Capítulo 28. Nacimiento.

Stephanie Miller

Los gritos desde el auto son innegables. Las contracciones se hacen cada vez más seguidas y el dolor es tan intenso, que creo que me partirá en dos. Es como si me rasgaran las entrañas y lo que queda, se incendia.

Me siento en la orilla del asiento, enterrando mis uñas en el borde, mientras no dejo de gritar y llorar. Intento contar el tiempo que dura la contracción, pero el dolor es tanto, que no me deja concentrarme en nada más que eso.

Stuart me observa, cada cierto tiempo, por el retrovisor, con mucha preocupación, dado que nunca me ha visto en este estado. Él era el chofer de mi padre, el cual, lo envió conmigo para poder tener a alguien conocido y no sentirme tan sola.

Con sus ojos tiernos y compasivos, me dice, “Respire, señorita Miller, solo no deje de respirar.”

Sin evitarlo, le grito enojada, “¡PARA TI ES FÁCIL DECIRLO! ¡Tú no tienes a tres seres vivos que quieren salir por un pequeño orificio! ¡Esto desafía toda ley natural, joder!”

Veo como Mildred sonríe
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