La sensación de su cálido cuerpo junto al mío despierta aquellos instintos que han permanecido dormidos por mucho tiempo. Aspiro el aroma de su cabello castaño inundando mis sentidos, después la observo dormir por un momento. ¡Diablos! Es hermosa, el semblante en su rostro es distinto al de siempre, no hay rastro de melancolía. Parece feliz en sus sueños. Beso su frente, luego sus labios apenas tocándolos, no quiero que despierte. Ella me corresponde, suspira y su aroma a licor me intoxica. Después susurro en su oído todo lo que me hizo sentir, desde el primer día que la conocí, hasta el día de hoy.
Me levanto de la cama y tomo un cambio de ropa limpia, mientras me dirijo al cuarto de baño me desnudo botando la ropa al suelo, dejando un camino a mi paso, como antaño, sé que detesta el desorden, pero ha cambiado yo he cambiado, ¿todavía está obsesionada con el orden? Gianni dice que no. Y si es así, quiero imaginarme años atrás, cuando estábamos juntos, cuando ella me amaba c
Gracias por leer.
—Como caballero que es señor Ethan, jamás dirá o insinuará nada con respecto a esta noche y parte del día. Creí, por un momento pensé que me había confundido, que no era verdad que mi esposo era este hombre Evan Reader. Pero cometió un error, se olvidó que su nombre es Evan y no Ethan. De hecho, lo supe en el instante en que nuestros labios se tocaron. Era mi esposo, estaba vivo, muy vivo. . . . Su hermano o el joven que parecía su hermano, estaba frente a mí. Él era todavía más parecido a un Ethan más joven, ese hombre que había salido de la universidad, que había montado sus propias oficinas, un joven con sueños e ilusiones. Y no el hombre en el que años después se convertiría. —Noah, te presento a Elena, mi… —Amiga —le interrumpo. Ethan me mira. Sé que le dije que no quería que hablara de lo que sucedió entre ambos, pero… se ve mucho peor que piense que se llevó a la cama a su jefa. Porque nadie pensaría lo contrario
Inferno En cuanto el auto arrancó entre de nuevo al edificio y al ver que el elevador cerraba sus puertas para subir, corrí a las escaleras de emergencia y subí rumbo a mi departamento. Estaba furioso, sentía mi sangre arder. ¿Cómo se atrevía Noah a coquetear con Elena? ¿Qué no sabe que no puede ilusionarla con algo que no pasará? Elena no puede fijarse en un hombre como yo, ya lo entendí, pero tampoco en mi hermano. Entro al departamento, Noah está sentado en el único sofá de la habitación, mirando la televisión. —¿Me puedes explicar qué demonios pasaba por tu cabeza cuando pensaste en coquetear con mi esposa? —Disculpa, hermano. Pero ella no es tu esposa, es una mujer soltera. Pierdo el sentido de todo, quiero matarlo. Me acerco a él y lo tomo de la ropa y lo levanto del sofá; acerco mi rostro muy c
REPRESALIASEstoy llegando a la fundación cuando veo llegar a Elena en su coche, luce preciosa y deseo poder estrecharla en mis brazos y besarla. Pero no puedo, una vez que está dentro del estacionamiento, entro al edificio. Me dirijo a la oficina de Gianni. Ella todavía no llega a la fundación, lo cual es extraño, ya que siempre llegan juntas. Me siento en su escritorio y me pongo a revisar algunos correos que tengo pendientes en mi cuenta. Escucho la puerta abrirse, pero no levanto la mirada para ver quién ha entrado, sin embargo, por el perfume sé que es Gianni. Su taconeo se acerca con paso firme, ella se coloca detrás de mí.—¿Con qué derecho estás aquí, en mi lugar, ocupando mi ordenador y para colmo con una cuenta de correo electrónico personal y no laboral?—¡Cállate!, no molestes. ¿Qué
Estoy en el estacionamiento de la fundación observando al personal salir, el día ha finalizado y estoy esperando a verla por última vez hoy. Estoy loco por ella y mis deseos de escuchar su voz y oler su perfume carcomen mi alma. La veo salir, Gianni no está con ella por lo que camina sola hasta su auto. Camino detrás de ella con sigilo o a lo mejor, no tanto porque notó que sus hombros se tensan. No quiero espantarla, pero tampoco resisto la idea de tomarla entre mis brazos sorpresivamente, porque no creo que me permita hacerlo de otra manera.Me coloco detrás de ella, su nerviosismo la entorpece, por lo que sus manos temblorosas dejan caer las llaves de su auto. En el momento en que se inclina por ellas, observo con picardía y detenidamente sus formas, como todo hombre hubiera hecho en mi lugar. Los hombres mentimos cuando decimos que no hacemos estas cosas y más cuando el objeto de nuestra lujuria es la mujer qu
—Noah —respondo.—¡Hola! ¿Interrumpo algo importante? —me pregunta con voz sugerente, bien sabe que estaba con ella, los policías que la siguen debieron advertirle.—No. ¿Cómo fue tu día?—¡Excelente! Me torcí el tobillo jugando una partida de baloncesto.—¡Qué idiota! ¿Mamá?—Preocupada porque no le has llamado —golpeo mi frente con la palma de mi mano por haberme olvidado llamarla.—Comunícamela, por favor.—¿Hijo? —su voz ronca me hizo saber que se encuentra enferma.—Hola, madre. ¿Estás enferma?—No es nada, solo una gripe.—¿Has ido con el médico?—Sí, no te preocupes. Dime, ¿te gusto tu apartamento?, ¿te gustaron las flores que coloqué antes de irme?—Todo me ha gustado.—Estaba muy preocupada, por favor llámame. No me gusta que estés cerca del peligro. Ethan, no quiero perderte ahora que te tengo.—No pasará. Me cuido. ¿Qué te parece si mañana nos reunimos todos para comer? —sugiero, los extrañó, y quiero pasar tiempo con ellos. Después de todo, ahora son lo único que tengo.—¡
Marco el número de Nick, no ha hecho mucho con respecto a la investigación, lo sé. Pero también comprendo que él está entre su familia y un amigo. Pero tengo que presionarlo.—Diga —responde, por lo que de inmediato le suelto dos palabras que sé que entenderá a la perfección.—Las pruebas.Corto la llamada de inmediato. Maldigo mi suerte porque no traigo el auto de mi hermano, de otra manera hubiera ido manejando detrás de Elena solo para asegurarme de que haya llegado a casa, sana y salva. Por lo que solo termino saliendo del edificio a pie. Espero a que pase un taxi vacío y le hago la parada. Me voy directo a mi departamento. Mientras que el taxi hace su recorrido, intento ver la ciudad sin ponerme melancólico.Mi teléfono vibra, al sacarlo de mi pantalón observo que es uno de los policías que cuidan de Elena. Reviso el mensaje, ella se ha desviado. De inmediato llamo a Gianni.—¿Ethan?—¿A dónde va Elena?—No lo sé, ¿por qué?—Se desvió.—Tranquilo, Ethan. Seguramente fue con su as
Mi velada en casa de Quella termina a las dos de la mañana, me he despedido de ella con un gran abrazo, al ver a Sophia con su enorme vientre me pone nostálgica. Ella es feliz con el hombre que ama y no puedo evitar sentirme envidiosa y muy mal. Soy horrible.Cuando llego a mi departamento las luces están apagadas, por lo que supongo que Gianni está dormida. Voy a la cocina, saco un vaso y de la nevera una jarra de agua de frutas. Me sirvo y devuelvo la jarra dentro de la nevera. Tomo mi vaso y camino hasta el ventanal, allí observo fuera del edificio el mismo coche que me sigue a donde quiera que voy, estacionado a contra esquina del edificio.—¿Qué hora son estas de llegar, señorita? —Salto en mi lugar por el susto de la voz acusatoria de Gianni.—¡Gianni, me asustas!—Es tu conciencia la que te asusta —me dice encendiendo la luz de la sala.—Siento no haberte avisado, fui con Quella.—Estaba preocupada, la próxima ocasión avisa —me pide—. Aunque, por otro lado, también se me pasó p
Veo salir a Ethan devastado de la oficina. Y me pregunto por qué no es honesto conmigo. Por qué siempre todo tienes que ser verdades a medias. Lo he llamado por su nombre por segunda vez y no lo ha notado. Camino hacia mi escritorio y me siento. Sus palabras, su loca fantasía, lejos de halagarme me hace sentir tanta rabia. Porque lo teníamos y lo arruinó.Cree que puede engañarme, desaparecer por años y, luego, aparecerse en mi vida con otra identidad y tener la osadía de pensar que puedo perdonarlo. Nunca podría hacerlo, el daño que me hizo es irreparable y su vida un desastre completo. Además, no se atreve a mirarme a la cara y decirme la verdad.La puerta se abre abruptamente, es él, quien ha irrumpido en mi oficina. Por su rostro eufórico y su intensa mirada sé que se ha dado cuenta de que he dicho su nombre real. Él espera a que yo hable y le diga lo que quiere escuchar, quiere saber si solo fue un error mío, sin embargo, creo que él merece la agonía.—¿Ahora qué, señor Reader? —