Aria se excusó en el trabajo, alegando que no se sentía bien. La presión en su cabeza y el tumulto en su corazón eran demasiado intensos para enfrentar otro día en la oficina. Mientras sus compañeros de trabajo la miraban con preocupación, ella sintió un nudo en el estómago, deseando que el tiempo se detuviera para poder encontrar algo de paz.Al llegar a casa, el silencio la acorraló. El lugar se sentía tan silencioso que resultaba ser deprimente y más en la situación en la que se encontraba. Aria, se dejó caer sobre el sofá sintiendo que el dolor le apretaba la garganta y también la asfixiaba. Su corazón seguía atenazado por la decepción y aquel amargo sentimiento de dolor. Pronto las lágrimas comenzaron a escapar, no puedo detenerse..¿Por qué no podía dejar de llorar? Era como si de pronto hubiera sido encarcelada en la tristeza perpetua. Y, no era suficiente con llorar a mares para dejar de sentirse fatal. En su mente, las imágenes en Maxwell junto a esa mujer, inundaban su cabez
El tedioso tráfico puso de mal humor a Maxwell esa mañana, que conducía con dirección a casa de sus padres. Tocó varias veces el claxon, como si eso de alguna manera iba aligerar las largas colas. No ocurrió. —¿Sí? —Buenos días señor Maxwell, se me hace un poco extraño que todavía no haya llegado al trabajo, le estoy llamando porque me he preocupado un poco.—Buen día, Amanda. Descuida, solo tengo otros asuntos temprano, estaré allá como al mediodía más o menos. —De acuerdo, señor. Colgó. Bufó, clavando la mirada en la autopista. Justo ese día había más tráfico que de costumbre. Finalmente llegó a la propiedad de sus padres y bajó del auto. Caminando sobre el suelo adoquinado, se sumergió en sus recuerdos del pasado. La casa en la que vivió por tantos años y en la que guardaba muchos recuerdos, ahora se sentía tan diferente. Quizás era el hecho de que su vida había cambiado, que su relación con sus padres era desafortunada y llena de problemas. Pronto se adentró a la mansión y
Un nuevo día llegó, y Aria se preparó para ir al trabajo. La conversación pendiente con Maxwell sobre las fotos la seguía a todos lados, pero decidió que debía concentrarse en su trabajo. Mientras terminaba un diseño que había estado desarrollando durante unos días, el tiempo pasó rápidamente y casi era mediodía cuando recibió una llamada inesperada.Era Elena. Su voz, normalmente tranquila, ahora se escuchaba completamente diferente y eso alertó rápidamente a Aria. Sintió su corazón palpitando a la velocidad de la luz, estaba aterrada. —Aria, necesito que vengas al hospital. Arthur ha tenido problemas con la respiración. El corazón de Aria se hundió. La preocupación la invadió de inmediato, dejando de lado cualquier pensamiento sobre Maxwell. Sin pensarlo dos veces, dejó su lugar de trabajo y se dirigió a la salida, con un nudo en el estómago.De camino, Aria no pudo evitar pensar en la enfermedad de Maxwell. Entonces temió que a su hijito le estuviera pasando lo mismo. —¿Qué ha p
Poco después, su madre, llegó al departamento. Aria había llamado para contarle lo que había sucedido, y Jasmine, con su experiencia como enfermera, quería asegurarse de que su hija y su nieto estuvieran bien.—Hija mía, espero estés bien —saludó dándole un abrazo efusivo—. ¿Cómo está Arthur?—Está bien, mamá. El doctor nos explicó todo sobre el asma y lo que debemos hacer —emitió, sintiéndose agradecida por el apoyo de su madre —. Aunque, sabes que ya sabía sobre el tema, por Maxwell. —No te lo quería decir antes, pero estaba segura de que uno de los trillizos podría sufrir de asma. Ya sabes que es una enfermedad hereditaria. —Así es, mamá. Por cierto, ¿no es extraño que Maxwell tenga asma y sus padres no? Ninguno padece de ello, entonces... ¿de quién lo heredó? —Sí, aunque también hay otros factores que se deben tomar en cuenta, no todos los casos de asma son hereditarios. —Vale, creeré que ese es el caso de Maxwell —declaró suspirando —. Sé que todo se puede sobrellevar y podr
Estela recargó la cabeza en el pecho desnudo de Noah, no podía dormir. El moreno acariciaba con dulzura su hombro, sabiendo que ella estaba afectada después de saber lo que pasó con Arthur. —¿No has hablado más con Aria? —Realmente quería volver a llamarla, pero probablemente ya está dormida y prefiero que descanse, además no debe haber sido un día fácil para ella, de seguro está agotada. Pobre Arthur, es tan pequeño...—Lamentablemente el asma muchas veces es hereditario y Maxwell lo tiene. —Sí, lo bueno es que nada malo ocurrió y podrá tener ese tratamiento. —Así es, eso es un gran alivio —emitió dándole un beso sobre la coronilla y ella sonrío ligeramente. —Noah, cambiando de tema, ¿No crees que deberíamos mudarnos juntos? En realidad... no quiero que te sientas presionado, al fin y al cabo es una decisión con la que ambos debemos estar de acuerdo, si crees que es precipitado y no resulta ser una buena idea ahora, lo entenderé. —¿Por qué sería una mala idea? Me encanta conviv
En la mañana siguiente, la mujer se despertó temprano y verificó que todo estuviera bien con su pequeño hijo. Al cerciorarse de que todo estaba bajo control, revisó su teléfono durante el desayuno. De pronto, el apetito desapareció; la inapetencia llegó cuando sus ojos se clavaron en la pantalla y vieron aquellas fotografías en las que Maxwell aparecía besándose con una mujer. Aquellas imágenes resultaron ser más contundentes que las anteriores, y su corazón se agrietó aún más. Ella quedó desolada.No sabía cómo reaccionar ante aquellas imágenes que claramente no eran un montaje. Trató de adivinar o de comprender quién era esa mujer, pero no pudo ver su identidad. Era como si alguien realmente hubiera planificado todo eso para hacerle daño. Todavía no podía creer que Maxwell realmente le hubiera sido infiel; él no era ese tipo de persona.Hizo a un lado el desayuno y se levantó, tratando de calmar su respiración y los latidos de un corazón que galopaba con fiereza dentro de su pecho.
Maxwell avanzó hacia el gran ventanal de su oficina y se quedó allí un rato, observando el panorama que se extendía frente a sus ojos. La ciudad entera podía apreciarse desde allí, una vista única y envidiable. Con una mano metida en el bolsillo de su pantalón, mientras con la otra sostenía el teléfono, esperaba ansiosamente una llamada de Aria.Cuando ella lo llamó unas horas atrás, él estaba duchándose y no pudo contestar. Al intentar devolver la llamada, tampoco obtuvo respuesta, así que ahora solo esperaba que Aria finalmente lo volviera a llamar. En realidad, se preguntaba la razón por la que lo había estado llamando. Lo primero que se le cruzó por la cabeza era que podría tratarse de Arthur, pero si ese fuera el caso, hasta un mensaje le habría enviado.Maxwell frunció el ceño al notar que Amanda todavía no había llegado a su puesto. Justo cuando creyó conveniente llamarla para preguntarle por qué no había venido al trabajo, ella hizo acto de presencia.—Buenos días, señor Maxwe
Cuando Aria sintió que ya no podía más, decidió marcharse del bar. Ni siquiera podía sostenerse bien mientras avanzaba hacia la salida. Afortunadamente, logró tomar un taxi y le pidió al conductor que la llevara a casa. Dando varios pasos con torpeza, pudo ingresar a su departamento y, de pronto, las luces se encendieron de sorpresa.Quedó un poco encandilada por la luz repentina y, finalmente, allí estaba Elena, mirándola.—Aria, lo siento mucho. Estaba demasiado preocupada por ti. Te llamé varias veces al teléfono, pero nunca contestaste. También te dejé varios mensajes de texto, pero no recibí respuesta. Entonces me inquieté, pensé que algo te había ocurrido. ¿Estás bien?—Sí, lo siento mucho... Estoy demasiado cansada —explicó a duras penas, y Elena se dio cuenta de que estaba ebria.—Oh, déjame ayudarte a llegar a tu habitación.Aria aceptó la ayuda, y en poco tiempo estuvo en su recámara. Se sentó al borde de la cama y tomó una profunda bocanada de aire mientras trataba de estab