Las actualizaciones serán los lunes. Ya casi termina esta segunda parte y vamos con la tercera. Una vida llena de recuerdos, no se la pierdan. Gracias.
Me levanto de la cama muy despacio, me siento muy débil, no estoy segura de lo que me pasa. Me alimento bien, intento dormir lo suficiente, pero… no lo sé. Es extraño.Salgo de mi habitación, escucho a Gianni en la cocina. Por lo que me dirijo a ella. al entrar me percato de que está batiendo huevo en un tazón. De pronto esta pesadez se vuelve más intensa y creo que me desmayaré.—Gianni…Ella me mira, un momento y frunce el ceño.—¿Elena, te sientes bien? —Mis ojos se comienzan a cerrar y las fuerzas se me van, siento que voy cayendo a un lugar oscuro, solo escucho la voz de mi amiga llamándome—. ¡Elena!Algo me lástima al respirar, abro los ojos para encontrarme con Gianni mirándome con un rostro de pánico como hace mucho no la veía.—¿Qué… sucedió? —pregunto apenas puedo hablar.—Te desmayaste. Te ayudo a levantarte.Me doy cuenta de que estoy en el piso.—Espera… Todavía tengo un poco de vértigo.—Mientras te recuperas, dime a que medico puedo llamar para que te revise. Esto no es
PRODUCTIVOLuego de martirizarme por un largo rato, decido ocupar mi mente en algo más productivo o saldría corriendo al hospital para saber lo que ha pasado a Elena. Tomo los expedientes que están sobre el escritorio de Gianni y comienzo a estudiarlos, hago algunas notas y algunas llamadas. El tiempo se pasa y cuando menos lo pienso, Gianni entra por la puerta. Quiero levantarme, zarandearla y hacer que hable, pero sé que si hago eso ella no me dirá nada.—¿Qué haces aquí? —me pregunta. Su estado de ánimo no es el de alguien preocupado—. ¿Acaso, quieres quitarme mi puesto? —No respondo, solo me abstengo a mirarla depositar su saco detrás del respaldo de la silla donde me encuentro y su bolso a mi lado.—Algo así. Estoy revisando estos casos que tienes por aquí. —Le señalo.—Sí, son casos nuevos y no están asignados a ningún abogado todavía.—Pídele a Elena que me los asigne a mí, si es que no quieres encontrarme siempre en tu oficina.Muero de ganas por preguntar y ella está torturán
NICKAl escuchar las palabras de Jonathan en cuanto a matar a Ethan caigo en cuenta de lo peligroso que es el asunto y del riesgo al que estaba exponiendo a mi familia.—Nick, ¿qué sucede? Te noto extraño, preocupado —me pregunta mi esposa, mientras salimos del coche para entrar a casa.—No es nada, cariño, son cosas del trabajo —respondo con mi mejor semblante cansado.—Ayer llegaron los estados de cuenta del banco —me dice y siento un nudo en la garganta. Entramos a casa y hago como que no estoy preocupado por su comentario.—¿Y…? —pregunto despreocupado, pero estando seguro de que ella sabe de los retiros que he hecho.—En nuestra cuenta de ahorros no hay incrementos, al revisar los movimientos hay disposiciones de tu tarjeta. ¿Para qué ocupaste ese dinero? —mi esposa, se caracterizaba por siempre hablar las cosas antes que discutirlas, pero eso no me dejaba muchas salidas para evadirla.—Le presté a Oliver, no te preocupes me pagara en un mes.—Nick, sabes que ese dinero es el fon
Estaba llegando al puesto de vigilancia donde habíamos estado observando los movimientos de Gilbert y Jonathan, no teníamos orden de aprehensión ni de cateo, porque no teníamos ningún pretexto para inspeccionar el lugar. Pero sabíamos que algo escondían ahí. Entré a la camioneta en donde el equipo de espionaje estaba trabajando, mi hermano Noah se levanta del asiento y se dirige hacia mí con voz preocupada.—¡Lo tienen, lo descubrieron! —la sangre se heló en mis venas al escucharlo.—¡¿Qué?! ¡Demonios! —Pateo la puerta frente a mí—. ¡Debemos sacarlo de ahí!—Perdimos contacto con él hace cinco minutos —me dice respirando rápido.—¡Maldita sea! —quería que actuaran pronto.—Tenemos las pruebas, confesaron muchas cosas y sí, hay gente secuestrada ahí dentro.—¿Qué esperamos? —pregunto desesperado con la adrenalina recorriendo mi cuerpo.—A que nos contacten, a estas alturas saben que estamos aquí —responde y me dieron ganas de estrangularlo por lento, ¿qué no se daba cuenta de que Nick
Elena Hoy era el segundo día que pasaba hospitalizada, después de la cirugía, y aunque me sentía carente de sentimientos de angustia o tristeza, no puedo evitar pensar en que Ethan no ha venido a visitarme en estos días. Miro hacia Gianni, que se encuentra en el sofá de la habitación mirando muy entretenida una revista.—¡Oye! —le digo tratando de llamar su atención. Ella levanta la vista y me regala una sonrisa tierna.—Hola, pensé que no despertarías hasta el día de mañana dormilona.— ¿Hoy vino Evan? —pregunto con indiferencia.—Emm… ¿Cómo es eso? No me digas que has caído en sus redes —me dice burlonamente.—No es eso sólo que… siempre anda merodeando como un ave de rapiña y hoy no ha sido así.—Mmm, eso no es bueno, a menos que quieras terminar perdidamente enamorada de él. Y como la buena amiga que soy, te diré que no debes encariñarte con ese hombre. No te conviene.— ¿Por qué dices eso, no querías que tuviera una relación con él?—Una aventura no es lo mismo que una relación.
No puedo creer mi mala suerte, estoy muriendo lentamente. El implante no funciona y ahora debo esperar a que alguien de buena voluntad haya decidido donar sus órganos antes de morir. Y, aun así, existía la posibilidad de no resistir la operación. Ahora me mantienen en el hospital monitoreada, conectada a estos aparatos y lo peor, medicada.¿Qué clase de final me espera si no encontramos un donador a tiempo? ¿Moriría aquí en este cuarto de hospital? ¿Sola?EthanSaber que su vida se esfuma como humo entre mis manos me atormenta, su corazón poco a poco deja de latir, su vida se extingue con cada segundo que pasa. No encuentro solución a este problema. He arriesgado todo por verla a salvo, he hecho cuanto he podido por hacerla feliz.Camino por los fríos y largos pasillos del hospital hasta su habitación, en la entrada me detengo, ahí estaba él, el hombre que en mi ausencia se convirtió en mi rival, el hombre que tal vez pueda ganar su corazón, después de todo es un mejor hombre que yo.
EpílogoElenaEthan tuvo razón, todo estuvo bien…Ethan y Gianni eran para mí, mis ángeles guardianes. Durante estos siete meses ellos me cuidaron. Gianni se preocupaba por mis medicamentos y alimentación. Ethan hablaba conmigo acerca de mis emociones. Se ocupaba de distraerme para no desesperarme por el encierro. Cuando comencé con las caminatas diarias, él me acompañaba en ellas todas las tardes. Se había comportado como un gran amigo. Muchas veces habíamos estado a punto de besarnos, al último momento me arrepentía, su amistad era muy valiosa para mí. Tenía miedo de perderlo.Hoy era un día especial y triste. Lleno de recuerdos felices y amargos. Gianni había salido con Oliver, mientras que yo, como cada año, me encerraba en mi habitación a recordar.Me encontraba en mi habitación mirando el atardecer desde mi ventana, en una hermosa tarde cómo hoy me había casado con Ethan. Había sido muy feliz. Pero también hacía cinco años él me había dicho que me amaba, y como una estúpida en
El tic tac del reloj de piso del doctor Albert Fox, es el único sonido que se escucha en las cuatro paredes de la habitación. Él está sentado frente a mí detrás de su escritorio con las manos recargadas pacientemente sobre la madera de caoba de su escritorio. La luz natural de la ventana traspasa las delgadas y casi transparentes cortinas blancas hasta su posición sentada, llenándolo de un halo sobrenatural y haciéndolo parecer una deidad nórdica, si su cabello rubio y brillante no se pareciera más a el de un príncipe novelesco antiguo; su sonrisa engañosamente gentil y de autosuficiencia me irrita. ¡Arg! Si pudiera borrársela con mi puño tal vez nos ahorraríamos más sesiones de terapia. ¡Qué no me sirven para nada!, he de añadir.¿Obsesión? Él me ha dicho que estoy obsesionado. ¡Maldita sea! ¿Qu&eac