Artem nos empezó a hablar de un programa de muñecos que vio la otra noche y de cómo le gustaba tanto que quería que Santa se lo trajera para tenerlos en su habitación. Sus ojitos brillaban con emoción, contagiándonos con su entusiasmo infantil.Darko, con su característica atención paternal, sacó su teléfono y lo mostró.—¿Cuál de estos programas es? —preguntó.Artem, entusiasmado por la atención de su padre, señaló emocionado en la pantalla con una risa juguetona, sus ojos brillaban con pura alegría.—¡Paw patrol! ¡Mira, son perritos! —exclamó con un brillo travieso en su mirada.—¿Qué más deseas que te traiga Santa? —inquirí, buscando alimentar la magia del momento.—Tres carros, dos motos, dos cuatrimotos, una casa en el árbol, montones de juguetes y ropa como la tuya, papá. Pero no de niño —añadió, frunciendo ligeramente su pequeño ceño, lo cual me hizo derretir de ternura—. También quiero...—¿Tienes más deseos, pequeño? —exclamé, genuinamente sorprendida por la extensión de su l
Había sido una idea estupenda. No habíamos tenido la oportunidad de disfrutar de una cita romántica, y sentía que era el mejor regalo que le podría dar, especialmente en un lugar tan mágico como Grecia. Para la ocasión, había alquilado un lugar privado con una impresionante vista al mar. Contaba con una piscina y todo el espacio había sido decorado meticulosamente con pequeñas velas, luces titilantes y esparcidos pétalos que conferían al ambiente un encanto mágico.Darko era tan diferente cuando estaba con las personas que le importaban, mostrándose más suelto, más relajado, más humano. Cuando vi el brillo en sus ojos al descubrir mi sorpresa, supe que había logrado crear un momento único.Nos sumergimos en una atmósfera encantadora, disfrutando de la cena a la luz de las velas mientras las olas rompían suavemente en la costa. Me sentía agradecida por la oportunidad de compartir este instante especial con él, lejos de las tensiones y el caos del día a día.Como otra sorpresa, había or
—100 razones para amarte —susurré, leyendo el pequeño cartel frente a mí.Una sonrisa iluminó mi rostro mientras negaba al contemplar el camino de carteles que se extendía ante mí. Comencé a caminar, sumergiéndome en la lectura de cada uno de ellos.Porque pudiste ver más allá de lo que todos veían en mí.Porque me aceptas como soy.Porque a tu lado aprendí a tener control de mis demonios.Me tienes paciencia.Porque haces las mejores mamadas.Reí sin poder evitarlo, porque sé que no es Darko si no agrega un toque de humor inesperado y provocativo.Porque eres una mujer fuerte, luchadora y soñadora, y admito que disfruto presumir de ti ante todos, lo hago casi siempre.¿Cómo me puedo pasar de reír a llorar en solo un segundo?Por tu voz, porque me alegra todos los días cuando la escucho.Por ser mi amiga.Por ser mi esposa.Por ser la madre de mis hijos.Por no dejarme, aunque no puedes, iría tras de ti.Por los buenos momentos que compartimos.Y por los malos momentos.Porque eres ca
La alarma sonó, llenando todo mi cuarto de ese sonido tan estresante y horroroso que tenía. Di un bufido cuando salí de la cama, recordando cambiar cuanto antes aquel sonido del demonio. No podía levantarme de mal humor siempre, además, odiaba tener que despertarme temprano, más si era un lunes a las cuatro de la mañana.Caminé hacia el baño pausadamente, debía prepararme para otro turno más.Era residente de segundo año de cirugía.Sabía desde un principio en donde me estaba involucrando, que no sería para nada fácil, pero siempre me había gustado todo lo que se vivía en un quirófano o en una sala de urgencias. Las decisiones que se tiene que tomar en el instante, el conocimiento que debe ser puesto en práctica, la serenidad con la que se debía manejar todo y el saber que pudiste salvar una vida o mejorar un estilo de vida, eran sucesos los cuales amaba y por los que quería vivir.Llegué hasta el baño en donde realicé mi aseo personal. Al terminar, me vestí con mi uniforme de hospita
—¿Cuándo va a despertar? —preguntó Francesco, algo impaciente.Había pasado ya media hora desde que termínanos la cirugía y hace apenas unos minutos, Emilia les había informado. Quería reunir la fuerza suficiente para soportar estar junto con ellos nuevamente.—Tal vez en unas horas. —Respondí—. Pero tiene que ir a un hospital, puede que tenga cualquier complicación.—Ya cumplimos con lo que pediste. No nos necesitan, así que Isabella y yo nos vamos —rápidamente su mano agarró la mía.Empezaba a ver la luz al final del túnel cuando nos acercábamos a la puerta, pero un amenazador "No" se escuchó en la habitación. Nos detuvimos de inmediato, girando a ver a Romanov.—Quiero que despierte ahora mismo.Desconocía la razón, pero volteé a mirar a Francesco, no sé qué quería lograr, porque parecía que le estaba pidiendo ayuda a la persona que hasta hace algunas horas, me parecía la más temible.Se encogió de hombros.—Es... Es muy riesgoso, señor Romanov.Estaba paralizada en mi lugar, tenía
POV DARKO ROMANOV—No creo que sea una buena idea, Darko. Aunque lo logres... y no lo dudo, no se tomaran muy bien el que seas un ruso y el Pakhan de la bratva. Empezará una guerra sin fin.Retiré mi atención del informe de los nuevos cargamentos de drogas que llegaron, para mirar a mi segundo al mando, mano derecha y amigo, Vladislav Sokolov.—Lo sé, Vladik. Es por eso que estaré gobernando desde las sombras. Nadie lo sabrá. Será magnifico.Ya casi podía saborear el sabor de la victoria. Llevaba años planeando rigurosamente todo y estaba a nada del golpe final.—¿Quién será el títere?—Su propio hermano —sonreí ante su cara de asombro.—Eres un hijo de puta. —Asentí. Mi madre fue una gran puta—. Entonces, ¿no te interesa no tener popularidad esta vez? Que sepan cuanto poder tienes. Que te teman más, de lo que ya lo hacen.Era lo que más deseaba. Que sintieran terror y admiración en cuanto lo supieran, pero esta vez tenía que aguantarme, pretendía seguir un consejo.—Mi psiquiatra me
Ya había pasado una semana desde que recibí aquella flor encapsulada y me pregunté en que momento él aparecería frente a mi puerta, pero al pasar los días supe que eso nunca sucedería, algo que me desconcertó totalmente. Sus acciones no coincidían con el mensaje de su carta.No es como que lo quiera ver, pero...Mierda.No podía engañarme, una parte de mí, muy masoquista, por cierto, quería verlo y me molestaba en sobremanera ese querer. Siempre me habían atraído los chicos malos y por esa razón tuve muchos problemas en mi adolescencia con mis padres, pero estaba totalmente segura que la maldad de esos anteriores hombres, no tenía punto en comparación con la de Darko.De solo recordar la expresión de satisfacción que tenía su rostro al quitarle los puntos a ese pobre hombre, me daba escalofríos.Había pocas personas en urgencias, lo que era sorpréndete, gracias a ello estaba almorzando muy rápidamente con Emilia en la cafetería de la clínica. Todo podía estar tranquilo en un minuto y a
POV DARKO ROMANOVEn cuanto me bajé del automóvil, apareció el detestable de Francesco. Cada vez que lo veía quería adornar su cabeza con un agujero.—Pasha, que Lyonya y Stepan vigilen. Tu entras conmigo —ordené rápidamente.—Sí, Pakhan.—Que bueno que estas aquí. —Estreché su mano—. Pensé que no aceptarías mi invitación.—Me gusta Italia —me encogí de hombros.—Ven, vamos a dentro.Mi celular sonó en ese momento, así que me excusé y me alejé para contestar.—¿Ya está hecho Dima? —susurré.—Sí, Darko, pero si se llegan a enterar que fuimos nosotros...¿Quién pensaba que era yo?, tenía todo malditamente bajo control.—No lo sabrán, dime... ¿utilizaste el PE4?—¿Acaso quieres volar una puta casa? —Bramó en desaprobación—. El C-2 es más que suficiente para un automóvil.—Solo quiero asegurarme de que nadie salga con vida. —Sonreí, viendo a lo lejos a Francesco—. Adiós, quiero estar en primera fila para ver su reacción.Vi de reojo como Pasha me miraba confuso, pero pronto se enteraría.