Alma subió al segundo piso con su tío Diego, los dos hombre y un pequeño moreno que no dijo ni media palabra, ni siquiera se rio de ver a los demás niños salir corriendo despavoridos ante la mirada verde enfurecida del rubio, que según comprendió se llamaba Felipe.— Vengan, es por aquí. — informo Carlos indicando la misma habitación en la que minutos antes la pequeña había estado y donde ahora los demás niños ingresaron.— Lo siento, pero Hades dijo que lo esperemos en la última habitación. — Diego obedecería a Hades, o mejor dicho eso quiso hacer.— Comprendo, pero no creo que sea lo mejor, mi primo debe estar muy estresado para cometer tal error. — dijo Felipe y Alma abrió sus ojos a más no poder, su pequeña mente no podía hacer la conexión de que grado de parentesco tendría con ese rubio, pero le gusta, le encantaba sumar a su familia a más personas, era aburrido solo tener a Diego y su mamá, aunque ahora también estaba su padre. — Me refiero a… Hades no ha dejado que nadie ingres
Hades.Decir que me costó todo de mí, mantener la calma al ver la mejilla marcada de Maca es quedarse corto, lo que más deseaba en ese momento era matar a Stefano y si no hubiera sido por la intervención de Neizan, hubiera acabado con él, creo que ahora comprendo lo que sintió Lucero el día que me disparo, y es que en realidad no se siente nada, en ese segundo, no importa quién es familia o amigo, en ese momento solo importa a quien amas y que me lleve el mismo diablo de ser necesario, yo amo a Macarena y no me importa perder a mi familia por ella, la verdad es que nunca debí regresar, era feliz en México con ellos, y luego… también fui feliz, pero no puedo hacerme el tonto, no fue por mi familia por que regrese, fue por ella, me aparte como un cobarde, temiendo demasiado lo que sucedería cuando sepa la verdad, yo fui el verdugo de sus padres, yo cabe mi propia tumba.— Son tus primos Hades, son lo que más ama Candy… — mi padre deja ver su punto de vista y yo lo único que deseo es ir
Hades se aferraba a Macarena, su mano apretaba la de la morena y esta a su vez la mejilla del afamado asesino, quien sentía su corazón latir a un ritmo frenético, era miedo, dolor, era la perdida que sabría llegaría a su vida una vez más, pero ahora estaba seguro que no podría sobrevivir, ya no, no se pondría de pie, dejaría que la muerte lo encontrara, solo, tendido en algún lugar, porque sabía que sin Macarena, ya no podría vivir, y aunque la idea de su padre bailaba en su mente una y otra vez, claro que no lo haría, no secuestraria a la persona que amaba.— No me dejes, no lo hagas Maca, por favor… — la morena veía las lágrimas caer de sus celestes ojos, esos que siempre brillaban cuando la veían, más aquella noche, y aunque hace unos minutos no pudo ver sus ojos con la atención que ella deseaba, estaba segura de que su brillo no había disminuido, pero ahora, solo veía oscuridad, no como cuando Hades se enojaba, era una oscuridad distinta, fúnebre. — Fue un accidente, tus padres… n
Mateo veía en silencio como Matt trataba en vano de tranquilizar a Hades, mientras Melody se encargaba de llamar al médico de la familia y Candy trataba de hacer reaccionar a Macarena, ¿Por qué debía seguir a su familia al piso superior? ¿Por qué no solo se marchó al escuchar gritar a Hades? Sabia la respuesta, culpa, nunca había tratado con algo como eso, la culpa, el amor, era algo que este hombre desconocía y, por lo tanto, no sabía cómo reaccionar a ello.— Todo estará bien hijo. — repitió por decima vez el mayor y Hades lo fulmino con la mirada.— ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo puedes estar tan seguro? — los ojos de Hades exigían una explicación y su padre se la dio.— Solo es un desmayo Hades, puede ser por muchas cosas, mala alimentación, cansancio… un embarazo. — los ojos de Hades brillaron como el cielo al amanecer luego de una tormenta, sin embargo, Mateo, comenzó a sacar cuentas, cuanto tiempo se debía esperar para que los síntomas de un embarazo hicieran aparición, ¿una semana? ¿u
La mente de Stefano era un torbellino, uno donde lo que queria se mezclaba con la realidad, pues él queria una familia, lo supo del momento que vio a Victoria dejar todo atrás y seguir a su italiano mafioso a las mismas sombras, anhelaba un amor así, y el formar una familia, paso cinco años de su vida buscando a esa latina que sabia estaba embarazada y no se equivocó, pero ¿qué fue lo que consiguió cuando al fin la encontró? Ella no lo espero, incluso le dio un padre a su hija, uno que era nada más y nada menos que su primo, eso no era justo, al menos no para Stefano, se suponía que el amor verdadero te convertía en un cautivo del ser amado, y a la vez el otro se convertía en tu esclavo, era así con Victoria, con Felipe y su sicario, ¿Cómo podía ser que ellos siguieran ciegamente a sus amados y estos a la vez se convirtieran en nada con tal de complacerlos? ¿Por qué siempre todo el mundo se alejaba de él? desde niño fue así, mientras sus hermanas causaban que los demás las siguieran c
La morena limpio su mejilla a la vez que Hades bajaba su arma, ni él podía creer lo que de sus labios había salido, pero… estaba celoso, no podía evitarlo, mientras Stefano se preguntaba si su hija se había despertado, deseaba que vea aquello, como el gran Hades era solo un hombre común y corriente lleno de defectos, igual que él.— No Hades, por supuesto que no lo amo. — respondió con voz firme la morena sorprendiendo a todos, se esperaban quizás una Maca corriendo fuera de la suite llorando, pero eso no sucedió Macarena simplemente se cruzó de brazos y vio a Hades, al único de todos los presentes que ella le explicaría cualquier cosa, porque lo amaba. — Pensé que te había quedado claro que solo te amo a ti, aunque eso no quita el hecho de que este estúpido sea tu primo y más importante… es el padre de Alma, tú sabes nuestra historia, te la conté muchas veces. — Claro que la sabia, Hades había limpiado sus lágrimas durante los primeros meses de embarazo, la había escuchado noche tras
Macarena nunca pensó en asistir al funeral de un mafioso, mucho menos dejar a su hija con personas que hasta un mes atrás eran meros extraños, pero así fue, Hades le pidió acompañarlo a Chicago, ya que no solo conocía muy bien al difunto Don de la ciudad, sino que era uno de los mejores amigos de Valentina, no pudo negarse, aunque las piernas le temblaran de solo pensar que tipos de personas verían allí, aunque su malestar aumento con el solo hecho de subir al avión privado de la familia Zabet y encontrar allí a Stefano y Mateo.— Hola Maca. — reconoció la intención de Stefano de saludarla con un beso en la mejilla, pero antes que este desatara una masacre sobre el avión, levanto su mano para darle un apretón, algo que tranquilizo en un cincuenta por ciento a Hades.— Hola Stefano, lamento mucho lo de su amigo. — se limitó a decir mientras liberaba su mano del fuerte agarre del grandulón.— Sí, es una pena su muerte, aunque no era mi amigo, el Don era alguien a quien todos respetábamo
MacarenaMi respiración sale entre cortada, mis piernas tiemblan como si fueran de gelatina, y mi corazón estoy segura de que dentro de poco saldrá de mi pecho, aun así, continúo corriendo al tiempo que me pregunto porque rayos estoy siguiendo a Felipe al lugar donde se escuchó el estruendo, en lugar de correr al lado contrario, para ponerme a resguardo y es cuando el rubio grita con desespero, que recuerdo porque lo estoy siguiendo y no estoy huyendo por mi vida.— ¡Hijo! ¡hijo! ¡Pedro donde estas! — el grito del rubio es aún mayor que todo el ruido que nos rodea, su desesperación atraviesa mi piel provocando que esta se ponga de gallina, las detonaciones, que ahora se son disparos, no han cesado, mis ojos no dan crédito a lo que ven, creí que la seguridad que vi al llegar a esta casona se había marchado con Hades y los demás, ahora me doy cuenta de que no es así, su función es cuidar a Felipe y su hijo.— ¡Papá! — grita el pequeño moreno bajándolas escaleras y es cuando un hombre lo