Nada puede estar peor ¿O sí?

Las lágrimas rebalsaron por mis ojos. No podía creer lo que veía. No parecía Jake el que hablaba. ¿En qué se había convertido? ¿Cómo pudo dejar de amarme en tan poco tiempo?

¿Embarazo no deseado? Bueno, no lo buscamos es cierto. Pero aquí está y no lo había hecho yo sola.

«Olvídame. Como yo te he olvidado a ti», resonó en mi cabeza.

Por eso no me escribía, se olvidó de mí. No me amaba más. Inconscientemente llevé mi mano a mi imperceptible vientre.

—Lo siento manchita —dije entre sollozos.

Kimmy salió de la casa, me vio en ese estado y se asustó.

—¿Qué pasa Becca? —preguntó mientras se sentaba a mi lado. Pero las palabras parecían haberse desvanecido. Le entregué la carta y hundí mi rostro entre mis manos.

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