¿Qué pasó después?

Al regreso de Elena a Estados Unidos, el plan que se había estado gestando durante dos años atrás, para atrapar a Jonathan, se puso en marcha. Y Evan Reader tuvo que salir a la luz. Odiaba esta situación, tanto como me moría por comenzar. Noah, en un principio quería que hablara con ella, que la involucrara para sacar toda la información del bufete y de las empresas desde que fueron fundadas hasta la fecha, esta información estaba en los archivos y discos duros de las computadoras de Jonathan. Como directora y socia mayoritaria tenía el acceso a todo eso y el derecho de ordenar una auditoría, solo que los auditores serían policías. Y aunque sería lo más fácil, era poner en peligro su vida. Por ende, le ofrecerían una nueva identidad. Y por Dios que ella merecía tener una vida tranquila y sin problemas, meterla en mis asuntos era arrastrarla a una vida de huida constante. Nunca se sabía cuándo ya habías sido descubierto. Era abandonarlo todo, amigos, familia, nombre. Para el mundo estaría muerta. Así que le propuse a Noah, ir personalmente al bufete y solicitar empleo, aunque fuera de limpia pisos.

A Noah le pareció demasiado arriesgado, por lo que me sugirió trabajar en la fundación de Elena. Para él era preferible que Elena me descubriera y me matara por haber sido un cabrón con ella, antes de que lo hiciera Jonathan, por atentar en contra de sus sucios negocios. De esta forma, podría acercarme a Oliver o Nick para que me ayudaran a obtener la información que nos liberaría a todos.

El edificio de la fundación de Elena y Gianni, es pequeño. Consta de tres pisos y también sirve de albergue para las personas que solicitan el apoyo y la protección de la fundación, principalmente es el lugar de acogida de mujeres que sufren violencia intrafamiliar.

Camino hasta la entrada del edificio y el guardia me mira de arriba abajo. Traigo dos maletas de viaje con un poco de ropa. Jeans negros, botas grises, camiseta negra y chaqueta de piel. Mi cabello es tan corto como nunca lo había usado. Dejando al descubierto la cicatriz que llevo en la cabeza a consecuencia de los golpes en la cabeza que sufrí de uno de los secuestradores cuando me torturaron. Era importante que ella notara esas diferencias entre Ethan Donovan y Evan Reader.

—¿A dónde se dirige y con quién?

—Tengo una entrevista de trabajo con la señorita Elena Donovan, soy recomendado de Gianni Astromg.

El guardia me da un gafete de visitante y me señala la lista de registro; sé que por seguridad de las mujeres que piden protección no dejan entrar a cualquier persona a menos que haya sido solicitado o invitado por Gianni o Elena. Saco una pluma del bolsillo de mi chaqueta y anoto mi nombre actual: Evan Reader. El guardia lee mi nombre y asiente, indicándome que puedo entrar. El lugar por dentro es colorido, las paredes son amarillas y la decoración de los marcos, son rojos o azules.

Me acerco a la recepcionista que levanta la mirada hacia mi rostro cuando mi presencia se hace notar con mi sonoro carraspeo.

—¿Con quién va?

—Buenos días, Elena Donovan. Tengo una entrevista de trabajo, mi nombre es Evan Reader.

Ella asiente.

—Tome asiento le indicaré cuando pueda subir a su piso.

—Gracias —dije mientras que asentía con la cabeza.

Tomo la manija de mis maletas y la arrastro conmigo hacia la sala de espera. Tomo asiento al lado de una mujer que llevaba un niño en brazos, se notaba ansiosa, el pobre niño era mecido por su madre con movimientos que parecían más sacudidas que un movimiento suave para tranquilizar al pequeño que no dejaba de llorar. Pienso que tal vez el niño solo transmite los sentimientos de la madre. Cuando ella se da cuenta de que estoy mirándola detiene sus movimientos.

Sacó de uno de los compartimientos una paleta, la destapo y se la ofrezco al pequeño, de no más de tres años, él de inmediato deja de lloriquear y la toma de mi mano, sonrío ante esto.

—Gracias —agradece su madre con los ojos llorosos.

—No se preocupe, aquí estará en buenas manos —le digo por qué realmente lo creo.

—Señor Reader, puede subir. Es el último piso.

Asiento en agradecimiento y sin mirar nuevamente a la mujer a mi lado y a su hijo, tomo las maletas y me dispongo a marcharme.

—¡Suerte, señor!

Escucho a la mujer detrás de mí, giro la cabeza a ella y asiento. Sí, iba a necesitarla.

Cuando las puertas del elevador se cierran tomo una bocanada de aire. Estoy nervioso, aterrado en realidad. Pero ella es la prueba de fuego. Si me descubre, cualquiera lo hará. Por otra parte, mi corazón late de prisa, al fin la vería de frente, con otro nombre, con una fachada, esperaba, lo suficientemente distinta para hacerla creer que no soy su exesposo.

Antes de salir por el elevador, suelto el aire contenido y camino hacia la secretaria.

—¡Buenos días!

—Buen día, es el señor…

—Evan Reader.

—Ha llegado tarde a la entrevista, señor.

—Sí lo siento el viaje se retrasó. —Le señalo el par de maletas.

—La señora lo espera, acompáñeme. Puede dejar eso aquí, yo se la cuidaré.

—Muchas gracias, ¿señorita?...

—Marian.

—Un gusto en conocerte.

Ella asiente y se levanta de su asiento, me mira mientras rodea el escritorio y me sonríe.

—No esté tan nervioso, puede mostrarse muy dura, pero ella es buena persona y comprensiva.

—Gracias.

La mujer me conduce hasta la oficina de Elena y antes de que ella abra la puerta le susurro.

—La señorita Gianni Astrong me pidió que le informara cuando estuviera aquí, ¿podría hacerme ese favor? Yo, no tengo móvil y honestamente estaba más preocupado por llegar a tiempo con la señora Donovan.

—No se preocupe, lo haré por usted.

—Gracias.

Abre la puerta y me da el pase. Tomo mis maletas y entro. Dando rienda suelta a la actuación.

Elena está ordenando las hojas esparcidas por su escritorio. Su cabello castaño rojizo lo lleva más largo de lo que alguna vez lo hizo. Ella ya no tiene la fachada cadavérica que tenía la última vez que la vi, ahora su semblante es completamente sano. Sus mejillas sonrojadas le dan más vida, si eso es posible. Sus labios carnosos resaltaban más con el brillo del labial rojo que lleva puesto, y que los hace ver muy tentadores. De su rostro siempre fueron lo segundo que más me atrajeron, lo primero son sus ojos, ahora llenos de luz. Ya no está esa fachada temerosa e insegura que tanto desprecié en el pasado. Parece otra mujer y estoy feliz por ella. Ha florecido de una manera espectacular. Las fotos que Gianni me envía todos los días de ella, me lo habían contado, pero verlo en persona era algo totalmente diferente. No cabe duda de que fui su destrucción, y siempre cargaría con ese peso encima.

En el momento que me escucha entrar y comienza a levantar la vista de los documentos en sus manos hacia mí, contengo la respiración. Pero casi sonrió al verla levantar una ceja seguramente por mi atuendo informal. Y en el instante que mira mi rostro, suelta un jadeo, solo espero encontrar un signo de duda, porque eso sería suficiente para trabajar en hacerla creer que no soy Ethan Donovan.

—Buenas tardes, señorita —la saludo con el acento sureño muy parecido al de mi hermano—. Siento presentarme vestido informal, pero acabo de llegar a la ciudad, mis maletas se encuentran fuera de la oficina, he venido directo del aeropuerto.

Sus asombrosos ojos verdes se desvían para buscar mi hoja de vida sobre su escritorio, veo mi foto en ella, la cual ha sido pintarrajeada, supongo por Gianni a propósito. Inmediatamente, lo toma y lo lee, puedo ver su confusión pintada en su rostro. Mi presencia ha sido un impacto para ella.

—Evan Reader para servirle, señorita. —Cierro la distancia hasta posarme frente a su escritorio y le ofrezco la mano. Ella levanta la vista del papel para ver mi mano como si fuera la cosa más repugnante que ha visto en su vida. Luego, ve mi rostro.

—Elena Donovan —dice antes de estrechar mi mano. Le sonrío levemente al sentir la calidez de su piel, al sentirla después de tantos años. Quería que supiera que era yo, que había vuelto y que estaba feliz por ella, por sus logros y por vivir, a pesar de todo.

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