Al regresar a la mansión, esta estaba a oscuras. Era un día libre para los empleados y un momento en el que aprovechaba para salir a entrenar o ver una buena película. Un día de descanso que había sido inaugurado meses atrás por la pelinegra. Fue directamente a la cocina. Pasaba más tiempo en ese lugar rememorando los momentos que pasó ahí junto con Ciabel que en cualquier otra habitación de la casa. Estaba cansado de francamente, todo. Haberla hecho llorar lo hizo odiarse a sí mismo. Cruzó el umbral y se sorprendió de ver que debajo de una de las luces encendidas estaba Clarissa, bebiendo una copa. Se detuvo mirándola fijamente.—No puedes beber esas cosas con un bebé en camino —la regañó.Estaba sentada sobre un taburete con las piernas cruzadas y la copa. Su mirada era de indiferencia. —¿Y qué más da si lo hago? —inquirió en voz baja mirando a un punto fijo en la pared.Soltó un suspiro.—Es tu hijo el que podría salir perjudicado. Piensa en tus prioridades. Cuida de ese bebé q
Cinco años después.—Mamá.La voz de Ciro la trajo a la realidad. Por unos breves segundos, se había quedado en blanco.Acababan de salir del hospital, de tener la consulta con el médico y estaban en la plaza que solían frecuentar al salir o antes de entrar. Ciro tenía un helado de vainilla y ella un licuado. Logan estaba a metros de ellos con el teléfono en la oreja, alguien del trabajo al parecer lo había llamado y tenía algo que discutir. Admiraba al pelirrojo mayor, no entendía cómo podía ser tan comprometido con su trabajo, tan astuto y al mismo tiempo, pasar tiempo con ellos.—¿Sí, mi amor? —Giró a verlo con una sonrisa radiante que, si Damián la hubiera visto, quedaría flechado como la primera vez que la conoció. Ambos estaban sentados en uno de los bancos de la enorme plaza contemplando el atardecer y al abogado a lo lejos contrastando con la luz del cielo.—Ya no tengo miedo de morir, mamá.Lo miró fijo, congelada, helada por las palabras que acababan de salir de la boca d
Casi todas las mañanas de Damián eran de la misma forma: interesantes. Esto se debía a una sola persona: Demian, un niño criado por Clarissa y él, lleno de vitalidad y energía, curiosidad y amabilidad. Era introvertido, pero no tenía miedo de comunicarse con los demás, todo un caso que los hacía sentirse orgullosos de la persona que estaban ayudando a formar.Había plenitud en la vida de ambos, incluso aunque ninguno de los dos estuviera enamorado del otro. Se amaban de una forma distinta, más amistosa que romántica y eso estaba bien.Se formó una familia peculiar, pero funcionaban bien el uno con el otro. Eso tenía que bastar para lograr lo suficiente. Sentían que pertenecían a un hogar y eso ya era demasiado.Durante esos cinco años Ciabel era la última persona en la que pensaba a la hora de dormir y la primera al despertar. Volver a verla era un acto egoísta, así que había respetado la distancia que la pelinegra puso tiempo atrás. La entendía, no quería herirla ni hacerla llorar,
—Mamá —le llamó la atención Ciro. Estaban delante de la casa, Logan los había dejado allí. Estaban a punto de despedirse de él. Giró a ver a su hijo. —¿Sí, mi amor?—¿Puedo comer el postre que está en la heladera?Asintió divertida. Lo señaló.—No mucho o no podrás dormir bien —advirtió.Este asintió divertido y corrió hacia adentro. —¡Adiós, tío! —gritó a la distancia.La pelinegra miró a Logan. Este estaba fuera, recostado contra el auto, con los brazos cruzados y una sonrisa de diversión en la cara.Alzó las cejas.—¿Qué? Negó.—Nada, es solo que has estado colorada desde que nos despedimos de Damián. Tal vez pescaste un resfriado —se burló.Entrecerró los ojos.—Ja, ja —dijo irónica. Luego su rostro se distorsionó en una mirada de preocupación y escondió la cara en el cuello de él—¿Y ahora qué se supone que voy a hacer? —gimoteó contra su hombro.Rio.—Wow, bueno, primero, poner distancia y respetar mi espacio personal —dijo divertido apartándose con suavidad.Hizo un puchero m
Logan suspiró profundamente, divertido y acomodó la manga de su camisa sentado en la cama de Ciabel. Movió su pierna con impaciencia y miró hacia el costado, donde estaba Celene viendo su celular. A decir verdad, esa mujer se había vuelto bastante inseparable de Cia, cosa que el abogado agradecía, puesto que su presencia había sido de mucha ayuda para la recuperación de la pelinegra.—¿Cuánto crees que tarde en elegir un atuendo adecuado?La rubia levantó una ceja y sonrió levemente.—Lo que tenga que tardar, aunque confía en mí, el vestido que le traje es el indicado —aseguró.Se relamió los labios, ansioso.—¿Y entonces por qué no sale del baño hace como veinte minutos? ¿Cuánto va a tardar en ponerse el vestido?Golpeó su hombro.—Silencio, está haciendo todo lo que está a su alcance para no chillar. Además, le cuesta verse en el espejo. Seguro que con mi maquillaje y el vestido ha quedado atónita —dijo orgullosa. Celene era una de las pocas personas a las que rara vez veía mal o
Una hora antes.—¿Estás seguro de que esto es buena idea? —Clarissa terminó de guardar las cosas en su cartera antes de volver a mirarlo. Seguía estando teñida y guardaba silencio—¿No crees que será raro para la gente que justo en el momento en que nos vamos con Demian vengan ellos? ¿Realmente quieres volver a pasar por ese chisme?Suspiró acomodándose la corbata delante del espejo.—No estaremos solos. Vendrá Ciro y también Logan, solo será un reencuentro para rememorar las cosas y ponernos al día. Es lo que es. No te preocupes, no te seré infiel. Llevamos casados cinco años.Suspiró.—Y ni con esa cantidad de tiempo logré hacer que tus ojos brillen como lo están haciendo ahora —murmuró.Giró para verla.—No te preocupes —se adelantó antes de que él dijera algo—. No puedo obligarte a sentir algo hacia mí que no te nace. Aunque a veces me desees, sé que no me amas de la forma en que quiero que lo hagas. No está mal. Solo... Confío en ti, Damián. Sé que harás lo correcto por esta famil
Bien. Eso no se lo había esperado para nada.—¿Cómo dices? ¿Disculparte? Ciabel, tú no necesitas disculparte por nada —declaró con seguridad.Tomó aire.—Te ignoré muchas veces y me siento mal por haberte alejado de Ciro, porque a él le afectó y sé que a ti también. Nunca fue mi intención hacer eso.Tragó saliva.—Era importante que sanaras. No me arrepiento de haber tomado distancia, porque ahora te veo y te veo bien. Me llena de paz verte tan bien, para ser honesto. Tal vez no nos vimos en años y fuimos un desastre el uno con el otro, pero realmente me alegra haberte visto. Verte así de bien es sencillamente genial y no quiero, por nada del mundo, que te disculpes por eso. ¿Quedó claro? Fue mi elección. No solo me dolió a mí. Yo también te alejé, te hice firmar un divorcio, Armstrong. No deberías disculparte, tendrías que estar odiándome.Sonrió amarga.—No digas eso. Qué descarado. Sabes bien que no puedo odiarte. Jamás podría, lo sé porque por mucho que lo intentaba nunca me salió
¿Por qué su corazón se aceleró de esa forma una vez en sus brazos? El perfume de él, la cercanía, los brazos fuertes rodeándola... todo eso era tan inesperado. Estaba claro que se habían dejado llevar por los impulsos. Quiso hacerlo unos segundos más, así que acomodó su mentón sobre su hombro y soltó un largo suspiro.—Siento que de alguna manera este abrazo es sumamente inapropiado —admitió en voz baja.Se relamió los labios. No dijo nada. Pensaba lo mismo, mas no planeaba hacer algo al respecto. Disfrutaba de la sola idea de quedarse así. Había anhelado ese momento durante muchos años como para volver a dejarse llevar por lo que era o no correcto según la sociedad.Se había vuelto todavía más egoísta de lo que era años atrás.—¿Damián? Su voz como un susurro envió descargas eléctricas por su cuerpo y sin notarlo sus brazos se ciñeron todavía más alrededor suyo, maravillado. —¿Sí?Ella se apegó a su dorso también.—¿Estás bien?—Sí. ¿Estás bien? —repitió sonrojada.Estaba en un pa