En el camino, su mente corría con preguntas. ¿Qué había pasado realmente? ¿Por qué no había llamado a la policía? Cuando llegó al apartamento de Amanda, la puerta estaba entreabierta. Entró con cautela, llamando su nombre.—Amanda, ¿estás aquí?— preguntó, sintiendo una creciente inquietud.La encontró en el baño, con la puerta cerrada. Al abrirla, la vio sentada en el suelo, con lágrimas en los ojos y un aspecto desaliñado.—¡Oh, Maxwell!— exclamó, fingiendo estar afectada. —No sé qué hacer. Todo está desordenado y algunas cosas están rotas.Maxwell se agachó a su lado, preocupado. —¿Por qué no llamaste a la policía?— le preguntó, notando que su voz sonaba más firme de lo que se sentía.—No quería causar un alboroto— respondió Amanda, secándose las lágrimas con la mano. —He sentido que alguien me seguía estos días, pero pensé que era solo paranoia. Ahora, después de lo que pasó, no sé qué pensar.Maxwell la miró, sintiendo que algo no encajaba del todo. —¿Estás bien?— averiguó, nota
Amanda, tras asegurarse de que Maxwell estaba profundamente dormido en el sofá, decidió que era el momento de llevar a cabo su plan. Se puso una ropa bastante atrevida, una lencería que había guardado para una ocasión especial, y se acercó a él con su teléfono celular en mano. Con una sonrisa traviesa, comenzó a tomarse fotos sugerentes a su lado, capturando la escena como si ambos estuvieran disfrutando de una noche romántica juntos.Mientras Maxwell seguía inconsciente, Amanda se atrevió a acercarse y darle un suave beso en los labios, disfrutando del momento y de la idea de que estaba creando una escena que podría usar más tarde. Después de asegurarse de que todo estaba en orden, se retiró a su habitación, dejando a Maxwell en el sofá.La noche avanzó, y Amanda se sintió satisfecha con su actuación. Para no levantar sospechas, durante la madrugada encendió el teléfono de Maxwell y lo colocó cuidadosamente dentro del bolsillo de sus pantalones. Quería asegurarse de que, al despertar
Aria recibió a sus padres, Alessandro y Jasmine, con los brazos abiertos. Los trillizos, emocionados de ver a sus abuelos, corrieron hacia ellos y los abrazaron con fuerza. Pronto Alessandro, comenzó a jugar con los niños, quienes reían y disfrutaban de cada momento. Mientras tanto, Abigail se quedó hablando con Aria en la cocina, estuvieron haciendo una tarta de fresas. La conversación fluyó entre ellas, se estaban poniendo al día. Después de un rato, cuando los trillizos se acomodaron en el sofá para ver una película, Aria decidió que era el momento adecuado.—Mamá, papá— comenzó, sintiendo un ligero nerviosismo en su estómago. —Quiero contarles algo. Los trillizos ya han conocido a Maxwell, y… hemos decidido comenzar a salir.Alessandro y Jasmine se miraron, sorprendidos por la revelación. La expresión de sus rostros reflejaba una profunda sorpresa. —¿Maxwell?— preguntó Jasmine, tratando de procesar la información. —¿De verdad están saliendo?—Sí—afirmó Aria, sintiendo que la ten
Después de una tarde diferente, Aria se retiró a su habitación, sintiendo la necesidad de contarle a su amiga. Decidió llamar a Estela, sentía que no podía guardarse la alegría que sentía. —¡Hola, Estela!— dijo Aria al contestar la llamada, su voz llena de emoción. —Quería contarte que he comenzado a salir con Maxwell.Estela, sorprendida, no podía creer lo que escuchaba. —¿En serio? ¡Eso es increíble! Tenía mucha curiosidad por saber, sinceramente no pensé que saldrías con él, pero lo que me estás diciendo es una maravillosa noticia. Así que por fin fuiste capaz te sincerarte con Maxwell, eh. Ella se sonrojó, aunque Estela no la podía ver.—Pues... Siento que no tiene caso seguir evadiendo lo que siento por él, ya suficiente nos hemos hecho daño, así que por eso decidí darle una oportunidad e intentarlo. —¿Cómo te sientes al respecto? —quiso saber su amiga con mucha curiosidad, así que la mujer se quedó en silencio por unos segundos tratando de buscar las palabras idóneas para da
Aria abrió los ojos con el alba y casi se da de bruces con la realidad; era un poco más tarde de lo que había pensado. De hecho, si no fuera por Arthur y Maximiliano, que habían entrado a su habitación, ella habría seguido durmiendo. Ariadna, todavía en su cama, se quejaba del ruido.Aria no pudo evitar reír al ver la escena. Arthur y Maximiliano parecían llenos de afán por verla en acción y no durmiendo.—¡Mamá, es que tenemos hambre! —se quejó Maximiliano, casi haciendo un puchero que hizo que Aria sonriera aún más.—Está bien, pequeños —aseguró Aria, levantándose de la cama —Voy a preparar algo delicioso para ustedes.Pronto comenzó a sacar los ingredientes para las tortitas, las favoritas de sus hijos. .—¿Qué les parece tortitas con sirope y frutas? —llamó a los niños, que habían seguido de cerca sus pasos hasta la cocina.—¡Sí! —gritaron al unísono, sus ojos iluminándose con emoción.Aria se puso a trabajar rápidamente, mezclando la harina, los huevos y la leche, mientras los ni
Estela ese día llegó al trabajo un poco más entusiasmada de lo que solía, y es que se sentía enérgica y lista para sobrellevar un nuevo día de jornada laboral porque tenía, en su opinión, al mejor jefe. Aunque ponía de su parte para disimular que no tenía una relación con su jefe, era inevitable no sentirse diferente y actuar como habitualmente lo hacía. Una compañera del trabajo se acercó para invitarla a un café y en ese momento estaba saliendo Noah del despacho. Estela sabía que no podía aceptar la invitación que le extendía amablemente la mujer porque quería comer con Noah en la hora del almuerzo. —Lo siento, tengo que terminar todavía algunas cosas, quizás en otra oportunidad. —No te preocupes. Nos vemos. Y se fue. Estela se levantó de su asiento y se dirigió al moreno quien rápidamente tomó su mano y de un movimiento súbito hizo que se adentraran a su oficina, quedando a solas. Él acarició con dulzura su mejilla, mientras sostenía su mirada. —¿Te pongo nerviosa
Por su lado, Jasmine estaba ayudando a su marido en la cafetería que pronto abriría su puertas al público. Estaba bastante emocionada por ser parte de una nueva etapa que vivía su esposo, incluso cuando se sentía un recomenzar tras el regreso a la ciudad, era diferente. Incluso cuando estaba concentrada en el negocio, su cabeza no pudo evitar inclinarse a tener pensamientos negativos, y es que no dejaba de pensar en su hija. Quería que todo marchara bien, pero era inevitable no sentirse preocupada por lo que podía pasar. —¿Todavía hay algo que no me has contado? Parece que te preocupa algo y no me lo niegues porque te conozco muy bien, sé que estás inquieta por alguna razón —comenzó diciendo Alessandro, sin quitarle la mirada de encima y ella terminó de colocar un mantel sobre la mesa antes de sentarse en la silla más cercana y suspirar. —No, ya lo sabes. Pensar en la relación que ahora tiene Maxwell y nuestra hija me pone feliz y mal al mismo tiempo. Quiero que Aria sepa que n
Al fin había llegado el momento. Las mesas estaban decoradas perfectamente y es que Jasmine había hecho un buen trabajo, a cargo. Alessandro junto a Jasmine, se encontraban en el lugar, listos para darle paso a la celebración. De repente, Aria apareció con los trillizos, cuyos ojos brillaban de emoción al ver todo lo que sucedía. —¡Mamá, mira! —exclamó Aria—. ¡El lugar se ve genial! Los niños corrían de un lado a otro, viendo cada parte de la cafetería. Aria, le gustaba mucho mirarlos tan felices. —Recuerden, chicos, no se alejen demasiado y manténganse cerca —les recordó Aria, mientras intentaba mantener la atención de los tres. Poco tiempo después, durante la inauguración más personas se unieron para echar un vistazo al lugar, e incluso admirados por el bonito sitio. —Es maravilloso, Alessandro. Has hecho un trabajo increíble. —Tú también, cariño —expresó dedicándole una sonrisa cargada de amor y ella se contagió devolviendo el gesto. —¡Bienvenidos a todos! —anun