Nuestras miradas se encontraron, haciéndose miles de preguntas y confesiones a la vez. Rogando de manera silenciosa porque el otro se acercara y diera el primer paso en esta situación que se tornaba tensa y abrumadora para ambos.
Era increíble como después de tanto tiempo, algunas cosas no habían cambiado. Aún como antes, mi corazón saltaba con solo verla y sentirla cerca. Mi alma reía después de tanto llanto por el simple hecho de vislumbrarla otra vez, de que no fuera un sueño como al principio imaginé.
Al parecer, no pudo evitar volver a este lugar donde pasamos por tanto, donde vivían muchos recuerdos que acariciaban la piel a pesar de los años, a pesar de las cosas que tuvimos que enfrentar, a pesar de que habíamos roto todo lo que nos unía.
Sin embargo y aunque sentía mucho resentimiento por todo lo que ocurría, moría de ganas
Mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho al sentirla tan cerca. Al momento en que estuvo a centímetros de mí, esquivó mi cuerpo, pasando por mi lado y rozando levemente su brazo con el mío.Esa simple acción, ese único contacto, hizo que saltaran chispas alrededor de ambos. Me tuve que tomar al menos un par de minutos para reaccionar y voltearme a enfrentarla otra vez. Cuando lo hice, la vi con los pies descalzos, metidos al agua, removiéndolos y dirigiendo sus ojos sobre el extenso mar.Me quedé paralizado por la visión que tenía.El vestido de verano color blanco que llevaba, dejaba vislumbrar por debajo, la sombra de su silueta gracias al resplandor de los rayos del sol.Seguía siendo perfecta. No existía un mínimo resquicio de que hubiera sido madre en algún momento.Por todos los cielos que sería demasiado difícil hacer lo
—¡Bájame, Diego! ¡Bájame ya! —comenzó a gritar mientras me golpeaba en la espalda y sacudía las piernas.—¡Ya basta! —grité sin interrumpir mi marcha—. ¡Mantente quieta o terminaremos en el suelo y nos tomará más tiempo llegar!—¡Solo bájame! —suplicó en medio de sollozos y suspiré.—Lo haré si prometes ir conmigo sin protesta alguna. No es momento para tus niñerías —dije por lo alto, con cierto matiz de enfado.—Está bien, tú ganas, ¡pero bájame ya! —concluyó y así lo hice.Cuando su cuerpo se separó del mío, sentí un frío aterrador que se había desvanecido cuando sentí su contacto. Ambos nos medimos, allí, bajo la lluvia, como dos completos idiotas.—Ven —
La carretera estaba húmeda, pero mi impaciencia por llegar a la casa era mayor.No quería mostrarme vulnerable por su regreso, que creyera que seguía siendo el mismo iluso y manipulable de hace tiempo, pero sabía a la perfección que con solo verla, mis defensas eran desarmadas por entero y me daba pánico sufrir de nuevo.Me sentía sobrepasado con la situación, porque no pensé que me pegaría tanto su regreso: verla otra vez, sentir su aroma y otras cosas más, solo hicieron que me convenciera de lo que siempre supe; y es que jamás arrancaría a aquella mujer de ojos infernales de mi vida. Ella era mi dueña, era mi ama y el sendero de luz de mi alma.Quise creer, cuando me enteré que teníamos un vínculo, que podría soportar su presencia y contener todas las emociones que había guardado por ella. Pero me equivoqué tanto, porque s
Mientras lo hacía, no pude evitar preguntarle por qué se portaba de ese modo conmigo, cuando yo la había recibido de mala manera.—¿Por qué lo haces? —indagué, mientras ella fruncía el ceño, sin desviar sus ojos de su objetivo y sin detener los movimientos de su mano—. Ayudarme —aclaré—. ¿Por qué lo haces? —ella solo suspiró sin mirarme.—Es lo que cualquiera haría —respondió de manera seca y sonreí a pesar del dolor en la mandíbula.—Hace segundos, parecías preocupada. Cualquiera no tendría por qué hacerlo.—No soy cualquiera —dijo esta vez, mirándome a los ojos por unos segundos—. Soy la madre de tu hijo —su respuesta tajante, me hizo hervir de la rabia.¿Ahora sí era la madre de mi hijo? Ahora que ese manipulador muri
—¿Te gusta lo que ves? —indagué provocativo. Se detuvo por un instante y sin mirarme, siguió con su cometido—. Al parecer, algunas cosas no han cambiado —seguí—. No puedes negar que te sigo gustando —ella solo siguió, esta vez atrapando con sus dedos el cordón del pantalón deportivo que llevaba, rozando levemente mi miembro. Me miró y enarcó una ceja, bajó la vista hasta el bulto que se había formado bajo la tela, para luego volver a verme a la cara.—Al parecer, algunas cosas siguen igual —replicó sin inmutarse, dejándome completamente sin habla.Tragué con fuerza, mientras ella solo suspiraba y negaba con la cabeza.Cuando me quedé en ropa interior, traté de ponerme de pie, pero una vez más ella tuvo que ayudarme, llevándome hasta el baño y abriendo el grifo para mí.&
La vi perderse, completamente atontado y aproveché para hablarle a Ernesto, avisar que no iríamos esa noche y que por favor, me informara cualquier cosa que surgiera con mis dos hijos. El enfado había menguado bastante en comparación al instante en que nos reencontramos. Sus gestos me indicaron que algunas cosas que tuvimos en la intimidad, no lo hicieron. Pero de todas maneras, eso no significaba que olvidaba todo lo ocurrido y le facilitaría las cosas. Sin embargo, si íbamos a tener que vernos las caras de por vida, como bien dijo ella, al menos sería sensato llevar la fiesta en paz. Además, tenía que admitir que no deseaba se volviera a marchar de mala gana. Estaba seguro que tendríamos que tener al niño por turnos, ya que no residíamos en la misma ciudad; ni siquiera vivíamos en el mismo país. Ella seguramente debía ocuparse de sus asuntos y como bien dijo Liam, tenerla de enemiga solo me traería problemas para que mi hijo me aceptara. Y e
—Está bien —respondió mientras subía sus piernas al sillón y se abrazaba a ellas—. Cuando te marchaste del aeropuerto, no fue Lucas quien apareció por mí, sino Bianca —comenzó, mientras yo le prestaba toda mi atención—. Ella estaba destrozada y apenas pudo decirme lo que estaba ocurriendo. Fuimos directo al hospital y en el trayecto me contó que Lucas había sido sometido a quimioterapia y que casi moría en el proceso. En ese momento entré en shock, porque no sabía que estaba enfermo y cuando lo vi, no pude creer que se tratara de la misma persona que había dejado días atrás en Londres.»El medico prácticamente lo sentenció a muerte, ya que Bianca no era compatible para ser su donante de médula, y cuando salió a colación que era su prometida, nos exigió que procreáramos un niñ
Declaró y a pesar de que sus palabras eran de lo más acertadas, me dolía en el alma que lo dijera, que confesara que no estaba allí por mí, ni para ser parte de mi vida de nuevo.—Sé que de nada sirve decirte que te amaba, al punto de que los primeros tiempos, me sentía sucia por haberme marchado con otro hombre, y sé que no te interesa ni mucho menos, pero para mí fue como si te estaba traicionando. Ya cuando todo llegó al extremo y estaba en juego mi salud por la falta de sueño, por mi pérdida de apetito, Lucas decidió que parara, como él decía, con mi autotortura de llorarte de aquella manera. Dolió mucho dejarte, dolió mucho mentirte para que te alejaras y al final de todo, lo que pudo habernos unido para siempre en aquel momento y arreglar las cosas, terminó por separarnos definitivamente. Porque sé, que el hecho de que pensaras que e