No debió haberle gritado de esa manera a Elena. Peter no solía ser así y ella no merecía ser tratada con fuerza, el alfa había perdido la cabeza por el olor de otro alfa en un lugar que consideraba íntimo, sobre todo cuando notó que estaba todo sobre Paul y Elena. Era solo que Peter podía ver directamente a través de él y sus malas intenciones, no había manera que el chico buscara algo más que lo que ya les había dicho que quería y estaba haciendo un muy buen trabajo si Elena no había puesto un alto a su relación.El alfa se preguntaba qué tenía el ricachón que pudiera hacerla sentir tan bien como para olvidar lo que les había hecho hace unos meses.—Beber a las dos de la tarde es la peor idea que se te pudo haber ocurrido —Escuchó que le decía Noah, mientras se acercaba a él con una carpeta entre las manos. Peter había estado sentado en el sillón principal del bar, sin tanta clientela se le hacía fácil disfrutar su tristeza y arrepentimiento con un vaso de whiskey—. ¿Estás bien? —¿
Elena abrió su puerta a las cuatro de la mañana para encontrarse con Peter. El hombre estaba sudando por alguna razón, sin embargo, eso no fue lo que llamó su atención, sino que la vulnerable mirada atravesando sus ojos. De hecho, apenas se vieron por unos segundos, el alfa dio un paso adelante, envolviendola en sus brazos como si necesitara un poco de su calor en una noche tan fría. Elena lo abrazó de vuelta, por supuesto, porque no podía evitar desear que todo se arreglara con él, incluso si ninguno estaba diciendo una sola palabra. Ella respiró su aroma directamente de su cuello. Y luego Peter la perfumó. —Lamento mucho lo que dije —comenzó a decir el chico, oyéndose roto de alguna manera, como si tuviera el corazón partido en dos—. Me volví loco ante su olor, no quise… No, es todo mi culpa, lo siento demasiado. —No, no lo lamentes —Elena abrazó más fuerte su cintura, sintiéndose tan envuelta en su calor, que comenzaba a sonrojarse—. Tienes razón, jamás debí dejarlo cuidar a P
Elena puso con cuidado la mascarilla de skin care sobre su piel, de alguna manera perdida en su mente ante lo que estaba pasando. Habían pasado días desde su pelea con Peter, por lo que consecuentemente también habían sido días de su beso con Rich. Su mente no había detenido los pensamientos y las culpas, primero porque se suponía que el ricachón tenía que ser su amigo… o ese había sido el trato consigo misma… y luego, por supuesto estaba Peter. Porque siempre estaba Peter al final de su mente.—¿Por qué te ves de esa manera? —murmuró Noah a su lado, mientras acomodaba su propia mascarilla sobre su rostro—. Has estado rara todo el día. —Estoy normal. —Si, normal como al comienzo de nuestra amistad y ese normal no era tan normal —Noah la miró con grandes ojos curiosos—. ¿Será por el nuevo alfa en tu vida? —¿Rich? Noah asintió. —Por que por Peter no pondrias esa mueca. —¿Que mueca? —Como de confusion. Elena suspiró, entonces. —La verdad es que si estoy un poco confundida —murm
Elena Moonflower se prometió a sí misma que el día en que cayeran pétalos de rosas del cielo purpura sería el día en el que se entregaría a otro alfa. Antes había sido la luna prometida para un poderoso alfa, también había dejado que otro de esos se metiera entre sus piernas y la embarazara, aunque no juzgaba muy duro ese pequeño detalle, porque le había dado la cosa que más amaba en la vida; su hijo. Aun así, no quería nada que ver con otro alfa, no importaba de qué manada fuera, ni del sol, ni oscura, ni de nada, los quería lejos, los necesitaba lejos, lejos de ella y de su hijo. Ni siquiera aunque no supiera exactamente cómo vivir sin dinero, sin amigos y por otra persona. Sin embargo, luego de un tiempo, sabía que se le haría imposible evitarlos, de manera que la forma en la que conoció a Peter Bluenight fue justo cuando todo se le iba de las manos. Peter era un alfa dueño del bar cabaret más famoso de la ciudad, usualmente se enfocaban en el arte detrás de la sensualidad, pero a
Elena había llorado tanto que casi no podía sentir las mejillas mientras el frío del otoño la golpeaba repentinamente mientras corría por las calles de su pueblo hacia su escondite especial. Lo había llamado hace horas, de manera que sabía que él tenía que estarla esperando en su lugar, su pequeño nido de amor. Tenían que ser rápidos, era por eso que ella había corrido en su encuentro, todo el mundo estaba celebrando que era su cumpleaños en unos días, lo que quería decir que cumplía los dieciocho años necesarios para por fin lograr comprometerse con el sol de su manada, con su alfa. Eso quería decir, por supuesto, que todo el mundo estaba como loco en casa, buscando medidas, haciendo vestidos, comida, decoraciones, todo lo que se requería para un cumpleaños y eventualmente al casamiento que les habían prometido hace años.Ella había creído para convertirse en la esposa del líder, sin embargo, mientras llegaba por fin al bosque y entraba apuradamente, temblando como un animal, no se
Realmente hasta la llegada de su bebe, iba a pasar toda la vida junto a él, en un matrimonio donde no habían sentimientos y lo mejor que se iban a dar entre ellos eran hijos que no querían tener. Richard sonrió ante su respuesta, alejándose en completo satisfecho y sin haberla tocado en lo más mínimo. Ellos tampoco pasaban tanto tiempo juntos y no pensaba que eso fuera a cambiar si se casaban. Le esperaba una vida de soledad, de engendrar hijos y ser la bonita esposa “líder” del alfa de la manada. —Nos vemos en tu fiesta, querida florecilla —murmuró el hombre, haciendo una pequeña reverencia antes de caminar a la puerta.—Si, nos vemos. Elena se quedó sentada un momento, viendo la pequeña joya entre sus dedos, que sin dudar tenía que ser tan cara como lo parecía, sino es que más. Él había elegido un collar porque quería que todos supieran que él lo había comprado para ella en su fiesta de cumpleaños. Eso a pesar de que ella tendría que asistir con el vestido plateado que habían ele
Elena abrió los ojos como platos al sentir su cercanía, porque realmente la había tomado por sorpresa, de manera que se demoró un poco antes de alejarse, poner una mano entre ellos y mirarlo a los ojos como si recién la hubiera abofeteado en el rostro. Sin embargo, era Fred quien parecía más afectado, quitando toda la calidez de sus ojos, pero manteniendo una intensidad que ella no terminaba de comprender. Lo único que sabía, era que, esto era lo que se suponía que tenía que ocurrir, porque Fred le acababa decir que trabajaba con intercambio y él había intercambiado sus recursos por su cuerpo. Ella se dio cuenta de que eso iba a pasar, le gustara o no. —¿Qué haces? —le preguntó ella, frunciendo el ceño a pesar de que sentía que no debería hacerlo. Debería estar triste, no molesta. —Vamos, sabes que quieres un poco de amor —Fred intentó acercarse nuevamente a ella, solo para que Elena terminara alejándose, incluso levantándose más rápido de lo que debería, por lo que sintiendo un re
Lo que sí sabía era que ella haría todo por proteger a su hijo. No importaba que tan crudo fuera el invierno y que tan mal estuviera el mundo, Elena de alguna manera encontraba fuerza en la idea de utilizarse como escudo para que todas las balas que el universo quería enviarle a su hijo, le llegaran a ella, pero ella era solo una niña, que al parecer, jamás había logrado desarrollar esa pequeña habilidad que le decía cuando una decisión era buena o mala. De esa manera, todo lo bueno que le pasaba parecía como buena suerte y todo lo malo, seguía siendo su culpa. Ese día, luego de siete meses de embarazo, siete meses sin familia, sin alfa, sin manada y sin apellido, la buena suerte le volvió a dar un respiro.Lo siguiente para que siguiera adelante. Se le habían perdido las llaves de su departamento.—Jodeme —murmuró para sí misma, mientras se dejaba caer al suelo. Junto a su departamento, estaba la escalera para subir a los siguientes, de manera que con complejidad se sentó en el p