con sus tíos y padres, además de que sus primos frecuentaban la morada, solo interactuaba con Valentina Constantini, la joven que iba a menudo a la mansión con la excusa de jugar con su pequeño sobrino Horus, porque si, no importaba que ante la ley Horus fuera reconocido como un Bach, la verdad era que Horus era lo único que su hermana había dejado en esta vida, un pequeño niño de mirada dulce y alma aventurera, aun así, desde que Hades había dejado a Macarena, nunca más pudo relacionarse con su familia, se sentía ajeno a esa felicidad de la que muchos disfrutaban, tanto así, que a pesar de saber que sus primos tenían diversas compañías, desconocía cuales eran e inclusive sus firmas, esa fue la razón por la que Mateo Zabet viviría un día más, eso, y que solo era una página del contrato de Macarena con Mateo lo que Hades tenía entre sus manos, la página esta
Ámbar mordía su labio inferior con fuerza, el gusto a hierro de la sangre no la detuvo en aquella acción, ¿y como no hacerlo? Si lo que más queria era preguntarle a la morena que estaba frente a ella, como era que conocía a su primo, pero claro que no podía, Valentina les había advertido lo justo y necesario la noche anterior antes de desaparecer.— No me pregunten, no diré nada, soy una Constantini, yo no traiciono y tu mejor que nadie debe saberlo Donato. — declaro con voz grave viendo mal a su mellizo. — Solo… mantengan la distancia de Macarena, o Hades los matara.— No puedes pedirme eso pequeña bruja, él es mi primo, no puede ocultarnos algo como esto, ¡Dios! tiene una hija, mis tíos son abuelos una vez más, y Hades nos debe una buena explicación…— Por eso mismo Ámbar, deja de ser tan tú un segundo, piensa en cómo ha sufrido Hades todos estos años, une puntos reina del drama y deja que sea él quien explique todo a su debido tiempo. — y esa fue su palabra final.Y así fue, Ámbar
Su pecho dolía, no solo por la angustia que sentía en ese momento, si no porque gran parte de ese dolor lo provocaba el cuerpo de Mateo aplastándola contra la puerta de madera maciza, a solo dos habitaciones de donde se encontraba su hija.— Te lo advertí Macarena, te dije que corrieras lejos de mí, pero ¿Qué es lo que decides hacer? Venir y provocar no solo mis demonios, también mi cordura. — notaba como sus celestes ojos se oscurecían a medida que aspiraba el aroma de su cabello, no era justo, ella no fue a ese lugar por él, claro que no. — Creo que fue un error dejarte ir. — susurro su exjefe y pudo sentir como su pene se estaba endureciendo.— No estoy aquí por ti, por favor, escúchame. — suplico tratando de que su jefe recobrara la razón.— Claro que te escuchare, mientras gimes mi nombre. — su sonrisa le causaba más miedo que sus ojos fríos, de eso no había dudas.Diego siguió a la pareja mayor, veía sus espaldas y como bajaban las escaleras tomados de la mano, y por un segundo,
Hades veía a su familia, mientras Macarena enterraba su rostro en el frondoso pecho del más letal de los asesinos que pudiera existir y Alma se colgaba a él como un Kola a su madre, aunque en este caso era al cuello de su padre.— Mamá, suelta a mi cuñado. — Melody obedeció a su hijo, aunque no comprendía nada de lo que estaba pasando, conocía muy bien la mirada que tenía en ese momento Hades, y no se arriesgaría a contradecirlo o indagar en explicación alguna, por lo menos no en ese momento.— ¿Cómo que tu cuñado? — Mateo había dejado de luchar con Santoro, en el mismo momento que Alma llamo papá a Hades, era su fin y él lo sabía, pero ahora escuchando a su primo llamar cuñado a Diego, estaba más que confirmado que al fin Mateo, era consiente que había cometido el error de su vida.— ¿Qué clase de mujer eres? — escupió con odio Stefano y fue solo entonces que Macarena dejo de llorar, Hades la apretó aún más a su pecho, no era solo para consolarla, Hades necesitaba a esa mujer a su la
Alma subió al segundo piso con su tío Diego, los dos hombre y un pequeño moreno que no dijo ni media palabra, ni siquiera se rio de ver a los demás niños salir corriendo despavoridos ante la mirada verde enfurecida del rubio, que según comprendió se llamaba Felipe.— Vengan, es por aquí. — informo Carlos indicando la misma habitación en la que minutos antes la pequeña había estado y donde ahora los demás niños ingresaron.— Lo siento, pero Hades dijo que lo esperemos en la última habitación. — Diego obedecería a Hades, o mejor dicho eso quiso hacer.— Comprendo, pero no creo que sea lo mejor, mi primo debe estar muy estresado para cometer tal error. — dijo Felipe y Alma abrió sus ojos a más no poder, su pequeña mente no podía hacer la conexión de que grado de parentesco tendría con ese rubio, pero le gusta, le encantaba sumar a su familia a más personas, era aburrido solo tener a Diego y su mamá, aunque ahora también estaba su padre. — Me refiero a… Hades no ha dejado que nadie ingres
Hades.Decir que me costó todo de mí, mantener la calma al ver la mejilla marcada de Maca es quedarse corto, lo que más deseaba en ese momento era matar a Stefano y si no hubiera sido por la intervención de Neizan, hubiera acabado con él, creo que ahora comprendo lo que sintió Lucero el día que me disparo, y es que en realidad no se siente nada, en ese segundo, no importa quién es familia o amigo, en ese momento solo importa a quien amas y que me lleve el mismo diablo de ser necesario, yo amo a Macarena y no me importa perder a mi familia por ella, la verdad es que nunca debí regresar, era feliz en México con ellos, y luego… también fui feliz, pero no puedo hacerme el tonto, no fue por mi familia por que regrese, fue por ella, me aparte como un cobarde, temiendo demasiado lo que sucedería cuando sepa la verdad, yo fui el verdugo de sus padres, yo cabe mi propia tumba.— Son tus primos Hades, son lo que más ama Candy… — mi padre deja ver su punto de vista y yo lo único que deseo es ir
Hades se aferraba a Macarena, su mano apretaba la de la morena y esta a su vez la mejilla del afamado asesino, quien sentía su corazón latir a un ritmo frenético, era miedo, dolor, era la perdida que sabría llegaría a su vida una vez más, pero ahora estaba seguro que no podría sobrevivir, ya no, no se pondría de pie, dejaría que la muerte lo encontrara, solo, tendido en algún lugar, porque sabía que sin Macarena, ya no podría vivir, y aunque la idea de su padre bailaba en su mente una y otra vez, claro que no lo haría, no secuestraria a la persona que amaba.— No me dejes, no lo hagas Maca, por favor… — la morena veía las lágrimas caer de sus celestes ojos, esos que siempre brillaban cuando la veían, más aquella noche, y aunque hace unos minutos no pudo ver sus ojos con la atención que ella deseaba, estaba segura de que su brillo no había disminuido, pero ahora, solo veía oscuridad, no como cuando Hades se enojaba, era una oscuridad distinta, fúnebre. — Fue un accidente, tus padres… n