De pronto como si la cercanía hubiera quedado atrás, la soltó y retrocedió un poco, la mujer todavía estaba plagada de confusión y sus sentimientos se encontraron en un laberinto, en ese preciso momento donde le desconcertaba no saber si encontraría la salida.
—Maxwell, ¿cómo has estado?Él deslizó una sonrisa llena de frialdad que congeló el corazón de Aria. Ella no entendía cómo la persona que un día fue cálida y cercana, ahora se sentía a kilómetros y kilómetros de ella.—¿Crees que es una pregunta acertada tras encontrarnos luego de casi seis años? —inquirió con una mano en el bolsillo de su pantalón elegante.En ese momento, un mesero pasó cerca de ellos y Maxwell aprovechó para tomar una copa, le dio un gran sorbo a la bebida como si el alcohol le ayudaría a lidiar con la situación.Ella se mantuvo paralizada, siguiendo cada uno de los movimientos del millonario. Mentía si decía no sentirse pequeñita y superada de diferentes mEstela apareció de pronto un poco sonriente pero cambió la cara cuando vio a su amiga con la expresión seria. Ya se hacía a una idea de lo que más o menos había ocurrido. Así que, la tomó de la mano y se fueron a un lugar más apartado del resto en donde pudieran tener un poco más de privacidad. —¿Te encuentras bien? Aunque ni siquiera debería hacer esa pregunta, no pareces estar bien, Aria... —Estela. ¿Crees que realmente merezco este castigo? A mí me parece que es demasiado cruel su trato indiferente hacia mí, tan formal, lo encuentro tan lejano y hermético conmigo después de que fuera todo lo contrario, que simplemente no puedo sostener la idea de que es el mismo Maxwell que conozco desde niña. Estela tomó una profunda bocanada de aire y se sintió culpable por haber callado durante todos esos años lo que supo aquel día. Ni siquiera sabía si su amiga sería capaz de perdonarla por guardar silencio de algo tan importante.—Aria, así te sientes i
Aria se despertó esa mañana temprano, sintiendo un punzante dolor de cabeza que la sorprendió. Se sentó en la cama, frunciendo el ceño mientras trataba de recordar la noche anterior. ¿Cómo era posible que le doliera tanto la cabeza si apenas había bebido un par de copas en el evento?Sus pensamientos se deslizaban hacia el reencuentro con Maxwell, y su corazón latía desbocado al recordarlo. Había pasado casi seis años sin verlo, y el momento en que sus miradas se cruzaron en aquel evento fue como un golpe a su corazón. Él había sido tan frío y lejano, como si los años que pasaron no significaran nada para él.—Esto no puede ser —murmuró Aria, llevándose una mano a la frente—. Solo fue un encuentro. No debería afectarme tanto.Se levantó y se dirigió hacia el baño, donde se dejó caer bajo el agua caliente de la ducha. A medida que se duchaba, reflexionó sobre lo que su jefa, Madelaine, le había pedido. Le había solicitado que hablara con Maxwell y lo convenciera para que se uniera a un
Decidió intentarlo. Después de varios minutos de lucha interna, decidió que lo mejor sería darse un tiempo para calmarse y despejar la mente. Se fue a duchar, dejando que el agua caliente la envolviera, tratando de relajarse mientras los pensamientos sobre Maxwell continuaban atormentándola.Al salir de la ducha, se quedó de pie frente a su armario, mirando las prendas colgadas. Se sentía inquieta, como si su apariencia fuera un reflejo de su estado emocional. ¿Por qué le importaba tanto verse bonita para él?Mientras revisaba la ropa, su corazón latía con locura, y de solo imaginarse frente a Maxwell, las piernas le temblaban. ¿Qué diría? ¿Cómo reaccionaría al verla otra vez intentándolo allí? Las preguntas la abrumaban, y su estómago se retorcía de nervios.Sus ojos se posaron sobre un par de stilettos que había comprado hace poco. Eran elegantes y atrevidos, el tipo de zapatos que le hacían sentir poderosa y segura de sí misma."El tipo de zapatos que a Maxwell le gusta ver en las
Se quedó sentada en el sofá, sintiéndose completamente expuesta, preguntándose qué pensaría Noah al recibir un mensaje tan personal y peculiar. La incertidumbre la consumía, y no pudo evitar preguntarse cómo podría verlo a la cara luego de aquel mensaje erróneo. ¿Qué haría ahora?Noah acababa de empezar a revisar un caso en su oficina cuando su teléfono sonó sobre el escritorio. Al ver que el mensaje era de Estela, le pareció un poco extraño que ella le hubiera enviado aquello. Una sonrisa de diversión se deslizó en su boca al leer el contenido.No pudo evitar reírse suavemente al imaginarse la situación. Aunque sabía que Estela probablemente se había equivocado al enviarle ese mensaje, decidió que no podía dejar pasar la oportunidad de ayudarla.Sin pensarlo dos veces, Noah dejó su trabajo de lado y se dirigió a la farmacia. Compró algunos medicamentos que podrían aliviar los cólicos de Estela y luego se detuvo en una pastelería para recoger una deliciosa tarta de fresa.Con la bols
Después del beso, Noah se retiró un poco, su expresión cambió y ella no lo supo descifrar. —Lo siento, Estela. No debí haber hecho eso.Ella se quedó en silencio, procesando lo ocurrido. Las palabras de Noah se metieron en lo más profundo de su cabeza, pero no podía articular un pensamiento coherente. Lo ocurrido la dejó en un estado de confusión.Justo en ese momento, el teléfono de Noah sonó, rompiendo el silencio entre ellos. Miró la pantalla y, al ver que era un cliente, su expresión se tornó seria. —Lo siento, tengo que atender esto —pronunció, apenado—. Me disculpo por no poder quedarme para comer.Estela asintió, sintiendo cómo la realidad comenzaba a asentarse sobre ella. —Está bien, Noah. Entiendo.Sin embargo, a medida que él se alejaba, una sensación de vacío comenzó a invadirla. Noah se despidió rápidamente y salió de su apartamento, dejándola sola con sus pensamientos.Estela se quedó allí, en la
Finalmente estaba allí dentro, no pudo evitar mirar a su alrededor, muchas cosas alli habían cambiado, la oficina se miraba más moderna, aún conservando el sello personal de Maxwell. Él, estaba de espaldas en su silla giratoria, al sentir la presencia de la mujer se giró y clavó sus ojos azules en ella. —Espero tenga una idea tan buena que me haga considerar unirme al proyecto —comenzó diciendo con su mirada gélida sobre ella. —Maxwell... Digo, señor Kensington —corrigió al ver su mirada severa. —Puede tomar asiento, señora King. Ella tomó una bocanada de aire. Aria comenzó, sintiendo cómo los nervios la invadían. Tomó una respiración profunda, intentando calmarse. —Como ya sabe... Vengo de parte del Estudio Strousman. Estamos trabajando en un nuevo proyecto de diseño de interiores y creo que su experiencia como arquitecto sería invaluable.Maxwell la observó con atención, su expresión seria. —¿Y qué es lo que hace que este proyecto sea tan especial?Aria se sintió un poco má
Aria subió a su auto, sintiendo que el mundo a su alrededor se desvanecía. Una vez dentro, las lágrimas comenzaron a brotar sin control. Se dejó caer contra el volante, sintiendo el peso de la angustia aplastarla. La conversación con Maxwell había sido causante de su destrucción interna, y ella quedó en ruinas. Con manos temblorosas, sacó su teléfono y marcó el número de Estela. La voz de su amiga, siempre —¿Aria? ¿Qué pasa? Te escuchas mal.—Estela, necesito verte. ¿Puedo ir a tu casa? —su voz temblaba, y la urgencia era palpable.—Claro, ven. Estoy aquí para ti.El trayecto hacia la casa de Estela fue un borrón de pensamientos confusos y lágrimas. Cuando finalmente llegó, se encontró con su amiga esperándola en la puerta, con una expresión de preocupación en su rostro.—¿Qué ocurrió? —preguntó Estela, guiándola hacia la sala.Aria se dejó caer en el sofá, sintiéndose completamente destrozada.—Es Maxwell... No puedo creer lo que pasó. Todo se salió de control.Estela le sirvió una
Decidió estacionar un poco más adelante, sintiendo la necesidad de aclarar sus ideas. Miró su teléfono, dudando si debía llamar a Maxwell o no. La angustia y la confusión la invadían, y finalmente murmuró para sí misma: —No, no lo llamaré aún.Mientras tanto, en la oficina de Maxwell, él estaba enojado. Había pasado la jornada laboral furibundo, desquitándose con sus empleados por la frustración acumulada tras el encuentro con Aria. Cada demanda que hacía, cada exigencia que lanzaba, parecía más severa que la anterior. Los empleados se miraban entre sí, temerosos de cruzar caminos con su jefe en ese día atemorizante.Finalmente, cuando el día llegó a su fin, Maxwell se encontró en un bar cercano, donde había quedado con Noah. Aunquea música de fondo y las conversaciones lo rodeaban, su mente seguía encarcelada en la conversación con Aria.—¿Qué te pasa, amigo? —cuestionó, al notar la expresión sombría en el rostro de Maxwell, pero ya se hacía a una idea. Maxwell suspiró, tomando un