Cap. 2 La trampa y el cebo

Era un día de esos en que el trabajo y los hijos no eran buena combinación, intentaba mantener a sus hijos entretenidos y en ese momento llegó un hombre joven a preguntar.

—Buenos días, deseo adquirir plantas para un terrario.

Luisa dijo muy entusiasmada.

—Ha llegado al lugar correcto.

El sujeto parecía disperso, mirando todo con curiosidad, y así comenzó a hacerle preguntas.

—¿Qué tipo de terrario quiere?

—No lo sé… —miraba a los niños—, son gemelos, ¿verdad?

—Sí, son lindos, dos bendiciones de mi amiga.

El hombre procesaba la información y para disimular.

—Cactus… —dijo de pronto—, quiero probar con cactus.

Narel acomodaba una pequeña plantita en un macetero en el patio trasero y salía anunciando.

—Niños voy a pedir comida.

—¡Pollito frito! —dijeron en coro.

—Ajá, pollito frito para todos.

Marcaba para que le trajeran un pedido. El sujeto miraba todo con suma atención mientras era atendido por su compañera. Narel les dijo a sus hijos.

—Ahora esperar.

—Odio esperar.

—Eres muy pequeña para que odies —le dijo su madre.

Los niños jugaban en un rincón con tierra de sembrado y el sujeto miraba atento a cada movimiento de ellos. Luisa le hacía preguntas sobre su preferencia en cactus que deseaba utilizar en su terrario.

Narel se acercó y le indicó a Luisa.

—Voy a ver el jardín de la señora Carter, les das de comer a los niños.

Luisa era una mujer luchadora tanto como Narel, su deseo era llegar a incursionar en proyectos grandes de paisajismos y le indicó.

—Sobre la publicidad. Es una buena opción.

Narel no sabía si la publicidad la ayudaría y entonces le dio visto bueno a su amiga.

—Bien, hazlo, no perdemos nada.

—Pero podemos conseguir algo.

El joven miró la revista.

—Es bueno promocionarse, si da resultados.

—Eso digo yo, solo espero que lo dé, necesitamos clientes.

El sujeto miró a todos lados.

—Es un lindo lugar.

—Sí, Narel, mi compañera lo abrió y nos va bien, pero queremos algo más.

—Claro, siempre es bueno algo más.

Los niños jugaban con tierra y él al descuido de Luisa tomó fotos de los niños, todo eso serviría para su investigación.

Cuando tuvo la información suficiente sobre el pedido de Miller fue a hablar con él que lo esperaba ansioso. Su madre, Lorna, estaba junto a él, decir que no estaba nerviosa y deseosa de saber sobre su posible nieto la tenía mal. Se miraba en un espejito de mano y comentó.

—Siento que envejecí diez años.

Su hijo la miró y comentó.

—Te ves bien…

—Soy abuela, ¿cómo superaré eso?

Jason tampoco imaginaba cómo iba a asimilar lo pasado en su vida y solo pudo murmurar.

—No sabemos si es cierto —se levantó—. No me siento listo para esto.

—Hijo, te entiendo —apretó su mano—, todo va a salir bien.

—Es que y, ¿si tiene un problema de salud o una deformación? No lo soportaré.

Lorna se persignó y le dijo a su hijo.

—Tienes buenos genes.

—Puede ser… ¿Y ella? ¿Cómo son los genes de esa mujer?

—Dios mío.

Colt llegó en ese momento con un sobre y saludo de unas cabezaditas a las dos personas.

—Tengo lo que pidió.

Le entregó el sobre y Jason abrió lleno de curiosidad y vio la foto de una mujer muy bella. El detective le explico.

—Ella es Narel Jones.

Lorna comentó.

—Es linda… al menos de su lado es linda, gran combinación tu porte y su picardía, hasta puedo decir que tiene un aire familiar, mi nuera.

Jason miró a su madre horrorizada al escuchar la palabra nuera: por favor, él no se iba a casar nunca y menos con una desconocida.

—Ese es el lugar que tiene en Treeman.

—Emprendedora, me gustan las emprendedoras.

Era un negocio de plantas muy original, entonces vio la siguiente foto.

—¿Y estos niños quiénes son?

Entonces Colt procedió a explicar.

—Son los hijos de la señora Jones.

Jason exclamó sorprendido.

—¡Hijos!

—Gemelos.

Lorna se llevó las manos a la cara y asustada vio a su hijo que estaba pálido de la impresión recibida.

—¿Gemelos?

—Sí, son dos, niño y niña. El niño se llama Dave y la niña Lana.

Lorna miraba la foto de sus nietos y el parecido con su hijo era bastante grande y dijo convencida.

—Estos son carne de tu carne y sangre de tu sangre —miró a su hijo emocionado—, hijo, ahora eres papá.

Un virtuoso padre de gemelos y con una desconocida y ese era el inicio de esa pesadilla. Jason estaba mudo de la impresión y su madre no dejaba de elogiar el perfil de los chicos.

—Es que sacaron todo de ti. La niña es adorable, es como verte con falda.

—Madre.

Dos hijos, por Dios, solo había asimilado la idea de uno y ahora se multiplicaban, era mucho para él. Lorna preguntó.

—¿Qué tienen en las manos?

—Tierra, jugaban con tierra.

Eso sorprendió a Jason que comentó.

—¿Juegan con tierra?

—Bueno, es una jardinería y hay plantas, tierra, arena…

Lorna entonces comentó sorprendida.

—Tierra… Dios, ¡cuántas bacterias!

—Sí, son niños sanos a pesar de todo.

Jason miró la foto de los dos niños jugando e intentó hacerse a la idea de que era el padre de los mismos. La niña tenía una linda expresión: llena de picardía y el cabello era negro y ondulado como el suyo. El niño se parecía mucho a él, tenía su mirada más seria. Lorna comentó extasiada.

—Son tuyos, sin duda, ese perfil, esos ojos y ese cabello.

Miró a su madre sorprendido y le preguntó.

—¿Qué debo de hacer?

Quedaron en silencio y volvió a ver la foto de los niños y solo pensó que los quería en su vida, tan solo deseaba a sus hijos junto a él.

**

Narel llegó esa mañana junto a los gemelos porque no había guardería y entonces Luisa la esperaba emocionada.

—¡Qué bueno que llegas!

—¿Qué sucede?

—Me llegó un correo y es importante.

Ella llevaba a los niños que corrieron por todo el lugar.

—Orden, orden. ¿Qué pasó?

—Claro, claro, ven, querida…

Fueron al computador y ella le mostró un correo.

—Es de una gran empresa, del magnate del acero, los Miller —dijo emocionada—, quieren que Dríades y Bosques envíe una propuesta para realizar el diseño de un jardín.

Narel se sorprendió y comenzó a comprobar el correo que habían enviado.

—Es cierto… pero, ¿cómo?

Luisa añadió emocionada.

—Estás en el mapa.

Le pedían una idea y presupuesto, entonces Narel le comentó a su amiga.

—Esto es grandioso, estamos hablando de una casa en uno de los barrios más exclusivos de la ciudad.

—Y de gente rica, pero lo que es rica. Narel, lo hiciste.

Ella sonrió y escuchó el ruido de algo quebrándose y vio a su pequeño hijo encogido asustado.

—Hijo, por favor —lo tomó de la mano—, pudiste lastimarte.

—Lo siento, mami.

Narel no podía digerir todo aquello con los niños correteando por todos lados y yendo al pequeño vivero que tenía. Verificaba el correo y en verdad era de una empresa conocida del medio.

—Debes hacer una propuesta.

—Dicen que me esperan para hablar del tema, esto es sorprendente.

—Te dije que pagar esa revista con el anuncio era bueno.

Publicidad que funcionaba y atraía clientes de esa talla, marcó al número que habían incluido.

—Buenas tardes, soy Narel Jones, arquitecta y paisajista, me contactaron para un trabajo, ¿en serio? —su amiga estaba atenta a cada palabra—, perfecto, claro que sí… iré…

Cuando colgó gritó emocionada llamando la atención de sus hijos.

—¡Es real! ¡Es real!

—¡Estamos en el mapa! —dijo su colega.

—¡Sí! —coreaban los niños.

Ella vio a sus dos pequeñas bendiciones idénticas y sonrió, eso se llamaba un golpe de suerte y tenía que dar lo mejor.

Tomó su tableta y comenzó a seleccionar sus mejores trabajos para la presentación, mientras sus hijos andaban de un lado para el otro y escuchó quebrarse un cuenco y puso orden.

—A ver tu niña, acomoda estos tapetes y tu ayuda a llevar estas macetitas a la tía Luisa.

Luisa se le acercó.

—¿A qué hora te citaron?

—A las diez de la mañana en las empresas Miller, presidencia… —rio orgullosa.

Ella preparó todo lo necesario para la presentación del día siguiente, necesitaba destacarse a como dé lugar; sin embargo, no contó con que la vieja Van se averiara y tuvo que dejarla en el taller.

Lorna recibía las noticias y sonrió, entonces le envió un mensaje a su hijo Jason: Todo salió como lo planeamos. Revisaba unos presupuestos cuando la puerta se abrió y vio a su esposo, bueno exesposo, entrar.

—Lorna…

—Andrew, ahora ya no tocas la puerta, cada vez logras sorprenderme.

—¿En serio?

Ella ni lo miraba, tal era la indiferencia al que un día fue su amante esposo.

—¿Dónde está Clark?

—Nuestro hijo, decidió irse de viaje por unos días.

—¿A dónde fue?

Tomó asiento y ella ni se inmutó.

—No lo sé, solo quiso olvidar todo y lo entiendo.

—Él debe tomar las riendas del negocio, en eso quedamos. Lo he visto muy errático.

Lorna fijó sus ojos cafés en su esposo y cruzó las manos delante, adquiriendo una pose profesional.

—Nuestro hijo pasó tres años casi postrado en una cama después de un accidente y tú apenas lo ves bien, deseas que él tome las riendas de un negocio.

—Para eso lo preparé, Lorna.

—Sufrió un accidente, estuvo un año en coma, Jason perdió el control de su vida por dos años de rehabilitación.

Andrew golpeó el escritorio y entonces dijo molesto.

—¡Yo sé todo eso! ¡Lo viví!

—Claro… tú estuviste del lado de los que decía que desconectaran a nuestro hijo.

Andrew tragó grueso. Esa mujer podía ser como un aguijón en el dedo y entonces le dijo a su exesposa.

—Quiero hablar con él y no me contesta el teléfono.

—Dale tiempo, déjalo ser…

Se levantó con aire cansado y le dijo a su exesposa.

—Solo me regí por lo que decían los doctores y no quería que viviera con las consecuencias de una postración, sabes que él es activo, no lo hubiera resistido.

Lorna también se levantó y le dijo.

—Conozco al hijo que tengo.

Pasó delante de él que se quedó parado en silencio, asimilando que todo en su vida cambió para siempre desde el accidente de su hijo mayor.

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