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Eso comenzaba a ponerse denso y ella lo encaró.—¿Cómo sabes eso? —preguntó enojada—. ¿Acaso me has investigado o qué?—Primero, cálmate…—No me calmo, no me gusta nada de esto.—Narel en esa clínica te hiciste una inseminación artificial, ¿verdad?Narel estalló diciendo.—¡A ti, qué m****a te importa eso!—Lo que sucede es que yo había dejado mi esperma congelado allí.Ahí venía la parte complicada del asunto.—No di órdenes de que fuera usado y sufrí un accidente, estuve un año en coma y luego en rehabilitación.¿A dónde quería ir por el amor de Dios?—Resulta ser que cuando recordé ese hecho, me contacté con la clínica y me dijeron que mi semen había sido utilizado sin mi consentimiento.Narel lo miraba desconcertada.—Parece que alguien se confundió o qué rayos, lo cierto es que lo emplearon…—¿Y?—La que lo aprovechó, fuiste tú.Narel lo miró con horror y luego se echó a reír nerviosa y le dijo al sujeto.—¿Qué m****a quieres decir?—Quiero decirte… —tomó aplomo para continuar—, q
Andrew miraba el pequeño negocio de Dríades y Bosques, miró todo con burla y desprecio, era tan poca cosa para él. Cuando vio a la joven trabajando, intentando retomar su vida en medio del caos, Miller…—Así que aquí estás.Ella frunció el ceño al ver al tipo frente a ella.—¿Qué quiere aquí?Él sacó su chequera y garabateó algo en un cheque y se lo dio a la joven.—¿Dinero? ¿Por qué es este dinero?—Por los chicos, claro está.—No entiendo.—Te estoy comprando a mis nietos y es una buena suma para que desaparezcas de la vida de todos.Eso era el colmo del descaro y comenzó a odiar su trato con Jason Miller.**Los tacos resonaban en el piso de mármol y cuando se apersonó en el rellano, la secretaria esbozó una sonrisa amable.—Señora Jones, es bueno verla.—Quiero hablar con Jason Miller.Nada de amabilidades, ni sonrisa en el rostro. Esa mujer estaba hecha una fiera.—El señor Miller tiene una junta en este momento y luego un almuerzo y…—No me interesa su agenda, tengo que verlo aho
Cap. 8 Problemas de convivenciaLuisa la ayudaba a empacar y le mostraba unos muñecos de tela a los niños.—El señor cerdito y el señor ovejita, ¿irán?—Son nuestros preferidos —comentó Lana.Se dio cuenta de que, aunque viejitos, guardaban un valor importante para los pequeños. Narel entró con unas camisetas.—Estas, son nuevas y son frescas, recuerda que allá hay lago y buen clima.Vio las maletas de sus hijos y sintió pesar. Las suyas estaban ya hechas, cojeando fue a la cocina a mirar las ollas viejas que tenía.—No podré llevarlas conmigo…Platos despostillados, tazas rajadas que guardaban un valor sentimental para ella.—Deberé tirar todo.Luisa salió con las maletas de los pequeños.—Sus juguetes empacados.—Bien, entonces estamos listos, ¿verdad?Los niños gritaron emocionados y ella sonrió. Uno de los guardaespaldas de Jason bajó las maletas. Las vecinas estaban atentas viéndola salir con los niños, cojeaba, pero al ver el rostro de sus vecinas, todas mujeres luchadoras como e
Andrew quería conocer a sus nietos y manejó a Almeville y cuando vio la mansión, se topó con el auto de Candy saliendo.—Candy.—Señor Miller —frenó.—¿A dónde vas?—Parece que en la vida de su hijo estoy de más.No entendió y, cuando llegó, Jason salía con unos leños y se frenó al ver a su padre.—Parece que viste a un fantasma.Se acercó el campechano y palmeó la espalda de su hijo mayor.—¿Y esos leños?—Vamos a realizar una actividad con los niños —respondió.—Bien, ¿y mis nietos?—Bajarán pronto.—Me topé con Candy, se la veía muy mal.—Después hablaré con ella.Entonces le dijo a su hijo.—Clark, no desprecies a Candy, en estos momentos puedes pelear la custodia de los chicos y ella ser la madre adecuada para los mismos.Los niños bajaban las escaleras junto con Narel, entonces Andrew preguntó.—¿Qué hace esta mujer aquí?Miró a su hijo y Narel se frenó en seco, ¿ese era el comité de bienvenida?—Buenas noches.El sujeto se acercó a admirar a sus nietos que lo miraban con sus pre
Jason bufaba de la rabia, su pequeña princesa hablaba como una callejera, Narel apenada se excusó con ellos.—Lo siento, Lana siempre repite cosas…—Deben de educarse, no es posible eso.—Lo sé, hablaré con ella.—Trata de corregirte también. Ella aprendió de ti todo eso.Ahora ella era una maleducada, era insoportable.—Perdón, he hecho mi trabajo sola y tengo dos preciosas bendiciones por eso.—Gracias a mí las tienes y mi hija no puede hablar como una callejera.—La corregiré.Entonces le dijo con firmeza.—Mañana tenemos la entrevista, es muy importante para el futuro de los niños.—Solo es una guardería.—Es el futuro de una educación brillante para mis hijos.—Hablas como si fuese Harvard.—¡Es el Harvard de los niños pequeños!Narel se daba contra la pared, es que nunca pensó que su vida cambiaría tanto en tan solo unos meses. Salió con su Van rumbo al negocio en donde Luisa entregaba un bello terrario a una cliente.—Disfrútelo, y cualquier duda que tenga, estamos para servirla
Candy cenaba con Jack Heller en un restaurante y sacaba toda su frustración con él.—Jason ahora juega al papá con esa desconocida.—Te dije que los hijos atan a las personas.—Jason no está atado, siempre le huyó a las formalidades.—Y ahora es padre de gemelos.Era toda una locura, y ella comentó.—No puedo salir de la vida de Jason, no puedo.Jack sonrió y le comentó.—Tal vez necesitas a alguien sin mucho rollo, o…—¿O?Jack se llevó el vaso a los labios.—Deshacerte de la mujer y quedarte con el tipo y los niños.Candy se dio cuenta de que debía sacar a Narel de la ecuación, siempre hay alguien de más y ella nunca estuvo en el plan.**Jason veía los titulares en donde ponían su imagen y las de sus hijos: los hijos del acero, la dama de acero. Odiaba todo eso, pero sabía que eso llamaría la atención.Lo cierto es que pensar que alguien en algún lugar podía desear su muerte le daba rabia. Fue a su auto y llamó a Colt.—Colt, ¿has averiguado algo de mi caso?—Sí, señor.—Bien, dime.
Candy sentía que perdía terreno frente a Narel, ella solo era la novia de Jason, pero Narel tenía dos hijos de él y vivía junto a él.—¿Te molesta que tenga una relación cordial con la madre de mis hijos?La voz de Jason la sacó de sus pensamientos y ella le respondió.—Siento que no soy importante como ella.—Lo eres.—¿Nos casaremos algún día?En los planes de Jason no estaba el casarse, ni el ser padre, pero las cosas se dieron de otra forma.—Estoy considerando eso.—Espero que lo consideres mucho porque tus hijos necesitarán una madre adecuada en su vida.Denis escuchó la conversación y no le gustó nada, su hermano quedó solo, se lo veía preocupado.**Narel recordaba lo pasado en la cena, había cenado de forma cordial con el padre de sus hijos, pero cuando vio a la novia pensó que estaba de más en esa relación.—Narel, él se tiene que casar y tú tendrás que pensar en rehacer tu vida.Para ese momento la idea de rehacer su vida era muy raro, porque ella misma decidió ser madre tem
Candy bufaba de la rabia y daba vueltas en la sala y preguntó.—¿La has visto desnuda acaso?Jason era sincero con ella.—No, solo en ropa interior.Indignada, preguntó.—¡Qué! ¿Se te ofreció?—No, qué dices, fue un accidente.—Esto no me gusta, Jason.—Quieres calmarte, no pasó nada.Lana entró con un dibujo y se puso en la entrada.—Papá.—Lana, dime, preciosa.Ella le dio el dibujo que había hecho.—¿Y esto tan lindo qué es?—Este eres tú, esta es mami y este es Dave y yo.Era lo más estúpido del mundo, ella medio miró el dibujo y eran cosas deformes y comentó.—Parece que tu talento para el dibujo no lo heredaron.Jason la miró molesto y Dave llegó con otro dibujo y este era más raro todavía.—Mira, papá, estamos saltando de un avión.—Eso suena muy extremo.—Este eres tú y esta mami, Lana y yo.Todos tenían lo que supuso, eran paracaídas y vio a una mujer que no lo tenía.—¿Y ella? ¿Quién es ella?El niño miró a Candy y, al notar la mirada del niño, observó el dibujo. Todos tenían