Aquella noche, Juliana entraba al departamento de Brunella Bensiali.—Esa condesa es una atrevida, se ha atrevido a amenazarme…y tu hijo ha defendido a Aurora Bianco aun en medio de todo lo que he hecho para recuperarlo. Tienes que ayudarme. —Brunella negó. — Fue imprudente de tu parte el actuar por tu cuenta, tenemos que hacer las cosas a mi manera. Ya me explicaste por llamada todo lo que esa Condesa te ha dicho, sin embargo, aun con ella, se cómo debo de lidiar. Ven ahora conmigo, tienes que hacerle una pequeña visita a mi hijo. — ordenó la cruel mujer.Después de aquella celebración de dulces en el orfanato, Massimo y Aurora habían regresado al departamento entre risas, y charlas.—¿Te comentó la madre superiora que muchos de los niños ya están en proceso de adopción? Eso es maravilloso, ¿No lo crees? — cuestionó Aurora muy animada, ya se había olvidado por completo de aquel mal rato junto al Decano.Massimo asintió.—Si, me lo comento, aunque, lamentablemente no hay nadie intere
Juliana ladeó su rostro y sonrió al verlo tan cerca, él no iba a lastimarla, lo sabía. —¿Por qué no ser amantes? — sugirió ella. —quédate con ella si eso quieres, pero déjame entrar en tu cama. — suplicó.Massimo la miro con asco y desprecio. — Eres patética. — arrastró aquellas palabras con tono desdeñoso en su voz.Juliana ignoró eso, sabía que él no aceptaría, pero quería provocarlo, y con lo que acababa de hacer, aquella maldita pelirroja terminaría por enterarse de todo, y sin ella de por medio nada le impediría volver a la que era su vida y Massimo pertenecería a ella. La caprichosa mujer mordió su labio y le sonrió al heredero Bensiali.—Una noche, dame solo una noche. — le pidió, y él la soltó. —Sabes que lo diré, no me importa, yo no tengo nada que perder, pero si todo para ganar, ¿Y tú? — le cuestionó.Él negó en silencio al apartarse un par de pasos.—No lo haré, y si decides hablar, tendrás que atenerte a las consecuencias. — le advirtió el rubio magnate.—Piénsalo Massi,
Apenas separaron sus labios, y recuperaron el aliento, ambos se miraron a los ojos. Massimo sonrió al apretarla contra la pared a su espalda y Aurora gimió al sentir su miembro ya endurecido pegarse a ella.—Esta vez no voy a contenerme. — Aurora le dijo en voz suave a su esposo, y bajó su mano a acariciar la rigidez de su masculinidad, el rubio gruñó de placer entre dientes y Aurora volvió a sentir la pasión que eso le provocaba.Él rubio frunció el ceño al sentirla colar su mano bajo su pantalón y tocar su miembro ardiente y ansioso por estar en ella una vez más; gimió roncamente y se giró para recargar su espalda en la pared…había esperado mucho para que fuese Aurora la que hiciera eso...dar el primer paso y ser ella quien lo buscara a él.—Aurora… — musitó Massimo en voz queda y apasionada.Ella mordió su labio con ansias al escucharlo, y acarició la sumamente suave y caliente piel del endurecido miembro del rubio, deslizó su mano sintiendo su dureza, ella bajó su mirada para vers
Aquella noche de tormenta continuaba, y aquella pareja, marido y mujer, disfrutaban de los placeres que el amor tenía para ofrecer. Aurora se apoyaba en sus codos; la blancura de su piel reflejaba la tenue luz del baño. Massimo había deseado mucho tiempo que fuera ella quien se entregara y ofreciera a él de ese modo, que quería que aquel momento durara más, sin embargo, estaba luchando por no sujetarla e invertir posiciones y tomarla con toda su fuerza…alzó sus ojos a ella y la vio con la cabeza ligeramente hacia atrás, su largo cabello de fuego se resbalaba por su hombro y ocultaba la mitad de uno de sus dos grandes senos que estaban completamente libres, pues el pequeño baby doll que Aurora había portado estaba enredado en su cintura.Massimo volvió a gemir cuando los movimientos de Aurora cobraron confianza y ritmo, su cadera ahora se movía en deliciosos círculos que no hacían más que apresurarlo para alcanzar su ansiado clímax.—Aurora… — dijo el magnate con voz entrecortada y pas
En el departamento de Brunella, la cruel mujer sonreía al mirar aquellas fotografías que había tomado de Juliana y su hijo.—¿De verdad crees que esto funcionará?, me parece que Massimo tiene muy en claro que es lo que quiere…y no va a renunciar tan fácilmente a esa maldita mujer. — dijo Juliana aun recordando con enojo, aquellas palabras que Massimo Bensiali le había dicho.Brunella le sonrió a la joven y caprichosa mujer.—Aun cuando Massimo no quiera renunciar a ella, tendrá que hacerlo tarde o temprano. Aurora Bianco es una joven que tiene su propio orgullo, solo falta agitarlo un poco. Debes de ser paciente y no actuar por impulso como lo hiciste en aquella fiesta. Nosotras las mujeres podemos tener el control de todo siempre y cuando actuemos con astucia…toma esa ventaja a tu favor. — respondió la cruel madre de Massimo.Juliana resopló. Massimo le había dejado muy en claro cuáles eran sus intenciones y sus verdaderos sentimientos, y no lo soportaba, Aurora Bianco no era una muj
Aquella gran ciudad, lentamente se iba quedando atrás. La larga carretera que ya lo recibía, se apreciaba casi vacía a esas horas de la madrugada, y pocos eran los autos que se veían viajando sobre la misma. La oscuridad lo cubría todo a su paso y los nubarrones de lluvia que se divisaban a lo lejos, presagiaban una gran tormenta. Mirando por el espejo retrovisor, aquel joven hombre miraba la ciudad quedarse cada vez más atrás, Henry Russo se preguntaba cómo es que había terminado enredado en tal lio; se consideraba a sí mismo como una persona sensata y de pensamiento lógico, aunque, en esa situación no estaba siendo ninguna de las cosas, pero, ¿Cómo actuar cuando la única mujer por la que había mostrado interés, ahora yacía en los brazos de su más férreo enemigo?“Todo hombre comete, aunque sea una sola, locuras por una mujer”Aquella frase casi le hizo mostrar una desapercibida sonrisa de ironía, siempre había considerado que su padre no era una persona sensata, siempre dominado por
Aquella mañana, Aurora había salido sin despertar a Massimo. Una lluvia ligera aun caía sobre la ciudad después de la tormenta, y los cielos se apreciaban completamente grises. Mirando por la ventana en un sexto piso de aquel hospital, Aurora sentía su mente nublada, completamente nublada, y no lograba pensar con claridad. Estaba allí para realizarse una prueba de sangre, pues en sus pensamientos aun había la esperanza de no estar realmente embarazada…pero en su interior, ya lo sabía…sentía que si lo estaba.A su alrededor, observaba a varias mujeres con sus abultados y crecidos vientres; algunas de ellas, traían consigo a algún niño o niña acompañándolos. El llanto inconfundible de un bebé, se escuchaba a lo lejos en el pasillo, aquel, después de todo, era el piso de maternidad y ginecología, y entonces, sus miedos se acrecentaron aún más.El amor de una madre era sagrado, o, al menos, eso decían; el primer y verdadero amor que se experimenta en la vida, y aquel al que nunca podríamo
—Señora Contessa, la señora Bensiali. — anunciaba el sirviente ante la condesa de Capua, que no disimuló su disgusto ante la mención de aquella mujer.—Hazla pasar. — ordenó Virgilia.Aquella enorme y elegante mansión, había visto pasar a muchas generaciones de condes y condesas, antes de que la familia real italiana cediera el poder con la abdicación de Napoleón. Dibujando una mueca de enfado, Virgilia Contessa vio entrar a su saloncito privado, a aquella mujer que tan solo había traído problemas a los Bensiali, descendientes reales que no conservaron sus títulos, pero que se habían consolidado como la familia más poderosa e importante de Italia.—Su excelencia. — saludó Brunella a la condesa.Virgilia le regaló a cambio una mirada cargada de soberbia y desprecio.—Es algo bastante infame y cínico de tu parte, el aun usar el apellido de mi sobrino después de haber fingido tu propia muerte para fugarte con un amante. ¿A qué has venido Brunella Berrycloth?, sabes bien que no eres bienv