Matthew Anderson.Dos semanas después.Luego de una semana de intensa búsqueda, con Stephanie encontramos la perfecta escuela para los tres niños. En honor a que yo me pueda acercar a las niñas, acordamos en que nos turnaremos en pasarlos a buscar, así podré pasar tiempo con ellas sin espantarlas.Hace unos días, Stephanie me mencionó sus ganas de volver a trabajar, pero Enzo se enojó muchísimo con ella por decirme. Honestamente, no sé qué problemas tienen ambos, pero secretamente me alegro de que los tengan. Puede sonar egoísta, pero mi amor por ella no ha disminuido nada en todos estos años. Solo ha aumentado.Cada día en que puedo pasar unos minutos con ella, hablarle o solo verla sonreír, hace que mi día mejore considerablemente. Me encuentro sonriendo más y siendo más amable con todos. Ella hace que yo sea y quiera ser una mejor persona.“¿Matt?”Sacudo mi cabeza, giro mi silla y ahí la veo. Radiante, hermosa y perfecta, detenida en la puerta con su sonrisa en su rostro y sus ojo
Stephanie Toussaint.Cuando sentí los dedos de Matt en mi mentón, hizo que un escalofrío viajara por mi espalda. Sentir su perfume con tonos de madera, y ver sus increíbles ojos azules mirándome fijamente, por un momento me perdí a mí misma. Desconozco si son las hormonas del embarazo o si realmente era yo, pero en ese momento, lo deseaba.Deseaba tanto que me besara, que me tomara en sus brazos, me sentara en su escritorio y me hiciera el amor como hace años lo hacía. ¡Oh, cómo deseaba volver a sentir su polla dentro de mi coño! ¡Cómo necesitaba ver que me dejara marcas sobre mi piel, testigos oculares de que pertenezco a él!¡Pero qué mierda pasa conmigo! ¿Desde cuándo me he convertido en una infiel? ¡Esto tiene que parar, Steph! Nada bueno saldrá de todo esto. ¡Tú eres una mujer CASADA! No puedes andar haciéndole daño a los que te rodean. No puedo hacerle a Enzo lo que Matt me hizo.Y ahí estaba. El recordatorio intrínseco de lo que sucedió el día antes de mi matrimonio fallido. Un
Stephanie Toussaint.Después de compartir con Matt durante la tarde, regresé a casa. Enzo me esperaba, enfadado, en el despacho. Sin ganas de discutir nuevamente con él, decidí tomar una siesta, por lo tanto, me dirigí sin demora a la comodidad de mi habitación.Hoy le correspondía a Matt ir por los niños y quedamos en que regresaría a las niñas a la hora de la cena. Eso me daba exactamente casi dos horas para dormir e intentar enterrar los dramas de mi vida, aunque solo fuera por un momento.Me recosté en la cama y casi de forma inmediata, el sueño vino a mí. Era como si estuviera caminando por los increíbles viñedos de Italia. Todo a mi alrededor era verde, mientras el sol del atardecer abrigaba mis hombros descubiertos. La vista era simplemente extraordinaria.Majestuosas montañas se alzaban ante mí, mientras en la lejanía, una casona antigua albergaba la risa de niños jugando en los alrededores. Un susurro en mi oído me sacó de mi estado de asombro. “Te amo, querida.”Giré mi rost
Vicenzo Toussaint.Cada día que pasa, siento que Steph se aleja más de mí. Quizás sea solo una suposición de mi parte, pero no hay nada que me quite la sensación de que la estoy perdiendo. Está sumamente volátil, todo lo que le digo la enoja y honestamente no sé cómo llegar a ella. No sé como abordarla sin que intente arrancarme la cabeza.Es como si Stephanie hubiera puesto un gran muro, separándola de mí. Siempre me he caracterizado por ser un hombre seguro de sí mismo, sin embargo, esta mujer es mi perdición. Desde que la conocí, la vida se tornó en constante movimiento, siempre cambiando. Todo el tiempo debo estar atento, porque sé que en cualquier momento me la pueden quitar.Stephanie es una en un millón. No hay cualidad en ella que no ame, incluso aquellas que me vuelven loco. No cambiaría ninguna parte de ella. La amo tal como es. Junto a las niñas, se han convertido en mi mundo entero. Sacrificaría mi vida por protegerlas. Así es como las amo.Pero no soy ciego. Sé que Stepha
Matthew Anderson. Dos semanas han pasado desde el altercado con Antonella en mi oficina. Desde ese día, no la he visto en ningún lado. Ni siquiera en sus preciados eventos sociales en los cuales adora tanto asistir. Dicen que se ha encontrado recluida en su mansión en la compañía de su familia, preparándose para el juicio. Mi tío Tom ha sido la primera víctima de toda esta batalla. Se separó de su marido. Al parecer, Raúl lo hizo escoger entre su familia y nosotros. Mi tío, como buen Anderson, detesta los ultimátums y las amenazas y, sin dejar opción para la discusión, tomó sus pertenencias y se marchó de ahí. Honestamente detesto todo esto. Tom es un hombre genial que se merece toda la felicidad del mundo. Me siento terrible de que su esposo le haya hecho escoger. Stephanie ha intentado conversar sobre el tema, pero Tom la ha cortado de inmediato. Dice que no tiene ganas de hablar de eso. Se ha quedado en mi casa desde entonces. La fiscalía me ha llamado para ser testigo. Querían
Matthew Anderson.Fiel a su palabra, Enzo arribó veinte minutos después de que yo lo hice. Esperé en mi auto, hasta que mi equipo de seguridad apareció en el lugar. Todo esto para no tener que lidiar con empujones o golpes desagradables. Los periodistas pueden llegar a ser verdaderos hijos de puta cuando se lo proponen, todo por captar primeros la noticia.Una vez dentro, saludé cortésmente a Enzo y Steph. Cada día me siento más orgulloso de mí, dado que he aprendido a manejar mis celos y mi posesividad. En estos momentos, sé que Enzo la cuida y la ama al igual que yo, y ella, aunque no lo reconozca, sé que nos ama a los dos. ¡Dios! No creí que fuera capaz de compartir, pero por estar cerca de Steph, acepto cualquier pedazo que quiera darme.Los tres nos dirigimos al despacho de la jueza Barrett, la cual nos estaba esperando. El fiscal golpea la puerta y rápidamente nos recibe. Se nos instruyó que solo él y Steph pueden hablar. Marie le hizo llegar un certificado diciendo que no puede
Stephanie Toussaint.Luego de la conversación con la jueza en su oficina, salimos por el pasillo. Vi como Matt siguió caminando hacia la sala del juicio y Enzo me detuvo tomando mi mano. Me dijo, “Nena, tienes que regresar a casa.”Fruncí el ceño y le dije, “Pero no quiero dejarte solo, Enzo. No después de lo que pasó en esa oficina. Tendrás que enfrentarte a ese horrible abogado. Es un verdadero imbécil.”Enzo me regaló una sonrisa tierna mientras me dijo, “no te preocupes, nena. Ahora, lo más importante eres tú y los bebés. Todo esto lo hicimos para evitar que estuvieras aquí. No tiene sentido que te quedes y lo sabes.”Suspiré profundo porque sé que Enzo tiene razón, como siempre la suele tener. A regañadientes acepté, besó mis labios suavemente y se dirigió a la sala del juicio, detrás de Matt. Vi cómo se alejaron de mí los dos hombres más importantes de mi vida.Giré mi cabeza y vi que estaba Taylor esperándome. Me acerqué y le dije, “déjame adivinar. Matt te pidió que me llevaras
Stephanie Miller conoció a un chico cuando él tenía ocho años. Era el primer día de primavera, aquel en que los rayos del sol están acompañados por una suave brisa fresca y es posible observar los primeros brotes florales. Los colores son vivos y te invitan a disfrutar del entorno.Estaba de visita con su madre en el parque estatal que queda ubicado en el centro de la ciudad de Manhattan.Mientras ella jugaba con su barquito de madera en la laguna, este chico se sienta a su lado y coloca su barco en el agua.Luego él se gira y la observa divertido con sus grandes ojos azules brillando intensamente. Le dice confiadamente: “En verdad me gustan mucho los barcos. ¿Qué hay de ti?”Ella, sin poder articular una sola palabra a sus tiernos seis años, lo miró boquiabierta y solo le sonrió tímidamente, sonrojándose totalmente, mientras asentía a sus palabras en completo silencio.Él le devuelve la sonrisa, siendo aún más grande que la anterior, mientras le dice: “Me llamo Matthew, pero todos me