*ANTONELLA*
Mientras picaba los vegetales para mi almuerzo, el rítmico repiqueteo del cuchillo contra la tabla de cortar llenaba la cocina con un sonido reconfortante.
No esperaba que nada alterara mi tranquila rutina matutina, pero de repente, el destello plateado de un auto estacionándose en el camino de entrada captó mi atención a través del ventanal de la cocina.
Era Giovanni. Mi amado esposo.
¿Qué estaba haciendo en casa a esta hora del día?
Una sensación de intriga y preocupación se apoderó de mí mientras dejaba el cuchillo en el fregadero y secaba mis manos con un paño. Con paso decidido, me encaminé hacia la sala, preguntándome qué podía haber pasado para que mi esposo estuviera de regreso tan temprano.
Giovanni nunca abandonaba su jornada laboral, pues se tomaba muy en serio sus responsabilidades.
Giovanni cruzó la puerta con una pesadez palpable. Su aura, antes llena de seguridad, ahora reflejaba un
*CANDICE*El silencio sepulcral que envolvía el Departamento de Desarrollo de la compañía Mancini era palpable. Apenas se escuchaban algunos murmullos de fondo, pero en general, todos estaban atónitos por la manera en que Giovanni Mancini había abandonado la empresa, menos yo.Los rumores habían comenzado y ni siquiera la junta había llegado a su fin.Pasaron un par de horas llenas de incertidumbre antes de que los socios de la empresa comenzaran a abandonar la sala de juntas, sumidos en tensas conversaciones entre ellos. Cada uno llevaba una expresión seria y reflexiva en el rostro, como si estuvieran procesando lo que acababan de presenciar.Para muchos de ellos, Giovanni siempre había representado un pilar fundamental para la compañía, un líder en quien confiar ciegamente. Tras el escándalo que acababan de presenciar, estas personas se encontraban completamente desconcertadas.Mientras observaba la escena, quedé sorpren
*CANDICE*—Hola, Candice, por favor, pasa y toma asiento —dijo Carlo Mancini, y yo respondí con un leve asentimiento, acomodándome en la silla frente a su escritorio, esperando a que él comenzara a hablar.—¿Cómo estás? Supongo que han sido muchas emociones en tan poco tiempo —continuó Carlo, mirándome con atención mientras se recostaba en su cómoda silla. Sus dedos acariciaban su barbilla con interés.—Estoy bien —respondí, cortante.Carlo frunció el ceño levemente, observándome con curiosidad.—No pareces muy feliz —comentó Carlo con una mirada inquisitiva—. De hecho, diría que estás más seria y tensa de lo habitual. Pensé que, sin importar cuál fuera tu problema con Giovanni, este se resolvería cuando él fuera apartado de la compañía, pero no te veo del todo cómoda con la situación.Suspiré profundamente antes de mirarlo con apatía.—No me ve feliz, porque para mí, esta situación simplemente no es motivo d
*CANDICE*—Hoy podremos irnos a casa después del almuerzo, como la semana pasada. Nuestro nuevo jefe empieza a caerme bien —comentó Billy, uno de mis compañeros, a tres cubículos de distancia.Mientras ultimaba los detalles de mi última idea para el proyecto de Carlo, no pude evitar rodar los ojos ante su comentario.Y entonces Roger, otro de mis colegas, dijo algo sensato para variar.—Eso me preocupa un poco. Giovanni era muy estricto y la empresa estaba funcionando de maravilla. Ahora, no sé qué pensar... —murmuró con cautela—. ¿No crees que nuestro nuevo jefe es un poco irresponsable?—Claro que no —le respondió Billy un tanto indignado—. Simplemente, es menos neurótico que su hermano. Se toma la vida con calma. ¿Eso tiene algo de malo?—Pues sí, prefiero trabajar mi jorna
*CANDICE*Estaba acostada en la camilla del hospital, rodeada por el personal de enfermeras y los peritos, quienes trabajaban para recolectar todas las pruebas del incidente con Carlo Mancini.Sentía el roce de sus manos mientras me examinaban, documentando cada rasguño, moretón y mancha de sangre en mi ropa.Las cámaras periciales registraban meticulosamente cada detalle, cada ángulo, como si estuvieran grabando en piedra la violencia que había soportado, todo para utilizarlo como evidencia en nuestro caso.Antonella yacía en la camilla contigua, su rostro sereno pero sus ojos llenos de dolor y resignación. Las cámaras enfocaron sus moretones también, y la ropa destrozada que llevaba esta tarde, ahora se encontraba dentro de una bolsa de plástico. La única vez que la escuché hablar, fue mientras daba su declaración sobre lo sucedido.Le ofrecieron llamar a alguien para que la acompañara, pero ell
*CANDICE*—¿Lo amas? —me preguntó Antonella en un susurro.—No —respondí con franqueza—. No estoy enamorada de Giovanni.Su bonito rostro se contrajo en una mueca de angustia, mientras luchaba por contener las lágrimas que amenazaban con brotar de sus ojos como hace apenas unos minutos, cuando comencé a revelarle toda la verdad sobre mi relación con su esposo.Fui honesta, a pesar de que sabía que la verdad le causaría dolor. Sin embargo, Antonella necesitaba conocer toda la verdad.—Él... ¿Giovanni te ama?Me tomé un momento para reflexionar sobre todo lo que había descubierto sobre ese hombre desde el inicio de nuestra relación, y con total seguridad, respondí.—No.—¿No? —preguntó con un sollozo de incredulidad—. ¿Cómo puedes estar tan segura de eso si incluso te compró un departamento? Giovanni es muy meticuloso, y si tanto deseaba que vivieras allí, es porque quería asegu
*CANDICE*Me encontraba en la camioneta de Marcus, sumida en un silencio incómodo mientras la radio emitía música de fondo.La noche caía sobre nosotros y el reloj marcaba las diez cuando una noticia rompió la calma del viaje.«¡Atención a todos nuestros oyentes! Nos acaba de llegar un reporte de última hora:Se ha producido un asesinato en la casa productora de la famosa familia Mancini.Según nuestras fuentes, la empresa, antes bajo el liderazgo del empresario Giovanni Mancini, ahora se encontraba bajo la administración de Carlo Mancini, su hermano mayor, quien lamentablemente ha sido reportado como fallecido, producto de un ataque con arma blanca. Se desconoce el móvil de este asesinato».El sonido de la noticia llenó la cabina de la camioneta, y se
*GIOVANNI*Desperté a causa de la luz que se filtraba por la ventana, giré mi rostro y vi las cajas con archivos junto a mí.No me sorprendió el dolor en mi espalda por haber dormido sobre la alfombra de la sala. Al llevar una mano a mi rostro, no pude evitar mi mueca de disgusto al sentir mi barba rasposa y descuidada.Ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que me paré frente a un espejo para afeitarme. Me sentía como un despojo humano, y así lucía.Al estirarme y frotarme los ojos, miré mi celular y noté las llamadas perdidas.Una ráfaga de ansiedad recorrió mi cuerpo al ver el listado de notificaciones sin leer.Las llamadas provenían de mi suegro, mis padres y varios socios de la empresa. Una sensación de urgencia se apoderó de mí cuando me percaté de que algo grave hab&iacu
*GIOVANNI*Todavía me resulta difícil asimilar lo que supuestamente sucedió en este lugar, pero lo único que sé con certeza es que necesito ir a ver a Antonella para asegurarme de que esté bien.Observé a mi padre resoplar en cuanto me vio. Estaba furioso y decepcionado, pero eso no me sorprendió en lo absoluto. Dudo mucho que la muerte de Carlo haya movido alguna fibra sensible en su interior.Lo que más le importa, o más bien, lo que más le preocupa, es cuán manchado quedará nuestro apellido luego de este escándalo familiar de proporciones bíblicas.—Finalmente llegas. ¿Dónde diablos estabas? —inquirió mi padre entre dientes, tan tenso como una cuerda—. ¿Acaso sabes el nivel de problemas en los que nos ha metido tu esposa?Aún sin poder creer lo que acababa de escuchar del oficial, tomé asiento y me sentí incapaz de responder a sus reclamos.Lo último que necesito en este momento es entrar en una discusión con él. Mi prior