Hace rato Aaron me había traído una copa y yo hacía como que la bebía pero no lo hacía, mientras hablaba con la gente a su alrededor coloqué la copa sobre una mesa y volví a donde estaba, sin embargo, me paralicé por un momento al verme descubierta por mi esposo quien me observaba a lo lejos de esa manera tan intensa.

—¿No te gustó?

—Quiero estar sobria para lo que quiero hacerte esta noche —le dije con picardía desviando su atención del motivo principal.

Él sonrió misterioso.

—Aaron.

Una nueva interrupción hizo que los dos nos aparatáramos ligeramente.

Yo fruncí el ceño nada más al verla acercarse a nosotros.

Doretta se veía guapísima con el vestido ceñido que llevaba pero al aparecer está furiosa por mi presencia dado a la manera en que me mira.

—Espero que estén disfrutando, todo quedó perfecto.

—Estábamos disfrutando, hasta hace segundos —murmuré.

Ella me miró fijamente y de repente el aroma de su perfume llegó a mis fosas nasales ocasionando que sintiera náuseas.

Ay, no, bebé. No