Inicio / Romántica / Todo lo que quiero eres tú / Introducción: El tipo correcto
Todo lo que quiero eres tú
Todo lo que quiero eres tú
Por: La Pluma
Introducción: El tipo correcto

Secaba cada músculo de su cuerpo mientras se miraba en el espejo, era todo un dios de hermoso y lo peor era que lo sabía y había aprendido a usar sus atributos para conseguir lo que deseaba de las mujeres.

En ese momento rompió el silencio.

—Mamá se volvió loca con el tema de la descendencia… En vez de no permitir que mi especie se multiplique, es lo que más desea.

Su hermano menor, Denis, lo escuchaba atentamente, sentado en la cama, entonces comentó.

—Ella te ama, solo quiere lo mejor para ti.

Él salió colocándose una camisa de seda en tono azul fuerte y comentó.

—Sabe que yo no sentaré cabeza, ¡cómo hacerlo! Cuando me gusta cada falda que veo.

Su hermano añadió.

—Es por el bien de la familia.

—Más bien, por el control de la familia.

Palmeó la espalda de su hermano menor, que era lo opuesto a él, más bien introvertido y simple en sus elecciones. Jason solo esperaba que nunca tuvieran que usar su material genético pagándole a alguna artista de moda para poder engendrar a su hijo. Se colocó su americana negra y puso su sonrisa de éxito asegurado.

—A tomar el toro por los cuernos.

El toro, lógicamente, era su madre que lo arrastraba hacia una clínica de fertilidad en donde había todo un banco de semen dispuesto para madres solteras y parejas con dificultad para engendrar.

Lo cierto es que iba rumbo a una clínica de fertilidad a congelar una muestra de su semen para la posteridad.

El ambiente a hospital no le gustaba para nada y ese olorcillo a asepsia que predominaba en todo el sitio, con el típico color blanco que lejos de tranquilizarlo le sobrevenía muchas preguntas: ¿por qué m****a pensaban que el color blanco era el matiz de la salud? ¡Por Dios!, para él era el color de la muerte, de un estado límbico en donde el ser humano quedaba en la nada y le producía terror. Tampoco entendía por qué las enfermeras eran tan sexis y se paseaban delante de sus ojos azul plomizo pavoneando sus encantos; su madre leía una vieja revista con un deleite como si fuese actual. Toda su atención estaba en eso y ya se estaba arrepintiendo de estar allí, se aflojó el nudo de la corbata del fastidio que ese sitio le estaba causando. De pronto comentó.

—Creo que es una mala idea…

—Es lo mejor dada tu situación, aunque no quieras hacerlo ya, en algún momento lo harás, te guste o no.

Hablaban de tener hijos como de una futura operación, se supone que así no debía de ser. El doctor salió en ese instante y le indicó.

—Señor Miller, ¿listo para dar su muestra?

—Ok… —se levantó con pesar—, pienso que es una verdadera locura, pero bien lo haré.

—Puede pasar a nuestra oficina especial, en donde tendrá todos los estímulos necesarios.

La oficina en mención era una habitación aséptica que tenía un televisor bastante grande, un sillón reclinable y toda una colección de revistas de playboy, además de una colección de pornografía bien exhaustiva. Comenzó a tantear para ver con qué se entretendría, y escuchó la puerta abrirse y una enfermera muy hermosa entró.

—¿Necesita ayuda?

Él sonrió pícaro, sí, deseaba sacar su esperma y necesitaba mucha ayuda y la obtuvo, eso era lo bueno de tener dinero y físico. Veía la muestra triunfante, una buena muestra, por cierto.

—La llevaré al médico para los respectivos estudios —acomodaba su blusa.

—Claro… aunque no deseo ser padre, solo es una idea de mi madre para proteger la especie Miller.

La mujer sonrió, entonces lo dejó unos momentos solo y aprovechó para revisar su móvil y recobrarse del momento pasado. Luego salió y encontró a su madre hablando amenamente con una hermosa joven.

—Te lo digo yo, ser madre, es toda una experiencia, emociones tras emociones, no te vas a arrepentir.

—Suena genial, pretendo ser una madre soltera.

Su madre pareció admirada.

—Lo que te hace una mujer loable, bastante digna de admirar en este tiempo en que los hombres son malos.

La joven asentía y, ¿acaso él no era un hombre?, lo era y bastante malo, por cierto, por eso interrumpió la charla diciendo.

—Madre, hice lo que me rogaste, ahora vámonos.

—Disculpa, querida —tomó su bolso—, me haces ver como una madre controladora y no lo soy.

—Casi me arrastras a esto… —dijo entre dientes.

—Lo hice porque no deseo que alguien como tú no pueda perpetuarse.

Jason le dijo entonces a su madre.

—Alguien como yo no debería perpetuarse, eso dirían todas las mujeres del mundo.

Miró a la bella joven que lo observaba, tenía una carita preciosa y una boca de ensueño, le mordería esos labios si pudiera.

—Hola, preciosa… —le guiñó el ojo.

Narel hizo un respingo, era un hombre bello, sin duda y rico, se veía la clase en él.

—Ya para con eso, Jason —lo empujó su madre.

—Me cogería a esa criatura si pudiera —observó.

Su madre visiblemente ofendida le indicó.

—Jason compórtate que tienes a tu madre enfrente. Esa joven tiene otras ideas, otra manera de ver el mundo, desea ser madre soltera, mira tú.

—¿Soltera?

—Sí, una madre soltera y está a un punto de conseguirlo. Digna de admirar en estos tiempos.

—Al menos no le podrá sacar pensión a un pobre tipo.

—Querido, si ese tipo fueras tú, pagaría gustosa.

Él se iba riendo de forma guasa.

La enfermera al verlo irse tomó su móvil y marcó un número.

—Ya está hecho.

—Perfecto, ahora viene la fase dos.

—Espero instrucciones y mi premio.

Colgó con una sonrisa de satisfacción al ver el depósito en su cuenta.

**

Narel pensó que había cada hombre en la tierra y solo deseaba una muestra de uno de ellos para lograr su cometido. Cuando le tocó su turno, ella sonrió emocionada.

—Narel Jones, tenemos buenos resultados y eres saludable y óptima para ser madre.

—Es lo que más quiero, tengo un buen empleo.

—Es un gran paso, podemos hacerlo.

Ella estaba emocionada y entonces él le preguntó.

—Ahora quiero saber, ¿cuál es tu modelo de hombre ganador?

Ella se quedó en el aire porque de eso dependía que todo saliera como ella quería.

—Alto…

—Entiendo, pero deseo que describas al hombre de tus sueños.

—Dios… —Era como escribir tu carta a Papá Noel—, alto, de ojos claros, azules si se puede, blanco, de tipo deportivo, inteligente… artístico, me gusta el arte, ¿Los idiomas se heredan?

—Hay donantes que tienen varios idiomas, eso los hace más notables en nuestra base, por su inteligencia y capacidades —señaló él.

El sujeto tecleaba todo lo que ella decía.

—Sano, debe ser sano, sin ninguna cosa rara, ni tartamudeos. El cabello rizado y de sangre B negativo o positivo.

—Ok…

Salieron varios sujetos que coincidían en el perfil.

—Tenemos seis elegibles.

—¡Seis!

—Estamos hablando de su hijo, señora Jones, ¿algo que desea que lo defina en especial?

—Que ame las puestas de sol y un buen atardecer… —rio como si eso importara al rato de la hora—, solo quiero que sea algo especial.

El sujeto encontró una muestra de un joven e intrépido donante que estaba en espera, pero que era perfecto en su descripción.

—Creo que lo encontré, tengo un sujeto cuyo pasatiempo es tomar fotos extremas, le gustan los deportes en esa línea, tiene un IQ notable, además de saber artes marciales, viajado… corresponde al físico que pidió ojos azules, cabello rizado y alto.

Era como ir de compras, pero al banco de la genética.

—Estoy emocionada.

El sujeto notó que la muestra estaba bloqueada porque el donante no la había puesto a disposición del público.

—Podría ser el padre ideal. ¡Quiero, quiero! —dijo Narel emocionada.

—Bien… —lo activó por un momento—, no hay problema y entonces procederemos con el proceso.

Ella sonrió como si fuera Pascua y salió como flotando: sería madre, por fin sería madre.

Entonces el doctor tecleó: Esta, hecho.

**

Jason iba raudo en su moto Ducati, eran las tres de la mañana, la carretera estaba oscura, además de solitaria a esa hora. Tenía su vista en el frente justo en los cabos, un trueno cayó metros más adelante, increíble momento para tormentas eléctricas. Comenzó a sentir el cambio del clima a velocidad; pequeñas partículas de agua comenzaron a caerle encima, en poco tiempo sorteaba una tormenta y mientras más avanzaba, el camino se volvía más resbaloso, pero no cejaba en la velocidad, solo quería llegar a contemplar el amanecer, justo en ese instante en el que el sol conectaba con la tierra y para ello debía llegar lo más rápido posible.

Sentía que atravesaba como un cuchillo el manto de agua que caía y de repente sintió que su moto volaba. En ese momento un auto apareció detrás de él y comenzó a perseguirlo chocándolo por detrás y sintió que su moto se despegaba del asfalto y de repente perdía el control. Las llantas delanteras chocaron contra el asfalto de forma violenta y la parte de atrás se alzó y comenzó a dar vueltas hasta que su cuerpo salió volando por los aires y se estrelló metros adelante en el frío asfalto.

El casco estaba metros más allá y el cuerpo de Jason era cubierto por el agua y la sangre. El auto frenó para ver su obra y un trueno sonó a lo lejos como sentenciando todo el asunto y subió al auto y a velocidad se fue de la escena.

Lorna, su madre, corrió al hospital y el pronóstico de su hijo era reservado, tenía conmoción cerebral, Jason estaba en coma y tal vez nunca despertaría de ella.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo