—¿Cuándo va a despertar? —preguntó Francesco, algo impaciente.
Había pasado ya media hora desde que termínanos la cirugía y hace apenas unos minutos, Emilia les había informado. Quería reunir la fuerza suficiente para soportar estar junto con ellos nuevamente.
—Tal vez en unas horas. —Respondí—. Pero tiene que ir a un hospital, puede que tenga cualquier complicación.
—Ya cumplimos con lo que pediste. No nos necesitan, así que Isabella y yo nos vamos —rápidamente su mano agarró la mía.
Empezaba a ver la luz al final del túnel cuando nos acercábamos a la puerta, pero un amenazador "No" se escuchó en la habitación. Nos detuvimos de inmediato, girando a ver a Romanov.
—Quiero que despierte ahora mismo.
Desconocía la razón, pero volteé a mirar a Francesco, no sé qué quería lograr, porque parecía que le estaba pidiendo ayuda a la persona que hasta hace algunas horas, me parecía la más temible.
Se encogió de hombros.
—Es... Es muy riesgoso, señor Romanov.
Estaba paralizada en mi lugar, tenía miedo de ese hombre. Por fuera se veía muy tranquilo, con traje, haciéndole parecer algún ejecutivo, pero solo bastaba con fijarse en su mirada para darse cuenta que estaba todo mal con él. Era un caos.
—Yo lo haré, solo... solo debo de ver si está el medicamento o adrenalina —Emilia corrió hacia los estantes.
No pude ver el nombre del medicamento cuando lo encontró. Tenía sus manos temblorosas y a trompicones, logro administrarlo.
No estaba entendiendo nada, si era uno de sus hombres, porque arriesgarse a que pudiera morir.
Un minuto después, empezaba a despertar. No tardó mucho para que empezara a quejarse del dolor. Necesitaba morfina.
Cuando quise ir a observarlo, Emilia, quien ya estaba a mi lado me detuvo.
—Ni siquiera lo intentes. Ya no hables.
—Francesco. —Empezó a hurgar en algunos cajones—. Sabes qué es lo segundo que odio más en esta puta vida.
¿Había agarrado un bisturí?
—Es imposible saberlo contigo, Romanov. Odias a todos y a todo con la misma intensidad.
Volcó a verlo con una sonrisa. Una sonrisa diabólica mientras se acercaba lentamente al hombre de la camilla.
—Tal vez lo sepas tú, Flavio.
—N-No...lo sé... Pakhan.
Entrecerró sus ojos y asintió.
—Yo creo que sí. —Todo sucedió tan rápido ante mis ojos. Un momento estaba a su lado conversando, el otro su mano derecha se había dirigido a su abdomen y en el último, estaba abriendo la mitad de los puntos—. Los ladrones.
Grité, mientras retrocedí de inmediato con horror.
Los chillidos de Flavio llenaron todo el lugar, era una escena espantosa. La sangre empezaba a salir sin parar, no solo fue un simple corte superficial, el había introducido al menos cinco centímetros de ese escalpelo.
—Solo necesito un nombre, dilo. —Al ver que solo se quejaba, terminó de abrir el resto de los puntos—. Oh, esto se está poniendo muy rojo.
Emilia tenía sus manos en mi boca, amortiguando los gemidos de dolor que salían. Mi cuerpo entero temblaba y no por la sangre, estaba acostumbrada a ella, era ese hombre, la tortura que estaba recibiendo por ese maniático.
—No hablará, Romanov, debiste esperar a que se recuperará.
Rápidamente le inyectó en el pecho un líquido.
—Tra...bajé...solo —consiguió decir.
—Vas a morir y tus hijas se convertirán en mis putas, a ver cuánto duran siéndolo.
—Bia...nchi.
—Ves que era fácil. —Sonrió hacia Francesco—. Solo es encontrar el punto débil de tu víctima.
Sacó un arma de su chaleco y apunto a su frente. Cerré mis ojos en cuanto el estruendo sonó.
Lo mató
—¿Qué harás con sus hijas?
Mis ojos se abrieron ante la mención de ellas. Mi corazón latía desenfrenado en mi pecho ante la expectativa que pudiera hacerle otro daño más a esas mujeres.
—Ya deben de estar muertas.
—Joder, solo tenían como dieciséis.
—Ah. —Se quedó absorto unos segundos y volvió en si—. Entonces enviaré flores rosas a su funeral.
Quedé pasmada al escucharlo.
Tenía que salir cuanto antes de este lugar, pero mis piernas no respondían, sentía que, si me movía, yo sería la próxima víctima y no quería morir.
—¿Podemos irnos? —ambos voltearon a ver inmediatamente a Emilia.
—Sí, Lorenzo las llevará de vuelta. —Nos dirigimos hacia la puerta—. Isabelle —cerré mis ojos por varios segundos, hasta voltearme a verlo.
—Dime, Francesco.
Quería llorar y hacerme bolita, eso era seguro.
—Aquí no pasó nada —advirtió. Era una amenaza, eso estaba claro.
Inmediatamente miré al maniático de Romanov, quien me observaba fijamente. Su mirada era tan pesada. Una pequeña sonrisa hizo aparición y temblé.
—No ha pasado nada —repetí.
—Claro que no ha pasado nada, la diversión apenas comienza.
Emilia jaló de mi brazo y nos sacó rápidamente. Caminaba por inercia, mientras sus palabras se repetían en mi mente.
—Perdóname amiga, perdóname por traerte, perdón.
No respondí, estaba preocupada ahora mismo por otra cosa.
—¿Qué quiso decir ese loco, Emilia?, ¿la diversión apenas comienza?
—No lo sé, nada bueno viene de él, lo mejor es que...
—¿Están bien? —Lorenzo se acercó a nosotras—. ¿Romanov les hizo algo?
—No amor, todo está bien, solo... ¿crees que le pueda hacer algo a Isabella?
Él me miró confundido, así que Emilia le comentó todo lo que había pasado, lo que hice, lo que hizo y dijo.
Nos montamos en su automóvil y no fue hasta que este arrancó, que habló.
—Siento que hayan tenido que pasar por esto.
Fruncí mi ceño al ver sus gestos. Todos aquí sabían que ese hombre me haría algo, pero solo se callaban.
—Él me matará, ¿verdad?
Me miró por el espejo del retrovisor y negó.
—Lo hubiera hecho allí mismo. Te asignaré unos hombres para que te vigilen, solo por precaución. Cuando se trata del Pakhan, es imposible saber lo que hará.
—Lo siento de nuevo amiga, perdóname.
—Fue mi decisión, sabía que algo malo podía ocurrir y aun así acepté —me recosté en el asiento y suspiré—. Solo necesito estar en casa y tratar de olvidar este día.
[...]
Decir que he dormido bien durante los próximos cincos días, era una total mentira. No podía dormir más de tres horas, él no me dejaba, su rostro no abandonaba mi mente y sus palabras se repetían una y otra vez.
Era increíble que no me atormentara lo que le hizo a Flavio, fue una tortura y había muerto ante mis ojos, pero no, no lo hacía y me hacia preguntar si había algo mal conmigo.
No había vuelto salir de casa, excepto para ir al hospital, tenía el pensamiento que, si lo hacía, me secuestraria y también me torturaría de la misma manera o peor. Sabía que aún tenía los hombres que Lorenzo puso a mi disposición, pero, ¿Quiénes eran ellos contra el Pakhan?, sabía que perderían y no quería que sangre inocente corriera por mi culpa.
Tal vez era una paranoica y ese hombre ni me recordaría, si me había querido matar, ya estuviera muerta, así que era una buena señal seguir con vida.
—Tienes que salir de mi mente —murmuré, viéndome al espejo y tratando de cubrir mis enormes ojeras—. Y lo harás hoy, Darko Romanov.
El sonido del teléfono de la casa sonó, sorprendiéndome. Nadie, excepto la recepción me llamaba a ese número. No estaba esperando nada y las personas que venían a visitarme no se anunciaban, estaban en la lista.
Caminé rápidamente hasta este y contesté.
—¿Sí?
—Señorita Di Marco, acaba de llegar algo para usted, en este momento están llevándolo.
Me tensé de inmediato, empezando a pensar lo peor.
—No estaba esperando nada. Lo revisó bien, ¿no es una bomba?
Escuché su risa. No era gracioso.
—Lo revisé, tranquila, no es nada peligroso.
Escuché unos leves golpes.
—Ya llegaron, gracias.
Salí corriendo hacia la entrada, presentía que no me gustaría para nada lo que vería en cuanto abriera esa puerta.
—Señorita Di Marco.
—¿Quién lo mandado? —lo recibí en mis manos.
Que caja tan extraña, era completamente blanca. Mi funeral.
—Solo hay una carta en el interior, tal vez en ella lo diga.
—Gracias —susurré.
Cerré la puerta y rápidamente fui hasta el comedor para abrirla.
—Esperemos no sea una bomba. —La abrí lentamente—. Oh m****a.
Me quedé varios minutos observando lo que contenía. Había quedado sin palabras. Jamás había recibido un regalo de ese tipo.
M****a, no me habían amado nunca.
Saqué una capsula transparente, un poco grande. Dentro de ella había una hermosa rosa negra. Era muy linda, jamás había visto algo tan diferente, pero hermoso.
—Te tengo que buscar un buen lugar, preciosa.
Busque la carta apresuradamente. El sobre también era negro y muy elegante. Lo abrí, empezando a sentir una rara sensación dentro de mí.
Que letra tan magnifica.
Querida Isabella.
Una rosa eterna es un regalo muy especial. Se dice que con ella expresamos sentimientos profundos que llegamos a tener por alguien. El que sea roja, simboliza el amor y al ser preservada, hace ilusión a la duración del amor que se profesa, un amor eterno.
Ahora, esta rosa negra simbolizará los sentimientos tan profundos que estoy empezando a sentir por ti, sentimientos sombríos que nublan mi juicio al pasar los días desde que te conocí.
Una obsesión enfermiza que tendré por ti, Isabella, por el resto de mis días.
Con deseos de tenerte...
Darko Romanov.
—Mierda —Dejé lentamente la flor en la mesa.
Empecé a caminar de un lado a otro, sin poder creer lo que acababa de leer. No era una carta de amor, era todo lo malditamente contrario y mi corazón estaba latiendo muy fuertemente a causa de ello, pero no por miedo, no estaba sintiendo miedo.
Me senté abruptamente al darme cuenta.
Me había gustado lo que leí, lo cual era enfermo. Ese maniático había confesado tener una obsesión por mí y me gustó.
—¿Ahora quien está loca?
POV DARKO ROMANOV—No creo que sea una buena idea, Darko. Aunque lo logres... y no lo dudo, no se tomaran muy bien el que seas un ruso y el Pakhan de la bratva. Empezará una guerra sin fin.Retiré mi atención del informe de los nuevos cargamentos de drogas que llegaron, para mirar a mi segundo al mando, mano derecha y amigo, Vladislav Sokolov.—Lo sé, Vladik. Es por eso que estaré gobernando desde las sombras. Nadie lo sabrá. Será magnifico.Ya casi podía saborear el sabor de la victoria. Llevaba años planeando rigurosamente todo y estaba a nada del golpe final.—¿Quién será el títere?—Su propio hermano —sonreí ante su cara de asombro.—Eres un hijo de puta. —Asentí. Mi madre fue una gran puta—. Entonces, ¿no te interesa no tener popularidad esta vez? Que sepan cuanto poder tienes. Que te teman más, de lo que ya lo hacen.Era lo que más deseaba. Que sintieran terror y admiración en cuanto lo supieran, pero esta vez tenía que aguantarme, pretendía seguir un consejo.—Mi psiquiatra me
Ya había pasado una semana desde que recibí aquella flor encapsulada y me pregunté en que momento él aparecería frente a mi puerta, pero al pasar los días supe que eso nunca sucedería, algo que me desconcertó totalmente. Sus acciones no coincidían con el mensaje de su carta.No es como que lo quiera ver, pero...Mierda.No podía engañarme, una parte de mí, muy masoquista, por cierto, quería verlo y me molestaba en sobremanera ese querer. Siempre me habían atraído los chicos malos y por esa razón tuve muchos problemas en mi adolescencia con mis padres, pero estaba totalmente segura que la maldad de esos anteriores hombres, no tenía punto en comparación con la de Darko.De solo recordar la expresión de satisfacción que tenía su rostro al quitarle los puntos a ese pobre hombre, me daba escalofríos.Había pocas personas en urgencias, lo que era sorpréndete, gracias a ello estaba almorzando muy rápidamente con Emilia en la cafetería de la clínica. Todo podía estar tranquilo en un minuto y a
POV DARKO ROMANOVEn cuanto me bajé del automóvil, apareció el detestable de Francesco. Cada vez que lo veía quería adornar su cabeza con un agujero.—Pasha, que Lyonya y Stepan vigilen. Tu entras conmigo —ordené rápidamente.—Sí, Pakhan.—Que bueno que estas aquí. —Estreché su mano—. Pensé que no aceptarías mi invitación.—Me gusta Italia —me encogí de hombros.—Ven, vamos a dentro.Mi celular sonó en ese momento, así que me excusé y me alejé para contestar.—¿Ya está hecho Dima? —susurré.—Sí, Darko, pero si se llegan a enterar que fuimos nosotros...¿Quién pensaba que era yo?, tenía todo malditamente bajo control.—No lo sabrán, dime... ¿utilizaste el PE4?—¿Acaso quieres volar una puta casa? —Bramó en desaprobación—. El C-2 es más que suficiente para un automóvil.—Solo quiero asegurarme de que nadie salga con vida. —Sonreí, viendo a lo lejos a Francesco—. Adiós, quiero estar en primera fila para ver su reacción.Vi de reojo como Pasha me miraba confuso, pero pronto se enteraría.
Me quedé helada en cuanto la escuché.Emilia había llegado hace menos de media hora, dándome una noticia totalmente sorprendente y triste. No sabía que pensar, todo esto parecía irreal. Mi cuerpo temblaba ligeramente, al pensar que existía una posibilidad que su muerte haya sido causada por mí, pero Darko no sabía nada de lo que había sucedido.Hace menos de siete horas estuve encerrada en un cuarto con Coleman, mientras confesaba la atracción que sentía por mí y ahora, ahora estaba muerto.Esto debía de ser un puto sueño, porque me parecía irreal.—No puedo creer esto, ¿hablas enserio? —gemí, mis ojos se llenaron de lágrimas—. Esta... muerto.—Me temo que sí, Lorenzo me lo comentó. Su hermano encubrió absolutamente todo. No quiere que se sepa, así que no puedes comentarle a nadie de la clínica.—¿Coleman tenía un hermano?—Alessandro. Es uno de los capos de la Cosa Nostra.Entonces Coleman sabía quién era Darko.—¿Sabes quién lo hizo? —apreté ligeramente el borde de mi camisa, empuña
—Porque así sabré a cuantos mataré esta noche. —Miró de soslayo y sonrió—. Diecisiete.—¿Cómo lo hiciste con Coleman? —Me crucé de brazos—. Un explosivo, ¿enserio?Una pequeña sonrisa hizo aparición en su rostro.Se acercó un poco más, atento a mis movimientos. Algo que acababa de notar, es que siempre me pedía permiso para acercarse, aunque no lo dijera con palabras, lo hacía con su mirada.Me gustaba que lo hiciera, me daba confianza.El no moverme era una respuesta, pero, aunque quisiera, no lo hubiese logrado. Su mirada era capaz de envolverme y arrastrarme en aquella oscuridad que poseía.—Lo de Coleman fue muy personal...él te tocó, Isabella. Los hombres de aquí solo te observan. —Se inclinó hacia mi cuello. Cerré mis ojos en el momento que sentí su respiración—. Sus muertes serán silenciosas.Me desconcertaba la manera tan tranquila en la que hablaba. Él estaba acostumbrado, pero yo no.—¿Crees que es normal matar personas? Esta mal, Darko. —Abrí mis ojos y me separé—. Muy mal.
POV DARKO ROMANOV—¿Ha tenido ganas de torturar a alguien en esta semana? —Asentí—. ¿A quiénes y por qué?Odiaba tener que hablar más de la cuenta, pero debía hacerlo. Se supone que tenía que contar toda mi mierda en estas sesiones.—A Vova.—¿Por qué querría torturar a uno de sus mejores hombres? Por lo que me ha comentado, Vladimir es muy bueno en la administración de los negocios.—Lo es. No tengo ninguna queja, pero está en las malditas nubes. —Gruñí, empezando a disgustarme—. Ha descuidado el trabajo por una mujer. Al parecer se enamoró.—¿Y usted cree que es malo el que se enamore? —Negué—. ¿Qué opina al respecto?—Es su vida, puede hacerlo, pero lo que no puede hacer es descuidar su trabajo.—Entiendo. ¿Quiénes son los otros?—Vladislav, pregunta mucho por la insolente italiana. A Pasha aún no le perdono el descuido. Misha hace preguntas para las que no tengo respuesta. Anya es muy torpe, siempre está tropezando con mis esculturas cuando realiza el aseo. Masha no ha dedicado el
—No Emilia, entiende que no saldré más a discotecas o a lugares donde haya muchas personas. No quiero que inocentes mueran por mi culpa y ya ingerí alcohol la otra noche. No puedo hacerlo hasta dentro de seis meses.Llevaba quince minutos rogándome por teléfono para que saliéramos esta noche, pero lo que menos quería hacer en mis días libres, era salir. Tenía miedo que cualquier hombre me hablara y terminara muerto.—Darko no está en Italia. Seguro y ya se olvidó de ti, esas personas tienen a muchas mujeres a su merced, así que tranquila y no tienes que beber, solo bailar.Aunque lo que decía posiblemente era verdad, no dejaba de causarme un malestar en mi interior.—Aun así, ahora viene papá. Almorzaremos juntos.—¿Y cuándo se vaya? —Bufé, no se cansaba—. Lorenzo últimamente tiene mucho trabajo, me aburro sola.—Me sorprende que Lorenzo sea tan permisivo contigo, sabiendo a lo que se dedica.Eso me demostraba que no todos los mafiosos estaban locos como Darko. Supongo que era bueno.
Ya me había calmado un poco y dejé que papá me comentara su plan.—Y si me hubiese negado, aun así, tendría que casarme con Francesco porque ya me ofreciste como esposa. Le ofreciste a tu única hija al Don. —Mi corazón estaba herido. Que jugara con mi vida y mi futuro de esa manera, jamás se lo perdonaría—. Nuestra relación no será la misma después de esto que hiciste.—Tesoruccia —negué levemente.—No, no soy más tu tesoro y después que esta mierda termine...que Francesco haya muerto, no te quiero más en mi vida.—No le hagas eso a tu padre, cara... él te ama.No podía aguantarla un segundo más.—Usted cállese. Es una conversación de padre e hija. —Señalé, lo bastante enojada—. No tiene derecho de estar interrumpiendo y metiendo sus narices. Recuerde, usted no es nada para mí.—Isabella, respeta a mi esposa... por favor.Un pensamiento se cruzó en ese momento y esperaba que, por el bien de todos, no fuera así.—¿Ella te dio esa idea? —Me miró confundido—. ¿De casarme con su sobrino?