Capítulo 104

—Señor Juez, me gustaría también hacerle una serie de preguntas a la señora Orena, si me lo permite —solicitó el abogado de Natalia colocándose nuevamente de pie.

—Concedido —accedió el juez.

El hombre se aproximó con calma hacia donde se encontraba la testigo, mientras sopesaba seriamente sus próximos movimientos.

Debía de ser cuidadoso, puesto que la parte acusadora había sabido muy bien cómo tejer sus mentiras, así que debía desbaratarlas una a una.

—Sé que acaba de contarle a la sala de este tribunal como sucedió todo, pero me gustaría oír su relato una vez más —pidió con un tono desinteresado.

Orena no disimuló ni un poco su fastidio.

No estaba preparada para tantas preguntas innecesarias.

Únicamente había memorizado unas cuantas palabras y pretendía decirlas para luego irse.

—Como ya comenté antes —su voz pasó de ser suave a áspera—. Natalia me empujó por las escaleras cuando discutía con mi hija Diana.

—¿Entonces discutía usted con su hija? —repitió sus últimas palabras.

Orena
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