Maxwell se encontraba bastante atareado en su trabajo. Afortunadamente, había terminado algunas pendientes y ya podía estar un poco más tranquilo. Sin embargo, el día seguía cargado de tareas por hacer, y la inesperada aparición de Noah no ayudaba a su concentración.—¿No tienes ni siquiera un poco de tiempo para salir a tomar algo? —quiso saber Noah, con un tono de preocupación—. Claramente, el trabajo es importante, pero también deberías apartar un poco de tiempo para ti.—No puedo hacer eso en este momento. Ya habrá alguna oportunidad; el proyecto en el que estoy es demasiado importante y debo dedicarme completamente a eso —emitió, con un tono decidido.El moreno, ante la respuesta de su amigo, simplemente asintió con la cabeza y dejó escapar un pesado suspiro.—Maxwell, ¿cómo va la situación con tus padres? —de pronto se interesó en saber el abogado.Maxwell conectó con él y expiró, sintiendo el peso de la conversación.—Mis padres siguen aferrados a la misma idea. No les voy a da
Pronto Noah, Estela y Elena, se dirigieron al acuario con los pequeños. Los trillizos no podían contener su emoción tampoco paraban de hablar sobre a donde iban. Cuando estuvieron en el acuario, las miradas plagadas de sorpresa y las sonrisas no faltaron. Nunca antes en sus vidas habían estado en un acuario. Sus ojitos brillaban al ver aquel mundo acuático. Era increíble. Estaban atravesando son túnel de vidrio que sumergía a todos los visitantes en un mundo completamente diferente. A su alrededor No solo habían peces de diversos colores que nadaban de un lado al otro, también habían otros animales que solo había mirado por la tele. Otros ni siquiera eran conocidos a la vista de los niños. Los trillizos estaban boquiabiertos cuando de pronto un gran tiburón pasó cerca. —¡Es un tiburón! —exclamó Arthur —. Es mucho más gigante que el de la tele. Sus hermanitos no podían creer lo que estaba mirando, con los ojos desorbitados. —¡Ojalá pudiera nadar con un tiburón! —mencionó Maximilia
Aria había pensado en regresar a casa después de un largo día de trabajo, pero cuando el equipo sugirió salir a cenar juntos, no pudo negarse. No quería arruinar los planes ni ser la única que se quedara atrás. Así que, con una sonrisa, se unió a sus compañeros mientras se dirigían a un restaurante cercano.El ambiente en el restaurante era animado, y todos parecían disfrutar de la compañía. Luna, de pronto elevó su copa. —¡Estoy tan feliz de trabajar con todos ustedes! Este equipo se merece más, ¡y estas cenas son una gran manera de fortalecer nuestra conexión! No hay duda de eso.Los demás asintieron, y Aria también sentía lo mismo. Laura, fue la siguiente en intervenir con una sonrisa amplia en la cara. —Tienes razón, Luna. La cena en equipo y generalmente todo lo que se hace, además el trabajo, nos ayudan a fortalecer esa relación que ya tenemos y ayuda muchísimo a la hora de trabajar juntos en el estudio. Por eso pienso que es algo que podríamos hacer a menudo o más habitual,
Aria entró con cuidado a su departamento, con tal de no hacer demasiado ruido que despertara a sus trillizos. Sigilosa se dirigió hacia la cocina y tomó un vaso de agua fría antes de dirigirse a su habitación para ducharse. Después de una rápida ducha que le refrescó el cuerpo cansado, se dejó caer en la cama, sintiendo como todo el agotamiento desaparecía En un abrir y cerrar de ojos, se quedó dormida como una roca, sumergiéndose en un sueño profundo.La luz del Alba la bañó por la mañana, la habitación se encontraba iluminada por el sol, fue aquella claridad la que la despertó. Se despertó antes de lo habitual. Un vistazo a su reloj le hizo sonreír. Tenía tiempo suficiente para preparar el desayuno para todos, incluyendo a la niñera, Elena. Con una sonrisa en los labios, se levantó y se puso manos a la obra en la cocina.Después un rato había terminado de preparar todo el desayuno y se marchó al trabajo. Ese día también avanzó con rapidez, en un parpadeo ya era el mediodía. Noah
Aria se excusó en el trabajo, alegando que no se sentía bien. La presión en su cabeza y el tumulto en su corazón eran demasiado intensos para enfrentar otro día en la oficina. Mientras sus compañeros de trabajo la miraban con preocupación, ella sintió un nudo en el estómago, deseando que el tiempo se detuviera para poder encontrar algo de paz.Al llegar a casa, el silencio la acorraló. El lugar se sentía tan silencioso que resultaba ser deprimente y más en la situación en la que se encontraba. Aria, se dejó caer sobre el sofá sintiendo que el dolor le apretaba la garganta y también la asfixiaba. Su corazón seguía atenazado por la decepción y aquel amargo sentimiento de dolor. Pronto las lágrimas comenzaron a escapar, no puedo detenerse..¿Por qué no podía dejar de llorar? Era como si de pronto hubiera sido encarcelada en la tristeza perpetua. Y, no era suficiente con llorar a mares para dejar de sentirse fatal. En su mente, las imágenes en Maxwell junto a esa mujer, inundaban su cabez
El tedioso tráfico puso de mal humor a Maxwell esa mañana, que conducía con dirección a casa de sus padres. Tocó varias veces el claxon, como si eso de alguna manera iba aligerar las largas colas. No ocurrió. —¿Sí? —Buenos días señor Maxwell, se me hace un poco extraño que todavía no haya llegado al trabajo, le estoy llamando porque me he preocupado un poco.—Buen día, Amanda. Descuida, solo tengo otros asuntos temprano, estaré allá como al mediodía más o menos. —De acuerdo, señor. Colgó. Bufó, clavando la mirada en la autopista. Justo ese día había más tráfico que de costumbre. Finalmente llegó a la propiedad de sus padres y bajó del auto. Caminando sobre el suelo adoquinado, se sumergió en sus recuerdos del pasado. La casa en la que vivió por tantos años y en la que guardaba muchos recuerdos, ahora se sentía tan diferente. Quizás era el hecho de que su vida había cambiado, que su relación con sus padres era desafortunada y llena de problemas. Pronto se adentró a la mansión y
Un nuevo día llegó, y Aria se preparó para ir al trabajo. La conversación pendiente con Maxwell sobre las fotos la seguía a todos lados, pero decidió que debía concentrarse en su trabajo. Mientras terminaba un diseño que había estado desarrollando durante unos días, el tiempo pasó rápidamente y casi era mediodía cuando recibió una llamada inesperada.Era Elena. Su voz, normalmente tranquila, ahora se escuchaba completamente diferente y eso alertó rápidamente a Aria. Sintió su corazón palpitando a la velocidad de la luz, estaba aterrada. —Aria, necesito que vengas al hospital. Arthur ha tenido problemas con la respiración. El corazón de Aria se hundió. La preocupación la invadió de inmediato, dejando de lado cualquier pensamiento sobre Maxwell. Sin pensarlo dos veces, dejó su lugar de trabajo y se dirigió a la salida, con un nudo en el estómago.De camino, Aria no pudo evitar pensar en la enfermedad de Maxwell. Entonces temió que a su hijito le estuviera pasando lo mismo. —¿Qué ha p
Poco después, su madre, llegó al departamento. Aria había llamado para contarle lo que había sucedido, y Jasmine, con su experiencia como enfermera, quería asegurarse de que su hija y su nieto estuvieran bien.—Hija mía, espero estés bien —saludó dándole un abrazo efusivo—. ¿Cómo está Arthur?—Está bien, mamá. El doctor nos explicó todo sobre el asma y lo que debemos hacer —emitió, sintiéndose agradecida por el apoyo de su madre —. Aunque, sabes que ya sabía sobre el tema, por Maxwell. —No te lo quería decir antes, pero estaba segura de que uno de los trillizos podría sufrir de asma. Ya sabes que es una enfermedad hereditaria. —Así es, mamá. Por cierto, ¿no es extraño que Maxwell tenga asma y sus padres no? Ninguno padece de ello, entonces... ¿de quién lo heredó? —Sí, aunque también hay otros factores que se deben tomar en cuenta, no todos los casos de asma son hereditarios. —Vale, creeré que ese es el caso de Maxwell —declaró suspirando —. Sé que todo se puede sobrellevar y podr