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Elena Moonflower se prometió a sí misma que el día en que cayeran pétalos de rosas del cielo purpura sería el día en el que se entregaría a otro alfa. Antes había sido la luna prometida para un poderoso alfa, también había dejado que otro de esos se metiera entre sus piernas y la embarazara, aunque no juzgaba muy duro ese pequeño detalle, porque le había dado la cosa que más amaba en la vida; su hijo. Aun así, no quería nada que ver con otro alfa, no importaba de qué manada fuera, ni del sol, ni oscura, ni de nada, los quería lejos, los necesitaba lejos, lejos de ella y de su hijo. Ni siquiera aunque no supiera exactamente cómo vivir sin dinero, sin amigos y por otra persona. Sin embargo, luego de un tiempo, sabía que se le haría imposible evitarlos, de manera que la forma en la que conoció a Peter Bluenight fue justo cuando todo se le iba de las manos. Peter era un alfa dueño del bar cabaret más famoso de la ciudad, usualmente se enfocaban en el arte detrás de la sensualidad, pero a
Elena había llorado tanto que casi no podía sentir las mejillas mientras el frío del otoño la golpeaba repentinamente mientras corría por las calles de su pueblo hacia su escondite especial. Lo había llamado hace horas, de manera que sabía que él tenía que estarla esperando en su lugar, su pequeño nido de amor. Tenían que ser rápidos, era por eso que ella había corrido en su encuentro, todo el mundo estaba celebrando que era su cumpleaños en unos días, lo que quería decir que cumplía los dieciocho años necesarios para por fin lograr comprometerse con el sol de su manada, con su alfa. Eso quería decir, por supuesto, que todo el mundo estaba como loco en casa, buscando medidas, haciendo vestidos, comida, decoraciones, todo lo que se requería para un cumpleaños y eventualmente al casamiento que les habían prometido hace años.Ella había creído para convertirse en la esposa del líder, sin embargo, mientras llegaba por fin al bosque y entraba apuradamente, temblando como un animal, no se
Realmente hasta la llegada de su bebe, iba a pasar toda la vida junto a él, en un matrimonio donde no habían sentimientos y lo mejor que se iban a dar entre ellos eran hijos que no querían tener. Richard sonrió ante su respuesta, alejándose en completo satisfecho y sin haberla tocado en lo más mínimo. Ellos tampoco pasaban tanto tiempo juntos y no pensaba que eso fuera a cambiar si se casaban. Le esperaba una vida de soledad, de engendrar hijos y ser la bonita esposa “líder” del alfa de la manada. —Nos vemos en tu fiesta, querida florecilla —murmuró el hombre, haciendo una pequeña reverencia antes de caminar a la puerta.—Si, nos vemos. Elena se quedó sentada un momento, viendo la pequeña joya entre sus dedos, que sin dudar tenía que ser tan cara como lo parecía, sino es que más. Él había elegido un collar porque quería que todos supieran que él lo había comprado para ella en su fiesta de cumpleaños. Eso a pesar de que ella tendría que asistir con el vestido plateado que habían ele
Elena abrió los ojos como platos al sentir su cercanía, porque realmente la había tomado por sorpresa, de manera que se demoró un poco antes de alejarse, poner una mano entre ellos y mirarlo a los ojos como si recién la hubiera abofeteado en el rostro. Sin embargo, era Fred quien parecía más afectado, quitando toda la calidez de sus ojos, pero manteniendo una intensidad que ella no terminaba de comprender. Lo único que sabía, era que, esto era lo que se suponía que tenía que ocurrir, porque Fred le acababa decir que trabajaba con intercambio y él había intercambiado sus recursos por su cuerpo. Ella se dio cuenta de que eso iba a pasar, le gustara o no. —¿Qué haces? —le preguntó ella, frunciendo el ceño a pesar de que sentía que no debería hacerlo. Debería estar triste, no molesta. —Vamos, sabes que quieres un poco de amor —Fred intentó acercarse nuevamente a ella, solo para que Elena terminara alejándose, incluso levantándose más rápido de lo que debería, por lo que sintiendo un re
Lo que sí sabía era que ella haría todo por proteger a su hijo. No importaba que tan crudo fuera el invierno y que tan mal estuviera el mundo, Elena de alguna manera encontraba fuerza en la idea de utilizarse como escudo para que todas las balas que el universo quería enviarle a su hijo, le llegaran a ella, pero ella era solo una niña, que al parecer, jamás había logrado desarrollar esa pequeña habilidad que le decía cuando una decisión era buena o mala. De esa manera, todo lo bueno que le pasaba parecía como buena suerte y todo lo malo, seguía siendo su culpa. Ese día, luego de siete meses de embarazo, siete meses sin familia, sin alfa, sin manada y sin apellido, la buena suerte le volvió a dar un respiro.Lo siguiente para que siguiera adelante. Se le habían perdido las llaves de su departamento.—Jodeme —murmuró para sí misma, mientras se dejaba caer al suelo. Junto a su departamento, estaba la escalera para subir a los siguientes, de manera que con complejidad se sentó en el p
—¿Qué es esto? —Esto es tu nueva maquilladora profesional —respondió Noah, asintiendo como si hubiera dicho la única verdad absoluta en el mundo—. Esta lista para empezar enseguida. Peter entrecerró los ojos y le giró a ver. —Luces joven —mencionò. —Gracias —Elena tragó en seco—, Aunque tengo 25 años, seguro es la buena luz que tiene este lugar. Peter alzó la vista para ver a su alrededor, a la nula luz que los dejaba ver a sí mismos. Ella apretó los labios, sintiéndose un poco enferma por la mentira que le había salido tan fácil de los labios. —¿Tiene experiencia? —Noah asintió enseguida—. ¿Sabe qué clase de establecimiento somos? —Un prostíbulo —respondió ella. Peter giró a verla, como si estuviera indignado. —¿Disculpa? —preguntó. —No, no, ella no quiere decir eso —Noah se movió enseguida, llamando su atención—, Solo es una bromista, ella en realidad sabe que esto es Burlesque, no un prostíbulo. —Aquí no promovemos la prostitucion —aclaro Peter—. A no ser que e
Su siguiente turno Elena llegó usando el mismo abrigo y el mismo vestido, porque ninguna otra prenda ocultaba su embarazo y de todas maneras la iban a despedir, así que, prefirió estar cómoda. Al entrar al bar, inmediatamente arrugó la nariz por el olor a nicotina, mientras era guiada entre los cuerpos de alfas y betas, hasta tras bambalinas, donde las chicas se cambiaban sin ningún pudor de mostrar sus cuerpos. Era la mejor herramienta que tenían, sus bellos senos y sus piernas largas. Todo muy diferente a lo que ella era de por sí, siempre fue muy delgada y más o menos plana, así que, alejó sus ojos enseguida de cualquier cosa que le recordara que todavía era muy joven. Error, porque sus ojos se encontraron inmediatamente con Peter. —Elena, amor, ¿Piensas que esta base me combina? —Elena giró su rostro para ver a una de las chicas quien se apuraba para ponerse en su camino y llamar su atención—. Salgo en 10 minutos y no tengo a nadie que me arregle. Elena la analizo. —Te qued
Lo primero que hizo luego de que entraron, fue prender la luz y caminar disimuladamente por su pequeño departamento para sacar el biberón recién comprado de encima de la encimera de la cocina que tenía más allá, luego, mientras él se acomodaba en el sillón, por petición suya, empujo el pequeño mecedor que tenía hace meses. Luego, fue que tomó su teléfono y le envió un “Ayudaaaa” a su amigo Noah, que tenía que estar en su departamento. Tenía suerte de que todo estaba ordenado y no había muchas cosas de bebés por toda la casa. —Elena —murmuró Peter—. ¿Planeas irte de viaje? —¿Disculpa? Ella sabía que Noah había dejado cervezas en su refri, así que, eso estaba buscando cuando escuchó que Peter le hablaba. —Hay un bolso lleno de cosas aquí en el sillón —Elena abrió los ojos como platos y luego se giró para verlo. Dicho y hecho, ahí estaba su bolso de emergencia, en ese momento, su hijo podía llegar en cualquier momento—. Aún no autorizamos vacaciones. —Oh —Elena soltó una risa, l