Era un día de esos en que el trabajo y los hijos no eran buena combinación, intentaba mantener a sus hijos entretenidos y en ese momento llegó un hombre joven a preguntar.
—Buenos días, deseo adquirir plantas para un terrario.
Luisa dijo muy entusiasmada.
—Ha llegado al lugar correcto.
El sujeto parecía disperso, mirando todo con curiosidad, y así comenzó a hacerle preguntas.
—¿Qué tipo de terrario quiere?
—No lo sé… —miraba a los niños—, son gemelos, ¿verdad?
—Sí, son lindos, dos bendiciones de mi amiga.
El hombre procesaba la información y para disimular.
—Cactus… —dijo de pronto—, quiero probar con cactus.
Narel acomodaba una pequeña plantita en un macetero en el patio trasero y salía anunciando.
—Niños voy a pedir comida.
—¡Pollito frito! —dijeron en coro.
—Ajá, pollito frito para todos.
Marcaba para que le trajeran un pedido. El sujeto miraba todo con suma atención mientras era atendido por su compañera. Narel les dijo a sus hijos.
—Ahora esperar.
—Odio esperar.
—Eres muy pequeña para que odies —le dijo su madre.
Los niños jugaban en un rincón con tierra de sembrado y el sujeto miraba atento a cada movimiento de ellos. Luisa le hacía preguntas sobre su preferencia en cactus que deseaba utilizar en su terrario.
Narel se acercó y le indicó a Luisa.
—Voy a ver el jardín de la señora Carter, les das de comer a los niños.
Luisa era una mujer luchadora tanto como Narel, su deseo era llegar a incursionar en proyectos grandes de paisajismos y le indicó.
—Sobre la publicidad. Es una buena opción.
Narel no sabía si la publicidad la ayudaría y entonces le dio visto bueno a su amiga.
—Bien, hazlo, no perdemos nada.
—Pero podemos conseguir algo.
El joven miró la revista.
—Es bueno promocionarse, si da resultados.
—Eso digo yo, solo espero que lo dé, necesitamos clientes.
El sujeto miró a todos lados.
—Es un lindo lugar.
—Sí, Narel, mi compañera lo abrió y nos va bien, pero queremos algo más.
—Claro, siempre es bueno algo más.
Los niños jugaban con tierra y él al descuido de Luisa tomó fotos de los niños, todo eso serviría para su investigación.
Cuando tuvo la información suficiente sobre el pedido de Miller fue a hablar con él que lo esperaba ansioso. Su madre, Lorna, estaba junto a él, decir que no estaba nerviosa y deseosa de saber sobre su posible nieto la tenía mal. Se miraba en un espejito de mano y comentó.
—Siento que envejecí diez años.
Su hijo la miró y comentó.
—Te ves bien…
—Soy abuela, ¿cómo superaré eso?
Jason tampoco imaginaba cómo iba a asimilar lo pasado en su vida y solo pudo murmurar.
—No sabemos si es cierto —se levantó—. No me siento listo para esto.
—Hijo, te entiendo —apretó su mano—, todo va a salir bien.
—Es que y, ¿si tiene un problema de salud o una deformación? No lo soportaré.
Lorna se persignó y le dijo a su hijo.
—Tienes buenos genes.
—Puede ser… ¿Y ella? ¿Cómo son los genes de esa mujer?
—Dios mío.
Colt llegó en ese momento con un sobre y saludo de unas cabezaditas a las dos personas.
—Tengo lo que pidió.
Le entregó el sobre y Jason abrió lleno de curiosidad y vio la foto de una mujer muy bella. El detective le explico.
—Ella es Narel Jones.
Lorna comentó.
—Es linda… al menos de su lado es linda, gran combinación tu porte y su picardía, hasta puedo decir que tiene un aire familiar, mi nuera.
Jason miró a su madre horrorizada al escuchar la palabra nuera: por favor, él no se iba a casar nunca y menos con una desconocida.
—Ese es el lugar que tiene en Treeman.
—Emprendedora, me gustan las emprendedoras.
Era un negocio de plantas muy original, entonces vio la siguiente foto.
—¿Y estos niños quiénes son?
Entonces Colt procedió a explicar.
—Son los hijos de la señora Jones.
Jason exclamó sorprendido.
—¡Hijos!
—Gemelos.
Lorna se llevó las manos a la cara y asustada vio a su hijo que estaba pálido de la impresión recibida.
—¿Gemelos?
—Sí, son dos, niño y niña. El niño se llama Dave y la niña Lana.
Lorna miraba la foto de sus nietos y el parecido con su hijo era bastante grande y dijo convencida.
—Estos son carne de tu carne y sangre de tu sangre —miró a su hijo emocionado—, hijo, ahora eres papá.
Un virtuoso padre de gemelos y con una desconocida y ese era el inicio de esa pesadilla. Jason estaba mudo de la impresión y su madre no dejaba de elogiar el perfil de los chicos.
—Es que sacaron todo de ti. La niña es adorable, es como verte con falda.
—Madre.
Dos hijos, por Dios, solo había asimilado la idea de uno y ahora se multiplicaban, era mucho para él. Lorna preguntó.
—¿Qué tienen en las manos?
—Tierra, jugaban con tierra.
Eso sorprendió a Jason que comentó.
—¿Juegan con tierra?
—Bueno, es una jardinería y hay plantas, tierra, arena…
Lorna entonces comentó sorprendida.
—Tierra… Dios, ¡cuántas bacterias!
—Sí, son niños sanos a pesar de todo.
Jason miró la foto de los dos niños jugando e intentó hacerse a la idea de que era el padre de los mismos. La niña tenía una linda expresión: llena de picardía y el cabello era negro y ondulado como el suyo. El niño se parecía mucho a él, tenía su mirada más seria. Lorna comentó extasiada.
—Son tuyos, sin duda, ese perfil, esos ojos y ese cabello.
Miró a su madre sorprendido y le preguntó.
—¿Qué debo de hacer?
Quedaron en silencio y volvió a ver la foto de los niños y solo pensó que los quería en su vida, tan solo deseaba a sus hijos junto a él.
**
Narel llegó esa mañana junto a los gemelos porque no había guardería y entonces Luisa la esperaba emocionada.
—¡Qué bueno que llegas!
—¿Qué sucede?
—Me llegó un correo y es importante.
Ella llevaba a los niños que corrieron por todo el lugar.
—Orden, orden. ¿Qué pasó?
—Claro, claro, ven, querida…
Fueron al computador y ella le mostró un correo.
—Es de una gran empresa, del magnate del acero, los Miller —dijo emocionada—, quieren que Dríades y Bosques envíe una propuesta para realizar el diseño de un jardín.
Narel se sorprendió y comenzó a comprobar el correo que habían enviado.—Es cierto… pero, ¿cómo?
Luisa añadió emocionada.
—Estás en el mapa.
Le pedían una idea y presupuesto, entonces Narel le comentó a su amiga.
—Esto es grandioso, estamos hablando de una casa en uno de los barrios más exclusivos de la ciudad.
—Y de gente rica, pero lo que es rica. Narel, lo hiciste.
Ella sonrió y escuchó el ruido de algo quebrándose y vio a su pequeño hijo encogido asustado.
—Hijo, por favor —lo tomó de la mano—, pudiste lastimarte.
—Lo siento, mami.
Narel no podía digerir todo aquello con los niños correteando por todos lados y yendo al pequeño vivero que tenía. Verificaba el correo y en verdad era de una empresa conocida del medio.
—Debes hacer una propuesta.
—Dicen que me esperan para hablar del tema, esto es sorprendente.
—Te dije que pagar esa revista con el anuncio era bueno.
Publicidad que funcionaba y atraía clientes de esa talla, marcó al número que habían incluido.
—Buenas tardes, soy Narel Jones, arquitecta y paisajista, me contactaron para un trabajo, ¿en serio? —su amiga estaba atenta a cada palabra—, perfecto, claro que sí… iré…
Cuando colgó gritó emocionada llamando la atención de sus hijos.
—¡Es real! ¡Es real!
—¡Estamos en el mapa! —dijo su colega.
—¡Sí! —coreaban los niños.
Ella vio a sus dos pequeñas bendiciones idénticas y sonrió, eso se llamaba un golpe de suerte y tenía que dar lo mejor.
Tomó su tableta y comenzó a seleccionar sus mejores trabajos para la presentación, mientras sus hijos andaban de un lado para el otro y escuchó quebrarse un cuenco y puso orden.
—A ver tu niña, acomoda estos tapetes y tu ayuda a llevar estas macetitas a la tía Luisa.
Luisa se le acercó.
—¿A qué hora te citaron?
—A las diez de la mañana en las empresas Miller, presidencia… —rio orgullosa.
Ella preparó todo lo necesario para la presentación del día siguiente, necesitaba destacarse a como dé lugar; sin embargo, no contó con que la vieja Van se averiara y tuvo que dejarla en el taller.
Lorna recibía las noticias y sonrió, entonces le envió un mensaje a su hijo Jason: Todo salió como lo planeamos. Revisaba unos presupuestos cuando la puerta se abrió y vio a su esposo, bueno exesposo, entrar.
—Lorna…
—Andrew, ahora ya no tocas la puerta, cada vez logras sorprenderme.
—¿En serio?
Ella ni lo miraba, tal era la indiferencia al que un día fue su amante esposo.
—¿Dónde está Clark?
—Nuestro hijo, decidió irse de viaje por unos días.
—¿A dónde fue?
Tomó asiento y ella ni se inmutó.
—No lo sé, solo quiso olvidar todo y lo entiendo.
—Él debe tomar las riendas del negocio, en eso quedamos. Lo he visto muy errático.
Lorna fijó sus ojos cafés en su esposo y cruzó las manos delante, adquiriendo una pose profesional.
—Nuestro hijo pasó tres años casi postrado en una cama después de un accidente y tú apenas lo ves bien, deseas que él tome las riendas de un negocio.
—Para eso lo preparé, Lorna.
—Sufrió un accidente, estuvo un año en coma, Jason perdió el control de su vida por dos años de rehabilitación.
Andrew golpeó el escritorio y entonces dijo molesto.
—¡Yo sé todo eso! ¡Lo viví!
—Claro… tú estuviste del lado de los que decía que desconectaran a nuestro hijo.
Andrew tragó grueso. Esa mujer podía ser como un aguijón en el dedo y entonces le dijo a su exesposa.
—Quiero hablar con él y no me contesta el teléfono.
—Dale tiempo, déjalo ser…
Se levantó con aire cansado y le dijo a su exesposa.
—Solo me regí por lo que decían los doctores y no quería que viviera con las consecuencias de una postración, sabes que él es activo, no lo hubiera resistido.
Lorna también se levantó y le dijo.
—Conozco al hijo que tengo.
Pasó delante de él que se quedó parado en silencio, asimilando que todo en su vida cambió para siempre desde el accidente de su hijo mayor.
“Estoy en el mapa”, decía Narel, mientras preparaba su presentación para los Miller, “por fin todo va a salir bien. Mi negocio estará en el mapa”. Tenía que darlo todo para impresionar a esa familia, ese era el boleto para cambiar de vida y cuando estuvo listo, tomó su tableta y les dijo a sus hijos.—Tengo todo listo.No podía dejarlos, así que tendría que llevarlos con ellos y, aunque eso no era nada profesional, tenía que hacerlo.—Vamos a presentar el proyecto.—Vamos —dijeron ellos.Dave tomó la tableta de su mamá y bajó corriendo con ella las escaleras del edificio donde vivía. Su madre lo llamaba desesperada y entonces el niño se frenó cuando vio a un tipo mal encarado en la entrada. El sujeto le gritó.—¡Dame eso pelado!Le arranchaba la tableta bruscamente e iba a arrancar a correr cuando Narel lo agarró de la chompa.—¡Devuelve eso!Comenzó a forcejear con el sujeto para arrancharle lo que era suyo.—¡Devuelve eso!El sujeto era muy fuerte, pero en esa tableta estaba el futu
Esa mañana estaba en la cama dando vueltas, recordaba al joven héroe salvando el día y comenzó a sentir una oleada de emoción: un héroe, por fin un héroe que la salvara del mundo, de las deudas, de la soledad.Ella estaba en el suelo y él se acercaba poderoso a ella.—¿Están bien?—Sí… Tuve tanto miedo.—Descuida, mientras yo esté con ustedes jamás van a tener miedo.—¡Eres lo que siempre soñé!—Te amo, preciosa.Esas palabras la emocionaron y de repente a lo lejos escuchó el timbre del teléfono.—No, no… No me dejes héroe.—¿Mami?—¡Mami!Ella balbuceó:—El héroe… que no nos deje el héroe.—¡Mami! —gritó Lana.Ella se levantó aturdida y miró a sus gemelos cerca de ella.—¿Dónde estoy?—En la cama.—¿Quién es el héroe?Ella miró el reloj y estaba tarde.—Dios mío, vamos a llegar tarde a la guardería.Y así aterrizaba en la tierra para vivir su realidad.**Candy Fleman no podía creer que el hombre que amaba tuviera hijos y con una desconocida.—Entiendo.—Sé que es complicado, estoy de
La noticia llegó a los medios principales de la ciudad y Andrew leyó el titular: Jason Miller demanda a clínica de fertilidad.—¡Qué m****a!Tomó el teléfono y marcó un número.—Lorna, ¿qué es eso de una demanda de Jason a una clínica de fertilidad? ¿Qué es lo que intentan decir?La voz de Lorna lo sorprendió.—¿Ya se hizo público? Andrew, tenemos que hablar.—Entonces este asunto trae cola, ¿verdad?—Sí, y una bastante grande…Odiaba a su familia en el centro del huracán, siempre le gustó la vida tranquila, casi determinada a un reducido círculo social, con amigos que podía contar y hasta evitar. Todo aquello removió recuerdos de esa mujer.—Tenemos que hablar, Andrew.—Ya lo estamos haciendo, Clare.—Estoy embarazada.—Eso cambia las cosas… —había dicho—. Te lo advertí.—No puedo interrumpirlo de nuevo.—Debes hacerlo.Entonces, como una loba furiosa, esgrimió.—Iré a los medios y a los sitios de chismes, pagarán para saber que el gran hombre de acero tiene una amante.Entonces le ad
Eso comenzaba a ponerse denso y ella lo encaró.—¿Cómo sabes eso? —preguntó enojada—. ¿Acaso me has investigado o qué?—Primero, cálmate…—No me calmo, no me gusta nada de esto.—Narel en esa clínica te hiciste una inseminación artificial, ¿verdad?Narel estalló diciendo.—¡A ti, qué m****a te importa eso!—Lo que sucede es que yo había dejado mi esperma congelado allí.Ahí venía la parte complicada del asunto.—No di órdenes de que fuera usado y sufrí un accidente, estuve un año en coma y luego en rehabilitación.¿A dónde quería ir por el amor de Dios?—Resulta ser que cuando recordé ese hecho, me contacté con la clínica y me dijeron que mi semen había sido utilizado sin mi consentimiento.Narel lo miraba desconcertada.—Parece que alguien se confundió o qué rayos, lo cierto es que lo emplearon…—¿Y?—La que lo aprovechó, fuiste tú.Narel lo miró con horror y luego se echó a reír nerviosa y le dijo al sujeto.—¿Qué m****a quieres decir?—Quiero decirte… —tomó aplomo para continuar—, q
Andrew miraba el pequeño negocio de Dríades y Bosques, miró todo con burla y desprecio, era tan poca cosa para él. Cuando vio a la joven trabajando, intentando retomar su vida en medio del caos, Miller…—Así que aquí estás.Ella frunció el ceño al ver al tipo frente a ella.—¿Qué quiere aquí?Él sacó su chequera y garabateó algo en un cheque y se lo dio a la joven.—¿Dinero? ¿Por qué es este dinero?—Por los chicos, claro está.—No entiendo.—Te estoy comprando a mis nietos y es una buena suma para que desaparezcas de la vida de todos.Eso era el colmo del descaro y comenzó a odiar su trato con Jason Miller.**Los tacos resonaban en el piso de mármol y cuando se apersonó en el rellano, la secretaria esbozó una sonrisa amable.—Señora Jones, es bueno verla.—Quiero hablar con Jason Miller.Nada de amabilidades, ni sonrisa en el rostro. Esa mujer estaba hecha una fiera.—El señor Miller tiene una junta en este momento y luego un almuerzo y…—No me interesa su agenda, tengo que verlo aho
Cap. 8 Problemas de convivenciaLuisa la ayudaba a empacar y le mostraba unos muñecos de tela a los niños.—El señor cerdito y el señor ovejita, ¿irán?—Son nuestros preferidos —comentó Lana.Se dio cuenta de que, aunque viejitos, guardaban un valor importante para los pequeños. Narel entró con unas camisetas.—Estas, son nuevas y son frescas, recuerda que allá hay lago y buen clima.Vio las maletas de sus hijos y sintió pesar. Las suyas estaban ya hechas, cojeando fue a la cocina a mirar las ollas viejas que tenía.—No podré llevarlas conmigo…Platos despostillados, tazas rajadas que guardaban un valor sentimental para ella.—Deberé tirar todo.Luisa salió con las maletas de los pequeños.—Sus juguetes empacados.—Bien, entonces estamos listos, ¿verdad?Los niños gritaron emocionados y ella sonrió. Uno de los guardaespaldas de Jason bajó las maletas. Las vecinas estaban atentas viéndola salir con los niños, cojeaba, pero al ver el rostro de sus vecinas, todas mujeres luchadoras como e
Andrew quería conocer a sus nietos y manejó a Almeville y cuando vio la mansión, se topó con el auto de Candy saliendo.—Candy.—Señor Miller —frenó.—¿A dónde vas?—Parece que en la vida de su hijo estoy de más.No entendió y, cuando llegó, Jason salía con unos leños y se frenó al ver a su padre.—Parece que viste a un fantasma.Se acercó el campechano y palmeó la espalda de su hijo mayor.—¿Y esos leños?—Vamos a realizar una actividad con los niños —respondió.—Bien, ¿y mis nietos?—Bajarán pronto.—Me topé con Candy, se la veía muy mal.—Después hablaré con ella.Entonces le dijo a su hijo.—Clark, no desprecies a Candy, en estos momentos puedes pelear la custodia de los chicos y ella ser la madre adecuada para los mismos.Los niños bajaban las escaleras junto con Narel, entonces Andrew preguntó.—¿Qué hace esta mujer aquí?Miró a su hijo y Narel se frenó en seco, ¿ese era el comité de bienvenida?—Buenas noches.El sujeto se acercó a admirar a sus nietos que lo miraban con sus pre
Jason bufaba de la rabia, su pequeña princesa hablaba como una callejera, Narel apenada se excusó con ellos.—Lo siento, Lana siempre repite cosas…—Deben de educarse, no es posible eso.—Lo sé, hablaré con ella.—Trata de corregirte también. Ella aprendió de ti todo eso.Ahora ella era una maleducada, era insoportable.—Perdón, he hecho mi trabajo sola y tengo dos preciosas bendiciones por eso.—Gracias a mí las tienes y mi hija no puede hablar como una callejera.—La corregiré.Entonces le dijo con firmeza.—Mañana tenemos la entrevista, es muy importante para el futuro de los niños.—Solo es una guardería.—Es el futuro de una educación brillante para mis hijos.—Hablas como si fuese Harvard.—¡Es el Harvard de los niños pequeños!Narel se daba contra la pared, es que nunca pensó que su vida cambiaría tanto en tan solo unos meses. Salió con su Van rumbo al negocio en donde Luisa entregaba un bello terrario a una cliente.—Disfrútelo, y cualquier duda que tenga, estamos para servirla