La maldición.

Narra Iris.

Hecha triza llegué al cielo estrellado donde se encuentra Zeus para explicarle lo que me hizo el hijo de la luna.

Tras informarle de aquel engaño del cual fui víctima él me miró con reproche aún no podía creer que yo una diosa tan disciplinada me dejara manejar por el deseo.

En este caso no me podía defender con aquel dicho humano que dice que errar es de humanos porque soy una diosa.

Con vergüenza salí observando como los demás dioses se reunieron para discutir las medidas que tomarán conmigo porque ahora soy una semidiosa esclava de la sangre. Estoy condenada y lo sé, pero no pienso quedarme de brazos cruzados porque no lo puedo matar de una manera lo haré de otra, aunque tenga que desistir de mi propia vida, esa bestia abominable y cruel debe morir.

La culpa me corroe el alma ya no podré vivir tranquila después de lo que ese vampiro sádico me hizo hacer esa imagen de la niña a la que le quité la vida estaba en mi memoria, esa niña aún era un ser inocente sin ningún pecado cometido y con tan poquito tiempo vivido.

¡Soy un monstruo en eso me convirtió ese infeliz!, me dejé engañar creyendo que lo que se comentaba sobre él era todo falso, pero comprobé por mí misma que no existe un demonio más cruel que él, la diosa luna no sabe que ha creado la peor abominación y el daño que esta le creará a los seres humanos.

(No luches contra el destino y eso fue lo que hizo la diosa luna al añorar a un hijo que no podía tener y por ello engañó a esa pobre gitana para cumplir su deseo)

Con tristeza en mi alma y desconsuelo en mi corazón me senté en aquel jardín del cual tanto disfrutaba corriendo detrás de las mariposas. Hoy regaba las flores con mi llanto, sentía un vacío profundo en mi alma y peor me sentí al ver a mi padre quien llegó para sentarse a mi lado con los ojos aguados.

—Padre los dioses no lloran — le dije fingiendo una sonrisa la cual no pude reflejar.

—no hija mía, los dioses si pueden llorar y más al ver que mi hija está sufriendo— me dijo él antes de abrazarme.

Ese abrazo lo sentí como una despedida, mi intuición de diosa me decía que ya los dioses habían tomado una decisión y esa decisión implicaba que me tendría que ir a vivir con los humanos. También sabía que mi familia no me dejaría sola porque a pesar de lo que somos nos amamos demasiado.

¡Padre perdóname! Pensé ejerciendo más fuerza en aquel abrazo.

Ya sabía que iba a actuar de manera incorrecta y que rompería la regla principal de un dios. Ya no soy considerada la diosa mensajera si no alguien igual de dañino que Elián o mucho peor que el por qué soy más poderosa y no sé controlar mi sed de sangre. Sé que mis padres no estaban de acuerdo con la decisión que se tomó en aquella asamblea y también sé que, si ellos se oponen a que Zeus me expulse, entonces seríamos tres los dioses caídos o exiliados.

En un descuido de mi padre aproveché para salir del cielo estrellado usando aún mi poder como semidiosa me trasladé a una montaña del reino humano donde hay un gran árbol de cerezo el más antiguo en la historia de la humanidad y estando ahí le hice un llamado a la luna.

★ me has llamado diosa Iris— me dijo la diosa en el momento que apareció a mi lado.

—Si y estoy muy enojada contigo luna, siempre te he admirado, pero ahora esa admiración se ha transformado en enojo— le dije sin ocultar mi molestia y aunque sé que ella no tiene la culpa de mi estupidez al menos debía de hacerle ver su error.

★ te concedo toda la razón diosa Iris, ya que todo lo veo desde la distancia. Aunque no lo creas para mí eres como una hija te vi nacer, eres la bendición que tu padre Tumante tanto le pidió al dios Zeus y aunque seas una diosa y estemos al mismo nivel, hoy delante de ti me pondré de rodillas y te pediré perdón— me dijo apenada.

—no diosa luna, aunque creaste una abominación un ser sin corazón y sin una pizca de sentimientos no deberías de arrodillarte ante mí no soy digna de tal veneración— le dije tratando de que no lo hiciera.

★ como madre debería hacerlo porque por mí él está en este mundo— me respondió con

tristeza.

—luna aún estás a tiempo de enmendar tu error y eliminar de este mundo a ese ser oscuro que me ha engañado para robarse parte de mi inmortalidad vinculando su vida con la mía, todo con la intención de seguir matando a los humanos— aunque sé que mi petición sonó fría, no me apenó pedírselo.

★ yo no tengo palabra ni hechos para defenderme y tampoco el valor de quitarle la vida a mi

propio hijo mi corazón de madre no me lo permite — me respondió ella.

— ¡ja! Llamas a esa abominación hijo a una bestia sedienta, sádica y malévola. Pues lamento decirte diosa luna que maldigo a tu hijo para que nunca tenga amor en su vida, así como yo hoy enterraré mi corazón y renunciaré a mi vida. El pago será que si vuelve a renacer no tenga amor, que su vida sea solitaria, fría y que viva en la plena oscuridad como la que habita en su interior— al decirle todo eso pude ver el dolor en su mirada, pero mi odio iba más allá deseaba venganza y estaba dispuesta a conseguirla sin importarme el precio — Al jugar este juego tu hijo no se percató que al vincular nuestras vidas también vínculo nuestras muertes— termine por decirle usando mi poder para revocar mi llamado.

—hija no lo hagas por favor no me arranques un pedazo de mi corazón — me dijo mientras la alejaba haciendo uso del último poder que me quedaba como semidiosa.

Rompí toda conexión con la luna aún poseo poder para hacerlo y tal como dije cerca del cerezo enterré la luz que representan mis sentimientos con la intención de que si algún día volviera a renacer nadie nunca más me podrá engañar, descarté toda la posibilidad de amar, el amor solo significa sufrir y yo ya no estaba dispuesta a volver a pasar por ese sin sabor de ser traicionada.

¡Juro que nunca más entregaré mi corazón! Pensé antes de enterrar en mi pecho aquella daga de oro que es la única arma con la que se puede matar a un Dios y la cual estaba prohibida usar.

Narrador.

Aslan es un elfo de luz el cual había empezado apenas su reinado se encontraba en aquella montaña conociendo aquel místico lugar pues sus antiguos le habían narrado las historias de la montaña de los humanos en la cual hay sembrado un árbol de cerezo que cumplía tú más profundos deseos y él decidió que iría a pedirle aquel árbol que le mostrara el camino para encontrar a su compañera pues él ya ansiaba tenerla entre sus brazos y antes de llegar a su destino percibió el dulce aroma de su compañera el cual lo hizo sonreír de felicidad.

¡El árbol cumplió mi deseo sin habérselo pedido! Exclamó emocionado.

Al llegar visualizó a la dueña de esa fragancia y corrió para abrazarla porque esta se encontraba arrodillada frente al árbol, pero al llegar y ver la daga atravesada en su pecho, su sonrisa se borró.

Cuando Aslan la miró a los ojos ella le sonrió con tristeza al enterarse de que Elián no solo le había destruido la vida a ella, sino que también destruyó la vida de su compañero el cual había llegado tarde.

—lo siento — le dijo ella al elfo antes de dar su último suspiro.

El elfo al ver que su deseo había desaparecido lloró con amargura.

¡Madre luna!

¿Por qué me estás castigando? Le preguntaba el elfo a la luna sin obtener respuesta alguna.

La luna se mantuvo en silencio llorando sin cesar pues no solo había perdido a su hijo amado, sino que había sido testigo de la muerte de una diosa y de ver a uno de los seres más puro llorar con amargura.

Así que para enmendar su error decidió que Iris tendría que renacer para curar todas sus heridas.

¡Le daré una nueva oportunidad a mi hijo! Pensó la luna emocionada.

La luna aún tenía la esperanza de que si su hijo volvía a nacer sería esta vez diferente, pues ella ya no lo haría esclavo de la sangre.

En ese mismo tiempo se estaba procreando el segundo hijo del rey Demonio y ella como diosa actuó a su voluntad. Ya que la Reina demonio en ese preciso momento empezó a tener en su vientre el espíritu de Elián el cual renacerá como el segundo príncipe del inframundo.

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