*GIOVANNI*
—¡Luce increíble, cielo! Y parece que todos se están divirtiendo mucho —comentó Antonella mientras estábamos de pie juntos, apenas ingresando al evento.
—Me alegra que te guste. Este año contratamos a una nueva empresa de eventos, y parece que el cambio se nota —alegué.
Antonella asintió enfáticamente, luciendo un impresionante maquillaje que realzaba su belleza.
—Definitivamente estoy de acuerdo —dijo con una sonrisa.
La dirigí hacia el reservado de los socios de la compañía, un lugar apartado de la pista de baile y del bullicio de los trabajadores.
Siempre había sido idea de mi padre trazar una gruesa línea entre el dueño y sus empleados.
Personalmente, no compartía esa antigua visión de cómo lidiar con el personal a mi cargo.
Ganarme la confianza de mis colaboradores y difuminar esa línea había sido un trabajo que me tomó años, pero, tal como lo había previsto, mejoró nuestra productivida
*GIOVANNI*—Giovanni, ¿pero de qué hablas? —dijo Antonella, confundida—. ¿Por qué dirías algo así de repente?Mis ojos y los de Marcus sostenían una desafiante batalla. Debo admitir que disfruté al ver cómo su rostro se volvía rojo de rabia.Antonella me miró con desconcierto, su expresión era una mezcla de sorpresa y preocupación ante el cambio abrupto en el ambiente, que se volvió denso en una fracción de segundo.Sus ojos buscaban respuestas en los míos, pero desvié la mirada hacia Marcus. Parecía contener una furia que amenazaba con desbordarse en cualquier momento.Su mandíbula se tensó con fuerza, y sus puños se cerraron con determinación, dejando claro que mis palabras habían tocado una fibra sensible en él.—Es solo una observación, Antonella. No te preocupes por ello. Él sabe perfectamente a qué me refiero —traté de suavizar la situación, al menos para mi esposa.Marcus, por otro lado, no estaba disp
*GIOVANNI*¿Qué rayos sucede hoy con Candy?Cómodamente sentado tras mi escritorio con mi Tablet entre manos, observé cómo mi colaboradora más brillante se la pasa saliendo del departamento de desarrollo hacia el baño una y otra vez.Accioné el micrófono que tengo instalado para ella, pero no hay conversaciones sospechosas entre ella y otro trabajador, tampoco llamadas de ningún tipo.Candice se la ha pasado evitándome desde aquella noche en el evento de la compañía, lo cual no me sorprende. Incluso, yo me vi en la obligación de tomarme todo el día de ayer para quedarme en casa e intentar consentir a mi esposa, quien amaneció muy enojada conmigo por lo que ella consideraba un extraño comportamiento de mi parte.A mí tampoco me apetecía llegar a la oficina esa mañana y tener que lidiar con el tema en caliente.Hoy puedo decir con total sinceridad que fue la mejor decisión que tomé.
*GIOVANNI*—¡Maldito infeliz! —soltó Marcus antes de que su puño se estrellara contra mi rostro por segunda vez.Mi mente tardó un momento en procesar lo que estaba sucediendo, pero cuando levanté la vista, me encontré con el rostro furioso de Marcus.Su mirada penetrante y llena de ira me hizo darme cuenta instantáneamente de que había sido descubierto.—¡Quítate o llamaré a la policía! —grité, utilizando la poca fuerza que disponía luego de aquellos golpes que me dejaron bastante perjudicado.Marcus, trepado sobre mí, me tomó de la solapa de mi traje y me zarandeó con impotencia.Sin embargo, a diferencia de lo que cualquiera podría esperar en una situación así, no sentí miedo ni vergüenza. En cambio, una extraña sensación de alivio se apoderó de mí. Marcus finalmente sabía la verdad, sabía lo que estaba pasando entre Candice y yo, y eso me complacía.Había detestado a Marcus desde el momento en que lo cono
*CANDICE*—Necesito hablar con mi esposo —insistí. El policía a cargo de interrogar a Marcus parecía vacilar ante mi solicitud.—Como le mencioné antes, señora. No puedo permitirle ver a su esposo a solas, especialmente considerando que la pelea se originó por su causa —suspiró—. Esto es un delito pasional y no podemos garantizar su seguridad. La víctima del altercado declaró que su esposo tiene problemas de ira y usted podría estar en peligro. Le sugiero que regrese a casa y mañana acuda al juzgado para solicitar una orden de alejamiento.—Entraré bajo mi propia responsabilidad, oficial. Estoy segura de que Marcus no me hará daño. Además, no puede tomar como verdad absoluta todo lo que dijo el señor Mancini; esa es solo su versión de los hechos.El policía, con una expresión de pocos amigos, asintió y finalmente accedió a que entrara a la sala de interrogatorios para hablar con Marcus.Apresuré el paso para seguir al ofic
*CANDICE*Agotada por la falta de sueño y sumida en una tristeza que me mantuvo despierta toda la noche, me encontraba sentada frente al mesón de la cocina. Era un rincón que solía estar lleno de recuerdos gratos con Marcus, aunque también guardaba otros no tan buenos.El humo del café caliente se elevaba hacia mi rostro, brindando una sensación agridulce mientras escuchaba los pasos pesados de Marcus en el piso de arriba, haciendo sus maletas.Él había llegado temprano desde la comisaría esta mañana, y con frialdad y resentimiento en sus ojos, entró a casa y me dijo que solo venía a recoger sus cosas. Planeaba quedarse en un hotel mientras ponía en orden su vida.Sus palabras eran afiladas, y su mirada, llena de amargura, me cortaba más profundamente que cualquier cuchillo.Pero no me merecía nada mejor que eso. Me equivoqué y estoy pagando las consecuencias de mis actos.Después de esas palabras en la puerta, no c
*GIOVANNI*«Te necesito…»Guardé mi celular después de enviarle ese mensaje a Candice.La tensión me abrumaba mientras me dejaba caer en mi silla de despacho.Las heridas de los golpes que ese idiota de Marcus me propinó seguían atormentándome con un dolor punzante, y para colmo, se sumaba la jaqueca que me había surgido esta mañana al enterarme de la convocatoria sorpresa de Carlo para una junta.El dolor palpitante en mi cuerpo se mezclaba con la preocupación, intensificando mi incomodidad.Suspiré e intenté concentrarme en el suave zumbido de la ventilación, buscando algo de alivio en el sonido constante.Necesitaba a Candice; su sola presencia siempre me brindaba consuelo, así que, cuando entró, el alivio fue inmediato.—Por favor, cierra la puerta —le pedí en voz baja mientras me masajeaba las sienes con los dedos. Ella obedeció, y luego moví mi silla hacia atrás
*ANTONELLA*Mientras picaba los vegetales para mi almuerzo, el rítmico repiqueteo del cuchillo contra la tabla de cortar llenaba la cocina con un sonido reconfortante.No esperaba que nada alterara mi tranquila rutina matutina, pero de repente, el destello plateado de un auto estacionándose en el camino de entrada captó mi atención a través del ventanal de la cocina.Era Giovanni. Mi amado esposo.¿Qué estaba haciendo en casa a esta hora del día?Una sensación de intriga y preocupación se apoderó de mí mientras dejaba el cuchillo en el fregadero y secaba mis manos con un paño. Con paso decidido, me encaminé hacia la sala, preguntándome qué podía haber pasado para que mi esposo estuviera de regreso tan temprano.Giovanni nunca abandonaba su jornada laboral, pues se tomaba muy en serio sus responsabilidades.Giovanni cruzó la puerta con una pesadez palpable. Su aura, antes llena de seguridad, ahora reflejaba un
*CANDICE*El silencio sepulcral que envolvía el Departamento de Desarrollo de la compañía Mancini era palpable. Apenas se escuchaban algunos murmullos de fondo, pero en general, todos estaban atónitos por la manera en que Giovanni Mancini había abandonado la empresa, menos yo.Los rumores habían comenzado y ni siquiera la junta había llegado a su fin.Pasaron un par de horas llenas de incertidumbre antes de que los socios de la empresa comenzaran a abandonar la sala de juntas, sumidos en tensas conversaciones entre ellos. Cada uno llevaba una expresión seria y reflexiva en el rostro, como si estuvieran procesando lo que acababan de presenciar.Para muchos de ellos, Giovanni siempre había representado un pilar fundamental para la compañía, un líder en quien confiar ciegamente. Tras el escándalo que acababan de presenciar, estas personas se encontraban completamente desconcertadas.Mientras observaba la escena, quedé sorpren