“Estoy en el mapa”, decía Narel, mientras preparaba su presentación para los Miller, “por fin todo va a salir bien. Mi negocio estará en el mapa”. Tenía que darlo todo para impresionar a esa familia, ese era el boleto para cambiar de vida y cuando estuvo listo, tomó su tableta y les dijo a sus hijos.
—Tengo todo listo.
No podía dejarlos, así que tendría que llevarlos con ellos y, aunque eso no era nada profesional, tenía que hacerlo.
—Vamos a presentar el proyecto.
—Vamos —dijeron ellos.
Dave tomó la tableta de su mamá y bajó corriendo con ella las escaleras del edificio donde vivía. Su madre lo llamaba desesperada y entonces el niño se frenó cuando vio a un tipo mal encarado en la entrada. El sujeto le gritó.
—¡Dame eso pelado!
Le arranchaba la tableta bruscamente e iba a arrancar a correr cuando Narel lo agarró de la chompa.
—¡Devuelve eso!
Comenzó a forcejear con el sujeto para arrancharle lo que era suyo.
—¡Devuelve eso!
El sujeto era muy fuerte, pero en esa tableta estaba el futuro de sus hijos y no se lo daría a un delincuente. En ese momento fue tirada al suelo con violencia. Los niños gritaban abrazados, viendo a su mamá, peleando con un tipo mal encarado. Entonces alguien saltó sobre el sujeto y lo apartó de la mujer y lo derribó de un golpe.
Narel se incorporó sorprendida y escuchó el llanto y la desesperación de sus hijos.
—¡Hijos, mis hijos!
Ella vio a los niños abrazados y aterrados. Narel los revisó y ellos lloraban asustados.
—Mami, mami. ¿Te lastimó?
—Tengo miedo, mami.
—Calma, mis amores —se abrazaba a ellos.
Vio al sujeto recogiendo la tableta del piso y al voltear, oh Dios, era un dios de lindo, nunca había visto a un tipo como ese en su vida. Sus ojos azules intensos podían hipnotizar a cualquiera.
—¿Se encuentran bien?
Ella asintió sin emitir sonido y vio su tableta en sus manos y él se la dio.
—Esto es suyo.
Dave lo miraba sorprendido, era muy alto y fuerte.
—¿Estás bien, pequeño?
El niño asintió y ella lo agarró.
—Dave, hijo, ¿estás bien?
—Sí, sí…
Lana miraba al sujeto que olía rico y le dijo tocándose la nariz.
—Hueles bien.
—Gracias.
—Le agradezco todo lo que hizo por mí y mis hijos.
—Descuide, debe denunciar al tipo.
—En esta zona es el pan nuestro de cada día —revisó la tableta y vio que todo estaba bien con ella—. Aquí está el futuro de mis hijos.
Narel consultó el reloj y les dijo a sus pequeños.
—Mierda, voy retrasada.
Lana repitió.
—Mierda.
—Lana, solo mamá puede decir palabrotas —corrigió ella.
Ya casi era hora de la cita y entonces miró a todos lados.
—Niños vengan, debemos buscar un taxi, m****a, m****a.
Lana repitió.
—Mierda.
—Lana, solo mamá puede decir malas palabras.
¿Esa era la educación que recibían sus hijos?, Jason no podía concebir aquello, entonces le dijo.
—Tengo el auto aquí cerca.
Ella lo miró sorprendida.
—¿Tienes auto?
—Sí.
Fueron con él y vio un elegante auto último modelo.
—Tienes buen gusto, llévanos al Edificio Miller.
—Ok.
Le abrió la puerta y ella se lo quedó viendo raro. Dave lo miraba sorprendido y le preguntó.
—¿Me enseñarías a golpear así?
Jason miró al niño sorprendido y la madre intervino.
—Lindo, a mami no le gusta la violencia.
—Pero así podría defenderte.
—Mamá, se sabe defender bien.
Jason casi se rie con lo dicho por ella, pero se contuvo y comenzó a manejar. Narel tenía el corazón apretado, el auto enfilaba para las calles de alto tráfico.
—Dios tengo que llegar. Tengo que llegar.
El sujeto se presentó.
—Me llamo Jason.
—Narel Jones —apretaba nerviosa sus manos—. ¿Es lo más rápido que puedes ir?
—Ya estamos llegando…
Cuando vio su destino consultó el reloj y revisó sus cosas, sacó un labial y se pintó los labios y se acomodó su cabello. Nada mal, le gustaba una mujer que se arreglara, pero luego sacudió su cabeza porque no iba en plan de formar una familia.
—¿Tiene una cita?
—Así es, una muy importante.
Sacudió su blusa que estaba polvosa, pero la chaqueta cubriría cualquier imperfección, se la colocó y le dolió.
—Tómelo con calma, ese sujeto la derribó, pudo lastimarse.
—Mis huesos están bien, mi carne duele, pero nada me puede detener ahora.
Ese apuesto caballero no sabía que se jugaba el futuro de sus hijos y de ella misma. Vio a los niños, no podía llevarlos y le dijo al superhéroe.
—Escucha, tengo que subir a ese edificio en un tiempo récord y no puedo llevar a los niños conmigo.
—Entiendo.
Dave se adelantó.
—El tío Jason nos puede cuidar.
Narel miró al “tío Jason”, parecía decente, pero no se podía confiar y tampoco perder. Ella lo agarró de su costosa chaqueta.
—Escucha Jason, si algo le pasa a uno de mis hijos te cazaré y encontraré, te quitaré tus trofeos de guerra y los guisaré para darle de comer a los indigentes, ¿entiendes?
El joven dijo sorprendido por el argumento esgrimido.
—Ok, los cuidaré muy bien.
—Dame tu teléfono.
—¿Me vas a robar?
—Tu número, no te me hagas el payaso.
Eso era el colmo, se lo dio y ella le marcó.
—Dale el teléfono a Lana.
Se lo entregaba, menudo lío en el que se había metido.
—Lana, tienes que hablarme y contarme todo mientras subo a la empresa.
La niña asintió. Ella corrió con su tableta y cartera al interior.
—Linda, su mamita —dijo Jason.
Los niños sonrieron viéndola entrar al edificio.
**
Narel corría hacia el edificio mientras escuchaba la vocecita de su hija.
—¿Tienes mamá?
—Sí —respondía el sujeto.
—¿Tienes novia?
—No.
—Mi mamá está sola —decía Dave—, dice que mejor sola que mal acompañada.
Dios, sus hijos eran tan ocurridos y escuchó la voz varonil del sujeto.
—Es que su mamita no ha encontrado al hombre indicado.
—Yo quiero que seas mi papá —dijo Dave—, así aprendo a pelear como tú.
—Está bien les enseñaré.
Mira tú, qué optimista el tipo, se quería colar en su familia, las puertas del ascensor se abrieron y Narel entró a tropel en el rellano de la elegante oficina Miller.
—Buenos días, soy la arquitecta paisajista de Dríades y Bosques, tengo una cita con la señora Lorna Miller.
La joven con mucha educación respondió.
—Sí, ella la está esperando.
Narel bajó más el volumen del teléfono antes de entrar, hasta que solo se escucharan susurros.
—¡Mami, mami!
Dios, ahora no Lana, la voz de Dave se escuchó.
—Ella no contesta el teléfono.
La voz del tipo se escuchó.
—Debe estar en su reunión.
—Ella hace cosas lindas.
—Los hizo a ustedes, son hermosos.
Oh, si deseaba conseguir puntos lo estaba consiguiendo, el que apreciaran a sus dos bendiciones ya era importante y al entrar fue recibida por Lorna Miller.
—Es bueno verla, estoy ansiosa. Es que es una casa nueva que le voy a obsequiar a mi hijo y su cumpleaños es dentro de dos meses, ¿considera que el jardín de la casa estará en ese tiempo?
Narel muy segura, respondió.
—Es un buen tiempo y una buena época para poder hacerlo, estoy segura de que puedo darle a su jardín la vistosidad necesaria.
**
Afuera, en cambio, Andrew había llegado.
—Cinthia, ¿Lorna está ocupada?
—Tiene una entrevista con una arquitecta.
—¿Arquitecta?
Eso le extrañó y decidió cerciorarse sobre lo que estaba pasando. Adentró Narel le mostraba su trabajo a Lorna.
—Estos son algunos de mis diseños, como ven son jardines con diversas temáticas…
La puerta se abrió y Andrew Miller entró mirando a todos lados.
—¿Sucede algo, Lorna?
Miró a la joven mujer.
—Querido, me interrumpes.
Narel continúo hablando, tal era su entusiasmo por conseguir el contrato.
—Como le decía un jardín del porte que sea es un jardín y puedo diseñar algo original.
Andrew miró a la joven y comentó:
—Dijeron que tenías una reunión con un arquitecto —miró a la joven— ¿Quién es usted?
—Narel Jones, arquitecta paisajista —tendió su mano—, es un placer.
Lorna se puso tensa, no quería que Andrew lo arruinara todo.
—¿Arquitecta? —miró a su exesposa— ¿Qué pasó con la empresa que siempre usamos?
Lorna le explicó.
—Este es un proyecto personal.
Narel no quería que le quitaran su contrato, se mantuvo tensa en ese instante.
—¿Piensas confiar en alguien que no conoces?
Lorna le respondió tajante.
—¿Sabes cómo se adquiere experiencia? —nada, el tipo estaba mudo—. Confiando en la persona y le estoy dando una oportunidad a esta talentosa joven.
Narel sonrió orgullosa y escuchó la voz de su hija diciendo.
—¿Tienes una media con hueco?, yo sí tengo y mi mamá tiene un calzón.
—¿En serio?
—Sí —Dave intervenía—, se le ve chistoso.
—Pobre, su mamita, hay que comprarle calzones nuevos.
Dios demasiada información para un desconocido. Lorna la sacó de sus pensamientos.
—Proceda con el proyecto —le entregó un sobre—, allí tiene todo lo necesario y espero lo mejor de usted.
Narel se levantó emocionada y salió con el proyecto abrazado contra su pecho y Andrew preguntó.
—¿Qué proyecto es ese?
—Algo personal.
—Estás muy rara, Lorna.
Y no sabía el resto, pero no podía decir nada todavía.
**
Narel iba rumbo al exterior, le subió el volumen al teléfono, escuchó las voces de sus hijos.
—A mí me gustan las salchichas.
—Y a mí también.
—Y el pollito frito. Mami siempre nos da pollito frito.
—Mucho pollito frito.
—Gracias.
¿Les estaba dando de comer? El ascensor no bajaba y cuando lo hizo salió corriendo hacia el estacionamiento y lo vio dándole de comer a los niños.
—¡Hijos míos!
Los revisó detenidamente y los encontró bien.
—Jason nos dio de comer.
—Bien, gracias. Lo conseguí, niños —lo miró—. Niños, despídanse de su amigo.
—Adiós, Jason.
Jason les dijo entonces.
—Adiós no, hasta luego.
Narel frunció el ceño para ella, ese sujeto fue debut y despedida, nada más. Los niños asintieron y él pudo admirar a cada uno con atención y lo que vio, le gustó y mucho, eran sus hijos y ahora los deseaba con más ganas en su vida.
Esa mañana estaba en la cama dando vueltas, recordaba al joven héroe salvando el día y comenzó a sentir una oleada de emoción: un héroe, por fin un héroe que la salvara del mundo, de las deudas, de la soledad.Ella estaba en el suelo y él se acercaba poderoso a ella.—¿Están bien?—Sí… Tuve tanto miedo.—Descuida, mientras yo esté con ustedes jamás van a tener miedo.—¡Eres lo que siempre soñé!—Te amo, preciosa.Esas palabras la emocionaron y de repente a lo lejos escuchó el timbre del teléfono.—No, no… No me dejes héroe.—¿Mami?—¡Mami!Ella balbuceó:—El héroe… que no nos deje el héroe.—¡Mami! —gritó Lana.Ella se levantó aturdida y miró a sus gemelos cerca de ella.—¿Dónde estoy?—En la cama.—¿Quién es el héroe?Ella miró el reloj y estaba tarde.—Dios mío, vamos a llegar tarde a la guardería.Y así aterrizaba en la tierra para vivir su realidad.**Candy Fleman no podía creer que el hombre que amaba tuviera hijos y con una desconocida.—Entiendo.—Sé que es complicado, estoy de
La noticia llegó a los medios principales de la ciudad y Andrew leyó el titular: Jason Miller demanda a clínica de fertilidad.—¡Qué m****a!Tomó el teléfono y marcó un número.—Lorna, ¿qué es eso de una demanda de Jason a una clínica de fertilidad? ¿Qué es lo que intentan decir?La voz de Lorna lo sorprendió.—¿Ya se hizo público? Andrew, tenemos que hablar.—Entonces este asunto trae cola, ¿verdad?—Sí, y una bastante grande…Odiaba a su familia en el centro del huracán, siempre le gustó la vida tranquila, casi determinada a un reducido círculo social, con amigos que podía contar y hasta evitar. Todo aquello removió recuerdos de esa mujer.—Tenemos que hablar, Andrew.—Ya lo estamos haciendo, Clare.—Estoy embarazada.—Eso cambia las cosas… —había dicho—. Te lo advertí.—No puedo interrumpirlo de nuevo.—Debes hacerlo.Entonces, como una loba furiosa, esgrimió.—Iré a los medios y a los sitios de chismes, pagarán para saber que el gran hombre de acero tiene una amante.Entonces le ad
Eso comenzaba a ponerse denso y ella lo encaró.—¿Cómo sabes eso? —preguntó enojada—. ¿Acaso me has investigado o qué?—Primero, cálmate…—No me calmo, no me gusta nada de esto.—Narel en esa clínica te hiciste una inseminación artificial, ¿verdad?Narel estalló diciendo.—¡A ti, qué m****a te importa eso!—Lo que sucede es que yo había dejado mi esperma congelado allí.Ahí venía la parte complicada del asunto.—No di órdenes de que fuera usado y sufrí un accidente, estuve un año en coma y luego en rehabilitación.¿A dónde quería ir por el amor de Dios?—Resulta ser que cuando recordé ese hecho, me contacté con la clínica y me dijeron que mi semen había sido utilizado sin mi consentimiento.Narel lo miraba desconcertada.—Parece que alguien se confundió o qué rayos, lo cierto es que lo emplearon…—¿Y?—La que lo aprovechó, fuiste tú.Narel lo miró con horror y luego se echó a reír nerviosa y le dijo al sujeto.—¿Qué m****a quieres decir?—Quiero decirte… —tomó aplomo para continuar—, q
Andrew miraba el pequeño negocio de Dríades y Bosques, miró todo con burla y desprecio, era tan poca cosa para él. Cuando vio a la joven trabajando, intentando retomar su vida en medio del caos, Miller…—Así que aquí estás.Ella frunció el ceño al ver al tipo frente a ella.—¿Qué quiere aquí?Él sacó su chequera y garabateó algo en un cheque y se lo dio a la joven.—¿Dinero? ¿Por qué es este dinero?—Por los chicos, claro está.—No entiendo.—Te estoy comprando a mis nietos y es una buena suma para que desaparezcas de la vida de todos.Eso era el colmo del descaro y comenzó a odiar su trato con Jason Miller.**Los tacos resonaban en el piso de mármol y cuando se apersonó en el rellano, la secretaria esbozó una sonrisa amable.—Señora Jones, es bueno verla.—Quiero hablar con Jason Miller.Nada de amabilidades, ni sonrisa en el rostro. Esa mujer estaba hecha una fiera.—El señor Miller tiene una junta en este momento y luego un almuerzo y…—No me interesa su agenda, tengo que verlo aho
Cap. 8 Problemas de convivenciaLuisa la ayudaba a empacar y le mostraba unos muñecos de tela a los niños.—El señor cerdito y el señor ovejita, ¿irán?—Son nuestros preferidos —comentó Lana.Se dio cuenta de que, aunque viejitos, guardaban un valor importante para los pequeños. Narel entró con unas camisetas.—Estas, son nuevas y son frescas, recuerda que allá hay lago y buen clima.Vio las maletas de sus hijos y sintió pesar. Las suyas estaban ya hechas, cojeando fue a la cocina a mirar las ollas viejas que tenía.—No podré llevarlas conmigo…Platos despostillados, tazas rajadas que guardaban un valor sentimental para ella.—Deberé tirar todo.Luisa salió con las maletas de los pequeños.—Sus juguetes empacados.—Bien, entonces estamos listos, ¿verdad?Los niños gritaron emocionados y ella sonrió. Uno de los guardaespaldas de Jason bajó las maletas. Las vecinas estaban atentas viéndola salir con los niños, cojeaba, pero al ver el rostro de sus vecinas, todas mujeres luchadoras como e
Andrew quería conocer a sus nietos y manejó a Almeville y cuando vio la mansión, se topó con el auto de Candy saliendo.—Candy.—Señor Miller —frenó.—¿A dónde vas?—Parece que en la vida de su hijo estoy de más.No entendió y, cuando llegó, Jason salía con unos leños y se frenó al ver a su padre.—Parece que viste a un fantasma.Se acercó el campechano y palmeó la espalda de su hijo mayor.—¿Y esos leños?—Vamos a realizar una actividad con los niños —respondió.—Bien, ¿y mis nietos?—Bajarán pronto.—Me topé con Candy, se la veía muy mal.—Después hablaré con ella.Entonces le dijo a su hijo.—Clark, no desprecies a Candy, en estos momentos puedes pelear la custodia de los chicos y ella ser la madre adecuada para los mismos.Los niños bajaban las escaleras junto con Narel, entonces Andrew preguntó.—¿Qué hace esta mujer aquí?Miró a su hijo y Narel se frenó en seco, ¿ese era el comité de bienvenida?—Buenas noches.El sujeto se acercó a admirar a sus nietos que lo miraban con sus pre
Jason bufaba de la rabia, su pequeña princesa hablaba como una callejera, Narel apenada se excusó con ellos.—Lo siento, Lana siempre repite cosas…—Deben de educarse, no es posible eso.—Lo sé, hablaré con ella.—Trata de corregirte también. Ella aprendió de ti todo eso.Ahora ella era una maleducada, era insoportable.—Perdón, he hecho mi trabajo sola y tengo dos preciosas bendiciones por eso.—Gracias a mí las tienes y mi hija no puede hablar como una callejera.—La corregiré.Entonces le dijo con firmeza.—Mañana tenemos la entrevista, es muy importante para el futuro de los niños.—Solo es una guardería.—Es el futuro de una educación brillante para mis hijos.—Hablas como si fuese Harvard.—¡Es el Harvard de los niños pequeños!Narel se daba contra la pared, es que nunca pensó que su vida cambiaría tanto en tan solo unos meses. Salió con su Van rumbo al negocio en donde Luisa entregaba un bello terrario a una cliente.—Disfrútelo, y cualquier duda que tenga, estamos para servirla
Candy cenaba con Jack Heller en un restaurante y sacaba toda su frustración con él.—Jason ahora juega al papá con esa desconocida.—Te dije que los hijos atan a las personas.—Jason no está atado, siempre le huyó a las formalidades.—Y ahora es padre de gemelos.Era toda una locura, y ella comentó.—No puedo salir de la vida de Jason, no puedo.Jack sonrió y le comentó.—Tal vez necesitas a alguien sin mucho rollo, o…—¿O?Jack se llevó el vaso a los labios.—Deshacerte de la mujer y quedarte con el tipo y los niños.Candy se dio cuenta de que debía sacar a Narel de la ecuación, siempre hay alguien de más y ella nunca estuvo en el plan.**Jason veía los titulares en donde ponían su imagen y las de sus hijos: los hijos del acero, la dama de acero. Odiaba todo eso, pero sabía que eso llamaría la atención.Lo cierto es que pensar que alguien en algún lugar podía desear su muerte le daba rabia. Fue a su auto y llamó a Colt.—Colt, ¿has averiguado algo de mi caso?—Sí, señor.—Bien, dime.