Capítulo 16

Horacio Gárciga peluquero era todavía más extravagante de lo que yo imaginaba. Aquella mañana se había esmerado en demostrar su amor por los colores fuentes. Tenía el cabello a dos tonos: malva en las raíces y verde fluorescente en las puntas. Además, llevaba puesto un pantalón de cuero que resaltaba sus glúteos y, aunque tenía puesta una camisa, ninguno de los botones estaba anudado.

Por la forma en que hablaba, era evidente que aquella figura alocada que chillaba y hacía comentarios escandalosos a sus clientas, no era más que un personaje. Era la estrategia de marketing que había encontrado para ganarse la confianza de aquellas mujeres, de más de 50 años, que todavía mostraban rezagos de inconformidad porque un hombre les hiciera la permanente.

Cuando por fin me senté en la silla, Horacio Gárciga peluquero hizo galas de su buena memoria

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