Después del beso, Noah se retiró un poco, su expresión cambió y ella no lo supo descifrar.
—Lo siento, Estela. No debí haber hecho eso.Ella se quedó en silencio, procesando lo ocurrido. Las palabras de Noah se metieron en lo más profundo de su cabeza, pero no podía articular un pensamiento coherente. Lo ocurrido la dejó en un estado de confusión.Justo en ese momento, el teléfono de Noah sonó, rompiendo el silencio entre ellos. Miró la pantalla y, al ver que era un cliente, su expresión se tornó seria.—Lo siento, tengo que atender esto —pronunció, apenado—. Me disculpo por no poder quedarme para comer.Estela asintió, sintiendo cómo la realidad comenzaba a asentarse sobre ella.—Está bien, Noah. Entiendo.Sin embargo, a medida que él se alejaba, una sensación de vacío comenzó a invadirla. Noah se despidió rápidamente y salió de su apartamento, dejándola sola con sus pensamientos.Estela se quedó allí, en laFinalmente estaba allí dentro, no pudo evitar mirar a su alrededor, muchas cosas alli habían cambiado, la oficina se miraba más moderna, aún conservando el sello personal de Maxwell. Él, estaba de espaldas en su silla giratoria, al sentir la presencia de la mujer se giró y clavó sus ojos azules en ella. —Espero tenga una idea tan buena que me haga considerar unirme al proyecto —comenzó diciendo con su mirada gélida sobre ella. —Maxwell... Digo, señor Kensington —corrigió al ver su mirada severa. —Puede tomar asiento, señora King. Ella tomó una bocanada de aire. Aria comenzó, sintiendo cómo los nervios la invadían. Tomó una respiración profunda, intentando calmarse. —Como ya sabe... Vengo de parte del Estudio Strousman. Estamos trabajando en un nuevo proyecto de diseño de interiores y creo que su experiencia como arquitecto sería invaluable.Maxwell la observó con atención, su expresión seria. —¿Y qué es lo que hace que este proyecto sea tan especial?Aria se sintió un poco má
Aria subió a su auto, sintiendo que el mundo a su alrededor se desvanecía. Una vez dentro, las lágrimas comenzaron a brotar sin control. Se dejó caer contra el volante, sintiendo el peso de la angustia aplastarla. La conversación con Maxwell había sido causante de su destrucción interna, y ella quedó en ruinas. Con manos temblorosas, sacó su teléfono y marcó el número de Estela. La voz de su amiga, siempre —¿Aria? ¿Qué pasa? Te escuchas mal.—Estela, necesito verte. ¿Puedo ir a tu casa? —su voz temblaba, y la urgencia era palpable.—Claro, ven. Estoy aquí para ti.El trayecto hacia la casa de Estela fue un borrón de pensamientos confusos y lágrimas. Cuando finalmente llegó, se encontró con su amiga esperándola en la puerta, con una expresión de preocupación en su rostro.—¿Qué ocurrió? —preguntó Estela, guiándola hacia la sala.Aria se dejó caer en el sofá, sintiéndose completamente destrozada.—Es Maxwell... No puedo creer lo que pasó. Todo se salió de control.Estela le sirvió una
Decidió estacionar un poco más adelante, sintiendo la necesidad de aclarar sus ideas. Miró su teléfono, dudando si debía llamar a Maxwell o no. La angustia y la confusión la invadían, y finalmente murmuró para sí misma: —No, no lo llamaré aún.Mientras tanto, en la oficina de Maxwell, él estaba enojado. Había pasado la jornada laboral furibundo, desquitándose con sus empleados por la frustración acumulada tras el encuentro con Aria. Cada demanda que hacía, cada exigencia que lanzaba, parecía más severa que la anterior. Los empleados se miraban entre sí, temerosos de cruzar caminos con su jefe en ese día atemorizante.Finalmente, cuando el día llegó a su fin, Maxwell se encontró en un bar cercano, donde había quedado con Noah. Aunquea música de fondo y las conversaciones lo rodeaban, su mente seguía encarcelada en la conversación con Aria.—¿Qué te pasa, amigo? —cuestionó, al notar la expresión sombría en el rostro de Maxwell, pero ya se hacía a una idea. Maxwell suspiró, tomando un
Estela incluso cuando sabía que tenía que concentrarse en su trabajo, no podía evitar pensar en lo que pasó con su mejor amiga, una tarea imposible estar centrada en su labor. Noah, la interceptó de manera repentina y ella dio un respingo por la sorpresa.—Estela, lo que pasó ayer entre nosotros... —comenzó diciendo claramente con la incomodidad marcada en su voz y ella bajó la cabeza sintiéndose nerviosa. —¿Qué pasa? Noah, eres mi jefe y nuestra relación laboral es excelente así que por el bien de eso, deberíamos hacer borrón y cuenta nueva, simplemente hacer como si nada de eso pasó. ¿De acuerdo? Yo...Noah no estaba de acuerdo en absoluto con lo que le estaba diciendo, así que la silenció poniendo un dedo en sus labios, ella ante el acto se quedó paralizada. Ni siquiera podía comprender cómo rayos es que su corazón había tomado un ritmo tan acelerado y ajeno a ella. —¿Sinceramente quieres hacer borrón y cuenta nueva? Yo también estuve culpándome por ser tan impulsivo y cruzar la
—Mi pequeño... —susurró por lo bajo acariciándole el cabello castaño a su pequeño trillizo, mirándolo con ternura y amor, deseando que se recuperara por completo, el niño tenía la respiración pacífica y eso la dejó un poco más tranquila. Sin embargo ella comenzó a llorar sin poder evitar sentirse arrastrada por las intensas emociones que se convertían en un maremoto dentro de sí. Ella derramaba lágrimas por lo que pudo ser y no ocurrió, se sentía impotente porque fue ella misma quien tomó la decisión de alejarse de Maxwell.Estela por su parte, organizó algunas cosas en su sitio y trató de evadir a Noah, pero el abogado estaba vigilando cada uno de sus movimientos y la detuvo justo cuando intentaba escobullirse. —Estela, estaba pensando que podría ser una buena idea cenar juntos, digo, hoy has trabajado más que antes, y siento que no he tenido oportunidad de darte las gracias...—¿En realidad esa es la razón por la que me estás invitando a comer? Tengo una buena paga, así que no tie
Estela compró algunas latas de cerveza, dejó la bolsa sobre la mesa, se sentó ella sobre el sofá, pensando sobre aquel rechazo. No tenía que haberle dicho que no, ahora se arrepentía de su negativa de ser tan tonta y dejarse asustar por la posible intención que tenía Noah. Además, él era buen hombre y si realmente estaba interesado en ella, no había razones para huir. —¿Debería llamarlo y decirle que venga? ¿Sería correcto pedirle que venga a mi departamento tan tarde? —se hizo la pregunta vacilando sobre sí, chasqueó la lengua —. No, apuesto a que algo podría pasar entre nosotros si viene a esta hora, además he comprado cerveza y ya me hago a una idea del rumbo que probablemente tomaría... Finalmente sacó, casi a patadas esa idea de la cabeza. Justo cuando posó los ojos sobre su teléfono, la pantalla se iluminó, y atendió la llamada que venía de parte de su amiga. —Estela... Me siento terrible. —¿Aria? ¿Por qué estás llorando? —Finalmente, sucedió lo que temía. Mi jefa me llamó
Después de aquella llamada telefónica, Estela se quedó con una sensación de inquietud en el pecho, aunque no quería interferir de nuevo en los asuntos de su amiga, sentía que tenía el deber de ser esa persona que animaba a dar el primer paso sin que se diera cuenta, o al menos la persona que intentaría unir dos corazones rotos. De pronto el timbre sonó. Al abrir la puerta se encontró con la imponente presencia e inesperada llegada de Noah. —Oh, ¿qué haces aquí? Solo... No esperaba que vinieras a esta hora. —Solo vengo a... —buscó cualquier excusa —. En realidad sé que no podré dormir otra noche pensando en el caso que debo repasar y tu ayuda sería suficiente para concentrarme mejor. —Es un poco tarde, sin embargo sé que es importante el caso y te ayudaré en lo que pueda. Pasa. Él asintió. Una vez dentro él volvió a mirar a su alrededor. Otra vez se sentía como si el espacio se reducía cuando estaban ellos dos nada más. —Noah, ¿Quieres algo de beber? No, espera —se apresuró en
Aria se aseguraba de que los trillizos estuvieran profundamente dormidos antes de dirigirse a su habitación. La casa estaba en silencio, el único sonido era el suave susurro del viento que pasaba por las ventanas. Una vez en su habitación, se sentó en la cama y comenzó a evaluar sus opciones ahora que estaba desempleada. Sin embargo, después de buscar en línea y revisar algunas ofertas de trabajo, no encontró mucho que le interesara. Aunque la angustia comenzó a adueñarse de su cabeza, no dejo que se volviera abrumadora. En ese momento, su teléfono sonó, interrumpiendo sus pensamientos.Era su madre. Aria contestó, y tras unos segundos de conversación, se sintió aliviada al escuchar la voz tranquilizadora de su madre. —Y... ¿cómo estás? —quiso saber Jasmine, notando el tono de preocupación en la voz de su hija.—No muy bien, mamá. —Aria suspiró, sintiendo que la carga se aliviaba un poco al compartirlo—. He perdido el empleo.Jasmine se quedó en silencio por un momento, procesando l