3. El granero de los Stormell.
Entró en su granero, dejando atrás el maíz apilado, los caballos, incluso el tractor, y se detuvo junto a la pila. Me miró, agarrando una vieja toalla, para luego cedérmela.
Miré mi aspecto, él tenía razón, no sólo mis ropas estaban echas un desastre, también mis piernas y mis manos.
Tan pronto como escuché la puerta cerrarse, comencé a quitarme la ropa, quedando totalmente desnuda en aquel siniestro granero, cayendo en la cuenta de que Caleb Stormell solía ser un mirón en el pasado.
Me toqué los brazos, intentando tapar con ellos mis pechos, y giré mi cabeza hacia atrás, recorriendo aquel lugar con la mirada, buscando cualquier cosa inusual en él. Pero todo parecía normal, parecía que los malos hábitos de Caleb habían cesado.
Caminé despacio hacia la pila y me metí dentro de ella, abriendo despacio el grifo, percatándome que el agua estaba helada, algo totalmente normal, pues aquella agua estaba pensada para asear a los caballos. Hice de tripas corazón y me coloqué bajo el chorro, sintiendo como mi piel cálida sentía el calambrazo al entrar en contacto con la fría agua que cubría mi piel.
Dejé escapar un leve gemido de sorpresa, para luego comenzar a refregar mi cuerpo, intentando limpiar el barro que había en mi piel.
Me tersé tan pronto como sentí su mirada sobre mi cuerpo, sabía que estaba allí, mirándome por una de las ventanas, pero ni siquiera miré hacia aquel punto, tan sólo ensanché la sonrisa al darme cuenta de que él seguía siendo el mismo.
Aún podía recordar lo que me hacía sentir en el pasado, lo mucho que me gustaba que él me mirase cuando pensaba que no me daba cuenta de ello, cuando me espiaba.
Me encantaba sentirme deseada por los hombres, en especial por él, aunque eso ya no era así, se había quedado en el pasado tan pronto como abandoné mi hogar. Esa parte oscura de mí quedó en el olvido.
Cerré el grifo y me cubrí con la toalla tan pronto como me di cuenta de las barbaridades en las que estaba pensando. Ya no podía volver a ser esa chica de nuevo, no después de todo lo que había perdido por su culpa. Ya no podía dejar que él volviese a mirarme como lo hacía antaño.
Me vestí con rapidez, con la muda que tenía en el bolso, aterrada porque él pudiese volver a desear mi cuerpo. Las cosas habían cambiado demasiado dentro de mí, y odiaba demasiado la persona la persona que era en el pasado.
Me cogí la cola de nuevo, y salí del granero, observando al apuesto Caleb, junto a su moto, mirándome con chulería. Sin lugar a dudas él había cambiado demasiado, ya no era aquel tímido chico gordito que solía seguir a Tyler Pitt a todas partes.
Tragué saliva, intentando lucir tranquila, mientras él se subía a la moto de campo y la arrancaba.
El viaje fue corto, no duró más de diez minutos, pero lo disfruté al máximo, aferrándome a su espalda, dejando caer mi cabeza sobre su hombro, oliendo su fuerte olor corporal, olía a sudor, pero no me molestaba en lo absoluto, por el contrario, me encantaba su aroma varonil. Sentir su fuerte espalda bajo mi cuerpo me hacía sentir a salvo.
Mi corazón latía a mil por hora al darme cuenta de lo mucho que estaba disfrutando de su cercanía. Estaba asustada, jamás pensé volver a encontrarme con Caleb Stormell de nuevo, y menos en aquellas circunstancias.
Lo cierto era que lo conocía poco, nos habíamos cruzado un par de veces, incluso le había empujado una vez, cuando me acusó de estar engañando a su amigo. No era cierto, por supuesto, sólo fue un pequeño malentendido dejado por la metiche de mi hermana.
Siempre me había parecido alguien corriente, uno de los perros falderos de Tyler, uno de esos que se acercaban a él por ser una de las personas más influyentes de la aldea.
No fue hasta que su hermana Sally me escondió en su granero, para ocultarme de mi madre, cuando le vi de otra manera…
“Sally acababa de marcharse a por algo de comer, mientras yo me acurrucaba junto al heno de los caballos, con tan sólo catorce años, aterrada porque mi madre me encontrase y volviese a encerrarme en casa, según ella por haber roto el jarrón de la sala, aunque yo sabía que sólo era una excusa, el jarrón de la sala seguía intacto.
Llovía con fuerza allá afuera, y yo estaba terriblemente aterrada de ser descubierta. Así que tan pronto como escuché unas risas varoniles al otro lado de la puerta, me puse en pie de un salto y corrí hacia el campo de maíz, por la otra puerta, provocando que Shally que acababa de llegar mirase hacia su hermano, molesta.
Di vueltas sobre mi misma, mirando hacia todas partes, pero no podía ver nada en aquella oscura noche, con aquellos altos tallos, con la lluvia haciéndolo todo aún más difícil.
Le miré sin saber que era lo que se proponía, pues nadie, en toda mi vida se había acercado a mí sin querer algo a cambio, justo como hacía Tyler Pitt. Al principio pensé que sólo quería ser mi amigo, pero luego comprendí que en realidad quería mucho más.
Agarró mi mano antes de que pudiese pedirle explicaciones, antes de que pudiese alejarle de mí, y tiró de mí hacia el granero, sin disminuir la fricción de su mano sobre la mía. Y me hizo sentir a salvo por primera vez en mi vida”
Se detuvo frente al campo de maíz, justo al otro lado de mi casa, y apagó la moto, pero ni siquiera se bajó de ella.
Y entonces lo supe, en algún momento de nuestra travesía, o incluso antes, él había descubierto mi identidad.
Me callé tan pronto como dije aquellas palabras, observando como él se bajaba de la moto y se detenía frente a mí. Tragué saliva, nerviosa, observando su odio hacia mí. Era justo eso lo que había pretendido al decir aquellas palabras, que él me odiase de nuevo.
Le pegué una cachetada tan pronto como escuché sus palabras, pero él no dejó de mirarme malhumorado ni un solo minuto. Si las miradas matasen, ambos estaríamos muertos, pues nos estábamos fulminando con la mirada, el uno al otro.
¿Cómo podía aquel idiota decir aquello? Yo no me había acostado con el novio de mi hermana, cuando Tyler y yo estuvimos juntos, mi hermana y él no tenían nada, aunque, a ella le gustase él mucho, él no tenía el más mínimo interés en ella.
Ambos temblábamos de ira, con la respiración acelerada, sin dejar de mirarnos. Pero había algo distinto en su mirada aquella vez, algo en lo que no me había fijado hasta ahora, quizás si lo hubiese sabido antes, todo sería diferente ahora.
“Caleb me acorraló en el granero de su propiedad, haciendo que comprendiese que la carta que había recibido no era de Tyler, si no de aquel patán.
Respiré entrecortadamente al sentir su mirada sobre la mía, recordando aquello. Me echó una mirada similar aquella noche, sólo que no me percaté de ello.
Sus ojos miraron hacia mis labios, tan sólo una décima de segundo, haciendo que mi corazón latiese con fuerza y me sudasen las palmas de las manos. Quería huir de allí, de aquella situación, pero mi cuerpo no me respondía, me veía incapaz de apartarle, y mi mente no entendía que era lo que estaba sucediendo.
4. Una enfermedad mortal.Rodeé la casa y entré en mi habitación por el árbol que había frente a mi ventana, justo cómo solía hacer cuando era adolescente.Mi padre estaba allí, haciendo hueco en mi armario, para que se quedasen las visitas en aquella parte de la casa, y casi se muere del susto cuando me vio aparecer en la habitación.¿por qué no usas la puerta como todo el mundo? – pregunto al borde del infarto, haciéndome sonreír, para luego sentir su abrazo. – Me alegro de que hayas vuelto, tu madre y tu hermana estarán encantadas de ver que has vuelto – afirmó, con su ingenuidad muy presente.¿Cómo iban a estar mi madre y mi hermana felices de mi regreso?---Cuando bajé al salón, donde mi hermana, mi madre y Tyler tomaba
5. Caleb, el cerdito.Fui a comprar ropas unos días después, pues aún no tenía ni idea de cuándo me devolverían la maleta, incluso me hice con un vestido para la boda.Salía de los grandes almacenes, junto a mi hermana, pues mi padre la había “obligado” a acompañarme, ya que no tenía demasiadas amigas. No hablamos en todo el trayecto, como era de esperar.Iba pensando en mis cosas cuando ocurrió, mi hermana se paró en seco a saludar a la persona que teníamos en frente.Caleb – le llamó, haciéndome levantar la cabeza para mirarle. Nuestras miradas volvieron a cruzarse, y yo sentí aquella sensación cálida de nuevo. Tragué saliva, intentando parecer normal, observando como él miraba hacia mi hermana – ¿qué pasó con la camioneta de mi hermana?
6. La fiesta del maiz.Había llegado el gran día, ese día que todos en el pueblo estaban esperando, “La fiesta del maíz”, donde se celebraban diferentes actividades, todas ellas, con aquello que caracterizaba a nuestro pueblo, el maíz.Mis padres estuvieron nerviosos toda la mañana, ultimando los primeros preparativos para lo que sería el primer concurso, que tendría lugar en la granja de los Pitt, dónde las concursantes deberían recoger el mayor número posible de mazorcas posibles. La ganadora obtendría como premio una cita con el guapo Caleb, lo que me hizo pensar, por primera vez, desde la noche anterior, en él.Me largué sin decir media palabra justo después de ese beso, dejando mi camioneta y mis nuevas compras allí. La razón de ello era obvia, me aterraba lo que él me había hecho sentir
7. Oculta bajo una coraza.Sarah – me llamó Tyler, haciéndome salir de mis pensamientos, mientras yo bajaba la cabeza, intentando volver a la realidad. No podía volver a ser ella, no podía dejar que saliese, sabía que, si lo hacía, jamás dejaría de llorar, pues había estado aguantando el dolor por demasiado tiempo.Me di la vuelta, con la intención de volver a marcharme, esta vez hacia la casa, pues no podía seguir allí por más tiempo, pero antes de que hubiese dado un solo paso él me detuvo, aquella persona que tanto hería mi corazón. No podía sentir aquello – me recriminé a mí misma – ya había pasado demasiado tiempo para aún estar encandilada por él.Tengo que irme – le rogué, intentando soltarme de su a
8. La despedida de soltera.El día del maíz pasó antes de que nos diésemos cuenta, y entonces llegó el día de la despedida de soltera de Elena.Hicimos algo corriente, y yo pude asistir gracias a que Caleb me trajo las bolsas a casa esa mañana. Las recogió mi padre, pues yo me sentía aún demasiado resacosa como para levantarme, algo normal, pues me había pimplado tres botellas de vino yo solita, justo después de llegar a casa, la noche anterior.La despedida fue algo corriente, en el bar de Sandra Pitt, la tía de Tyler, entre amigas y copas, charlando del pasado.Fue de lo más aburrido, y eso ayudó a que me emborrachase con más facilidad, sobre todo al darme cuenta de que Elena había invitado a Shay, la novia de Caleb, y no dejó de preguntarle por el susodicho en toda la noche.Ha prometido
9. Cicatrices en el alma.Me echó una última mirada antes de volver al local, dejándome en aquel callejón completamente sola. Pero no fue eso lo que me destrozó, si no la mirada de despedida que puso sobre mí.Caminé calle abajo, a pasos pausados, pues me había dañado un poco con su brusquedad, y me dolía terriblemente mi intimidad al andar. Con aquella falda celeste un poco manchada, los cabellos alborotados y mi alma llena de cicatrices.Ya no me quedaba ni un ápice de dignidad, nada en lo absoluto a lo que aferrarme.Seguí adentrándome más y más en la oscuridad de la noche, sin saber a dónde ir ni que hacer, mientras miles de pequeñas lágrimas se derramaban por mi rostro, echando a perder el maquillaje.Me detuve cerca del parque, dándome cuenta de algo: me había convertido en mi
10. ¿Quién es él?Seguía tirada en la hierba, incapaz de levantarme, el dolor era insoportable, el dolor de mi alma me impedía seguir luchando. Tan sólo podía mirar hacia la oscuridad, hacia el lugar dónde él y mi hermana habían estado besándose horas antes. Pero ya hacía mucho de eso, hacía bastante que se habían marchado, dejándome allí tirada.No podía dejar de pensar en él, era como si le hubiese perdido, cómo si hubiese muerto, pues al fin y al cabo la persona a la que amaba no había existido jamás. Y eso tan sólo hacía que todo doliese un poco más.Ni siquiera sabía que haría si me levantaba de allí. No podía volver a casa en aquel estado, no quería preocupar a papá. Ya ni siquiera sabía si podría volver a mi
11. Un sueño muy real.Desperté con una cálida sensación en mi rostro, como si alguien hubiese besado ese punto. Intenté recordar en qué momento había sucedido, si en algún momento alguien… Caleb.Me toqué el rostro, justo en el lugar en el que él me había besado la noche anterior, mientras yo permanecía con ojos cerrados.Lo siento – susurró, al mismo tiempo que yo seguía fingiendo que dormía – siento no poder decirte la verdad, pero no puedo perder a Elena.Me quedó claro en ese justo instante, él estaba enamorado de ella, de mi hermana, no había otra explicación para lo que estaba haciendo.Todo había sido mentira, cada una de las situaciones que habíamos vivido.La lluvia caía sobre la