—Probablemente pienses que soy una estúpida, pero... no quiero que mi padre muera. No deseo cargar con esa culpa; solo hay que dejarlo ir. Esta vez no volverá, y yo no volveré a ceder ante sus llamados.Lena, quien había estado observando con binoculares el bar donde tendría que reunirme con mi padre, volteó a verme.—No sé mucho sobre padres ni el vínculo que debería existir con ellos, pero... si hubiese tenido a mis padres, nunca en mi vida sería capaz de matarlos. —Apretó mi mano y asentí—. Te entiendo. Nadie lo tocará, pero si tengo que elegir entre él y tú, sabes a quién elegiré.Sentí cómo un peso que había estado cargando las últimas horas se desvanecía por completo.Mi celular sonó de repente, e inhalé hondo antes de contestar.—Dime.—¿Dónde estás? ¿Vas a venir? No hay tiempo. —Se notaba muy ansioso—. Necesito el dinero, Isabella.El bar donde me había citado estaba rodeado de los guardias del Don Alessandro. Uno de mis hombres había intentado entrar después de un recorrido,
De repente, la radio de Lyonya crujió con vida, y nuestros oídos captaron las voces entrelazadas de los hombres que se comunicaban en clave. Algo estaba sucediendo.—Lyonya, ¿todo está bien? —pregunté ansiosa.—Nos encontramos con resistencia, pero estamos avanzando. No se muevan. Mantengan su posición —ordenó, y el tono de su voz dejaba claro que la situación no era tan simple como habíamos esperado.La espera se volvió eterna, y mi mente divagaba entre temores y esperanzas. El ruido de metrallas no ayudaba en nada. —No aguanto más —exclamé—. Entremos por atrás, tengo que saber que está bien, por favor. Juntas podemos. —Recuerda todo lo que te enseñe y no dudes en ningún momento, Isabella. Esos hombres no dudaran en matarte. ¿Entiendes? —tragué duro y asentí. La oscuridad nos envolvió, y solo la tenue luz de nuestras linternas guiaba nuestro camino. No sabíamos qué encontraríamos, pero estábamos decididas a enfrentarlo. A medida que nos acercábamos, los disparos y gritos de los h
Alessandro, con una sonrisa siniestra, observó nuestras expresiones con deleite mientras su mano herida sostenía la sangre que brotaba. El silencio se hizo más denso cuando pronunció sus palabras con frialdad.—En quince minutos, este edificio se convertirá en escombros. Las cargas explosivas que acabo de activar asegurarán que no quede piedra sobre piedra.La noticia cayó como un manto de plomo sobre nosotros.Mis ojos se abrieron con incredulidad, y mi corazón pareció detenerse por un momento. El aliento se me escapó como si alguien hubiera perforado mis pulmones y el tiempo, que hasta ese momento se movía en un flujo constante, se convirtió en un cruel antagonista que marcaba el límite entre la vida y la muerte.La habitación comenzó a dar vueltas a mi alrededor, y mis piernas temblaron ligeramente. Él continuaba hablando, pero sus palabras eran un zumbido lejano. Un frío intenso se apoderó de mí, y el nudo en mi garganta me hizo casi imposible respirar.—¿Por qué no hay nadie aquí
—¿Qué? —preguntó desconcertado.—La única manera de sacarte de esas esposas es rompiendo tu dedo pulgar. —Mi voz tembló, consciente de la brutalidad de la sugerencia. Sabía que no había otra opción si queríamos liberarlo antes de que todo se viniera abajo.Darko asintió, aceptando el precio que tendría que pagar para su libertad. Con manos temblorosas, busqué un objeto que pudiera servir para la tarea, mientras el tiempo seguía su marcha inexorable.Agarré una barra de metal que encontré cerca y regresé hacia Darko. Sabía que este acto sería agonizante, pero no había tiempo para la duda. Él me miró con una mezcla de gratitud y pesar, como si lamentara ponerme en esta posición.—Isabella, hazlo —dijo con voz entrecortada. Sus ojos nunca se apartaron de los míos, buscando consuelo en medio de la inevitable tortura—. Puedo aguantar otro hueso roto.Respiré hondo, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con escapar nuevamente. Con un movimiento rápido y preciso, apliqué la fuerza
POV DARKO ROMANOVMi cuerpo yacía adormecido, atrapado entre el borde de la conciencia y el sueño profundo, mientras una presión constante se cernía sobre mí, un peso que se intensificaba y empezaba a despertar cierta inquietud. A pesar de mis esfuerzos, abrir los ojos se convirtió en una tarea agotadora, cada intento resonando en el dolor que se esparcía por mi ser.Maldición. El ambiente familiar de un hospital envolvió mis sentidos: el murmullo lejano de máquinas, el aroma a desinfectante impregnado en el aire. Era un recordatorio tangible de que, de alguna manera, había llegado a salvo. Lo logró, mi Zayka lo logró.El recuerdo de esos momentos se avivó, desatando un fuego interno que ardía en mi pecho. Isabella había cruzado límites impensables por mí, demostrando una valentía y amor que desafiaban la lógica. En medio de mi adormecimiento, me asaltaron pensamientos tumultuosos. ¿Cómo debería sentirme al respecto? ¿Era un acto de amor incondicional o una locura compartida entre am
—Le hablaré de nuestra iniciación, tranquilo.Asentí al tiempo en que entraba un médico.Después de que me permitieran levantarme y finalmente poder ir a ver a mi esposa, no sin antes darme el anuncio de que ya habían pasado dos días desde esa fatídica noche. Había sido difícil de digerir, golpeó como un martillo en mi pecho.Mis pensamientos se convirtieron en un torbellino al entrar finalmente en su habitación. Agradecí mentalmente estar en una silla de ruedas, ya que temía que mis piernas no me sostuvieran al enfrentar esa vista tan desgarradora. Mi mente se desbordaba con la imagen de su cuerpo maltrecho, conectado a los zumbantes y parpadeantes artefactos médicos. La palidez de su piel contrastaba con la intensidad de los moretones que decoraban su cuerpo.La habitación del hospital se volvió un remolino de emociones contenidas y pensamientos inquietantes mientras permanecía junto a la cama de Isabella. Su respiración era constante, pero no podía evitar preguntarme qué sueños o p
POV DARKO ROMANOV—Mis últimos días han sido tan volátiles como una tormenta en el mar embravecido. Todo este caos solo confirma lo que ya sé: la única manera de apaciguar, aunque sea un poco mi sadismo, es Isabella. Cuando no está a mi lado, no hay un solo destello de luz en mi existencia, es como si la oscuridad se apoderara de todo. Maldita sea. —Suspiré con frustración, dejando que el suspiro escapara como un lamento contenido—. Quiero que despierte, que ya esté a mi lado, pero al mismo tiempo, una parte retorcida de mí disfruta de la libertad que experimento cuando no está presente. Es como si pudiera ser completamente yo mismo, un verdadero hijo de puta sin restricciones.Volteé a mirarla con una sonrisa sutil.—¿Tú qué crees? —pregunté.Jesús, en ese momento, se encontraba en un estado deplorable, su figura temblaba como una hoja en medio de una tempestad. El sudor le pegaba el cabello a la frente, evidenciando la intensidad del momento. Tenía que asegurarme de mantenerla hidra
POV DARKO ROMANOVMe alejé lentamente de mi hija, dirigiéndome hacia el pequeño asador que había traído. —Oksana, ¿tienes idea de lo que les hago a los traidores? —pregunté, lanzándole una mirada de desprecio. Noté que hacía esfuerzos por mantenerse consciente. La estúpida no resistiría mucho, y esto solo había sido el comienzo. —Lo…lo que… me hiciste… —gimió débilmente.—Lo que te hice fue por mi propio placer, no porque me hayas traicionado. —Me encogí de hombros, disfrutando de su sufrimiento—. Quería ver cómo lucias en este estado… sin dedos. El odio llenó su mirada, y no pude evitar sonreír.—Maldito.—Lo soy, pero deberías agradecer. Ya no tendrás que volver a preocuparte por esas mierdas de manicura.Continuaba moviendo el carbón, cuando Lia comenzó a sollozar. Inmediatamente volteé a mirarla. —¿En qué quedamos? —pregunté, ganándome otro sollozo como respuesta—. Lia Romanova, deja de ser egoísta con una moribunda. Tendrás toda mi atención cuando termine.—¿Crees…que el