Elena Hoy era el segundo día que pasaba hospitalizada, después de la cirugía, y aunque me sentía carente de sentimientos de angustia o tristeza, no puedo evitar pensar en que Ethan no ha venido a visitarme en estos días. Miro hacia Gianni, que se encuentra en el sofá de la habitación mirando muy entretenida una revista.—¡Oye! —le digo tratando de llamar su atención. Ella levanta la vista y me regala una sonrisa tierna.—Hola, pensé que no despertarías hasta el día de mañana dormilona.— ¿Hoy vino Evan? —pregunto con indiferencia.—Emm… ¿Cómo es eso? No me digas que has caído en sus redes —me dice burlonamente.—No es eso sólo que… siempre anda merodeando como un ave de rapiña y hoy no ha sido así.—Mmm, eso no es bueno, a menos que quieras terminar perdidamente enamorada de él. Y como la buena amiga que soy, te diré que no debes encariñarte con ese hombre. No te conviene.— ¿Por qué dices eso, no querías que tuviera una relación con él?—Una aventura no es lo mismo que una relación.
No puedo creer mi mala suerte, estoy muriendo lentamente. El implante no funciona y ahora debo esperar a que alguien de buena voluntad haya decidido donar sus órganos antes de morir. Y, aun así, existía la posibilidad de no resistir la operación. Ahora me mantienen en el hospital monitoreada, conectada a estos aparatos y lo peor, medicada.¿Qué clase de final me espera si no encontramos un donador a tiempo? ¿Moriría aquí en este cuarto de hospital? ¿Sola?EthanSaber que su vida se esfuma como humo entre mis manos me atormenta, su corazón poco a poco deja de latir, su vida se extingue con cada segundo que pasa. No encuentro solución a este problema. He arriesgado todo por verla a salvo, he hecho cuanto he podido por hacerla feliz.Camino por los fríos y largos pasillos del hospital hasta su habitación, en la entrada me detengo, ahí estaba él, el hombre que en mi ausencia se convirtió en mi rival, el hombre que tal vez pueda ganar su corazón, después de todo es un mejor hombre que yo.
EpílogoElenaEthan tuvo razón, todo estuvo bien…Ethan y Gianni eran para mí, mis ángeles guardianes. Durante estos siete meses ellos me cuidaron. Gianni se preocupaba por mis medicamentos y alimentación. Ethan hablaba conmigo acerca de mis emociones. Se ocupaba de distraerme para no desesperarme por el encierro. Cuando comencé con las caminatas diarias, él me acompañaba en ellas todas las tardes. Se había comportado como un gran amigo. Muchas veces habíamos estado a punto de besarnos, al último momento me arrepentía, su amistad era muy valiosa para mí. Tenía miedo de perderlo.Hoy era un día especial y triste. Lleno de recuerdos felices y amargos. Gianni había salido con Oliver, mientras que yo, como cada año, me encerraba en mi habitación a recordar.Me encontraba en mi habitación mirando el atardecer desde mi ventana, en una hermosa tarde cómo hoy me había casado con Ethan. Había sido muy feliz. Pero también hacía cinco años él me había dicho que me amaba, y como una estúpida en
El tic tac del reloj de piso del doctor Albert Fox, es el único sonido que se escucha en las cuatro paredes de la habitación. Él está sentado frente a mí detrás de su escritorio con las manos recargadas pacientemente sobre la madera de caoba de su escritorio. La luz natural de la ventana traspasa las delgadas y casi transparentes cortinas blancas hasta su posición sentada, llenándolo de un halo sobrenatural y haciéndolo parecer una deidad nórdica, si su cabello rubio y brillante no se pareciera más a el de un príncipe novelesco antiguo; su sonrisa engañosamente gentil y de autosuficiencia me irrita. ¡Arg! Si pudiera borrársela con mi puño tal vez nos ahorraríamos más sesiones de terapia. ¡Qué no me sirven para nada!, he de añadir.¿Obsesión? Él me ha dicho que estoy obsesionado. ¡Maldita sea! ¿Qu&eac
Llegué a una residencia de clase media. La casa era blanca, aunque su pintura se mostraba un poco desgastada. Subí las escaleras que conducían a la puerta y di tres toques. Entonces la puerta fue abierta por un hombre joven muy parecido a mí. Sus ojos grises del mismo tono que los míos me evaluaban, yo también hice lo mismo. Y tras una sonrisa preguntó:—¿Ethan Donovan?Fruncí el ceño, se suponía que cualquiera que fueran las personas que vivían aquí, no deberían conocerme y, sin embargo...—Sí —respondí sin demostrarle mi desconcierto.El chico se recargó en el marco de la puerta, sonrió y luego me miró de arriba abajo sin ninguna vergüenza. A leguas se le notaba que era un cínico.—Si estás aquí —cruzó sus brazos—, es porque ya sabes la verdad, &iq
Al regreso de Elena a Estados Unidos, el plan que se había estado gestando durante dos años atrás, para atrapar a Jonathan, se puso en marcha. Y Evan Reader tuvo que salir a la luz. Odiaba esta situación, tanto como me moría por comenzar. Noah, en un principio quería que hablara con ella, que la involucrara para sacar toda la información del bufete y de las empresas desde que fueron fundadas hasta la fecha, esta información estaba en los archivos y discos duros de las computadoras de Jonathan. Como directora y socia mayoritaria tenía el acceso a todo eso y el derecho de ordenar una auditoría, solo que los auditores serían policías. Y aunque sería lo más fácil, era poner en peligro su vida. Por ende, le ofrecerían una nueva identidad. Y por Dios que ella merecía tener una vida tranquila y sin problemas, meterla en mis asuntos era arrastrarla a una vida de huida const
Me encontraba a oscuras en mi habitación recordando al maldito demonio que llevo tatuado en mi corazón, la música de fondo era como un dedo lastimando una y otra vez la herida de su rechazo.Mientras bebo de la botella de brandy, Jessie, entra a la habitación, puedo imaginarla rodando los ojos debido a lo enferma que debía parecerle la situación. Me refiero a la oscuridad en la que estoy con el tipo de música de una mujer que ama un imposible.De pronto la luz ciega mi vista, luego de varios parpadeos tratando de enfocarme, lo primero que observo es su rostro descompuesto debido a la escena deprimente que estaba presenciando… Ebria, desalineada, seguramente con el maquillaje corrido debido a mis lágrimas y para rematar los ojos hinchados. Ella se acerca lentamente para finalmente sentarse a mi lado, arrebatándome el control del reproductor para bajar un poco el volumen. Los vidrios dejan de retumbar.
—Evan Reader para servirle, señorita. —Cierro la distancia hasta posarme frente a su escritorio y le ofrezco la mano. Ella levanta la vista del papel para ver mi gesto como si fuera la cosa más repugnante que ha visto en su vida. Luego, ve mi rostro.—Elena Donovan…Elena al tomar mi mano para corresponder mi saludo se ha puesto de pie, lo único que separa nuestros cuerpos, es el escritorio con la base de la mesa de vidrio; por lo que puedo notar, fácilmente, que lleva puesta una falda, a lo que las mujeres dirían es de corte de lápiz, alguna vez la escuché llamar de esa forma a la falda que me hizo comprarle solo porque el color vino le había gustado. Nunca la usó. Tiempo después Caroline, la llevaría puesta, ya que, no tenía absolutamente nada decente para trabajar conmigo en la firma; y Elena le había donado mucha de la ropa que nunca utilizó po