Baile de promoción

La llegada de abril trajo consigo el tan esperado baile de promoción. Todos estaban ansiosos, como Junior, era la primera vez que podríamos participar y para los Senior, sería el último baile antes de la graduación. Durante el almuerzo Jenny y Cristal no paraban de hacer planes para ir de compras. Jake, Dex y Mike estaban más preocupados por los estatales que por el baile. Yo por mi parte, no podía dejar de pensar en lo poco que faltaba para que tuviéramos que separarnos. Los meses parecían haberse esfumado en un abrir y cerrar de ojos. Y si bien tratamos de disfrutar al máximo cada día, en el fondo ambos estábamos temiendo que terminaran las clases.

—Tierra llamando a Becks —bromeó en mi oído Jake. Traté de dibujar una sonrisa, pero no llegó a mis ojos.

—Hola.

—¿Otra vez amor?

—No pasa nada, no te preocupes.

—Te conozco Rebecca, sé en qué estás pensando.

—En ti… como de costumbre.

—¿No estás emocionada por el baile?

—No realmente.

—¿No quieres ir?

—Claro que sí. Mientras sea contigo.

—¿Con quién más irías? ¿Quizás con tu amor el señor P?

—Quizás… —bromeé entre risas, pero él entrecerró los ojos y apretó la mandíbula— oh vamos, es una broma… ¡podría ser mi padre!

—Pero no lo es —antes de que continúe por ese rumbo, besé sus labios para distraerlo, mis manos se enroscaron en su cuello y me apreté contra él. Por un segundo no se movió, pero luego, sus manos se sujetaron a mi cintura y profundizó el beso, haciéndome sonrojar delante de toda la escuela.

Era viernes por la tarde. Habíamos quedado con las chicas en ir de compras. Pasarían por mí, luego del ensayo.

Se suponía que debería estar prestando atención a los diálogos y lo que estaba pasando arriba del escenario, sin embargo, ahí estaba una vez más. Mi cabeza no dejaba de armar cientos de posibilidades con la partida de Jake. ¿Qué tal si me olvidaba? ¿Y si conocía a alguien más? ¿Y si no regresaba? Una lágrima corrió desenfrenada por mi mejilla y solo me percaté de ella cuando Jenny me zamarreó del brazo.

—¡Hey! ¿Qué pasa?

—Nada… la obra, me emociona.

—¿Segura?

—Claro, enseguida nos vamos.

Cuando el ensayo terminó, Cristal se unió a nosotras y emprendimos el camino hacia el centro comercial. Después de recorrer unas cuántas tiendas, finalmente encontramos una que nos gustó. Las tres elegimos varios vestidos y nos metimos en los probadores. Después de desfilar con cada uno de ellos me decidí por uno en color salmón, largo hasta los pies, con escote en corazón y una sobre tela en la pechera de encaje negro, una faja también en negro dividía la falda, que formaba un bello volado. Usé la mayor parte de mis ahorros para comprarlo, pero quería que esa noche fuera especial. También compré unos preciosos zapatos de tacón, en negro brilloso que se ajustaban al tobillo.

Cuando llegué a casa Kim y mi madre estaban más emocionadas que yo con las compras.

El sábado comencé a prepararme temprano. Kimmy insistió en pintarme las uñas de las manos y pies de fucsia, mi madre arregló mi cabello, marcó más mis rulos naturales y lo recogió de costado dejándolo caer sobre mi hombro derecho. Me maquilló suavemente, sombra rosa pálido en los ojos con rímel negro, un poco de rubor y brillo en mis labios. Me puse el vestido, los zapatos y me perfumé. El timbre sonó y Kim salió disparada a abrir.

—Luces absolutamente hermosa Rebecca —dijo mi madre con lágrimas de emoción.

—Gracias mamá.

Bajamos las escaleras y ahí estaba él. Llevaba un esmoquin negro con pajarita. Un auténtico sueño hecho realidad. Abrió grande los ojos cuando me vio y su mandíbula cayó al suelo. No pude evitar la risa al ver su reacción.

—Estás… luces… me dejaste sin palabras…

—Tú también te ves bien cariño —dije cuando llegué hasta él. Besó mi mejilla y me tomó de la mano. Me colocó el ramillete en la muñeca y sonrió con más ganas que antes.

—No saldrán sin unas fotos —advirtió mi madre con la cámara en la mano. Ambos posamos felices y ella tomó más de diez fotografías nuestras. Salimos tomados de la mano y nos esperaba una limosina negra. Habíamos acordado entre todos ir juntos y alquilar ese enorme auto. Luego de recoger al resto llegamos a la escuela y nos dirigimos al gimnasio.

Ni bien entregamos nuestros tickets, nos encaminamos hasta el fotógrafo y nos tomamos la foto para el anuario. El tema del baile era "Bosque Mágico". Miles de ramas adornaban los rincones del lugar, y cientos de estrellas de cartón y luces de Navidad caían del techo. La banda estaba tocando, y para ser de nuestra ciudad, se oían de maravilla. Nos sentamos en nuestra mesa y Jake trajo unas bebidas. Charlamos animadamente y luego nos metimos de lleno a la pista de baile.

Make You Feel My Love de Adele comenzó a sonar, me abracé fuerte a Jake, escondí mi rostro en su pecho y las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro.

No hay nada que no haría. Para hacerte sentir mi amor… —cantó en un susurro en mi oído y los sollozos se hicieron más fuertes. Sentí sus brazos apretarme con fuerza, como queriendo protegerme del dolor que sentía. Cerré los ojos y me guardé ese precioso e íntimo momento en mi mente.

Poco después anunciaron los reyes del baile y para nuestra sorpresa Jake y yo fuimos coronados. Mis mejillas se encendieron de inmediato cuando pusimos un pie en el escenario. Pero mi novio apretó mi mano cálidamente para darme fuerzas y yo le sonreí con cariño. Luego bailamos ante la atenta vista de todos, la canción It Will Rain de Bruno Mars. De repente el mundo desapareció y solo estábamos los dos. Lo miré a los ojos y vi la misma emoción y tristeza que se reflejaban en los míos. Apoyó su frente en la mía y dejé escapar unas tímidas lágrimas.

—Promete que me esperarás —suplicó Jake solo para mí.

—Para siempre.

—Para siempre…

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