CAPITULO 76

Sin poder evitarlo, le supliqué a Diego con los ojos que me perdonara.

Sus perfectas facciones habían quedado desencajadas por la inesperada noticia. El ruido sonoro de la botella, que se volvió añicos por la caída, me sobresaltó y tiré con rabia mi mano, liberándola del agarre de Lucas. Di media vuelta con desesperación y me perdí por la entrada de la casa, me abrí paso a través de las escaleras para ir a encerrarme en mi habitación.

No podía presenciar aquello. Lucas no debió haberle dicho de aquella manera que estábamos esperando un hijo. Bajo ninguna excusa tuvo por qué restregado en la cara que la mujer que amaba y buscaba con desespero, estaba ya casada y, además, embarazada.

Mónica me siguió y mientras me derrumbaba en la cama a llorar por toda la situación, mi amiga cerró la puerta y acudió a con

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