Cuando se apartó, ambos tenían la respiración entorpecida. A duras penas tratando de recuperar el aire que exigían sus pulmones. La mujer se enrojeció hasta la médula y trató a fingir que lo ocurrido no le afectaba en absoluto, pero en su expresión era más que evidente que aquel beso le aturdió mucho. Que lo que creyó extinto, en realidad seguía quemando. —Maxwell...—Aria, aún después de esto, ¿vas a seguir fingiendo que no sientes lo mismo? —inquirió de manera atrevida y ella en lugar de darle una respuesta solo lo abrazó y no quiso soltarlo, él frunció el ceño, pero devolvió el gesto —. Debería tomar esto como un sí... Lo haré. Ella de inmediato se separó y sonrió fugazmente. Si bien era cierto que habían pasado demasiadas cosas entre ellos y ahora la reconciliación tan esperada se sentía también precipitada, más bien inesperada, sus sentimientos hacia Maxwell nunca antes habían estado tan claros como ahora, pero el miedo también seguía palpitando dentro de ella, casi como una b
Amanda de camino a su trabajo se detuvo mirando los escaparates de aquella boutique. Sin duda alguna deseaba tener poder adquisitivo y adquirir todo lo que se le antojara, sin embargo eso era imposible. Ahora no podido darse el lujo de comprar la cantidad que quisiera de vestidos de diseñador, su presupuesto era siempre limitado, ya no quería seguir así. Por eso, Maxwell Kensington era su medio para cambiar su vida para siempre. No podía permitir que Aria y su regreso a su vida, le quitara esa oportunidad. Mientras sus pensamientos estaban dirigidos a sus deseos obsesivos, apretaba con dureza sus puños sin darse cuenta, con los ojos inyectados de un loco cometido. Ring ring. Buscó en su bolsa el teléfono y tomó la llamada de inmediato. —Sebastián, ¿qué pasa ahora? —¿La princesita está de mal humor el día de hoy? Amanda, necesito que te apresures.La morena puse los ojos en blanco, no se sentía obligada, pero sí presionada de alguna forma; ella todavía necesitaba encontrar el mom
Estela se quedó mirando una película en la tarde, tras salir del trabajo, pero su mente estaba lejos de la pantalla. Cada escena y cada diálogo se deslizaban ante ella sin que realmente lo notara. Su pensamiento giraba en torno a Noah. La incertidumbre la consumía, y sabía que no era justo dejarlo lleno de incógnitas.Sentía que lo necesario era ser sincera con él. Estaba en un punto en el que quería intentar algo más, pero el miedo la paralizaba. Temía que iniciar una relación romántica con Noah pudiera acabar mal, y eso los separaría por completo. La idea de perderlo como amigo era tan dolorosa como el miedo a un posible fracaso.Con el corazón latiendo con fuerza, Estela tomó su teléfono. Sabía que no podía seguir así, atrapada entre sus deseos y sus temores. Debía enfrentar la situación. Respiró hondo y marcó el número de Noah, esperando que él contestara.—Hola, Noah— dijo Estela, sintiendo que su voz temblaba un poco. —Necesito hablar contigo.—Claro, Estela. ¿Todo bien?— emitió
Noah, después de comprar los dulces y golosinas, llegó al departamento de Estela, donde la sorpresa de un beso en la boca lo dejó aturdido. —Has venido antes de lo que imaginé. —Sí, he traído muchos dulces. Ella sonrió. —Gracias, Noah. Mientras la película comenzaba a reproducirse, las miradas cargadas de deseo no faltaron. De pronto comenzaron a besarse y sin poder resistirlo más, decidieron dejar el sofá y se dirigieron a la cama, donde ya no hubo control de nada. Estela se temía que volvería a ocurrir. Otra vez pasaría. ***Maxwell abrió los ojos con el alba y se dio cuenta de que si no se daba prisa, llegaría tarde al trabajo. Realmente se despertaba antes de que saliera el sol, pero había dormido como una roca, perdiendo la noción del tiempo. Se levantó rápidamente, se duchó y se vistió, mientras su mente seguía dando vueltas a lo que había sucedido con Aria.Justo cuando estaba a punto de salir, su teléfono sonó. Era su padre, Máximo. Con un suspiro, Maxwell contestó la
Después de que Amanda fue atendida en el hospital, Maxwell decidió que era mejor darle unos días de descanso para recuperarse de su torcedura de tobillo.—Te voy a dar algunos días libres— le dijo, mientras ambos esperaban que le dieran de alta. —Pero necesito que sigas haciendo el trabajo desde casa.Amanda sonrió, agradecida por su consideración. —Claro, señor Kensington. No hay problema.Sin embargo, en su interior, Amanda se arrepentía de haberse torcido el tobillo. Ahora, estaría lejos de Maxwell, y mientras esperaba a que le dieran de alta, no podía evitar sentirse desanimada. Había estado buscando la manera de acercarse a él, pero su plan había salido mal, y ahora estaría en casa, lejos de su atención.Maxwell, por su parte, no estaba al tanto de los verdaderos sentimientos de Amanda. Después de asegurarse de que ella estuviera bien y de organizar su trabajo, pidió un taxi para llevarla de regreso a su casa. Mientras esperaban, ambos intercambiaron algunas palabras cordiales.
Aria, ese día de regresó a casa, todavía estaba pensando en los trillizos, se despidieron de su padre, tras Aria encargarse de que los pequeños se cepillaran los dientes y se durmieran, se sentó en el sofá junto a Maxwell. —Hoy, ha sido un día diferente y muy bonito para los niños, nunca los había visto tan contentos. Entonces se recargó en su pecho y Maxwell besó su coronilla. —Me alegra saberlo. ¿Estás bien? —¿Por qué no estaría bien? —le preguntó al hombre, levantó la mirada conectando con él. —Porque desde que te comenté sobre lo que pasó has estado un poco más silenciosa. Quiero que sepas que esa fue una situación en la que me sentía perdido y no tenía esperanzas de recuperar con normalidad mi vida, tomé una mala decisión, afortunadamente no se convirtió en una tragedia. Ahora solo es un recuerdo que quiero enterrar para siempre, no te sientas mal. Ella hizo un puchero y golpeó su pecho. —¿En qué estabas pensando? Maxwell, prométeme que nunca más pensarás en algo así. Él
En el camino, su mente corría con preguntas. ¿Qué había pasado realmente? ¿Por qué no había llamado a la policía? Cuando llegó al apartamento de Amanda, la puerta estaba entreabierta. Entró con cautela, llamando su nombre.—Amanda, ¿estás aquí?— preguntó, sintiendo una creciente inquietud.La encontró en el baño, con la puerta cerrada. Al abrirla, la vio sentada en el suelo, con lágrimas en los ojos y un aspecto desaliñado.—¡Oh, Maxwell!— exclamó, fingiendo estar afectada. —No sé qué hacer. Todo está desordenado y algunas cosas están rotas.Maxwell se agachó a su lado, preocupado. —¿Por qué no llamaste a la policía?— le preguntó, notando que su voz sonaba más firme de lo que se sentía.—No quería causar un alboroto— respondió Amanda, secándose las lágrimas con la mano. —He sentido que alguien me seguía estos días, pero pensé que era solo paranoia. Ahora, después de lo que pasó, no sé qué pensar.Maxwell la miró, sintiendo que algo no encajaba del todo. —¿Estás bien?— averiguó, nota
Amanda, tras asegurarse de que Maxwell estaba profundamente dormido en el sofá, decidió que era el momento de llevar a cabo su plan. Se puso una ropa bastante atrevida, una lencería que había guardado para una ocasión especial, y se acercó a él con su teléfono celular en mano. Con una sonrisa traviesa, comenzó a tomarse fotos sugerentes a su lado, capturando la escena como si ambos estuvieran disfrutando de una noche romántica juntos.Mientras Maxwell seguía inconsciente, Amanda se atrevió a acercarse y darle un suave beso en los labios, disfrutando del momento y de la idea de que estaba creando una escena que podría usar más tarde. Después de asegurarse de que todo estaba en orden, se retiró a su habitación, dejando a Maxwell en el sofá.La noche avanzó, y Amanda se sintió satisfecha con su actuación. Para no levantar sospechas, durante la madrugada encendió el teléfono de Maxwell y lo colocó cuidadosamente dentro del bolsillo de sus pantalones. Quería asegurarse de que, al despertar